Capítulo 1. Una fiesta de cumpleaños

Christian

Había pasado por varias cosas en mi vida. El temor de perder la empresa que me ha costado levantar y otra de ellas… enamorarme. Observaba como mis amistades y otras personas sufrían por eso. Me protegí de no salir lastimado. El día que llegase ese momento, no sé qué pasaría. Sería mi destrucción sin duda alguna. Por eso, me enfocaba a lo que realmente valía la pena: Mi trabajo y mi familia.

 —Señor Haggard, acabo de enviar la nueva información con la empresa española. ¿Quiere que lo revisemos a profundidad? —Julia siempre tan eficiente, pero era fin de semana y ya merecíamos descanso. Toda la semana estuvimos desvelándonos para dejar listo varios contratos para los nuevos clientes. Pero había uno en especial que me importaba demasiado, sería expandirnos rápidamente por todo el continente europeo. Hasta podríamos decir que hasta el China. Pero es algo que el lunes empezaría a estudiar.

 —Descansa, deja eso ahí. Hoy tengo la cena de beneficencia de los Jones con mis padres, así que sal temprano, diviértete mujer—dije guiñando un ojo divertido a Julia.

 —Gracias, señor Haggard. Loren ha salido antes, que si necesitaba algo que le llamara al móvil y señor Haggard...—la miré esperando lo que iba a decir— ¡Feliz cumpleaños! —le di las gracias y se marchó con una sonrisa.

 Hoy era mi cumpleaños.

 Nunca lo festejaba porque no me interesaba. Mi madre siempre se salía con la suya cuando aún vivía en su casa, pero ahora a mis treinta y cinco años insistía en festejar.

 Felipe, mi chófer y guardaespaldas me llevó a casa a cambiarme para la cena que tenía dos horas después. Camila, mi hermana menor llamaba insistente para confirmar mi presencia. Y siempre terminaba la llamada con una amenaza sutil si tenía alguna intención de no presentarme. Pero ya estaba confirmado.

 Dos horas después estaba entrando al gran salón, pero creo que me he equivocado.

 —Felipe, ¿Este es el salón? No hay...—las luces se encendieron y los gritos de “Sorpresa” llenaron mis oídos, incluso diría que me había quedado sordo.

 — ¡Feliz cumpleaños, hermanito! —el abrazo efusivo de mi hermana menor casi me exprime en su totalidad el aire que albergaba.

 — ¡Feliz cumpleaños hijo! —mis padres efusivamente y el resto de la noche me la pase en un shock por la sorpresa.

 Estaba de pie en un pequeño grupo de empresarios y amigos, todo era de etiqueta, vestidos largos y hombres con pajaritas elegantes, hasta que la risa de una mujer llamó mi atención. Estaba en un grupo de mujeres a unos cinco metros de nosotros, supuse que estaría acompañada. La observé mientras la copa iba a mis labios y segundos después se cruzó conmigo. Sus ojos eran claros, que desde aquí no podía decir exactamente su color. Su piel tenía un bronceado exquisito, labios color carmín y el vestido se amoldaba descaradamente a su figura delicada, un escote demasiado llamativo en forma V a mitad de su abdomen, elegante sin caer en lo vulgar, simplemente hermoso y elegante. Quité la mirada al ver que no dejaba de mirarme. Me sentí algo incómodo. Ajusté mí pajarita, nervioso. ¿Qué me estaba sucediendo? Matthew y John llamaban mi atención.

 — ¿Estas bien? —dijo John, sonriendo.

 —Sí, claro—miré hacia otro lado. Pero como canto de sirena, giré y la mujer caminaba hacia mí.

 Era joven, demasiado joven. Su cabello pelirrojo estaba suelto en ondas perfectas, este cae en sus hombros desnudos. El vestido negro tenía pedrería discreta.

 —Buenas noches, caballeros—dijo en una voz susurrante.

 —Blake, buenas noches, estás hermosa—dijo John. —Gracias por venir.

