5

Frente a ella los libros de texto parecían cada vez más difíciles, más largos y más eternos. El cansancio la estaba matando y las tres tazas de café que había tomado no parecían hacerle de mucha ayuda. Parecía imposible aprender todo en una noche pero el examen que estaba a punto de presentar a la mañana siguiente la tenía totalmente preocupada y estresada. Le dolía la espalda por haber pasado todo el día en una mala postura, dibujando y pintando sobre las pequeñas galletas.

Odiaba no poder concentrarse y sobre todo odiaba ponerse a llorar pero el dolor de su espalda y el cansancio no la dejaban absorber por completo la información que intentaba aprender de química. Ni siquiera sabía por qué seguía esforzándose en una carrera que ni siquiera era de su agrado, siempre se estresaba y terminaba llorando como en esos momentos.

—No llores— susurró, limpiándose las lágrimas que corrían por su rostro sin permiso alguno. Sintiendo la frustración de no poder retener la información dentro de su cabeza. La alarma del reloj sonó repentinamente frente a ella, invadiendo la habitación con un ruidoso sonido.— no puede ser— susurró, desactivando la alarma sin comprender como la noche se le había escapado en una abrir y cerrar de ojos.

Molesta y frustrada lanzó los libros de texto hacia el suelo con ambas manos. Observando como algunas hojas se dañaban al golpear el suelo, estaba tan estresada que incluso se sentía su cabeza palpitar con cualquier mínimo movimiento.

Sin perder el tiempo se metió al baño para poder darse una fugaz ducha de agua fría antes de prepararles el desayuno a sus hermanos y dejar el medicamento de su madre sobre la mesa del comedor. Sin despertar a nadie salió de su hogar, titiritando de frio por culpa del cabello que permanecía estando húmedo.

Las calles lucían tan solitarias a esa hora de la mañana, el transporte público acababa de comenzar sus rutas diarias, Kiara siempre tomaba el primer autobús para llegar a la universidad antes que todos y poder trabajar con calma en el campo de futbol. Incluso si se moría de frio todas las mañanas, le encantaba el olor que desprendía el campo, esa extraña aroma a césped que le encantaba.

Sus pasos se detuvieron por completo al encontrarlo frente a ella a unos cuantos metros, sentado sobre el césped con una mirada penetrante que la hizo desviar la mirada de inmediato, Cameron sonrió, mordiéndose los labios al verla. Por un momento ambos pensaron en lo mismo, en la noche anterior. Si ella no hubiera decidido alejarse de él, probablemente él la hubiera besado de nuevo sin saber hasta qué punto podría detenerse. 

— ¡Eh, Kiara!— gritó uno de los chicos, acercándose a ella con una gran sonrisa en el rostro— ¿Qué haces aquí?— preguntó, sacudiéndose el cabello rubio frente a ella.

—Mike— soltó ella, regalándole una tímida sonrisa que se terminó convirtiendo en una mueca— yo... suelo venir a dibujar aquí antes de las clases, me gusta respirar...aquí—susurró nerviosamente.

— ¡Mike!—gritó Cameron con el ceño completamente fruncido, golpeando el casco negro que traía entre sus manos— ¡A correr!—ordenó.

—No sabía que te gustaba dibujar, un día deberías de dibujarme a mí. Sería un placer que una mujer tan hermosa como tú pudiera...

— ¡Hey!— soltó Cameron, empujando a Mike hacia un lado— ¡Te dije que corrieras, no estamos aquí para esto, los juegos comenzarán mañana!— gritó con la mandíbula tensa y la respiración acelerada.

— ¡Eh!, ¿Por qué estás tan molesto?— preguntó Mike, totalmente confundido. — Relájate— soltó, volteando a ver a Kiara por un momento, sonriéndole con pena— lo siento, Kiara... tengo que irme a entrenar.

— ¡Por mí no hay problema!—soltó ella, sacudiendo las manos en el aire. Notando la mirada asesina que Cameron tenía sobre ellos en esos momentos.

