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Fue otro día increíblemente caluroso cuando Taylor fue recibido por dos estudiantes de la Academia.

Uno alto y desgarbado con el pelo castaño y desgreñado, asintió con la cabeza cuando se detuvieron frente a él. Mordió su palillo de dientes perezosamente, analizando a Taylor.

El otro...

Seguía hablando sobre la juventud y las introducciones, la virtud, el vigor y... posiblemente más eufemismos por la virilidad que iba a ignorar, muchas gracias. Hubo algunos destellos cegadores de dientes demasiado blanqueados y pulgares con tensión muscular y...

Taylor volvió a enfocarse en el niño con el palillo.

- Así que eres el genio, ¿eh?

El le dirigió una mirada no impresionada; El chico sonrió y le tendió la mano.

- Soy Gail.

- Taylor- dijo arrastrando las palabras. Se estrecharon las manos.

- Escuché que tu sensei está muy bien.

- Si te gustan así...- respondió y se encogió de hombros. 

Él nunca estaría presentando a Gail a SU Alis.

XXX

Varios años después - 11 años, casi 12 - Jounin

Primero hubo gritos, entonces Taylor escuchó un golpe repentino y un choque.

Fuera de la oficina de la jefa, apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho, los Jounin se movieron para mirar las puertas de roble selladas. Permanecieron cerradas, pero las grietas se habían fisurado en las vigas y bisagras, desmoronando parte del yeso y la pintura más sueltos. Cualquiera que fuera el hechizo de privacidad que se había lanzado, no estaba en contra de la diatriba que su antigua sensei lanzaba a la jefa.

Lo que en la tierra podría haberla molestado tanto, nunca podría adivinarlo; asi que... Dejó escapar un suspiro y con una mirada sutil a su alrededor, sacó un libro del bolsillo.

Algún tiempo después, Pakkun, su cachorro más nuevo, dio un pequeño golpe y tiró de la correa de sus sandalias, segundos antes de que las puertas de roble se abrieran de golpe. Rápido como un rayo, Taylor había recogido a Pakkun y se había liberado de su aplastante alcance.

- Tiene que ser su decisión. ¡Ya luchó en una guerra Alis! Dale el respeto que merece para tener voz en su misión.

- ¡Es un niño!- Rugió Alis.

La cabeza de Taylor se detuvo ante la furia en la voz de su ex sensei. Nunca antes la había escuchado sonar así. Claro, había hablado mal de los enemigos y se había enfadado pero esto fue... indomable. Salvaje.

Entonces se le ocurrió... Esto es personal, ella se conectó con esto, fuera lo que fuera muy personalmente.

Deslizó su libro en su bolsillo cuando Sky, la jefa del país del fuego, dio un paso adelante y sostuvo su mirada. Enderezó la espalda y se apartó de la pared inclinándose con los hombros apretados y los brazos rígidos.

- Hatake, entra aquí.

- ¡No!- Estalló Alis con los puños a su lado. Su respiración se aceleraba, casi jadeando.

Con el ceño fruncido, los pasos de Taylor se hicieron más lentos mientras observaba a su antigua sensei con ojos en conflicto.

- Alis, ¿necesito desalojarte? Esto no es tema de discusión, te dejo como cortesía que estés aquí y fácilmente puedo correrte, ¿lo deje claro?

- Esto es innecesario... Es mejor utilizado en otros...- dijo ella entre dientes. 

Sky levantó una mano y ella tragó, sus hombros temblando.

- Rechazado- dijo, con voz cortada y helada.

Taylor tragó al ver los brillantes ojos de Alis nadando con lágrimas. 

- Por favor maestra, no le pidas esto a él.

Cada vez más incierto, él entró en la oficina. Sky se inclinó sobre su escritorio con las manos apoyadas en ella mientras lo miraba a los ojos. Ella respiró hondo y se sentó frente a él, mientras él tomaba su lugar delante de su escritorio. Desde algún lugar invisible, un ANBU cerró la puerta detrás de él separándole de su sensei.

