Capítulo 3

Cuando regresaron a casa ya eran más de las seis de la tarde. Leonardo quiso pedir una pizza, pero Amber insistió en cocinar algo y la culpa por haber cortado su tarde de descanso lo consumió. También me colocó un delantal y le ayudo con la preparación, aunque no estaba cien por ciento concentrado, Hablan y sonríen, como si todo estuviese normal.

—Me encanta compartir contigo estos momentos. Te amo. —Dice ella acercándose para besarlo.

Él corresponde el gesto, pero sintiéndose vacío, algo pasaba en su interior que lo dejaba muy insatisfecho, sus besos no sabían a nada y hasta esta sonrisa que brota de sus labios se sentía falsa.

Una hora después estaban mirándose frente a frente a punto de empezar la cena, felices, olvidando aparentemente el incidente de la mañana, Leonardo seguía temeroso, callado y fue ella la que terminara rompiendo el hielo preguntándole por su contrato de ayer, aunque el recordarlo, la llenara de coraje.

—Es una gran oportunidad ya te lo había mencionado. Todos en la oficina hicimos una fiesta, ya sabes hemos trabajado duro para conseguirlo y pues al final del día, Richard me invitó al club y no pude decir que no.

—Está bien que te diviertas, pero ya sabes pata la próxima vez, no te excedas.

—Lo tendré en cuenta.

Poco a poco vuelve a soltarse y a sentirse el mismo fastidioso de siempre, que le gusta bromear y verla reír con sus ocurrencias. En unos minutos más están riendo de las anécdotas del día en el hospital, porque aunque suene aburrido siempre le ha gustado escucharla, pues ama lo que hace y para él es su gran heroína sin capa.

La cena finaliza sin contratiempos para Leonardo, que no dejaba de revisar cada rincón en busca de Daniela para no sobresaltarse y alertar a Amber, unos minutos después, su novia de retira a la habitación para ponerse algo más cómodo y él se quedó limpiando la cocina.

De lo más tranquilo limpiando la mesa cuando la voz de Dani le hace tirar la taza de café “¡Joder!” grito levantando la mirada y ya no la vio. Lo más espelúznate fue que solo apareció un segundo. Amber sale corriendo de la habitación preocupada, pues su amigo Harry no había descartado que siguiera con mis alucinaciones hasta que estuviese completamente desintoxicado de las drogas.

—¿Qué te sucedió, amor? —pregunta angustiada media desnuda.

—Nada, solo coloqué mal la taza en la mesa —Dice llevando su mano a la cabeza—lamento asustarte.

—creí que… olvídalo. —sonríe, acercándose para darle un beso —Termino de vestirme y vengo a ayudarte.

—No hace falta, ya limpio este desorden, tú descansa.

—Me prepararé para darte unos masajitos deliciosos.

—Es lo que me hace falta. —sonríe, pero sin sentir ese deseo.

—¡Ay! —se estremece—me muero de frío, ya regreso.

Se aleja corriendo a la habitación. Leonardo la mira unos segundos y vuelve a llevarse las manos la cabeza antes de tomar un papel cervilleta para limpiar el piso. Estaba en eso, cuando la voz de Dani, vuelve a espantarlo, haciendo que se golpee la cabeza con la mesa.

“¿Podemos hablar?”

— ¡Por dios santo! —Gruñe sintiendo que el corazón sale por su garganta.— Quieres dejar de aparecer de esa manera ¡Vas a matarme!—Se pone de pie, sobándose la cabeza.

“¿Por qué te espanta verme?” Responde ella sonriendo.

— ¿En serio lo preguntas? —Camina al tacho de b****a para tirar las servilletas. — Bueno como te lo digo… Es que es un poco difícil decirlo… —Expresa dudando.

—¿Decirme que, amor?—La voz de Amber a su espalda lo paraliza — ¿Con quién hablabas?

