Capítulo 6

—¿Crees que nunca sentí amor real por ella?

—Todas las respuestas están en tu corazón, solo debes escucharlo. ¡Vamos! El desayuno ya está en la mesa.

Después de desayunar con su padre y hablar de algunos temas que no tuvieron nada que ver con lo ocurrido, le ayudaron a relajarse y a aclarar un poco sus ideas. Lo que le pareció un poco extraño, fue que su padre antes de irse al fin le hablara de su madre, nunca la conoció y él nunca habló de ella, más que lo necesario para saber que su progenitora lo amaba mucho y murió cuando él naciera. Ese era un tema pospuesto del que no podía ni mencionarse. Y aunque no le contó toda su historia de amor con detalles, el que la mencionara era más que suficiente.

— Natalia sigue estando en mi corazón, fue el amor de mi vida y siempre estaré muy agradecido con ella, no solo porque me dio un hijo inteligente y sensible, sino porque me enseño a amar, se acopló a mi ritmo de vida, nunca me juzgo, si había alguna diferencia la arreglábamos hablando, sin gritos; las riñas no existían entre los dos. Era una mujer muy paciente y de carácter fuerte. —Hizo una pausa —Bueno, creo que ya te he quitado mucho tiempo, te busco mañana para almorzar. Descansa, hijo y piensa en lo que hablamos.

Después de acompañarlo hasta la puerta, regresa a su habitación para vestirse, el hablar con su padre ha desperatdo el interés en salir y disfrutar su domingo. Al llegar a la sala se deja caer en el sofá y piensa en lo grandiosos que ha empezado su día. No esperaba la visita de su padre y menos tener esa charla amena, al principio fue tediosa, aburrida y maldecía el haberse levantado de la cama, pero terminó siendo muy agradable, había olvidado los buenos consejos que solía darle.

Siendo un hombre muy ocupado, lo dejó al cuidado de sus abuelos, que nunca mencionaron algo al respecto. Todas sus preguntas sobre su mamá llegaban a la misma respuesta.

“Tu madre era una mujer hermosa, inteligente, que te amaba mucho ¿sabes? Tienes el color de sus ojos y esas pestañas rizadas que nos recuerdan a ella”

Por muchos años, solo una foto descolorida fue su todo para calmar su soledad, hasta que Daniela llegara a su vida y lo colmara de felicidad, la conoció en la escuela; era tan diferente a todas esas niñas hermosas que intentaban acercársele; era tan única y especial. Lo llenó de paz, de esa misma paz que sentío minutos atrás al verla en medio de su caos.

Si su padre estaba tan dispuesto a escucharlo y responder con sinceridad ¿por qué no se atrevió a mencionarle lo de Dani? Quizás, solo quizás porque en su juventud se empeñó tanto en separarlo de ella y años después de llegar a España, siguió repitiéndole que no era digna de tener su amor, que era solo una simple soñadora sin futuro.

“Alguien como Daniela Errivares no era digna de estar con un García Brescia, ¡Grábatelo bien!”

¿Qué tenía de especial? ¡Nada! Solo un apellido reconocido que la separaba de la mujer que amaba. Pero lo que más marcó esa diferencia, fue su cobardía, ese miedo a mirarla de nuevo y verla morir con ese adiós. Se conformó con la vida de lujos y comodidad que le brindaron que cuando tuvo la oportunidad de regresar por ella, no lo hizo. Ahora Daniela lo buscaba para atormentarlo, para recordarle que nunca la olvidó, que solo fingió sepultar su recuerdo y que su corazón seguía latiendo por ella y más que nada que aquella promesa de amor aún existía.

¿Y qué sentía por Amber? En eso apareció ese sentimiento dulce, que junto a esos momentos inolvidables que llenaron de dicha su destrozada vida, le recordaban que era especial. Ella le devolvió la vida a su corazón, lo llenó de paz y alegría. Si ponía en una balanza a ambas y destacaba los momentos compartidos, el equilibrio era igual. Estaba confundido y se encaminaba a una gran oscuridad con las más inmensas dudas y con ojos cerrados.

—¿En verdad quiero que se aleje de mí, o hago algo para recuperarla? ¡Señor, dame una señal! —Dice a modo de súplica, con las manos en cubriendo su cara.

“Si la extrañas, ve a buscarla”.

Esa voz dulce de Dani se escucha a su lado, aparta sus manos de inmediato llevando la vista a en dirección de su voz y puede verla, sentada a unos centímetros del sofá, mirándolo con tristeza. Por unos segundos se pierde en su mirada tan llena de paz, pero melancólica y antes de que pueda decirle algo, se desvanece.

—¡Dani! —Expresa temeroso —¿Por qué quieres que vaya por ella? ¡Dime! ¿Solo desaparecerás dejándome con las dudas? ¡Vamos!

“¿Por qué la necesitas?” Le susurra al oído, desde sus espaldas causándole un terrible escalofrío.

Se gira casi al instante y ya no puedo verla, pero escuchó su voz. Se puso de pie y observó a su alrededor, todo parecía igual, no había nadie. “¿Será mi conciencia?” Piensa.

“¿Puedes decirme así?” vuelve a susurrarle al oído.

—¡Carajo! — grita girándose y no ve nada. — ¿Por qué me atormentas Dani? ¿Qué es lo que quieres? ¿Qué es lo que esperas que haga?

No quiero atormentarte, creí que necesitabas escuchar esas respuestas". Insiste mostrándose frente a él.

—¿Por qué?

“Te veías triste”.

—¡No! ¡No, dije nada! —Le recuerda — Solo lo pensé, ¿Acaso puedes leer mi mente?

“¡No!, lo juro Se sonríe, dejándolo pasmado con esa carita de ángel. "Solo lo que dice tu mirada y lo que escucho cuando susurras"

—Pues no lo hagas. —Le habla poniéndose muy serio, casi molesto —No quiero que vuelvas a decirme lo que quiero escuchar.

“¿Y Por qué no?”

—Porque me confundes más! —Grita. —Me pides que la busque cuando estás aquí mostrándome esa mirada triste que me apuñala el corazón.

“¿Estás confundido? Creí que la amabas”.

— ¡No! ¡Por favor! Solo… —lleva sus manos a la cara. — ¡Ay! ¿Sabes? Creo que iré a dar una vuelta. Y cuando regrese no quiero verte, es más cuando intentes aparecer, quiero que te anuncies primero.

“Te parece bien enviarte un mensaje de texto o una nota pegada en la refridedora". le sonríe cruzándose de brazos.

—Muy graciosa.

“¿Solo un chiflido o un soplido en la nuca?”

—¡Basta! —Levanta las manos.

“¡Ey, tonto!  creo que se te olvida que puedo hacer lo que se me venga en gana y no puedes impedirlo, soy un fantasma y puedo verte hasta desnudo sin que lo sepas, no lo olvides”

—¡Ay! —Grita estremeciéndose — ¡Jodida vida! ¡Ya no tengo privacidad! ¿Sabes? —La mira sin saber qué decir. — Solo has lo que tengas que hacer, pero, no me espantes cuando aparescas.

Toma las llaves del auto y sale sin perder tiempo escuchando la risa tierna de Dani y un  “Como quieras"

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