Ninkuba
Ninkuba
Por: Un Grimorio
Cap 1

Diario Ninkuba

Ni dioses, ni amos

                                                           Nota editorial

El Diario Ninkuba lamenta el asesinato cometido en contra del escritor Solaris Colt, conocido por sus novelas de no ficción en las cuales inmortalizó Ciudad Macabria. Solaris Colt también escribía artículos de opinión a favor de los obreros y se le consideraba un intelectual por su pensamiento político. En este diario publicó cuatrocientos escritos durante diez años, incluso se le otorgó una estatuilla por ser uno de los mejores colaboradores. El escritor nació en 1899, fue hijo adoptivo de los Coleman, pareja de actores del Teatro Marianas. Estudió filología en la Universidad de Macabria, participó en la Gran Guerra como corresponsal para este diario. Estuvo casado con Amelia Singor, dueña del bar bohemio Salambó, después de algunos años se divorciaron, sin embargo, mantuvieron relaciones amistosas.

            La novela más reconocida de Solaris se titula Los últimos días, que trata sobre el asesinato del jazzista Buff Anderson. Solaris participó en protestas en contra de la empresa Fortune, luego que el magnate Benito Altare despidiera de manera injusta a todos los obreros, y asesinara a uno de ellos por exigir sus derechos. En una declaración del escritor por televisión dijo que tenía muchas ganas de poner bombas para vengar la muerte del obrero. Eso provocó que muchos simpatizantes del gobierno asediaran su casa y lo mantuvieran vigilado durante semanas hasta que olvidaron el tema.

            Después mantuvo distancia con el público y solo salía de noche al bar Salambó para ir a escuchar a su amigo cantante de blues Philip Blast. Quien hace un año se lanzó por la ventana de su piso, esas fueron las primeras versiones, luego se demostró que el sobrino de la mafia Thomas Paen fue el culpable, pero  el detective Zenthan no hizo nada al respecto. Cuando Solaris descubrió los hechos de la muerte de su amigo, dijo que el detective había cambiado, y lamentaba su cobardía.            

            Han pasado tres semanas del asesinato del escritor, el detective Zenthan ofreció declaraciones de prensa luego que muchos artistas le enviaron cartas exigiendo respuestas. En las declaraciones dijo que el caso ameritaba tiempo de investigación y que se pronunciaría cuando encontrara más pistas.

            Amelia Singor dijo que era tremendo ser un artista en esta ciudad porque todos morían de manera atroz. Señaló que la actriz Helga Parmont era una asidua visitadora de su bar, y fue la primera que murió, luego Philip Blast, el fotógrafo Orson Jaeger, el pintor Anselmo Miramar, el cineasta Higgins Capri, y ahora su ex esposo Solaris Colt. Agregó que cerraría el bar Salambó después de veinticinco años porque atraía a la muerte. Y eso fue lo que ocurrió una semana después. Amelia Singor cerró el bar, y todos los artistas bohemios decidieron recluirse en sus casas, como el poeta Lirius Hunt, quien permanece en claustro y ebrio según señala su sobrina que intentó hacerlo entrar en razón. Al parecer la muerte de su amigo escritor le afectó demasiado y le dijo a su hija que esta vez no se podría recuperar. Ya había visto morir a su novia, la actriz Helga Parmont, a su amigo guitarrista Philip, y ahora a Solaris.  

            Los detractores del escritor dicen que se suicidó, pero Amelia declaró que Solaris era incapaz de hacerlo, además era imposible que se disparara en el pecho. Y es algo que el detective Zenthan todavía no esclarece, al igual que los detractores del escritor, él también dijo que podía tratarse de un suicidio. El último día que vieron con vida al escritor fue en una licorería donde compró como de costumbre una botella de ron y una cajetilla de cigarros. Luego caminó hasta su casa a eso de las siete de la noche, y llamó por teléfono a Amelia para contarle que había terminado de escribir una novela que trataba sobre Yuri Lei, el periodista anarquista asesinado por la policía el siglo pasado. Esa fue lo único que le dijo a las nueve de la noche.

