04. Derrotas (p1)

ORILLAS DEL MAR ROJO,

JEDDAH, ARABIA SAUDITA.

El hercules aterrizó en el aeródromo de la base militar. Me había comunicado con una amiga saudí de él ejército de este país y le pedí ayuda para localizar la dirección. Si bien, cuando leí los documentos, fue tanta mi ira, que la posible dirección me pasó desapercibida, así que acudí a ella y con gusto me apoyó.

—Te recuerdo que esto es muy confidencial— Dije, una vez que la mujer me recibió. —Nadie, absolutamente nadie de mi organización puede saber que he venido y si los tuyos preguntan algo al respecto, dirás que solo ha sido una visita fugaz.

—Lo comprendo— Respondió, aunque hablaba fluido el inglés, su acento saudí se notaba mucho. —Aunque, Mimi, ¿Realmente quieres enfrentarte a tu peor tormento?

Me detuve y ladeé mi cabeza con mi mirada entornada en la suya. ¿Qué estupideces decía?

—Una guerrera jamás huye de sus luchas— Respondí con simpleza y solo escuché el suspiro que salió de ella. —Ahora, llévame a la avioneta.

Una vez que estuviera en la avioneta, planearía hasta las coordenadas que ella me había dado al llegar ahí.

Mi prioridad solo era llegar a ese infeliz, encontrar la cura para mi hija y de paso, fregarmelo. Había altas probabilidades de perder esta lucha, pero no desistiría de ella, no me rendiría hasta llegar al final y si en el final debía entregar mi vida para que ella creciera sin eso que la hacía inestable, entonces lo haría.

La avioneta despegó junto a mí, con un saludo militar me despedí de la solado saudí y después solo me dispuse a dirigir la aeronave hasta la dirección que me dio ella. En menos de media hora había llegado al lugar que constaba de una enorme estructura, que se asemejaba a la de un palacio y, precisamente lo era.

Manteniéndome alejada del área enemiga, aterrice y bajé, una vez hecho, acomodé mi chaleco antibalas y coloqué la capucha negra sobre mi cabello, con la intención de escabullirme y pasar desapercibida.

Bueno, eso hubiera servido si mi marido no hubiera interceptado la gran fortaleza que era ese palacio. Avancé cuidando mis pasos y manteniendo mis manos sobre las dos armas que llevaba a mis costados. Entré sin dificultad al jardín, rodeé la fuente, pero en cuanto iba a avanzar hasta la puerta, un mercenario apareció ante mi vista y tuve que mantenerme escondida, acuclillándome para no ser vista por la estructura de la fuente. Saqué mi sig sauger y disparé desde mi posición al hombre, la bala no dio en su dirección y maldecí.

Ya no importó esconderme, me mostré tal cual y comencé a disparar con el arma hasta que lo derribe a él y de paso a unos cuantos. No hubo inconvenientes a la hora de entrar al lugar, hasta que pase algunos pasillos, encontrándome a los hombres de Damián y sintiendo por detrás a varios venir por mí.

Tomé la muñeca de uno de ellos antes de que me tocara el hombro y lo hice caer al suelo de una vuelta mortal, mi pie se estampó contra su rostro y así me mantuve mientras peleaba con los que venían con él. Derribe a todos sin problemas, después solo dispare tres balas en la cabeza del imbécil que yacía bajo mi pie y seguí con mi camino.

—Ella esta aquí— Escuché que dijeron, reconocía la voz de Maxim Smirnov, marido de mi mejor amiga y mejor amigo de Damián. —¡Deja de esconderte, Mimi!

Rodee los ojos como si eso me fastidiara mucho, no me moví de mi lugar, el idiota le era demasiado fiel a Damián y a veces creía que estaba enamorado de él. Sentí el impacto de un pecho contra el mío cuando menos estuve alerta; el castaño claro me interceptó, tomándome con brusquedad.

A susurros me reclamó el porqué estaba ahí y me dijo que mi deber era permanecer a lado de nuestra hija.

—¿Y dejar que te maten? No mi cielo— Zanjé. —Si van a matar a alguien aquí...

Me detuve un momento, y apunté la pistola hacia el hombre que estaba a nada de atacar a uno de los nuestros.

Volví a plantar los ojos en él, y recorrí su mirada con intensidad.

—Va a ser a mí. Ella necesitará a su padre— Deje en claro.

—También a ti.

—A los dos, pero prefiero morir yo, antes que tú. Lo que sea que suceda ahí adentro, cuídala mucho— Pedí y me aleje sin escuchar sus advertencias, abrí las dos puertas que nos separaban de la otra sala encontrándome con más individuos queriendo atacar.

