La pequeña esposa del CEO.
La pequeña esposa del CEO.
Por: Jessisaylu
Capítulo 1.

Victoria POV.

¿Cuál sería su más grande deseo para su cumpleaños número 18?

Para mi cumplir 18 años era una de las fechas más esperadas, lo que se convertiría en el inicio de mi nueva vida, el inicio de ser un adulto independiente.

Antes de convertirse en una pesadilla.

Pero no nos adelantemos, ya que para entender el sufrimiento que aqueja mi corazón, deben conocer un poco de mi pasado y lo que me llevo a… Conocerlo.

Mi nombre es Victoria Miller y tengo 18 años recién cumplidos. Podría decirse que tengo una vida normal, con dos hermanos menores que me hacen enfadar muchísimo, mi madre que es una maestra de parvularios, y mi padre que trabaja en la central eléctrica de la ciudad como un técnico.

Y aunque en la actualidad somos una familia bastante normal, sin resaltar demasiado de los demás vecinos y personas que nos rodean; el origen de mi familia es un poco peculiar.

Mi abuelo, Evian Miller, es conocido por ser uno de los más prometedores inventores del siglo pasado. En su juventud junto a uno de sus amigos de la infancia, creó una empresa entera dedicada a la investigación y desarrollo de tecnología médica, siendo reconocido por tener bajo su nombre la patente de la creación de una máquina para mantener vivas a las personas si su corazón dejaba de latir, siendo este su más distintivo invento; pero habiendo creado también diversos elementos caseros para poder controlar la presión arterial de los enfermos y otros insumos médicos, de los cuales mi familia también tiene la patente..

Es curioso, pero supongo que el nombre de mi abuelo debe aparecer en algunos libros de historia y otras personas deben admirarlo por sus contribuciones a la ciencia. Pero para mí era ese amble anciano que me regalaba chocolatinas a escondidas de mi madre, y que me subía en sus hombros mientras recorríamos los parques para niños.

¿Pero cómo pasó mi abuelo de ser un hombre rico con el mundo a sus pies a un hombre común? La respuesta es algo simple. En cierto punto de su vida, mi abuelo decidió tirar todos sus esfuerzos por la borda, y vendió la parte de la compañía que tanto le había costado crear a su compañero de trabajo, para tener una vida fuera de los lujos y el dinero que puede darte ser el CEO de una compañía semejante. Siempre me dio curiosidad saber el motivo por el cual mi abuelo hizo esto, pero nadie de mi familia lo sabe, es un completo misterio…

Y aunque podría haberle preguntado a él directamente, lamentablemente ahora es imposible. Mi abuelo lleva más de 15 años muerto, falleciendo cuando yo apenas tenía un par de años de vida. Y ahora solo vive en mi memoria borrosa de cuando solo era un infante, pues mis demás hermanos nunca pudieron conocerlo.

Después de que mi abuelo decidiera dejarlo todo para vivir una vida “normal”, mi padre intentó seguir sus pasos y estudió para ser ingeniero, intentando formar su propia empresa y enorgullecer a mi abuelo de esta forma; pero supongo que no puedes decidir ser un genial inventor, es algo que surge por sí mismo si tienes talento. Así que después de varios años de intentarlo, tras muchos fallos y rechazos, mi padre finalmente se rindió y buscó un trabajo normal, conociéndose con mi madre tiempo después y formando una típica familia a su lado; de la cual soy parte ahora.

Así que con la sombra de la gloria pasada, con todas las historias de riqueza y reconocimiento de mi abuelo en mi espalda, yo no me he rendido con volver a ser rica y tener una gran compañía para dirigir, con el gran sueño de volver a la gloria que alguna vez tuvo mi familia.

Y ese es el destino que he trazado para mí desde que pude saber que quería hacer con mi vida, el logro que me propuse y que estaba decidida a lograr.

Después de analizar la historia de mi abuelo, creo que las fallas que él tuvo como inventor fue no tener la otra parte de la perspectiva al crear inventos médicos, centrándose solo en lo mecánico y la ingeniería; pero sin pensar en la medicina como tal o los pacientes a los que iban dirigidos sus inventos. Así que decidiendo llenar las fallas de mi abuelo, eso que él nunca pudo lograr, estaba decidida a estudiar medicina en una de las mejores universidades del país, para luego poder honrar el legado de mi abuelo y convertirme también en una inventora.

