4.- Jonás.

¡Auch! Me duele el cuerpo como si hubiese boxeado con un gigante. Bueno también es que esta chica tiene una resistencia fantástica, Mila Brockovitch es la hija del senador con el mismo apellido, toda una chica de sociedad; solo que le importa una m****a su posición social, ya su padre ha intentado hacerme a un lado pero ella no obedece. Le doy un beso, ya duchado y vestido me encamino a la puerta.

—¡Ella no va a prestarte atención! - ¡eh! No entiendo.

—¿Quién?

—Pues Leila

—¿Leila?

—¡Si genio, la nombraste anoche! Mientras teníamos todo ese sexo deliciosamente erótico – abrí los ojos ¡no puede ser!

—No te creo, yo no hablo mientras tengo sexo tu misma lo has dicho – ¡no salgo de mi asombro!

—¡Pues anoche si hablaste! Y ahora ¿vienes o no? – negué.

—Tengo examen de literatura preciosa, debo ir a clases – mentí.

—Ok, pero no creo que sea buena idea acercarte a ella ¡Bye! – giré para irme de allí, en realidad nunca hablamos tanto.

Tomo mi vehículo para dirigirme a la universidad, sé que pensé en no ir a clases pero esa enana es… ¡interesante!

Me parqueo en la zona para vehículos pequeños ¡seeeh! Esta universidad es tan pija que hasta los estacionamientos son por separado (ruedo los ojos) al bajar escucho un jadeo de dolor y diviso a lo lejos un par de idiotas lastimando un chico de primer año.

—¡Hi gays! ¿Les colaboro? – giraron asintiendo hacia mí ¿en serio creen que voy a ayudarlos a golpearlo? era el mismo chico al que le di el aventón la semana pasada. No soy el tipo con la mejor conducta pero este pobre ser parece un espárrago de pequeño y delgaducho que es ¿por qué lo golpean?

Propiné un gancho de derecha al gorila de mi izquierda y cayó tendido en el pavimento, el otro golpeó mi hombro y se abalanzó sobre mí. Lo proyecté con una maniobra llamada bombera y también se desplomó en el piso como una m****a. El chico me mira aterrado ¿Cómo se llama? ¡Diablos! Se me escapó el nombre.

—¡G-gracias! – pronuncia después de haber temblado como un papel.

—¡De nada … - quedé pensativo y entendió.

—¡Charles! – ¡eso, Charles! ¿Qué clase de nombre es ese?

—¿Siempre te metes en líos? – Negó enérgicamente —¡Entonces ve a clases amiguito! – desordené su cabello rizado y lo ayudé a levantar del piso.

Al ingresar me esperaba el Rector.

—¡Sr. Serrano! Pase a mi oficina, si es tan amable – eso no fue una pregunta, fue una… ¡no me interesa!

—¡Si señor!

Pasé y me senté en la silla frente a su escritorio, observo el montón de trofeos en el mueble ubicado en la esquina de la habitación y las fotos de los chicos deportistas que han sobresalido a lo largo de la historia de ésta institución.

Yo encabezo las fotografías y en los últimos tres años he recopilado más de cien trofeos en deportes de contacto: lucha, boxeo y judo. También en las artes marciales: jiu-jitsu, muay thai y krav maga. Prácticamente soy un asesino en potencia, para cualquiera que se enfrente conmigo en un tatami  o un cuadrilátero. La voz del profesor Anton Sutherland me sacó del estupor.

—…no es un estudiante modelo pero, sus notas son bastante aceptables y representa apasionadamente la universidad mostrando amor y respeto por las disciplinas deportivas aplicadas Dr. Serrano – puse los ojos en blanco, mi padre todos los años a mediados del mismo llama directamente al Rector para conocer mi comportamiento y rendimiento ¡imbécil!

¿Por qué coño no viene personalmente?

¡Sencillo, porque me odia!

¡Porque no soy el hijo deseado!

¡Porque tengo tatuajes y practico lucha!

¡Porque soy menos inteligente que mi gemelo y mi hermanita la genio!

Y mi padre puede irse mucho a la m****a con su protocolo burócrata, hipócrita y falso que solo atiende a las jerarquías formales de maldito cuello blanco con lo que el pueblo queda desplazado de los beneficios propios. Solo atienden y consideran individuos de importancia, a todo aquel que ostente una fortuna o cuente con empresas y negocios a su nombre. La bilis amenaza con ahogarme, quemando el esófago y la garganta buscando salir y vaciar el líquido de mi estómago, la verdad es que no he ingerido alimento desde ayer en el almuerzo cuando mi Nana lo sirvió y tuve que quedarme a comer.

—¡Profesor Anton! Necesito urgentemente ir al baño – éste asintió sin soltar el aparato telefónico y yo salí deprisa para no hacer un desastre.

"No solo el corazón se rompe en mil pedazos por amor". Jonás.

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