Capitulo 6 Repitelo hasta que lo Creas

Jean miro con ojos de furia al tío a su lado, y luego a la chica que aún no había soltado.

—¡Suéltame! Le dice ella.

—Hermano… Adrien intercede. —¿Qué haces? Suelta a la señorita.

—Kira… ¿Qué pasa? Maya también hace acto de presencia.

—Jean, basta… suéltala, ella no quiere.

Los dientes del castaño chirriaba de la irá, como era posible que una mujer se le resistiera. Eso nunca le había pasado. Y esa mujerzuela le había dicho que no.

Éste accede soltándola… medio le sonríe a Zoé, quien atreves del antifaz le voltea los ojos y se da la vuelta. Haciéndolo el gran plantón a Jean Dubois.

Adrien lo hala llevándoselo a la mesa, pero este no paraba de mirar el camino por donde ella se había ido. Aún estaba sorprendió por el rechazo.

—¿Qué te pasa Jean? La voz de su hermano lo saco de sus cavilaciones. Ni supo en qué momento se había sentado. —Solo es una stripper, ¿Porque tanto interés?

—Porque la quiero para mí.

—¡Es una prostituta! Le confirma su hermano.

—Pero la quiero. Le responde seguro.

—Bueno… como lo vez, ella no quiere verte ni en pintura.

—¡La haré cambiar! El dinero siempre hace cambiar a las mujeres.

Su hermano niega sonriente, mientras le hace unas señas con la mano a una chica para que se acercara.

Maya tuvo que ir atender a ese odioso hombre, no le agrado la forma en que miraba a su amiga. Parecía un psicópata. Pero trabajo era trabajo.

—¿Que desean ordenar caballeros? Aunque tú no tienes nada de eso, solo había sido un pensamiento de la morena.

—Si… tráenos whisky.

—En seguida…

—Espera… Jean la detiene. —¿Tú la conoces? ¿Eres su amigo? No es así.

—Si habla de la chica de blanco sí, pero no sé le ocurra que lo ayudaré a conseguir lo que quiere. Ella ha dicho que no.

—¿Cómo se llama? Pregunto ignorando sus palabras.

—Kira.

—Su verdadero nombre.

—Lo siento, debo seguir trabajando.

Maya se da la vuelta molesta con ese tío, el otro parecía ser más amable. Y lindo pensó. Luego de llevarle los tragos, fue detrás del escenario.

La chica encontró a su amiga ella bolas en una esquina de los vestidores. Había metido el rostro el hueco entre su pecho y rodillas. La joven estaba llorando sin consuelo.

—¡Oh, amiga! Se agachó para abrazarla. —Cálmate, todo está bien.

—Odio este trabajo Maya, ¡Lo odio!

—No pasa nada, olvida a ese idiota. No lo vale.

—Pero mira como me trató, como una cualquiera… como si no valiera nada. ¡Odio a ese hombre!

—Ignóralo, es un idiota.

—Mira que venir a pedirme que me acostara con él. Y se ofreció a pagar lo que fuera por mí. ¿Qué se cree? Le dice sorbiéndose la nariz.

—¡Oh, Zoé! Su amiga la abrazo aún más.

Zoé seguía llorando. Por alguna razón la prepotencia de ese tipo la hirió, se sentía tan humillada y a la vez avergonzada. Ningún hombre la había hecho sentirse tan horrible y sucia como lo hizo ese sujeto.

—Vamos nena, debemos salir a trabajar. Quítate esa ropa y maquíllate.

—Si. Respondió sorbiéndose nuevamente la nariz.

Maya se fue y ella empezó a cambiarse de ropa…

Después de cuatro tragos encima Jean no paraba de ver para todos lados. Muchas chicas se acercaron a ellos para hacerle compañía, pero el solo quería a una sola. Y no la había vuelto a ver.

—Vamos hombre, no me digas que la estás buscando. Haz rechazado a muchas chicas. Le dice su hermano.

—Tengo que volver a verla.

—Parecen un demente.

En eso Adrien pilla a la chica que lleva loco a su hermano, sin el antifaz era aún más bella, se debatió entre decirle o sacarlo de allí. Pero no hizo falta pensarlo. Ya que su hermano le había puesto el ojo, a pesar de no llevar la máscara la detecto rápidamente.

—¡Ahí está!

—Vamos, déjala en paz Jean. Nos van a echar de aquí.

—¡Eso no pasara! Responde mirándola llevar una charola en la mano.  —Llámala, para que nos atienda.

—La amiga lo está haciendo.

—Adrien… ¡Llámala! Ordena el mayor.

—Como quieras. Éste se encoge de hombros obedeciendo.

Inocentemente Zoé se dirige a la mesa de los clientes, ajena de quién se encontraba sentado allí. Al llegar a la mesa a quien enfoca de primero es a Jean.

—¡Por dios! Exclama haciendo amago de irse.

—No te vayas. Éste le pide. —Vamos a ordenar.

—¿Y qué van a pedir? Pregunta con fastidió.

—Whisky.

—Bien…

—Kira. Jean la llama y está de gira. —¿Cómo te llamas?

—¡No es tu problema! Le dice tajante.

Se marcha a por el pedido de esos dos, ¿Qué le pasaba? ¿Acaso estaba loco o qué? Como siguiera así de acosador tendría que hablar con el jefe para que lo echarán.

—Sí que tienes suerte mujer. Le dice la chica de la barra.

—¿De qué hablas?

—Ese hombre. Señala con el mentón. —Es todo un bombón, un partidazo. Cualquiera de aquí rogaría por acostarse con él.

—¿Estás de broma?

—Definitivamente no. Ese tío está muy bueno, además que es súper millonario.

—¿Qué?

—Es Jean Pierre Dubois… el hijo y heredero del imperio Dubois. Su padre es el dueño de una cadena de restaurantes famosos el todo el país, y fuera de este.

¡Por favor! Exclama para sí… ¿En serio? Su acosador era un tío con poder. Era colmo del colmo. ¿Cómo carajos se lo iba a quitar de encima? Miro de reojo y noto que no le quitaba los ojos de encima.

—Parece que está colado por ti.

—¡Te lo regalo! Si lo quieres.

—Ha rechazado a todas las chicas que se le han acercado. Asumo que espera a por ti. ¿Te animaras?

—Ni muerta. Responde tomando los tragos.

—Al final todas caen a sus pies cariño, su dinero hace cambiar a muchas.

—¡A mí no!

Se dio la vuelta encaminándose hasta ellos dos… el otro chico tenía un parecido hacia el, solo que este era más rubio.

Llegó hasta ellos dejo los vasos en la mesa, disponiéndose a marchar Zoé siente que alguien toma su mano.

—¡Oye!

—Tú vas hacer mía. Jean le suelta sin anestesia.

—Repítetelo hasta que te lo creas.

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