CAPÍTULO V

El Comandante Ksongan era un hombre contradictorio. A simple vista era un individuo de piel oscura y rasgos fuertes, una mandíbula afilada, labios carnosos, musculatura envidiable y una presencia imponente. Medía casi dos metros de altura, iba con la cabeza afeitada, usaba el uniforme correspondiente a su rango como Comandante general de las Fuerzas Especiales y el único accesorio decorativo que llevaba sobre sí mismo era un grueso anillo de platino con una hilera de apatitas de corte ovalado, símbolo de la familia arcana a la que pertenecía.

A pesar de que aparentaba tener unos cuarenta años a lo sumo, Enam Ksongan era, junto a sus dos hermanas, la cabeza de la familia arcana Ksongan; también era un vampiro que había sido miembro fundador de Las Fuerzas Especiales y tenía más de tres mil años de edad.

Su voz era exótica, grave y muy masculina. Su mirada templada y agradable, coronada con unos iris del color del peridoto e igual de brillantes que esa gema. El Comandante inspiraba respeto y admiración por su carácter equilibrado y justo, pero sobre todo por la capacidad que tenía para no dejarse intimidar por nadie.

Al final de esa madrugada, observaba con detenimiento las grabaciones de las escenas que se proyectaban sobre la pared de fondo de su oficina. Mientras se embebía en cada detalle e iba dictando a la inteligencia de la base con voz suave las preguntas que quería hacerle a cada departamento, escuchó la voz andrógina de Sia que le anunciaba que los agentes Volk y Dagger entraban en ese momento en el cordón de seguridad de la base y abría una ventana emergente en su escritorio donde se mostraba la trasmisión en tiempo real de la llegada de sus subordinados.

“Tiempo de arribo: ocho minutos”

La alerta saltó sobre una banda verde, que minimizó automáticamente.

―Sia, comunícame con el capitán del departamento de narcóticos de la policía local.

―De inmediato, Comandante.

Una nueva ventana se proyectó en la pared. Ksongan manipuló las ventanas de video de la escena de los cadáveres proyectadas desde su escritorio táctil y las ocultó de la vista, activó la opción de compartir el material audiovisual de la escena del laboratorio y la lista de evidencia recolectada por los agentes.

Comandante Ksongan, estaba a la espera de su comunicación ―anunció una voz masculina.

Inclinó la cabeza en un gesto de respetó y saludó al Capitán Marcus.

―Me place informarle la exitosa culminación de la misión.

―Sí, para mí también es una buena noticia. ―Se pasó la mano por la barba, unas bolsas oscuras debajo de sus ojos lo hacían parecer enfermo.

―Mi departamento acaba de contabilizar y realizar el primer análisis de las evidencias, en este momento le estoy enviando los informes preliminares. ―Tecleó en el escritorio―. Según nuestro laboratorio de sustancias, en aproximadamente cuarenta y ocho horas estaremos liberando la evidencia para que sus propios laboratorios lleven a cabo sus exámenes.

―Mis policías me dijeron que se realizaron dos arrestos esta noche ―anunció. Ksongan vio el momento en que cuadró sus hombros y puso un gesto adusto en su rostro, como si quisiera verse más imponente y autoritario―. ¿Estos dos delincuentes también serán derivados a nuestras instalaciones para su procesamiento y encarcelamiento en cuarenta y ocho horas?

El Comandante no se inmutó, aunque por dentro encontraba divertido el intento de aquel humano por jugar una lucha de poderes.

―Capitán, ambos sospechosos pertenecen a la raza vampira ―le informó. Marcus tuvo un ligero tic en su ojo derecho, la única señal de que le desagradaba esa información―. No tengo ningún problema en derivar la custodia de los mismos a la policía local, por el tiempo que tome llevar el caso a juicio y que nos entreguen a nosotros el procesamiento final de los criminales y su respectivo castigo. Pero si me lo permite, ofrezco las instalaciones de contención de esta base para mantenerlos encarcelados. Evidentemente, si sus instalaciones pueden contenerlos sin que representen ningún riesgo para ustedes, procederé a dar la orden para que ambos sean entregados en las próximas horas.

El tic se volvió a presentar, Marcus lo observó en silencio por dos minutos completos y asintió casi con dolor.

―Está bien, Comandante.

―De todos modos, Capitán, le garantizo que ningún anuncio sobre el operativo de hoy se hará público en nuestro nombre ―explicó―. Usted y su departamento se encargarán de lidiar con la prensa y con el juzgado. Mi gente solo dejará un respaldo para seguridad.

―Gracias. ―Pareció aliviado. Las Fuerzas Especiales tenían una intachable reputación desde su fundación, más como ejemplo de la Ley de Equidad de Especies, que demostraba que un equipo compuesto equilibradamente por todas las razas era lo mejor. Aunque no todos estaban felices de admitirlo, y menos de forma pública.