—Largo— dijo Cameron, mirándola fijamente a los ojos.

—Bueno... adiós— soltó Mike, echándose a correr por el campo, volteando a ver a Kiara por un momento.

— ¡¿Por qué has hecho eso?!— preguntó Cameron, acercándose a ella un poco más. Tomándola de la barbilla por un momento— ¡No vuelvas a pararte en el campo sin mi permiso, todos aquí te miran como carnada fresca, carajo!

— ¿De qué hablas?— preguntó Kiara antes de alejarse de él— hablas como si estuvieras totalmente celoso, ¿Qué te pasa?

— ¡Me pasa que no quiero que nadie más te vea!— soltó, tomándola de los hombros antes de voltearla en dirección a los edificios de la universidad— ¡vete, rápido!

— ¡Ay Dios, eres tan infantil!— contestó ella, alejándose del campo de futbol con molestia— no es como si me fuera a quedar ahí— susurró, abrazando los cuadernos de dibujo que siempre solía traer consigo— ¿Por qué siempre me tiene que estar molestando? Dios, lo odio...— susurró antes de entrar al edificio, sorprendiéndose al encontrar a algunos de sus compañeros en el pasillo, leyendo los gruesos libros de texto que había dejado en casa.

El estómago se le revolvió repentinamente por los nervios, olvidando la extraña escena que Cameron acababa de hacerle pasar. Tenía que pasar ese examen a toda costa sino terminaría perdiendo la beca que había conseguido con muchísimo esfuerzo. 

Día tras día se preguntaba si lo que estaba haciendo tendría frutos en el futuro y siempre llegaba a la misma conclusión. Hacer algo que no amaba terminaría por llevarla a ningún lado pero odiaba el hecho de no poder escapar de la situación en la que se encontraba.

— ¡El profesor ya viene!— comentó una chica, entrando al salón de clases con una pila de apuntes entre sus manos.

—Puedo hacerlo— susurró, entrando al salón antes que el profesor entrara al lugar. Sentándose en uno de los últimos asientos. Estaba tan nerviosa que ni siquiera podía tragar saliva con normalidad, sentía la boca seca y a consecuencia la garganta le pedía a gritos un poco de agua. 

—Buenos días, jóvenes— soltó el profesor, entrando al lugar con los exámenes dentro de una bolsa transparente que traía en su mano izquierda. — ¿Están listos para su examen?— preguntó, dejando sobre su escritorio su maletín— Señorita Choi, ¿Me ayudaría a repartir los exámenes?

— ¡Profesor aún no inicia su hora, deberíamos esperar a los alumnos que no han llegado aún!— comentó la chica asiática, recogiéndose el cabello en una cola de caballo alta.

—Los que quieran iniciar el examen pueden hacerlo— comentó el profesor— ¿Alguien quiere iniciar el examen?— preguntó, recargando ambos manos sobre el escritorio— ¿Alguien?— volvió a preguntar cuando notó que los alumnos se miraban entre ellos, con las miradas llenas de nervios.

— ¡Yo!—soltó Kiara, levantando la mano de inmediato— ¡Yo quiero iniciar el examen de una vez, profesor!— comentó, levantándose del asiento— ¿Puedo hacerlo?— preguntó.

—Entonces ven por tu examen, señorita— respondió el profesor, sacando de la bolsa plástica uno de los exámenes que traía consigo.

—Gracias— respondió ella antes de recoger el examen y regresar a su lugar. Ignorando las miradas de sus compañeros de clases que la veían como un extraño recelo en la mirada. Al sentarse de nuevo en su lugar palideció por completo por culpa de las preguntas. — Estoy muerta— susurró, llevándose una mano hacia los labios, tratando de recordar la información que había tratado de memorizar hace unas horas. Odiaba la química y sabía que en eso momentos su vida universitaria dependía del resultado que obtuviera en ese examen. 

