6.- Jonás.

—¡No! Tú estás loca ¡pudiste lastimarla y meterte… meternos a todos en un lío Mila! – la chica rodo los ojos.

—¡Estas exagerando Jonás! – dijo con una tranquilidad que acabo con mi paciencia.

—¿Exagero? ¡La desmayaste Mila! ¡Perdió el maldito conocimiento! – grité tan cerca de su cara que instintivamente cerró los ojos.

—¡¿Y a ti que te importa?! A menos que ella te interese, solo fue una pelea de chicas – eso me devolvió a la realidad y ahora necesito defenderme. Si alguien me hubiese dicho que al verla desplomarse mi corazón se iba a desbocar con intención de partirme en dos el pecho me hubiese reído a carcajadas.

—Tú – la señale con el dedo índice  — No eres una chica cualquiera – sonrió de lado — ¡Eres peligrosa! - sonrió triunfante.

—¡Lo sé! – Se acercó y coloco la mano en mi entrepierna — ¡Soy dueña de esto! – ¿entonces de eso se trata? Es un juego de poder. Esta chica cree que soy de su propiedad pero creo que se equivoca.

Hasta ahora nadie ha podido tenerme completamente, jamás me he enamorado de nadie y no es ésta chica la que me va a atrapar.

—¡Mila! – Aparté su mano —Esto solo lo diré una vez – acerqué mi rostro al de ella — ¡Nunca te tomes atribuciones conmigo, que no te pertenecen! – la tomé por el cabello — ¡Tú y yo sólo nos divertimos, nada más! – la solté y por poco cae al piso, tiré de su brazo para evitarlo. Se quejó de dolor — ¡No necesito problemas en este momento! Compórtate y ¡aléjate de esa chica! ¿Entendiste? – la solté como si quemara, estoy enojado y prefiero irme antes de lastimarla.

—¡Entendí que te agrada! Ella no es para ti, eres tóxico cariño ¡date cuenta! – me detuve con intención de volver y me repetí varias veces: es una chica, es una chica.

Decidí que mi fuerza de voluntad  era mayor a su provocación y continué mi camino hacia la enfermería, doblé la esquina y el chico cuyo nombre nunca recuerdo es empotrado en una pared por la rubia pechos grandes que estudia con la ojiverde; paso por su lado, le hago un guiño y levanto el pulgar. Al llegar el Rector interrogaba a Leila al respecto.

— Sr. Serrano ¿tendría la bondad de informarme acerca de lo sucedido? – la muñeca (porque es preciosa) me mira con ojos suplicantes ¡Ok, no sé a qué se refiere! creo que esto va a ser divertido.

—¡Ya le dije Serrano! Es algo de las Luchas que practicamos ¿cierto? – no salgo de mi asombro, asiento  como un  autómata y entrecierro los ojos.

—¡Si Sr. Antón así es! Estoy practicando con un grupo de chicas “defensa personal" – hago comillas con los dedos — Y Leila forma parte del grupo, la que por supuesto es la más nueva – éste negó con la cabeza — ¡No estoy de acuerdo con las exhibiciones en los pasillos! Si las reta estoy completamente de su lado – ella me mira con ojos desorbitados y la boca abierta.

—No en esta ocasión Sr. Serrano – objetó el Rector — Pero necesito un informe detallado semanal del curso o electiva y que no se pase por alto las reglas de la institución. Las clases clandestinas están prohibidas – observó detenidamente el rostro pálido y asombrado de la chica y el mío tranquilo y sombrío  — Le sugiero que no haya próxima vez Srta. Monserrat. Tengan buen día – el profesor se retiró y yo quede embobado con las piernas de esta chica.

Es extraño que me llame tanto la atención, sobre todo sus ojos que parecen esmeraldas, espero que se resista un poco aunque no voy a acercarme mucho. Normalmente las mujeres (de cualquier edad, pongo los ojos en blanco mentalmente) caen rendidas a mis pies en… ¿media hora? No tengo intención de llevarme a la cama a esta enana, o por lo menos no aún porque debe ser menor de edad. Como dije antes… no deseo tener líos con nadie a estas alturas. Tengo veintdos iaños y aunque no sea el mejor tipo, no soy asesino ni abusador.

—¡Vuelve a clases muñeca! Hablaremos de esto tu y yo – nos señalé a ambos — ¡Creo que te daré las nalgadas que Antón no quiso darte – tapó su boca de labios gruesos y rojos con las dos manos y luego me hizo malos ojos.

—¡Eres muy desagradable! ¿Sabes? – la observe descaradamente de pies a cabeza deleitándome con lo bella que es y lo buenísima que está.

—¡Lo sé! Y aun así te gustaría tener algo conmigo – hice un gesto subiendo y bajando las cejas, saltó de la camilla, pisando mal y tropezando justo para caer en mis brazos. Puse los ojos en blanco cuando la atrapé — ¿Siempre eres así de torpe muñequita? - observé su expresión con los labios apretados para evitar la carcajada.

—¡Suelta idiota! – Dio un paso atrás y yo le lancé un beso — ¡Eres detestable! ¿Ni siquiera sé por qué te hablo? - pasó por delante de mi empujándome con mucha fuerza.

¡Me gusta esta chica!

Es torpe e inocente pero, tiene lo que más me agrada: “personalidad".

"Me condenaré, pero solo por ti". Jonás S.

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