            Al día siguiente que Amelia le llevó de almuerzo un filete tal como a él le gustaba para celebrar, vio que la puerta estaba abierta, atemorizada buscó a Solaris en su habitación y lo encontró tirado en la cama llena de sangre. En su mano tenía un revólver que nunca Amelia había visto. Llamó a la policía y se presentaron al lugar. Amelia agregó que vio el manuscrito en el escritorio de Solaris al lado de su Olivetti, y lo tomó para llevarlo a la Editorial Glasses donde siempre publicaban las novelas del escritor.

            Durante una entrevista del Canal Nacional el magnate Benito Altare dijo que el escritor Solaris era un radical y en potencia un terrorista, y que debió suicidarse porque no tenía el poder político que aspiraba en su narcisismo salvaje. Estas declaraciones provocaron que todos los artistas de la ciudad salieran a protestar frente al edificio Fortune. El magnate escapó en su helicóptero y no se sabe nada de él. Debido a esto, la comunidad artística acusa al magnate de haber mandado a asesinar al escritor y amenazaron a todos los empresarios con poner bombas en sus carros, edificios y casas si no ayudaban a esclarecer el asesinato de Solaris.

            Y eso fue lo que sucedió, las revueltas empezaron el lunes pasado, cuando un coche bomba explotó en el estacionamiento del edificio Fortune. Nadie salió herido, y los artistas niegan haber participado de ese atentado, diciendo que era obra del magnate para inculparlos de terroristas. Debido a eso la policía empezó a perseguir a los artistas cercanos a Solaris y ciudadanos que siempre lo apoyaron. Intentamos entrevistar en la calle al detective Zenthan, parecía furioso, tanto así que no dio declaraciones y nos lanzó como gallos de pelea a los oficiales que iban con él. Tuvimos que correr para escapar de la paliza garantizada. La ciudad está sumida en un caos con policías en todas las avenidas como centinelas, y máxima seguridad en las casas de los socios del magnate Benito Altare. Esperamos que el detective Zenthan recapacite de sus actos y defienda al pueblo como lo hacía antes, al igual que su padre, la leyenda Kim.

            Al funeral de Solaris Colt se presentaron más de dos mil personas para despedirlo entre gritos de protestas y lamentos. El poeta Lirius Hunt no pudo asistir porque fue hospitalizado debido a un coma etílico. Después del funeral, todas esas personas vestidas de luto salieron a las calles  y fueron dispersadas con bombas lacrimógenas y balas de goma. El terror que impuso el jefe de la policía y la investigación mediocre del detective Zenthan tienen al borde de la desesperación a los ciudadanos de Macabria.

            Nuestro servicio periodístico es a favor del pueblo. Declaramos que las instituciones públicas están sometidas al mundo corporativo, y con esas estructuras poderosas no puede existir justicia social, ni mucho menos garantías de derechos humanos.

            Zenthan terminó de leer la nota editorial del Diario Ninkuba, se levantó furioso de su silla y empezó a destruir su oficina lanzando el escritorio contra la puerta mientras los papeles revoloteaban y caían al piso. Sus compañeros y asistentes escucharon el alboroto, trataron de entrar a la oficina, pero la puerta estaba cerrada. Eran las tres de la tarde, y los disturbios en las calles seguían en apogeo. Afuera se escuchaban detonaciones de escopetas y gritos de ciudadanos que corrían por sus vidas. El jefe salió de su oficina y le exigió al detective abrir la puerta. Después de advertirle dos veces, Zenthan abrió la puerta y salió al pasillo. Le preguntó al jefe si había leído la nota editorial del Diario Ninkuba, a lo cual contestó que no tenía tiempo para leer estupideces de unos maniáticos sedientos por llamar la atención. Luego, Zenthan dio la vuelta para salir del edificio, abrió la puerta y vio el caos que había en la Avenida Central. Tiendas comerciales incendiándose, jóvenes corriendo por todas partes, y policías golpeando a los ciudadanos.

