La gran crisis Capítulo 2

La mañana parecía que anunciaba un presagio maligno, y en efecto, Norma fue la primera en levantarse a las cuatro y cuarenta para alistar el desayuno de sus hijos. Prendió la radio y el presentador anunciaba la quiebra del INTERBANK. Al escuchar esas palabras –INTERBANK-, corrió a su habitación para despertar a Roger.

La familia Guevara iba a presenciar uno de los episodios más desagradables de la historia nacional. Roger se desperezó y vio con malos ojos a su esposa por despertarlo diez minutos antes de las cinco. Sin embargo, Norman se tiró a la cama, y le dijo que se vistiera de inmediato y fuera a a escuchar la radio. Roger estiró los brazos, pensó que se trataba de la muerte de alguna figura pública, pero nunca de la quiebra del banco donde trabajaba como cobrador judicial. “Pero apurate”, le dijo Norma. Y, Roger con toda la pereza y lentitud del mundo salió de la cama en calzoncillo, y se puso una toalla. Ambos salieron del cuarto y se dirigieron a la sala. Roger en realidad estaba molesto por despertarse antes de las cinco. Cuando llegaron a la sala, la noticia en la radio continuaba como última hora. El presentador entrevistaba a un analista económico sobre los desastres que causaría la crisis bancaria. Roger se acercó al televisor y al escuchar también “INTERBANK”, repitió lo mismo “IN-TER-BANK”. Le parecía increíble, tanto así que empezaron temblarle las manos y se las llevó a la cabeza. Se puso pálido, la toalla se le cayó y quedó en calzoncillo. Y salió corriendo hacia su cuarto para alistarse e ir a ver qué sucedía en su oficina.

Se bañó rápidamente, se alistó, y condujo hasta la sucursal donde trabajaba. Mientras conducía vio otras sucursales y las filas de cientos de personas esperando ser atendidas por las cajeras. Cuando Roger llegó a su oficina, vio que había un sobre en su escritorio. Tomó el sobre, lo abrió y decía “Carta de despido”. El banco lo había despedido al igual que a muchos de sus empleados. No era el único, y cuando levantó la mirada vio a sus demás colaboradores y les preguntó que pasaba. “¿No escuchaste las noticas?” le dijo Claudia su compañera que también era cobradora judicial. “Jueputa, ahora si se cagaron en nosotros”, dijo Roger. Vació sus gavetas con sus lapiceros y engrapadora, los metió en una caja, y se dirigió al auto. En ese momento pensó que ni siquiera le darían liquidación por sus años de trabajo porque el banco estaba en quiebra. No tendría un solo centavo de su pago, y cabizbajo y enfurecido golpeó el manubrio varias veces hasta que se calmó. Encendió el auto y se dirigió a la casa.

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