La apuesta del año
La apuesta del año
Por: Karen Terminel
1

La música del lugar mareaba a Kiara con cualquier mínimo cambio de sonido, de vez en cuando la empujaban algunos cuerpos sudados y alcoholizados que se movían a su alrededor con bebidas en ambas manos. Ocasionalmente los jóvenes universitarios gritaban extasiados gracias a las emociones y sensaciones que les causaba el ambiente.

Cameron se encontraba sobre el escenario, moviendo sus caderas al ritmo que el DJ le imponía. Todos a su alrededor gritaban y apoyaban los movimientos absurdos que hacia mientras arrancaba la camiseta de su pecho totalmente tonificado. Estaba completamente borracho y decidido a esa última noche disfrutarla como si fuera la última de su vida.

De un salto Kiara se alejó de uno de los miembros del equipo de futbol americano que lucía con orgullo la jersey del equipo. El número trece brillaba bajo la oscuridad de las luces al igual que la repentina sonrisa torcida de coqueteo que acaba de dibujar en su rostro. Ella le regresó la sonrisa y con discreción se alejó de aquel fortachón borracho.

Torpemente se tropezó con uno de los vasos totalmente aplastados que se encontraban tirados sobre el suelo, maldiciendo y con el cuerpo tenso finalmente cayó en los gruesos y fuertes brazos de Cameron. Ambos se miraron por un momento, escuchando la música a su alrededor.

Lleno de coqueteo él clavó la mirada sobre ella, entregándole la típica sonrisa de chico malo que solía darle cuando estaba borracho. Fugazmente bajó la mirada hacia el escote pronunciado de Kiara, alzando la ceja para mostrar aprobación de lo que acababa de ver.

— ¡Suéltame, Cameron!—gritó ella sobre la música, removiéndose entre los brazos del capitán del equipo.

—Uy, uy. El diablo esta de malas— le susurró en el oído, mordiéndole levemente el lóbulo de la oreja antes de alejarse de ella por completo, levantando los brazos en el proceso como si estuviera fingiendo que él no acaba de hacer absolutamente nada.

Las luces de colores iluminaban el rostro de Cameron con una mezcla de colores rojos y azules que solo lograban hacerlo ver más apuesto. Su cuerpo lucia sudado bajo las luces como si acabara de salir de un largo baño de vapor. Sus tatuados músculos subían y bajaban con tranquilidad al ritmo de su coqueta respiración.

Con odio ella lo observó, tocándose el lóbulo de la oreja que le palpitaba al igual que su nervioso corazón. Nerviosamente se alejó de él, dejándolo con una gran sonrisa de victoria sobre su rostro.

—Eres un completo imbécil—se susurró a si mismo antes de regresar a su grupo de amigos, sonriendo al mismo tiempo que caminaba hacia ellos. Con cada paso que daba conseguía la mirada de todos sobre su sudoroso y tatuado cuerpo.

Kiara se detuvo por un momento sobre las escaleras del club que la llevarían al segundo piso. Desde abajo pudo ver a sus amigas sonrientes al mismo tiempo que los chicos las rodeaban con una gran sonrisa en el rostro, estaba tan cansada que deseaba irse en ese mismo momento pero la víspera de año nuevo la obligaba a permanecer en aquel lugar con sus amigas.

Ni siquiera sabía si debía de subir esas escaleras, temía que si llegaba con ellos terminaría convirtiéndose en un estorbo. Ellas estaban ahí con la finalidad de conseguir a un chico con el cual pasar la noche pero ella estaba ahí con la única finalidad de cuidar al idiota de Cameron.

Por más que lo había pensado durante todo el día seguía sin entender cómo es que su jefa le había pagado más de quinientos dólares para cuidar de un chico que podía cuidarse perfectamente solo, incluso ella estaba segura que él sabía cuidarse mucho mejor de lo que ella solía hacerlo por sí misma.

El lugar estalló en gritos cuando nuevamente Cameron subió al escenario del bar, esta vez más borracho y más eufórico de lo que lo había hecho la última vez. Los gritos del capitán se podían escuchar sobre la música mientras tomaba a una chica de los brazos y la subía al escenario con él. Sus manos viajaron por la cintura femenina antes que él finalmente permitiera que la chica comenzara a tocarlo a él, deslizando las manos femeninas por los trabajados y sudorosos músculos que con probabilidad todas deseaban tocar.

“Eh, eh, eh” se podía escuchar gritar a los estudiantes sobre la música, apoyando el espectáculo que Cameron había iniciado.

—Mientras no se rompa la cabeza todo estará bien—susurró ella, alejando la vista de aquel espectáculo nocturno para encontrarse repentinamente en su camino a una pareja manoseándose en el pasillo. — Dios—susurró. Escapando de ese lugar, sintiendo que no pertenecía para nada a esa clase de lugares.

