Buscando respuestas

Capítulo 2

Buscando respuestas

La señora Vincent apresuraba a Missie para que terminara de vestirse y bajara. Era lunes, se iniciaba una nueva semana normal de trabajo para ella y su esposo y para Missie su colegio.

Iban en el carro cuando Missie Preguntó a su madre, quien ese día la llevaba al colegio –Mamá, ¿Cómo van las cosas con papá? 

-Ya iniciamos los trámites de divorcio, tengo una propuesta con la filial de Canadá y debemos tomar ciertas decisiones antes de concretarse el traslado.

-¿Me estas queriendo decir que nos iremos a Canadá? 

-Pues en lo que a mí concierne, pienso aceptar la propuesta-. Siguió un corto silencio que ella mista rompió agregando-. Sólo espero que tu papá acepte los términos del divorcio.

-No pareces afectada con esto. Los dos tienen una actitud que me hace sentir triste. ¿Acaso ustedes ya tienen vidas separadas y la última en interesarse he sido yo?-. Sus palabras encerraban cierto reproche.

-No Missie, tampoco es de esa forma. Mira hija hemos hecho todo lo que hemos podido, pero la verdad ya ninguno de los dos soporta al otro.

Missie estuvo a punto de preguntar si realmente se habían querido alguna vez, pues desde que ella recuerda sus padres nunca se ponían de acuerdo en nada, siempre discutían y muy pocas veces les veía conversar algo con razonamiento, generalmente terminaban diciéndole “Ve a tu cuarto” y acto seguido un portazo se dejaba oír en toda la casa, tras ella salir del recinto. Aunque discutían a solas y no se les oía desde su cuarto, ella sabía que esa era la forma de solucionar sus diferencias.

Su madre le atajo con un cambio rotundo de conversación, con lo que Missie entendió que no debía involucrarse en ese asunto.

-He notado que estas saliendo muy temprano con ropa de deportes, ¿Acaso estas saliendo con alguien o solo vas a ejercitarte?

-Mamá lo que menos me importa en estos momentos son los chicos de mi edad, todos estamos centrados en nuestros estudios…- Movió en forma negativa la cabeza de manera incrédula-. No sé cómo puedes tener ese tipo de ideas en estos momentos, apenas estoy saliendo de la niñez y…

Su madre no la dejo terminar la frase y acotó:

-Eres una señorita muy hermosa, ¿Acaso no has notado como te miran tus compañeros del cole? Yo misma lo veo… Cuando bajas del auto, muchos te siguen con la mirada y comentan entre ellos.- 

Estaban justo llegando a la entrada del colegio cuando Elizabeth, su madre, siguió diciéndole –Yo veo a una señorita sumamente hermosa y con suficiente tamaño y cuerpo para que un joven se enamore de ti. No olvides eso hija, eres una señorita muy hermosa, ¡bella, a mi parecer!

Missie bajo del auto y con mirada de reproche hacia su madre dijo entre dientes –¡No me ando fijando en esas cosas!

Sin embargo su corazón latió con rapidez en ese momento, pues un nombre y unos brillantes y negros ojos llegaron a su mente.

Luego de varias semanas, decidió ir nuevamente a las caminarías de la Catarata de los juegos.

Era sábado y aún así, se levantó muy de madrugada, bajo y la señora Ann estaba ya preparando los jugos para el día cuando la vio entrar a la cocina, se sobresalto, por la hora y como estaba sola… Tras superar el susto que le dio al entrar en la cocina a esa hora, la pobre Ann, con las manos en el corazón, le dijo: -Señorita Missie, me iba matando de susto, ¿Qué hace madrugando tanto hoy sábado? No parece estar en su juicio.

La chica sonrió y acercándose a la nevera repuso – Buenos días señora Ann, disculpe si le asuste. Voy a ejercitarme un rato y regreso a desayunar, solo que ahora me prepararé un jugo de naranja-. La mujer enseguida se le adelanto y le pidió la naranja argumentado que ella se lo prepararía, sin embargo Missie puso las manos en alto y le pidió que siguiera con lo que estaba haciendo que ella se sabía preparar el jugo. Acto seguido Ann la miro y se fue a terminar sus jugos de frutas para el desayuno de los señores.

Missie se dirigió a las cominerías cuando el sol apenas se asomaba, su corazón empezó a latir con rapidez, y ella se decía que era por la carrera, pero en su interior y en su mente solo había una real respuesta a eso “Tengo que verlo nuevamente, quiero verlo para saber por qué no puedo sacarlo de mis pensamientos” y su corazón lo sabía.

Bajo a toda prisa, sin embargo recobro aliento y respirando detenidamente, recorrió el camino con mucha lentitud, se detuvo un buen rato en la cascada, y a pesar de que ese paisaje le movía sus sentimientos, no logro concentrarse en nada, solo buscaba y veía a todas partes, con la intención de que en cualquier momento se tropezara con su mirada.

Luego de varias semanas de ir diariamente a las caminarías, Missie llego a la conclusión de que aquél joven solo era alguien que estaba de paso por allí y que no volvería por esos lados…

Luego de unos meses, volvió a recorrer toda la caminaría, pero nuevamente se volvió a casa totalmente decepcionada y diciéndose a sí misma “No va a volver y mucho menos por mí, por una chica llorosa”

A pesar de tal decepción Missie, decidió tomar las caminarías como ejercitación diaria, y así lo siguió haciendo día tras día, nunca más se tropezó con Juanne, pero ir a ese sitio le reconfortaba y siempre se detenía en el punto exacto donde abrazo a Juanne, entonces recreaba ese momento y a ese muchacho de ojos tan negros.

Al cabo de unos meses, cuando termino todo el proceso de divorcio de sus padres y cada cual tomo su rumbo, Missie y su madre se quedaron en la casa que su padre les otorgo, además de una jugosa cantidad de dinero en una cuenta especial a nombre de Missie, el cual no podía ni ella ni su madre disponer hasta tanto comenzara la universidad de la jovencita Misie, así mismo su madre quedaría percibiendo una pensión vitalicia de ¼ por ciento de los intereses anuales percibidos por su ex marido Lois Vincent en la empresa familiar, de la cual él era el presidente.

Su madre fue trasladada a Canadá y, aunque Canadá colinda con Los Estados Unidos, siempre habían vivido en Luisiana, y ésta quedaba justo en la frontera opuesta de éstos dos países.

Missie termino su colegiatura y se despidió de sus compañeras de clase y del lugar, desde que sus padres se casaron vivieron allí, conocía a los vecinos y a muchos de los chicos de los vecindarios aledaños. Con mucha tristeza empezaron a recoger unas pocas cosas para irse a Canadá.

Visitó, claro que visitó aquél sitio antes de irse, su corazón le hablaba de vez en cuando, pero ella mantenía esa firme convicción de que era solo una niñada que olvidaría con el tiempo, sin embargo cada vez que iba allí, revivía aquella fugaz escena que le hizo olvidarse del idilio escondido de su padre con esa mujer.

Su madre nunca vendió la propiedad, dejo a Ann, su vieja empleada, junto al Sebastián, el jardinero, el tejano que les acompaño siempre y Morelba, cariñosamente llamada Molé, la negrita venezolana que ayudaba a Ann y enseñaba a hablar hispano a todos en la casa, pues Molé no lograba nunca entender lo que le decían en Inglés, así que con señas la traducía al español y luego lo repetía tantas veces que todos aprendieron a hablar muy bien el español con su rústica y divertida técnica de señas. 

La madre de Missie, los dejó al cuidado de la casa.

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