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El salón de clases se mantenía en silencio mientras el anciano frente a la clase explicaba el nuevo tema. Kaylee se mantenía al fondo de la clase, como siempre solía hacerlo.

Dante se movió incomodo en su asiento y tomó su celular a escondidas. Comenzó a escribir un mensaje de texto y finalmente el celular de Kaylee sonó en medio del silencio de la clase.

Dante palideció y volteó a verla.

— ¿Quien tiene su celular encendido?— preguntó el anciano. Dante colocó ambas manos sobre la mesa de su asiento y se levantó.

— ¿Quien ha sido?—preguntó Dante, mirando a su alrededor.

Dante observó a la clase y observó al profesor.

—Parece que solo ha sido una equivocación... ¿Podemos retomar la clase? Estamos cerca de los exámenes— pidió con amabilidad. 

El profesor observó al mejor estudiante de la clase y asintió para volver a lo suyo, borró el pizarrón y comenzó a escribir un nuevo tema. Kaylee tomó su celular con cuidado, observó la espalda del chico. Bajo la mirada y observó su celular bajo la mesa.

Abrió el mensaje de Dante y suspiró.

“Deja de verme, siento tú mirada sobre mi espalda. Te dije que no me molestaras.”

Kaylee suspiro y apagó su celular para evitar problemas. Lo guardo en el bolsillo de su pantalón blanco, trago saliva al sentirse repentinamente observada. Levantó la mirada y encontró a Dante mirándola fijamente y de mala gana.

Ella desvió la mirada y tomó su bolígrafo azul para comenzar a apuntar lo que el maestro había escrito sobre el grande pizarrón blanco.

Kaylee se mantenía en silencio como siempre lo había hecho, nunca había molestado a nadie, hasta ahora que Dante parecía odiarla.

Siempre había estado callada en clase y solía ser la clase de alumnos que solo le importaba la clase y ser observadora. Gracias a ello en poco tiempo había aprendido las manías de sus compañeros. Algunos mordían los bolígrafos mientras apuntaban, otros movían las piernas inquietamente mientras tomaban nota e incluso algunos se mordían los labios mientras se mantenían concentrados.

Al único que nunca había podido leer era a Dante, nunca había tenido la oportunidad de ver sus manías y no lo conocía en absoluto.

Cada acción de Dante solo servían para confundirla más.

Si Dante quería que no lo molestara, que no lo viera, pues no lo haría.

Dante se levantó de su asiento y caminó hacia el profesor. Toda la clase observó al apuesto hombre, Kaylee suspiró con frusración al recordar el segundo regalo que él le habia dado. Clavó la mirada sobre su libreta, tratando de alejar su mirada de aquel alto chico que la mantenía completamente enamorada.

Dante le susurró unas cuantas cosas al profesor y el anciano asintió. Dante se dio la media vuelta y les dio una amplia sonrisa a todos en la clase pero nunca volteo a verla.

Chicos, como saben soy el presidente de la sociedad estudiantil y la bienvenida está muy cerca— dijo con una gran amable sonrisa. — la fecha del evento será el...

— ¡Espera!— gritó un chico al fondo del salón, Dante lo observó y sonrió. El chico tomó dos bolígrafos y comenzó a golpear en la mesa como si de un tambor se tratase. —a la cuenta de tres... ¡Tres!..¡Dos!..¡Ahora!

El próximo viernes.

— ¡Kaylee en tú cumpleaños!— dijo la chica rubia que siempre estaba con Kaylee.

— ¿En tú cumpleaños?— preguntó Dante con una sonrisa en el rostro.

Kaylee sonrió y asintió.

—Entonces no puedes faltar— dijo al mismo tiempo que la miraba fijamente a los ojos. Kaylee recordó la manera en que él la habia visto la noche anterior a través de la ventana y se ruborizó con fuerza. 

A pesar de que Kaylee sabía que no podía ir, asintió.

—Estaré ahí.

— ¡Kaylee!— dijo uno de los chicos, Dante observó a la pelirroja caminar por el pasillo. El la miró de mala gana y se cruzó de brazos. —Iremos por un café, Dante invita.

—No puedo, gracias—dijo ella sin siquiera ver a los chicos que la invitaban. Dante observó a la chica irse y frunció el ceño.

— ¿Qué le pasa?— preguntó el chico. Dante q a sus compañeros y suspiró.

—A lo mejor simplemente no puede— dijo él. — como sea, vamos por el café.

Kaylee caminó por el jardín de la universidad y se acomodó la chaqueta rosa. Se pasó la mano por el cabello y sacó su celular del bolsillo.

Lo encendió y observó los mensajes.

— ¿Qué le pasa?—susurró al observar los mensajes de texto de Dante. Llamó al número telefónico y se pegó el celular al rostro.

—Te dije que no me buscaras— dijo él.

—Pero tú si puedes buscarme y mandarme mil mensajes.

—Haz lo que te dije y ve a ese lugar.

— ¿Que vamos a hacer?—preguntó ella.

—Cenar— dijo Dante. — al menos qué quieras hacer algo más con público.

—Dante...

—Adiós, cariño.

Dante guardo su celular en el bolsillo de su pantalón gris, se acercó a los chicos con una gran sonrisa y los invito a pasar a la lujosa cafetería de su padre.

Pasó la tarjeta de membresía sobre el sensor y la puerta se abrió rápidamente.

—Wow... —susurro un chico.

Dante entro después de ellos y gruño al ver al chico rubio sentado al lado de la barra.

— ¡Dante!— dijo el chico rubio.

—Nicolás — dijo Dante para luego sonreír y abrazarlo.

—Querido hermano— dijo Nicolás.

—Te vi anoche así que ya puedes soltarme—susurro Dante. Nicolás soltó a su hermano menor y suspiro.

— ¿Qué haces aquí?— pregunto Dante.

—Estoy esperando a una chica para entrevistarla. Necesitamos a alguien en la cocina. 

Dante volteo hacia la puerta y observó a la pelirroja entrar con el cabello agarrado y un poco de maquillaje sobre su rostro.

— ¡Señorita D´Angelo!— dijo Lucas con una gran sonrisa.

— ¡Kaylee!— dijo uno de los chicos que acompañaban a Dante— creía que no podías.

—Vengo a una entrevista— susurró.

—Bienvenida, déjame presentarte a mi hermano— dijo Nicolás.

—Ya nos conocemos — dijo Dante.

—Vamos en la misma universidad. —susurró Kaylee.

Nicolás observó fijamente a Kaylee y sonrió al darse cuenta de la belleza de la chica. Vestida de esa forma no parecía la pelirroja que había conocido el otro día. Con ropa que cubría por completo su cuerpo y no permitía ver sus curvas.

Dante lo observó y frunció el ceño al darse cuenta de las intenciones de su hermano mayor.

Nicolás estaba muy interesado en Kaylee y Dante no permitiría que su hermano mayor se llevara a su próxima sumisa. Había dejado que su hermano mayor le quitara todo lo que había querido pero esta vez, no lo permitiría.

Kaylee sería suya y de nadie más.

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