Capítulo 5.

Victoria POV.

Todo esto parecía una mala pesadilla. Acostada en mi cama, mientras abrazaba una de mis almohadas, no podía dejar de llorar. ¿Cómo es posible que todo esto haya terminado de esta forma? Se suponía que hoy tendría una agradable cena en casa, rodeada de las personas que amo, con mis padres, mi abuela, y mis hermanos. Pero en vez de eso solo tengo… Una obligación horrible.

Así que aun negándome a esta verdad, a lo que está pasándome, en mi cabeza sigo rogado que esto solo sea un mal sueño, que de un momento al otro despierte en mi cama, iniciando mi cumpleaños de nuevo, donde solo tendría que reírme de mis tontos sueños y tener el cumpleaños número 18 que siempre deseé.

Pero mientras sigo llorando y los minutos pasan, no despierto de esta “pesadilla”.

No sé cuánto tiempo pasa, pero tras un muy buen rato, unos suaves golpes se escuchan en la puerta de mi habitación. Después de abandonar la reunión con esas personas desconocidas en mi sala, corrí a mi habitación, donde me encerré para estar sola, incluso ahora no tengo mucho humor para hablar con nadie en mi casa, no después de sentirme tan traicionada y decepcionada por todos ellos.

Pero mientras los suaves golpes en mi puerta no desaparecen, y entiendo que hay alguien fuera que está decidido a hablar conmigo a cualquier costo, no tengo más opción que levantarme de la cama para ir a la puerta, abriéndola para hablar con quién sea que este fuera; aunque sea para decirle que me deje tranquila.

Quitando el pestillo de mi puerta, la abro lentamente, encontrándome con mi abuela de frente, quien me pregunta: “¿Puedo pasar un segundo, querida?”

Mi abuela era una anciana muy amable, probablemente la única persona de casa a quien no podía gritarle o con quien enfadarme, porque la quería demasiado. Mis padres sabían eso, así que probablemente la enviaron conmigo por esa misma razón, porque entendían que no podía enojarme con ella o echarla de forma grosera; sin importar lo enojada que me sintiera.

“Bueno… Yo…” Digo en un susurro, sin saber cómo negarle la entrada.

“Solo será un segundo Tory, tengo algo que decirte” Me pide mi abuela.

Dándome cuenta de que no podre deshacerme de ella, sin tener más opción, simplemente me hago a un lado en la puerta, permitiendo que ella entre en mi habitación. Siguiéndola en silencio, ambas vamos a mi cama, donde nos sentamos la una al lado de la otra. Mi abuela traía en sus manos un paquete envuelto en papel de regalo y unos documentos, lo cual llama mi atención de inmediato.

“¿Entiendes por qué tu abuelo hizo este matrimonio arreglado?” Me pregunta ella sin irse por rodeos.

Con un largo suspiro de frustración, le respondo: “No, y no creo que algún día pueda entenderlo…”

“Sé que tu deber no es cumplir con los sueños de otras personas, sin importar cuanto las quieras o si son de tu familia incluso. Pero tu abuelo sufrió mucho cuando perdió su compañía, cando tuvo que dejarla, parte de su alma se quedó con esa compañía hace casi 50 años. Así que ayudado por su gran amigo y socio, Derick Meyer, ambos solo pudieron idear un matrimonio entre ambas familias para intentar volver a unir las empresas con sus fundadores”

Bajando la mirada, prefiero no responder esas palabras. En cierto punto dejaba de importarme esas tonterías, las empresas y mi familia, porque estaba muy enojada…

“¿Estas enfadada con tu abuelo?” Me pregunta mi abuela.

“No… Es decir, tal vez lo estoy. Es solo que no quiero hacerlo abuela, no quiero casarme y arruinar mi vida por ello, ¿Acaso mi abuelo no considero que yo podría tener mis propios sueños además de los suyos? Es demasiado egoísta…” Me quejo, creyendo que rompería a llorar de nuevo.

“A veces, las personas priorizan sus propios deseos antes que los deseos de los demás” Me dice mi abuela.

“Es que yo… No entiendo cómo pudieron hacer algo como eso” Me sigo quejando, mientras ya no puedo evitarlo y empiezo a llorar: “¿Por qué no me lo preguntó mi abuelo antes de hacerme algo así?”

“Tory, a veces… Los deseos de otras personas se interponen a los tuyos. No te pido que perdones a tu abuelo o a mí, solo te pido que leas el documento que habla sobre tu boda arreglada, y que trates de considerar lo que es mejor para tu familia” Me dice mi abuela.

Acercándose a mí, ella me da un suave abrazo y me besa la frente, dejando sobre la cama de mi habitación mi regalo de cumpleaños y un documento con muchas hojas, para luego finalmente irse de mi habitación y dejarme sola.