―Excelente. Que pase buen día, Capitán.

El Comandante Ksongan no esperó a que el hombre se despidiera. En ese mismo momento, la puerta de su oficina se abrió, Fira y Aston se encontraban en el umbral en posición de firmes. Dio un suspiro mental, la expresión vacía de Fira Volk no presagiaba buenas noticias.

―Adelante ―les ordenó, mientras se dirigía hasta su asiento detrás de su escritorio.

Ambos permanecieron en silencio y firmes. Ksongan los examinó con detenimiento, sopesando cómo iniciar la siguiente conversación.

―Excelente trabajo en el operativo encubierto de hoy, agentes ―dijo finalmente. Ambos agradecieron al unísono―. Ya revisé el video de la segunda escena y el agente Black me envió su informe preliminar, directo y sencillo. Dice que tendrá respuesta sobre los cuerpos después de realizar una autopsia exhaustiva, pero que no podrá dar ningún resultado final hasta que el especialista en patología forense de mestizos analice la evidencia y los cuerpos, y eso sucederá el jueves.

Esperó, Fira hizo un movimiento involuntario en su ceño, pero no se inmutó.

―Por ahora, el resto de la evidencia comenzará a procesarse de manera regular, lo que nos da un margen de cuarenta y ocho horas para que ambos descansen y se incorporen al servicio de nuevo el día martes. ―Hizo una seña para callar a Fira que abrió la boca para hablar―. No es una sugerencia, agente Volk, es una orden directa que espero que acate sin quejarse. El agente Black pasó el informe sobre su herida y también sobre el hecho de que no se ha alimentado con la regularidad requerida. Sia ha lanzado varias alertas sobre el hecho, y según sus reportes, que son exactos e inequívocos, estás en alerta naranja.

―Señor, ¿qué hay sobre el arma que pudo traspasar la piel de diamante de mi compañera? ―preguntó Aston.

―En realidad, agente Dagger, he ordenado que ese examen sea prioridad máxima en cuanto al análisis. Desde la base de La Fuerza en Shesh han llegado informes de unas municiones que también son capaces de atravesar nuestros trajes de seguridad. Ordené que se cotejen los resultados y se investigue si estos son hechos aislados o se están produciendo armas de alto impacto de forma clandestina.

―¿Ha habido más informes sobre estas municiones en otras arcas? ―inquirió el agente.

―No, Dagger. He solicitado a Sia que se conecte a la inteligencia matriz de la Fuerza para ver si hay alguna mención de hechos similares, pero eso puede tomar un par de horas.

―¿Cuáles son las proyecciones para este caso, Comandante? ―preguntó Fira.

―Agente, hasta que no vea resultados en la evidencia no diré nada más que secuestro y homicidio.

―Señor, creo que deberíamos hacer una aproximación más efectiva y comunicarle al Parlamento la situación ―insistió ella.

―¿Cuál situación exactamente, agente? ―La miró con suspicacia. Fira apretó la mandíbula―. Agente Volk, no quiero generar pánico en la comunidad, sobre todo porque hasta estos momentos, es un crimen aislado, del cual no sabemos nada en absoluto por la condición de las víctimas.

―Eso fue un crimen de odio, Comandante ―escupió ella entre dientes.

Aston sintió cómo su estómago se encogía. Los crímenes de odio eran una mancha purulenta en la historia de la nueva era de la humanidad, una que demostraba que, sin importar todas las vicisitudes que habían pasado tras la cruenta y devastadora tercera guerra mundial, la conducta humana tendía a la violencia sin sentido y desproporcionada.

―Agente Volk, no voy a tildar esto de un crimen de odio y llevarlo ante el Parlamento sin estar seguros. Porque no podemos saber si los cuerpos tienen allí una semana o tres meses ―espetó con claridad y calma. Mientras otros se dejaban intimidar por Fira, Ksongan estaba más allá de ella―. Cuando hable con el Parlamentario Matsudaira, lo haré con la información completa en mis manos y juntos procederemos a escoger el mejor curso de acción. ¿Ha quedado claro, agente Volk?

Se miraron el uno al otro con intensidad por largo rato, Aston comenzaba a sentirse tenso y en parte era porque su organismo empezaba a reaccionar a la inoculación de la ninfa. Sabía que emprenderían una lucha de poderes, Fira tenía problemas evidentes con la autoridad y él quería evitar cualquier confrontación que llevara a alguna clase de amonestación o suspensión de funciones.

―Quedó perfectamente claro, señor ―respondió él por su compañera.

―Bien ―dijo Ksongan, sosteniendo la mirada de Fira―. Entonces pueden retirarse.

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