 —Buenas noches, señorita, soy Matthew Rendar—se presentó mi amigo demasiado cursi ante la mujer. Se giró hacia mí y extendió su mano. Caballerosamente la tomé.

 —Blake Harper—hice una pequeña reverencia con mi cabeza.

 —Christian Haggard, el festejado—dije amablemente y ella sonrió.

 La energía que nos recorrió fue impresionante. Arrugamos nuestras frentes al mismo tiempo. Sé que lo sintió igual que yo. Nos soltamos rápidamente.

 —Felicidades, señor Haggard. —me regaló una sonrisa secreta, entonces pude ver el color real de sus ojos: color miel.

 Vaya, un hermoso color de ojos. Era muy extraño encontrar un color así, veía en su mayoría, azules, verdes, grises, negros, marrones, pero el color de ella, era un marrón claro, demasiado claro, con su piel, resaltaba demasiado.

 —Gracias, señorita Harper. ¿Está pasando una buena velada? —ella dio un sorbo a su copa que le ofreció John.

 —Sí, —lo dice como si hubiera ido a mejores lugares. —…es muy agradable. —arqueé una ceja, ¿Agradable? Esperaba otra palabra.

 —Supongo que vienes acompañada…—preguntó John, curioso.

 Ella prestó atención a él.

 —Dos amigas. ¿Cómo ha ido el trabajo? —entonces me tensé por un momento, las personas que estaban en la fiesta, tenían algo en común: yo.

 Pero la señorita Harper no la había visto jamás en mi vida, de la nada se presenta, ahora resulta que es conocida de John, entonces, hay más que curiosidad.

 John le cuenta que ha tenido mucho trabajo. John es empresario de una cadena de cafés en todo E.U.

 Entré en su conversación:

 —Disculpen, ¿De dónde se conocen? —pregunté realmente curioso, intrigado…

 Ambos se giraron hacia a mí, Matthew les prestó atención al igual que yo.

 —Hace unos meses nos conocimos cuando derramé cappuccino en su maletín, ella estaba por salir del café de la quinta avenida, le pagué la limpieza y desde entonces nos hicimos amigos, —se pasa una mano por su cabello. —Por cierto, le había comentado que haríamos una fiesta sorpresa, es una de mis invitadas. Espero no te moleste. —dice John.

 —Claro que no, es un placer conocer a la señorita. ¿Y a que te dedicas? —pregunté al dar un sorbo a mi bebida. Ella se lamió los labios y soltó un suspiro.

 —Soy asistente en Wellington Management Company. —abrí mis ojos un poco más al escuchar donde trabajaba, es una empresa de inversión y administración privada.

 — ¿Asistente de quién? —ella sonrió y levantó su barbilla, en señal de que no sería intimidada por nadie.

 —De la bisnieta del señor Paine, Idaly Paine. —oh, es verdad esa información. Calma, Haggard con tu paranoia.

 —Bueno, bueno, basta de hablar de eso, hablemos de algo divertido. —Interrumpió Matthew, — ¿Podrías presentarme a una de tus amigas?

 — ¿Me concedes una pieza? —salieron esas palabras de mi boca sin filtro, ella levantó sus cejas perfectas y asintió. Le extendí mi mano y ella la tomó dudando por un momento, entramos a la pista junto con el resto de los invitados, mi mano descansó en su cintura, y la otra en mi mano entre nuestros cuerpos.

 — ¿Lo has sentido? —pregunté, ella levantó su mirada hacia a mí, se ve algo pequeña cerca de mí, apenas llega su cabeza a mis hombros.

 — ¿Qué cosa? —sus ojos color miel mostraron un brillo, por un momento me quedé hipnotizado.

 —Nada.

 Se terminó la pieza que estaba a medias cuando empezamos.

 —Gracias por la pieza, buenas noches y feliz cumpleaños. —se soltó de mi agarre y salió disparada esquivando los invitados.

 Me quedé ahí, de pie, en medio de la gran pista observando por donde se había escapado de mí.

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