— ¿Y-yo? C-con nadie, s-solo era una canción, ya sabes, una de esas que llegan a mi mente en cualquier momento y… intentaba de arreglar—sonríe.

Sin duda la excusa fue patética, pero Amber se la estaba creyendo, hasta que la carcajada de Dani lo hizo sonrojar.

“¿Ahora le mientes a tu novia, sobre mí?.  Si que has cambiado mucho, Leni”

—Eres tan dulce —se acerca Amber para besarlo de una manera muy caliente.

“¡Ay, no! Me voy, no puedo seguir viéndote con esta”

Se estaba volviendo loco, tiene a una de las mujeres más sexis entre sus brazos y no está sintiendo nada. Amber sabe como tocarlo y despertar su animal interno, pero ahora está muerto.

—Te ayudaré a limpiar— susurra, apartando su mano de la entrepierna.

Sí que se dio cuenta de su frialdad, pero está segura que su sensualidad sean suficientes para levantar ese ánimo caído en su hombre.

Su atrevido babydoll negro y está mostrándole más de la cuenta con esas agachaditas, pero no para entrar en calor, está nervioso y no sabe como lidiar con la presencia de Dani en esos instantes.

“No esta nada mal, tiene todas esas curvas que a todos los hombres, seguro enloquece, ¡Dios! Ese trasero no puede ser suyo, Para mí que es operada y esos pechos, ¡Santo cielo! Te debe tener babeando. ¿Sabes? No creo que sea la mujer que te acompañe le resto de la vida. No es como…”

Leonado se lleva las manos a la cabeza y colocándose el dedo en los labios le pide que guarde silencio.

—¡Amor! —mirando a Amber — Sé que puede sonar tonto, pero ¿Crees que es normal que una persona pueda ver a los fantasmas?

— ¿¡Hablas en serio!? —dibujó una ligera sonrisa, mientras se acerca para abrazarlo.

—Bueno, es que, supongamos que un día tú empieces hacerlo. ¿Qué dirías?

—Que debo ir de inmediato a un psiquiatra—se sonrió—Es una locura, no quiero ni imaginar lo que pasaría con mi vida si me la pasara viendo fantasmas. Eso solo pasa en las novelas y películas de ficción. En la vida real eso se llamaría locura, mi vida.

—Si, definitivamente es una locura ver fantasmas —Mira a Daniela, que solo sonríe.

—¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso estás viendo uno?

—Ah, bueno… si te dijera que si ¿Me llamarías loco?

—¡Bromeas, no!

—¡Claro! —sonríe — Quería ver tu reacción.

—Me asustaste, tontito —Rodea el cuello con sus delgados brazos— no quiero imaginar verte en un manicomio.

“¡Manicomio! Que le sucede a esta mujer” grita Dani.

—No crees que exageras con eso.

—Sé que es triste amor, pero las personas dementes no tienen otra salida. Si necesitan mejorar, el único camino es el manicomio. —vuelve acercar a sus labios para besarlo.

“¡En definitiva ella es la demente! Y cada vez me convenzo más, de que cometiste un error al elegirla”
Dice Dani, antes de desaparecer.

Después de lo que dijera Amber, menos tenía ganas de encender esa llama dormida del deseo y mientras ella lo besaba y acariciaba, su mente divagaba en las razones por las que su ex novia lo asechaba y le hablaba de esa manera tan convincente de su actual pareja. Roza mis labios se apartaron de su boca y bajaron por su barbilla al cuello iniciando ese momento tan rico, que hasta hace unos días hubiese sido el detonante para tomarla entre sus brazos y hacerle el amor. Pero esta noche, no tenía las mismas ganas de levantar a su amigo y llevarlo a la acción. Menos cuando Dani lo asechaba y lo miraba como si estuviese siéndole infiel.

Quizás su aparición iba por ahí, nunca terminó con ella y seguramente ahora pagaría su condena.