Sabía que con un ocho en el examen bastaría pero, ¿Cuántas preguntas acertadas necesitaba para sacar esa mínima calificación? totalmente rendida dejó el lapicero a un lado del examen antes de intentar calcular los aciertos que necesitaba. Repentinamente la imagen del rostro de sus pequeños hermanos se apareció en su cabeza, regresándole la motivación que necesitaba para luchar por aquella calificación. Llena de valor volvió a tomar el lapicero antes de comenzar a responder las preguntas que había en su examen.

Poco a poco las preguntas se fueron acabando hasta que se encontró con un ejercicio que le terminó por arrebatar la motivación que había conseguido, soltó el lápiz por un momento y negó al levantarse de su asiento. Su mirada se encontró con la del profesor al levantarse, ella negó por un momento y se acercó a él para entregarle el examen.

— ¿Listo?— preguntó él, recibiendo el examen de Kiara— pero si no has respondido varias preguntas...

—Lo intenté, señor– respondió ella, alejándose de él con una mueca en el rostro.

—Puedo revisarlo ahora mismo, ¿Quieres?— le preguntó él, observándola mientras jugaba con la hoja de papel— solo si usted quiere, señorita.

— ¿Podría hacerlo?— preguntó ella volteando a verlo, regresando hacia él— por favor— pidió.

—Bien— soltó el profesor, acomodándose en su asiento antes de tomar una de las plumas de color rojo que siempre solía guardar en el cajón izquierdo de su escritorio. Kiara observó su examen incompleto sobre el escritorio, sintiendo como las manos comenzaban a sudarle mucho más de lo que ya lo estaban haciendo.

—Comencemos—susurró el profesor, pasando la mirada por cada una de las respuestas que ella había escritor en su examen— la primera pregunta es correcta— comentó él, haciendo una palomita sobre la respuesta antes de comenzar a tachar una a una las preguntas del examen.

Kiara sintió el rostro arder al ver las tachas sobre sus respuestas, asustándose al ver como pregunta tras pregunta el profesor tachaba sus respuestas.

—Dos aciertos— soltó el profesor, volteando a verla— ¿Qué ha sucedido contigo?— preguntó al deslizar el examen sobre el escritorio. — nunca habías reprobado en mi clase.

—Lo siento, señor... he trabajado tanto estos días que no he tenido tiempo de concentrarme en la escuela y sé que no debo de decir excusas pero...

—Repite el examen la próxima semana, pide ayuda a uno de tus compañeros. No puedes perder la beca y lo sabes— susurró, viéndola a los ojos, tratando de hablar lo más bajo para que los demás estudiantes no pudieran oír su conversación.

— ¿En verdad puedo repetir el examen?— le preguntó, susurrando suavemente— ¡gracias, en verdad muchas gracias!— soltó antes de tomar el examen y recoger las cosas que había dejado en su asiento, sintiendo como su celular vibraba en el bolsillo de su pantalón antes de sacarlo y leer el mensaje que Wendy acababa de mandarle.

“Te esperamos en las gradas del campo, Nancy quiere vigilar que nadie se robe al hombre de sus sueños” decir el mensaje de texto, escrito con unos cuantos emoticonos de caritas sonrientes.

Cameron lanzó el casco negro con fuerza hacia el césped cuando los chicos volvieron a equivocarse, estaba molesto desde que Mike le había coqueteado a Kiara y cualquier provocación era un fuerte detonante para su ira.

— ¿Son retrasados o realmente lo están haciendo mal por gusto?— preguntó, golpeando la palma de su mano con su puño antes de señalar a unos cuantos miembros del equipo que descansaban en el césped. — ¡Levántense del suelo!—gritó, furioso. Recogiendo el casco del césped para poder lanzárselos— ¡No están aquí para descansar, hijos de puta!— soltó, maldiciendo mientras se acercaba a la pizarra donde habían apuntado la jugada— ¡Es tan simple, carajo!

— !Cálmate!— gritó un chico— ¡Si hicieras bien tu trabajo no estaríamos equivocándonos!—soltó, consiguiendo un puñetazo sobre su nariz.