Se quedó solo ante la jefe, la ninja más fuerte en Konoha, la mejor ninja medico en todas las naciones, la madre sustituta de su sensei.

- Tu misión- pronunció Sky, entregando un pergamino al joven Jounin. Ella asintió con la cabeza hacia él. Él lo aceptó y lo desplegó.

Y comprendió de inmediato por qué su sensei había luchado tanto por él.

- ¿Entiendes tu misión?

- Hai- Su voz era uniforme, estaba orgulloso de eso.

- ¿Sientes que tienes las habilidades para completar con éxito esta misión?

Su mente estaba en el libro que tenía en el bolsillo de atrás, asintió. 

- Hai.

Sky se reclinó en su silla, su expresión áspera se suavizó alrededor de sus ojos incluso cuando su mandíbula se apretó. Notó que sus dedos presionaban con fuerza el grano de madera de su escritorio y anticipó su siguiente pregunta antes de que ella la hiciera.

- ¿Aceptas esta misión?

El tragó.

XXX

Encontró a su ex sensei en el campo de entrenamiento...Bueno, los destruidos campos de entrenamiento.

Estaba bastante seguro de que su jefa tendría algo que decir acerca de que su aprendiz le había dado destrozado de par en par a por lo menos siete campos de entrenamiento diferentes en un día, pero ese asunto se lo dejaría a ella.

No le sorprendió encontrarla con su amiga más cercana, Francis Ford, manteniéndola a su lado mientras se sentaban en el tronco aplastado de un árbol antiguo. Sus espaldas estaban en dirección a él.

- Para estas misiones, ella siempre pregunta. Tienes que darles a cada uno la oportunidad de decir su parte.

- ¡Pero ni siquiera tiene doce años!

- Lo sé- dijo Francis de manera significativa, aunque Taylor no entendió el significado en ese momento-. Pero ella preguntará, dependerá de él... Confía y cree en él, apóyalo- Ella acarició con su mano el desordenado cabello de Alis, su cola de caballo desapareció hace mucho tiempo, aunque la torsión de su elástico permaneció. Francis probablemente lo había sacado. Ellas se hicieron eso mutuamente, lo había notado tiempo atrás, cuando se estaban reconfortando la una a la otra, se acicalaron como pájaros hermosos y exóticos-. Necesitará que lo apoyes pase lo que pase.

- Ya ni siquiera soy su sensei... Pero yo solo... cuando escuché... simplemente no pude dejarlo... ¿Realmente me excedí en mis límites? ¿Sky estaba en lo correcto al despedirme?

Francis tomó aliento y lo dejó salir lentamente.

- Creo que ella sabe de dónde vienes, después de todo ella hizo lo mismo por ti, ¿no es así?- dijo apoyando su cabeza contra la de Alis. 

- Sí, aunque yo...

De repente, Francis se puso rígida y su cabeza se disparó para atrapar a Taylor.

Tenso, levantó una mano. 

- ¡Hey!

Evaluándolo, se apartó de Alis antes de mirar a su amiga y asentir con la cabeza detrás de ellas en dirección a Taylor. Alis se dio la vuelta.

Su corazón se detuvo cuando vio lo rojos e hinchados que estaban sus ojos. Ella había llorado por él. Sus hombros cayeron.

Francis le murmuró algo a Alis, quien le sonrió débilmente y murmuró algo antes de que ella se fuera. Cuando lo pasó, Francis le dio una palmada en la espalda pero no dijo nada.

Y luego Alis forzó una sonrisa para él mientras estaba allí. Con un profundo suspiro, se levantó y se acercó a él, demasiado alegre para esa sonrisa que no llegó a sus ojos. Incluso con su bufanda cubriendo la parte inferior de su cara, él podía decirlo.

- ¿Listo para entrenar?- Preguntó, su voz áspera y demasiado entusiasta.