Por eso cumplir 18 años significaba mucho para mí, significaba el inicio de este camino que me había trazado, poder independizarme de casa para poder tratar de cumplir mis sueños.

O eso creí que significaba.

Sin saber nada aún sobre lo trágico que sería el día de mi cumpleaños número 18.

Dominik POV

¿Qué es el deber?

A lo largo de mi vida esas palabras han dado vueltas en mi cabeza miles de veces, intentando darle un significado que me ayude a seguir respirando; porque eso es lo único que tengo, lo único que hay para mí.

Cumplir con los deberes que se esperan de una persona como yo.

Mi nombre es Dominik Mayer, provengo de la famosa y rica familia Mayer como único heredero, tengo 25 años, y este es mi primer año como director de la empresa familiar después de que mi abuelo se retirara del puesto de CEO después de más de cuarenta años de trabajo.

Se lo que espera mi familia de mí, los deberes que todos quieren que yo cumpla, y aunque estoy esforzándome en cumplir o tratar de cumplir, todas las cosas que tengo que hacer, con cada día que pasa las cosas se complican más para mí.

“¿Estas bromeando?” Le pregunté a mi madre, cuando ella fue a mi oficina hace un par de días con un contrato antiguo.

“Ojalá bromeara” Me dijo ella, poniendo el documento sobre mi mesa: “El documento es legítimo, y por ley estamos obligados a cumplir lo estipulado aquí por el honor y la seguridad de nuestra familia”.

¿Qué es el deber para un hombre? Esa pregunta se repetía en mi cabeza mil veces, mientras tomaba aquel documento de mi escritorio y leía lo estipulado en este. Era un documento de más de veinte años de antigüedad, uno que mi abuelo y otro hombre habían firmado, y en medio de muchas palabras inservibles, estipulaban algo terrible para mí.

Mirándome con severidad, mi madre me dijo: “Sabes lo que tienes que hacer”.

Eso había sucedido hace más de un mes, y desde entonces tengo ese documento viejo sobre la mesa de mi escritorio, como un recordatorio siempre presente de lo que debía hacer y el próximo deber que debía cumplir.

No sé por qué me molesta tanto, he vivido toda mi vida cumpliendo los deseos y los deberes que siempre me ponen en frente, cumplir los deseos y las promesas de los demás, siempre he hecho lo mismo, es usual para mi. Pero cumplir esta “promesa”… Era especialmente molesta y dolorosa para mí, según mi propia percepción, porque no era cualquier cosa, como concluir con una propuesta de negocios o hacer algo específico con mi empresa como los demás deberes que había tenido hasta ahora.

Este documento en especial iba a cambiar toda mi vida.

Y tal vez es eso lo que me hace dudar, tras noches enteras en vela pensando en eso desde que supe de la existencia de ese trozo de papel y lo que contenía escrito, no sé si estoy preparado para cumplir con esa vieja promesa que mi abuelo hizo hace tantos años.

¿Casarme? ¿No es eso demasiado serio? No quiero hacerlo…

Saliendo de mi distracción mientras miraba fijamente ese documento en mi mesa, observo como mi secretaria personal entra a mi oficina con paso firme, haciendo sonar sus tacones en la madera del piso de mi despacho, caminando en mi dirección con rapidez.

“Señor Mayer, la señora Adelaida y el señor Jhonas lo esperan fuera de su oficina, me pidieron indicarle que se apresurara” Me dice mi secretaria con amabilidad, acercándose a mí con una amble sonrisa en su rostro.

“¿Ya es hora?” Pregunto yo con seriedad.

“Ya es la hora, señor Mayer”.

Con un suspiro, entendiendo que no tengo opción, así como con la mayoría de las cosas que han sucedido a lo largo de mi vida, decido cumplir con mi deber y las promesas que mi abuelo hizo hace tanto tiempo ya.

Y poniéndome de pie de mi escritorio, con cuidado arreglo el saco de mí traje, alisando la tela con mis dedos, preparándome para lo que iba a suceder en pocos minutos.

En la noche de ese 7 de diciembre.

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