— ¡¿Estás diciendo que es mi culpa?!— gritó Cameron con el puño ensangrentado, acercándose al chico que había golpeado. — ¿Quieres que te termine de romperte la nariz ?— preguntó furioso.

—Claramente es uno de los chicos nuevos— gritó Mike, tronándose los dedos de la mano— ¡Eh, chico nuevo!— soltó, sonriendo al ver la sangre— no te metas con el capitán si no quiere terminar con la cara hecha un desastre. Cameron es un maquina en el campo y es por eso que todos lo seguimos con los ojos vendados.  ¿Por qué crees que hemos llegado tan lejos? Solo cállate y entrena. ¿Entendido?—preguntó, acercándose.

— ¡Entendido!— dijo el chico, limpiándose la sangre del rostro. — lo siento, capitán— comentó. Observando la manera en que Cameron respiraba con pesadez.

— ¿Por qué ese chico está sangrando?— preguntó Kiara al ver a las chicas sentadas. — ¿Pelearon?— soltó, subiendo las escaleras de las gradas.

—Cameron golpeó al chico, realmente no sé qué está pasando pero parece que Cameron esta de mal humor. El animal que lleva dentro quiere salir, me pregunto que abra sucedido con el chico que peleó con él en la fiesta de año nuevo— dijo Wendy, observando como la nariz de Kiara comenzaba a tornarse roja por culpa de las bajas temperaturas.

—Probablemente terminó con el rostro lleno de moretones al día siguiente— comentó Nancy— pero bueno, lo hizo para defender a Kiara... dicen que ese hombre suele drogar a las chicas en las fiestas, supongo que ese fue el verdadero motivo por el cual perdió el control.

— ¿Ese fue el motivo?—preguntó Kiara— realmente no recuerdo muchas cosas de esa noche— susurró, recordando el beso que había compartido con Cameron.

— ¡Cuidado!— gritó un chico que acababa de lanzar el balón por el campo— ¡Chicas!—gritó al ver como el balón se dirigía hacia Kiara y sus amigas.

Kiara se llevó las manos al rostro cuando el balón finalmente golpeó su rostro, provocando que se mareara por culpa del repentino golpe.

— ¿Estas bien?—preguntó Wendy al ver la sangre que comenzaba a salir de la nariz de Kiara.

— ¡Fíjense idiotas!— gritó Nancy, levantándose de su asiento mientras los señalaba con el dedo— ¡Cameron, deberías de cuidar a tus gorilas!

— ¡Lo siento mucho!— contestó el chico, totalmente apenado.

— ¡Oh no!— soltó ella, quejándose del dolor punzante que sentía en la cabeza. — Sangre... —susurró al separar las manos de su rostro. — otra vez no...– susurró, maldiciendo al mismo tiempo que se iba del lugar.

—Cancelemos la práctica, esto se convirtió en un desastre. Nos vemos mañana en el juego— comentó Cameron, ignorando las ganas que tenía de partirle la cara al imbécil que acababa de golpear a Kiara.

—¡Cameron!—gritó una chica de cabello azul, sonriendo al verlo caminar hacia la puerta del vestidor— ¿Podemos hablar?— preguntó sin borrar la sonrisa de coqueteo que tenía en el rostro, acomodándose la blusa que traía puesta, tratando de conseguir que sus robustos pechos se hicieran notar un poco más.

—Piérdete— contestó él de inmediato, abriendo la puerta del vestidor con fuerza antes de entrar y desvestirse con rudeza. Todo había sido un desastre, odiaba haberse dado cuenta que no era el único que perseguía la sonrisa de Kiara. Detestaba sentir los celos comerle la cabeza con rapidez, enfureciéndolo y calentándole la cabeza con estúpidas ideas agresivas.— no permitiré que nadie robe lo que es mío, Kiara me conoció primero... es mía— susurró, golpeando la puerta de su casillero al recordar la manera en que Mike le había sonreído en la mañana.— yo me ganaré su corazón primero— se prometió, mirándose en el pequeño espejo que tenía en el casillero— este año debo de cumplir mi meta...no, lo haré.

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