Quedándome nuevamente yo sola, por varios minutos me quedo en blanco, mirando fijamente las hojas y el regalo que mi abuela había dejado para mí. Creo que ahora entiendo o comienzo a entender la razón por la que todo esto había ocurrido, por que tomaron esa decisión tan arbitraria que afectaría tanto mi vida, pero entender las razones no significa que las vaya a aceptar.

Resignándome a mi suerte, tras un largo suspiro, decido tomar los documentos que me había dejado mi abuela. No planeaba aceptar el matrimonio arreglado entonces, pero por lo menos quiero saber a lo que me estoy negando.

El documento que obligaba a mi matrimonio arreglado era mucho más largo de lo que yo hubiera esperado, parece que mi abuelo y el abuelo de mi prometido pensaron en absolutamente todo lo que podía salir mal, y pusieron muchas clausulas sobre eso en el documento, para que todo saliera “bien” o lo mejor que se podía definir como “bien” al final.

Pero de una forma resumida, el documento me obligaba a mí a contraer matrimonio con el heredero de la familia Meyer por solo un año, en el cual debíamos vivir juntos por el periodo de nuestro matrimonio, además de que obligatoriamente debíamos tener una luna de miel de mínimamente un mes de duración, y debíamos pasar cinco horas diarias juntos. Y si alguno de nosotros incumplía estas normas, debía pagarle al contrario la suma de un millón de dólares al contrario. Y no solo eso, si alguna de las familias o de los prometidos se negaba a contraer nupcias también debía pagar. Así que en pocas palabras, si cometías cualquier error o ibas en contra de lo que estipulaba el documento, debías pagar.

Pero al finalizar el año de matrimonio que estipulaba el contrato, no habría ninguna represaría para cualquiera de nosotros que quisiera divorciarse, además de que había un pequeño extra…

Leyendo los documentos, creo comenzar a entender por qué mi abuelo y el abuelo de mi prometido hicieron este matrimonio arreglado. Cuando mi abuelo abandono la compañía que había fundado con su amigo, por la razón desconocida no se llevó consigo su parte de la compañía, renunciando a su parte de la compañía para siempre. Pero después de leer este documento, me pregunto, ¿Mi abuelo de verdad renunció a su parte de la compañía?

Es obvio que mi abuelo no era un idiota, no por nada es un gran inventor reconocido en muchos lugares. Mi teoría es que por alguna razón, cuando mi abuelo abandono la compañía no pudo llevarse su parte consigo, pero no renuncio a ella como tal. Con su amigo, ambos planearon perfectamente el tiempo cuando podría ser posible dividir las compañías, y aunque sea después de 50 años, regresar a mi familia lo que siempre le había pertenecido.

Así que había una clausula muy pequeña pero importante en el documento. En este se estipulaba que en el matrimonio, se le debía entregar a mi familia los bienes de la compañía que correspondían a mi abuelo, es decir la mitad de todos los bienes de la familia Meyer, que se pondrían a mi nombre en medio de todo ese año en el cual durara mi matrimonio. Por lo que cuando me divorciara después del año que estaba obligada a cumplir por el contrato, me llevaría conmigo lo que le correspondía a mi abuelo, devolviéndole a mi familia lo que siempre debió pertenecernos.

Leo y releo el documento por toda la noche, así que cuando las luces del amanecer entran por mi ventana, prácticamente lo tengo memorizado. Así que apartando las hojas de ese estúpido documento, miro el regalo de mi cumpleaños que mis padres compraron para mí, una caja envuelta con papel morado brillante y un lazo muy bonito adornándolo. Tomando este regalo dejando las hojas de lado, cuidadosamente me deshago del papel de regalo que lo envuelve, mirando lo que mis padres me compraron.

Era un IPad, uno simple, el cual seguramente me compraron con mucho esfuerzo. No estábamos en la mejor situación económica en mi casa, así que seguro que para comprar ese simple aparato, mis padres debieron ahorrar por varios meses, ya que ni siquiera teníamos el dinero suficiente como para poder comprarme una computadora para la universidad, por lo que solo pudieron darme esto con todo su esfuerzo.

Sosteniendo mi nuevo IPad contra mi pecho, me pongo de pie y camino hacia la ventana de mi habitación, mirando hacia la nada en silencio. Mi sueño siempre ha sido devolverle a mi familia la riqueza que alguna vez tuvieron con mi abuelo, ahora tengo una oportunidad de hacerlo pero… ¿De verdad vale la pena?

Preguntándome que hacer, yo solo me quedo en silencio mirando hacia la nada por mi ventana, observando el amanecer.

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