La barra del bar brilló a unos cuantos metros de ella como si estuviera brillando únicamente con la finalidad para que ella pudiera encontrarla con facilidad en medio de aquel desastre de hormonas y alcohol. Totalmente aliviada caminó hacia la barra, meneando sus caderas al ritmo de sus leves pasos que la hacían lucir segura y para nada cansada.

 Sentándose sobre uno de los taburetes logró conseguir la completa atención del barman que la observó al mismo tiempo que jugaba con la perforación de su labio inferior, él le regaló una pequeña sonrisa que parecía darle ánimo en aquel alborotado lugar.

—Cargado, algo que me dé energía—soltó ella antes de sonreír. Con un solo movimiento de cabeza el joven trabajador se volteó y comenzó a hacer su trabajo. Tenía la espalda tan gruesa que a Kiara le parecía imposible no notar lo grande y poderosa que se veía su espalda con aquella camiseta blanca que le provocaba un deseo prohibido de sacar su cuaderno de dibujo y comenzar a grabar esa espalda en una hoja de papel ahí mismo en medio de la fiesta de año nuevo.

El cubo de hielo llamó su completa atención cuando el barman dejó frente a ella un vaso de cristal cuadrado que contenía un extraño licor de color violeta que se mezclada con la luz roja que el cubo de hielo tenía en su interior.

Sus dedos envolvieron el vaso de cristal antes que ella lo separara unos cuantos milímetros de la superficie de la barra, levantándolo para poder saborearlo. Repentinamente y asustándola, el vaso de cristal golpeó la barra que era iluminada por las luces del lugar. Como todo un tigre furioso Cameron lanzó el vaso de cristal hacia el suelo, mirando al barman que lo veía con el ceño totalmente fruncido.

Kiara se alejó y observó el peligro en aquel joven rostro que tan solo unos minutos atrás había estado sonriendo con firmeza, los pómulos de Cameron estaban tan afilados y tensos que ella juraba que podían cortar. Bajo la luz de colores su mirada lucia tan asesina que incluso a ella le parecía peligroso estar cerca de él en esos momentos.

—Vuelves a acercarte a ella y te voy a romper toda la maldita cara, ¿Entiendes, imbécil?— preguntó él entre dientes, manteniendo esa mirada asesina clavada sobre su presa.

Avergonzada y sin entender por completo la situación, Kiara se percató que todas las miradas del lugar se encontraban repentinamente sobre ellos y en especial sobre el tigre furioso que estaba amenazando a un pobre empleado que parecía no haber hecho absolutamente nada más que su trabajo.

—No sabía que debía mantenerme alejado de tus hembras, Cameron— contestó el barman, soltando una repentina sonrisa llena de maldad que ella no había visto.

—Vámonos— soltó Cameron, tomando a Kiara del brazo antes de dar la media vuelta y perder de vista a aquel trabajador que los veía fijamente— estuvieron a punto de drogarte y ni siquiera lo has notado— murmuró completamente furioso.

Los miembros del equipo de futbol se acercaron de inmediato a la escena cuando el barman se alejó de su puesto de trabajo con un bate de madera entre manos, con un solo movimiento lo detuvieron y llamaron la atención de Cameron que volteó de inmediato al sentirse amenazado. Frunció el ceño al ver al barman detenido por los miembros del equipo con el bate entre manos. Cerró el puño sin pensarlo ni un solo momento y siguiendo sus instintos soltó a Kiara antes de lanzarse.

— ¡Dios!—gritó una chica, tomando a Kiara del vestido al mismo tiempo que veía a Cameron lanzarse sobre el chico. Kiara retrocedió de inmediato, notando como en pocos segundos la multitud se reunía para ver la pelea de Cameron con el trabajador del bar. Por un momento ella quedó en blanco, recordando que su trabajo esa noche había sido evitar que Cameron hiciera una escena de esas.

Cameron era tan famoso en la facultad por su talento nato para jugar y en especial por su gran talento para pelear. Cualquiera que conociera a Cameron conocía lo peligroso que eran aquellos puños cuando él perdía el control.

Las primeras gotas de sangre cayeron sobre el suelo cuando Cameron derribó a su oponente logrando que este se golpeara la nariz contra la esquina de la barra. Los gritos de la multitud que apoyaban a Cameron aturdieron a Kiara, recodándole que aquella multitud estaba ahí para disfrutar de la pelea.

 Sangre, golpes y gritos era lo único que podía percibir al mismo tiempo que veía a Cameron sonreír con frialdad, manchándose los puños de sangre como el sádico que ella conocía.

— ¡Cameron!—gritó, intentando llamar la atención en medio de todo el desastre que se había creado. Eso era Cameron, un desastre y un huracán que destrozaba todo a su paso— ¡Oh no!— gimoteó, retrocediendo un poco más cuando las gotas de sangre alcanzaron el vestido blanco que con tanto esfuerzo había logrado comprar para esa noche en especial.