            El detective no se percató de un joven que sostenía una bomba molotov hasta que vio la botella en el aire con dirección a la estación de policía. Zenthan huyó lo más rápido que pudo, y la bomba atravesó la ventana de su oficina comenzando un incendio voraz. Los oficiales salieron de la estación y el jefe vio al detective con el arma alzada. Caminó hacia él y le dijo que era hora de acabar con el Diario Ninkuba. Fue a buscar al alcalde para que le diera autorización y recibió órdenes claras de detener a todos los periodistas que se opusieran a la clausura del diario.

            Varios oficiales armados abordaron las patrullas y se dirigieron al edificio del Diario Ninkuba. Clarice Martí, hija del periodista Lenin Martí, asesinado hace unos años, vio desde su ventana una decena de patrullas acercándose al edificio. Supuso que venían a clausurar el diario, pero no se imaginó que sería con fuerza bruta. Colocó en el toca disco un álbum del jazzista Buff Anderson, y se sirvió un trago de la botella de ron que su padre dejó a la mitad antes de ser asesinado.  El jefe tiró la puerta de vidrio de una patada, cargó su escopeta, y los demás oficiales iban detrás de él. Zenthan entró de último y se dirigió a la oficina de Clarice Martí. Antes de empujar la puerta, escuchó la voz de Clarice diciendo que pasara.

             El detective le requirió abandonar el edificio de inmediato porque el jefe tenía órdenes de apresarla por incitaciones terroristas. Clarice permaneció sentada en su silla, y le dijo al detective que moriría si era necesario antes que obedecer sus órdenes. Zenthan le advirtió que el jefe estaba enojado y no tendría una plática amable con ella, pronto el alcalde declararía estado de emergencia debido a los disturbios y no habría misericordia para los terroristas. Clarice se levantó de la silla y se acercó al detective para decirle que era un cobarde por amenazar a la mujer con quien se acostaba.  Cuando el detective alzó la mano para darle una bofetada, Clarice detuvo su mano y le dio una patada en los testículos. Zenthan puso sus ojos en blanco y cayó al suelo.

El jefe vio la puerta abierta de la oficina de Clarice, entró con los demás oficiales y vieron al detective que yacía en el suelo. Clarice le sonrió al jefe y le dijo que Zenthan había intentado golpearla. El jefe le dijo que estaba detenida por incitaciones terroristas y por agredir a un oficial de policía. Dijo que no soportaba esa música de m****a, y con su bastón destruyó el toca disco hasta que la música dejó de sonar. Le exigió a Clarice que se diera la vuelta mientras la manoseó dándole una palmada en el trasero y le dijo que debería trabajar como bailarina en el prostíbulo La madre. Le levantó el vestido metiendo su mano en sus partes íntimas mientras le lamía la oreja. Cuando terminó de tocarla, el jefe le puso las esposas y la sacó del edificio junto con dos periodistas que se opusieron. Los demás asistentes y redactores habían salido por las amenazas de muerte de los policías.

            Mientras Clarice caminaba esposada hacia la patrulla, el jefe levantó la mano dando la orden de destruir el edificio. Los oficiales lanzaron granadas, dispararon y dejaron incendiar el edificio. Todo el personal que logró salir del edificio empezó a correr, y los policías disparaban al aire para asustarlos. El jefe metió a Clarice en su patrulla, y los dos periodistas en otra. Zenthan abordó el asiento trasero donde iba Clarice, y empezó a decirle que le advirtió del jefe y ahora sería peor. El jefe observaba el edificio incendiarse, luego de unos minutos, se subió a la patrulla, y vio a Zenthan hablando con Clarice. Le preguntó riendo si le dolió la patada que su novia le había dado. El detective apartó la mirada y bostezó.