“¡Dios! Creo que merezco este castigo espiritual y terrenal” se dice respirando profundo mientras Amber se da cuenta de mi frialdad y lejos de enojarse me sonríe. Talvez entiende el mal día que ha pasado.

—Tengo la receta perfecta para relajarte —Habla con dulzura deslizando su mano hasta su entrepierna, muerta. —Ven conmigo.

Caminan a la habitación.

—He tenido mucho estrés, creo que el pasarme de copas me ha pasado factura. Lo siento.

—No te disculpes, te entiendo, cuando estoy muy cansada, mi apetito sexual muere. Pero todo tiene remedio. No te preocupes, por nada, solo relájate. —Deja salir una risa traviesa mientras lo lleva a la cama.

— Amber —Arrastra la palabra como diciendo, por favor, no tengo ganas, no insistas.

—¡relájate! Solo déjate llevar por el momento —Masajea sus hombros — Antes de dormir te tomas la medicina y verás que mañana estarás mejor. Y lo mejor, será que podemos salir de la cama a la hora que queramos. —muerde su lóbulo de la oreja.

“No es más patética porque no puede, ¡obvio, genia! Mañana es domingo, puedes dormir todo el día" se mofa Dani cruzada de brazos frente a él provocándole un escalofrío.

—¡Ay, Dios! — Dice nervioso. —Creo que me dio un poco de frío.

Amber vuelve a sonreír creyendo que está embarcándose por buen camino.

Un beso apasionado da el inicio a unas desenfrenadas caricias que lo desnudaban en segundos. Pero no lograba reaccionar, se sentía torpe, nervioso, asustado sin lograr dejar de recorrer la habitación en busca de Dani. Mantuvo los ojos pegados a la puerta, como si los fantasmas tocaran antes de entrar.

Lejos de sus pensamientos tontos, el mundo continuaba girando y los besos apasionados de su chica ardiente, crecían y su inconsciente se movía lento, pero al compás de la realidad. Y su realidad en estos momentos era Amber comiéndoselo vivo. El fuego empezó a entrar en su cuerpo y de pronto estuve en llamas al ver a su adorada novia, frente a mi entrepierna saboreando cuál golosina su jugo pre seminal.

No estaba nada mal, su pene ya estaba erecto y las ganas de tumbarse sobre ella crecían, ya ardía entre las llamas del deseo. No hacían falta las palabras, los gestos y miradas lujuriosas, despertaron a ese león hambriento que de un tirón la lanzó sobre la cama, con ansias de devorarla entera. Sí que sabía cómo encenderlo, Amber reía sintiendo ese fuego, amaba esa parte de él.

La dulzura y violencia que tanto le gustaba se fusionaban para regalarle le más exquisito placer. Sobre sus espaldas empieza a recorrerla con su boca traviesa que le arranca leves gemidos, sigue bajando besando su columna hasta llegar a esas nalgas redondas de infarto y de un tirón, sus manos apartan esa tanga negra de encaje.

Amber se estremecía llegando al mismo sintiendo las estocadas fuertes de su hombre, cuando cambian de posición, Leonardo ve un espanto en la cara de Amber, una especie de demonio se reflejó en su cara de ángel que no pudo evitar pegar un grito de terror empujándola con brusquedad fuera de la cama.

Se rompió con todo el fuego de la excitación mientras se desvanecía ese monstruo del rostro de su novia, que para no se veía complacida.

— ¿Qué rayos te pasa? —Grita ella hecha una fiera mientras se pone de pie y sigue viendo en la cara de Leonardo mucho terror. —¡Contéstame! —Grita desesperada, herida en su orgullo de mujer.

—Lo siento amor—Llevo sus manos a la cara. — Es que… ¡No puedo! ¡No puedo hacerlo!

Sale a prisa de la habitación subiéndose los pantalones, mientras una muy enfadada Amber, toma la bata del piso para seguirlo.

—¿A dónde crees que vas? ¡Leonardo! te exijo una explicación.

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