El barman soltó dos puñetazos que fueron detenidos inmediatamente por los poderosos brazos tatuados de Cameron pero no se rindió ahí y continuó dando puñetazos al aire como si finalmente hubiera entendido que no tenía oportunidad de ganar en aquel combate donde se enfrentaba con un tigre furioso.

 Kiara negó al observar como el barman finalmente conseguía alejarse de la bestia que tenía encima, temblando de dolor al mismo tiempo que su nariz chorreaba espesos chorros de sangre oscura. Gritos de victoria rodearon a Cameron mientras que él se limpiaba la sangre que tenía sobre los nudillos heridos.

Instantáneamente volteó a verla, comprobando que su desastre no hubiera terminado por herir a la chica que primeramente quería proteger. El vestido manchado de sangre robó su atención al mismo tiempo que notaba como ella mantenía los puños cerrados con demasiada fuerza, demostrando lo molesta que se encontraba con él.

—Uy...—susurró él, notando el repentino cambio de luz que anunciaba la cuenta regresiva de año nuevo.

— ¡Todos consigan a alguien!—gritó una chica, logrando que todos en cuestión de segundos olvidaran la pelea que Cameron acababa de causar pero incluso si todos a su alrededor corrían ellos permanecieron mirándose.

¡10!

Las pantallas del lugar mostraban los números mientras todos corrían en busca de un acompañante al cual pudieran besar ese inicio de año, para ellos era tan importante iniciar el año nuevo besando a alguien. Una tradición que se negaban a romper.

¡8!

Cameron permaneció inmóvil en su lugar, manteniendo la mirada clavada en ella, respirando agitadamente mientras todos a su alrededor corrían.

¡5!

Ella lo observó detenidamente, notando como él parecía ignorar a las chicas que lo veían desde lejos, ansiosas de que él se moviera y las eligiera. Algunas parejas a su alrededor esperaban ansiosamente que la cuenta regresiva finalmente acabara para besarse  pero en cambio Cameron parecía endurecer más su mirada con cada segundo que pasaba.

¡3!

Kiara negó suavemente antes de darse la vuelta, ignorando la mirada penetrante que se había clavado sobre su pequeño cuerpo tembloroso.

— ¿A dónde crees que vas?—gritó él, observando como la chica de sus sueños se perdía por el pasillo— ¡No voy a seguirte, si eso es lo que estás buscando!

¡2!

La oscuridad del pasillo alcanzó el rostro de Kiara cuando huyó de la multitud que esperaba ansiosamente que el año finalmente acabara.

— ¡Feliz año nuevo!—gritó la multitud al mismo tiempo que la espalda de Kiara era estrellada contra la pared del pasillo.

—Te dije que no te iba a seguir—susurró él con el aliento lleno de alcohol. Olfateando la dulce aroma que ella desprendía por culpa del perfume que le había regalado hace unos meses con la excusa de haber sido una buena empleada.

—Cameron—susurró ella, luchando con el nerviosismo dentro de ella, sintiendo como repentinamente sus manos se encontraban con la piel desnuda del pecho de Cameron. — Estas muy borracho— acusó.

—Todos ahí están besándose, ¿Deberíamos iniciar el año nuevo juntos?— preguntó, tomándola del mentón al mismo tiempo que se relamía los labios, ansioso de por primera vez probar esos carnosos labios que por mucho tiempo había deseado.

Sus respiraciones chocaron con fuerza, mezclando la esencia del alcohol junto a la extraña aroma a vainilla que ella desprendía. Totalmente embriagado por el alcohol y el olor a vainilla Cameron perdió el control, besándola repentinamente en medio de la oscuridad del pasillo.

El contacto fue tan duro que por un momento la asustó, tomándola desprevenida cuando él la tomó del cuello y la atrajo más a él para poder disfrutar de los carnosos labios que por tanto tiempo había fantaseado tener.

Un débil y tentador gemido salió de los carnosos labios femeninos cuando él atrapo su labio inferior, mordiéndolo con la suficiente fuerza para hacerla gimotear sobre sus labios. Estaba tan avergonzada que quería huir mientras que él únicamente soltaba una gran sonrisa de victoria.

Tímidamente ella lo alejó, manteniendo los labios abiertos sin creer lo que acababa de suceder. Inmediatamente culpó al alcohol por aquel gran error que ambos acababan de cometer.

—Cinco años—susurró él, pasándose la yema de los dedos por los labios. Regalándole una mirada oscura y caliente que ella no pudo entender— tuve que esperar cinco años por esto— soltó antes de acariciarle el cabello. — por un año juntos, diablo.

—¿Estas delirando?—preguntó ella, recargando las manos sobre la pared. Sintiéndose en las nubes mientras lo observaba alejarse.

— ¿Delirando?—preguntó él. Soltando una sínica sonrisa mientras se detenía para voltear a verla directamente a los ojos— solo he decidido que este año te haré entender que tengo mis ojos puestos en ti. — soltó.

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