            Llegaron a la estación de policía del lado este de la ciudad, y aseguraron el perímetro. Bajaron a Clarice a los otros dos periodistas con el rostro cubierto con una capucha y los levaron a una celda. El jefe ordenó al detective vigilar a la periodista. Durante una hora permanecieron en silencio.

            De pronto Clarice empezó a hablarle al detective sobre la muerte de su padre. Y le dijo que la resolución del caso fue una farsa, porque a su padre lo mandó a matar el magnate Benito Altare. Zenthan le respondió que quien siguió las pistas fue él, y el acusado declaró que solo quería robarle la billetera a su padre, pero al forcejear le disparó por accidente. Agregó que eso de enviar a matar a su padre era pura paranoia y que estaba harto del tema porque ya antes lo habían discutido. Clarice se enfureció y le dijo que era el detective más mediocre que esta ciudad haya conocido y que era un insulto para la población  dañando la imagen del buen trabajo que su padre también detective de Macabria había realizado durante toda su vida. Para herirlo, le dijo que era un periodista frustrado, le recordó que en las clases de la carrera ni siquiera podía redactar una simple nota periodística. Zenthan le contestó que fue a la Gran Guerra mientras ella continuó sus estudios y gracias a héroes como él pudo terminar la universidad. Clarice no podía creer las estupideces que el detective decía, y empezó a reírse a tal punto de derramar algunas lágrimas recordando a su padre. Zenthan encendió un cigarro y le ofreció a la periodista tomar uno, le contestó que no fumaba nada de esa corporativa asquerosa y que él lo sabía. Los cigarros que el detective fumaba eran de la tabaquería Gremor que pertenecía a Clinton Vase. Zenthan desconocía esa información, y apagó el cigarro con el zapato. El jefe entró al pabellón de las celdas y le preguntó a Zenthan si había disfrutado acostarse con su novia. El detective volvió a apartar la mirada mientras abría la celda por órdenes del jefe. Clarice se levantó de la banca y salió de la celda, el jefe la tomó del brazo y le dijo a Zenthan que cuidaría de su novia.

            Afuera empezaron los disparos hacia una multitud que venía a rescatar a la periodista. Los policías fueron incapaces de detener a tanta gente. A pesar de herir a varios jóvenes que se acercaban a la estación de policía, tuvieron que entrar y cerrar las puertas. En ese momento, el jefe se encontraba con Clarice en la sala de entrevistas. Le expuso el grave problema en el que estaba metida, y ahora debía pagar las consecuencias. Clarice le respondió que era un país libre y podía decir lo que quisiera en su diario. Mantuvo la mirada y la frente en alto, y el jefe le dio una bofetada llamándola terrorista. Lanzó la mesa metálica y se acercó a la periodista para besarle el cuello y manosear sus senos.

            Pasaron unos segundos cuando el detective abrió la puerta y vio al jefe encima de Clarice y no tuvo más opción que enfrentarlo. Ambos tenían la misma estatura, el jefe era más viejo y también más fuerte, así que dominó con facilidad a Zenthan y empezó a golpearle el rostro y el abdomen hasta hacerlo escupir sangre. El jefe le dijo que había cometido el error más grande de su vida. Clarice gritaba de horror al ver al detective expulsando sangre de la boca. Cuando el jefe sacó su revólver, un joven que junto a otros lograron entrar a la estación y someter a los oficiales, apuntó con una escopeta al jefe y le disparó al pecho. El jefe cayó de rodillas mientras se ahogaba con su sangre y Clarice le dijo al joven que volviera a disparar. Pero un tiro fue suficiente. El joven apuntó al detective, sin embargo, Clarice le dijo que no le disparara. Luego entraron varios jóvenes y vieron muerto al jefe de la policía. Celebraron entre gritos, le quitaron las esposas a Clarice y le dijeron que la protegerían. El detective seguía en el piso golpeado y herido, Clarice les pidió a los jóvenes que lo curaran. Entre ellos había un paramédico que lo asistió.

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