Se aclaró la garganta, con las manos en los bolsillos. 

- Creo que tendremos que encontrar un nuevo campo de entrenamiento.

Su expresión se atenuó. 

- Ah sí.

- No.

Las cejas de Alis se fruncieron. 

- ¿Hmm?

- Yo rechacé la misión.

Y hubiera sido mucho dinero... Suficiente para finalmente haber podido pagar un apartamento propio. Pero la mirada de sorpresa en el rostro de Alis y el amanecer de esperanza en sus ojos valió la pena el rechazo.

- ¿De Verdad?- Ella susurró.

El asintió.

- ¿En serio?

Suspiró mientras sus hombros caían más abajo. 

- Hai, sensei.

Y luego los brazos de Alis lo apretaron demasiado fuerte, tirando de su cuerpo más pequeño contra sus curvas duras y suaves, atrapando sus brazos a los costados mientras ella hundía la cara en su cuello; Todavía sentía la cálida humedad de sus lágrimas a través de su máscara.

- ¿Sensei?

Ella sacudió la cabeza y luchó por encontrar palabras, su voz temblaba. 

- Sé que no debo interferir, sé que eres un excelente shinobi, no tengo dudas de que continuarás haciendo cosas increíbles, Taylor. Pero... no eso, todavía no. Guarda eso por ahora para alguien que te importa. Al menos... al menos la primera vez, no dejes que la primera vez sea una misión, ¿de acuerdo? Yo... Sé que suena estúpido y sentimental y tal vez ... tal vez un poco femenina... Pero... quiero que sepas lo que es el amor. Muchos de nosotros como shinobi perdemos el rastro de las cosas más importantes. Yo solo... No quiero que te lo pierdas, ¿vale? No volveré a interferir, lo prometo. Solo... me detendré. Lo siento.

Con un último apretón, aflojó los brazos para dejarlo ir hasta que con un trago, Taylor levantó vacilante sus brazos para abrazarla. La sintió ponerse rígida en shock antes de que su cabeza cayera sobre su hombro de nuevo y su aliento se estremeciera. Ella lo abrazó con fuerza otra vez.

- Hai, sensei.

Ella asintió en su hombro, luego levantó sus brillantes ojos hacia él otra vez. 

- Supongo que ya no soy más tu sensei, ¿verdad? Lo siento, aprenderé a respetar tus límites uno de estos días.

- Está bien, estoy acostumbrado a eso- dijo dándole una sonrisa de pliegue ocular detrás de su máscara (que había copiado de ella). 

La hizo reír, el sonido honesto y burbujeante dentro y fuera de ella, haciendo que sus hombros temblaran. Su cabello cayó hacia adelante, rozando su mejilla.

Sus dedos picaron y se movieron, pero él los bajó cuando ella se enderezó para pararse de nuevo; como un fantasma, las puntas de sus dedos se rozaron.

- ¿Tienes hambre?

Él se encogió de hombros, lo que la hizo poner sus manos en sus caderas. 

- Bueno yo si y vamos a ir a comer algo, es mi regalo- dijo ella recogiendo su bolso de sus pies. 

- Como digas Alis.

Vio que su labio inferior se movía por un segundo antes de que ella asintiera con la cabeza, una vez. 

- Cierto. Bueno, vamos... Taylor.

Su mano, que se había extendido para alborotar su cabello como de costumbre, se detuvo en medio del aire. Con un suspiro Taylor cerró sus párpados y se acercó medio paso. 

- Ultima vez.

Ella se sonrojó, antes de sonreír ampliamente y le revolvió el pelo.

- Sólo estoy haciendo que cuente- aconsejó. Finalmente, la mirada hueca en sus ojos se había disipado.

- Hmpt- gruñó. Quizás había pasado un poco más de tiempo con el Karashi, era el menos retorcido de lo que le gustaría admitir.

Pero... esto no fue tan malo, admitió para sí mismo, sintiendo sus dedos peinar y acariciar a través de su cabello al final.

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