Por el pasillo en el que ellos se encontraban, hasta el fondo había una puerta doble. Estaba tan segura de que Berkan me veía a través de esas estúpidas cámaras que había en cada costado de las puertas, uno apuntando en mi dirección y otro al pasillo que daba para la izquierda. Mi mirada fue glacial, una sensación en mi pecho me llenó de adrenalina y, entonces, fui capaz de abrir esas puertas que protegían al hombre que tanto daño me ocasionó.

Y no me equivoqué, pero como lo supuse antes, estaba rodeado por un tumulto de guardianes que me miraban como si fuera carnada o, quizás, ese éxtasis que los volvía loco. Tras de mí se cerró la puerta de madera, pero no estaba sola.

Damián, no seas idiota

Dije en mi subconsciente, esta era una guerra a muerte y él lo sabía, o moríamos ambos o uno solo saldría con vida y prefería mil veces que ese fuera él, porque sabría cómo manejar el asunto, en mi caso si yo seguía viva y lo perdía, no tendría la fuerza suficiente para mantenerme de pie.

—Vaya, vaya, Damián y Mimi juntos nuevamente frente a mí— Su diversión fue tanta que estaba a nada de desquiciarme y aun no terminaba ni de hablar. —¿Qué los trae por aquí? ¿En qué puedo ayudarlos?

La ironía con la que hablaba me hizo querer acercarme y tomarlo del cuello, pero bastó con que él hiciera una señal a los hombres que lo rodearan para que se me acercaran amenazantes.

Fue en ese instante en que me di cuenta de las diferencias que había entre ellos y los que derribé antes de entrar a esa bodega; todos tenían los ojos rojos, como si no hubieran dormido por muchísimos días o como si estuvieran en los efectos de las drogas.

—MEKROC— Comenzó saboreando las letras de aquel extraño nombre. Yo detalle el lugar para encontrar una manera de combatir a sus hombres y tener un poco de ventaja, pero el lugar estaba atestado de esos hombres zombie. —Una sustancia igual de peligrosa, con los efectos de la metanfetamina, cocaína, krokodil y etorfina. Todas en una sola droga mejorada y con efectos que te convierten en esclavo. No es igual que la Mortal Human, pero es igual de letal para quien se enfrente a un consumidor de ella.

—¡Eres un cobarde!— Lo enfrente, pese a no poder acercarme a él. —Si te crees tan superior a todos nosotros ¿Por qué carajo no te enfrentas tu solo? ¿O necesitas a alguien que te respalde por mediocre?— Me reí con amargura.

Después de lo que dije, uno de sus hombres me interceptó y por más que luché para que no me pusiera ni un dedo encima, no pude evitar que lo hiciera y me arrastrara hasta él, ahí fue que Damián y los demás agentes comenzaron a luchar contra ellos solo por mí maldita culpa. Antes de siquiera llegar hasta Berkan, logré encestarle una patada en las bolas, luego con agilidad lo hice quedar justo frente a mí y no me detuve hasta verlo moribundo, la aceleración de mi corazón me estaba extasiando, el sonido de como muchos morían me angustiaba y volteé solo con la intención de buscar a Damián, lo encontré junto a su mejor amigo luchando a diestra y siniestra, pero aquel descuido hizo que más hombres me interceptaran a mí y terminaran llevándome hasta las garras de Toprak.

Uno de ellos me hizo caer de rodillas frente a él, entonces, el muy infeliz me puso una mano en la barbilla y apretando duramente me hizo alzar la mirada para verlo. El odio en esta no se hacía tardar en aparecer, su presencia me hacía querer matar sin controlarme, saber que mi nena podrá estar en peligro por él me preocupaba mucho.

—Eres tan estúpida que caíste en la trampa— El pelinegro emitió un sonidito parecido a una risa de ironía y yo me removí intentando sacar su mano de mi barbilla, pero hizo mas fuerte su agarre ahí. —Ambos cayeron ¿Creísteis que me emboscarían y atraparían así como así?— Forcejeando contra su agarre hice que enfureciera mucho y entonces me empujó haciéndome quedar cerca de Damián. Él dio órdenes a sus seguidores para que me sujetaran frente a Damián, dejándome ver como de un dos por tres lo hacían caer junto a nuestros colegas. —Inútiles, son unos inútiles sí pensaron que podrían conmigo.

—Eres...

—Soy un genio, Güzel, un genio que supo esperar el tiempo suficiente para tenerte a mis pies— No podía soltarme, me estaban reteniendo con una fuerza sobrehumana, y Toprak pareció leerme la mente porque contestó a la duda no implantada. —Ellos, Mimi, no son como los que consumieron MEKROC, son peor que ellos, con solo un...

Su mirada se dirigió a una dirección, me fijé por ahí y fue que me aterré tanto, Kenedy había caído inerte al piso en cuanto ese hombre de color tocó su hombro, dejándolo, finalmente, muerto.

—...bueno, ya lo pudiste ver. Entonces, O te rindes o tu querido marido se muere.— Vi a Damián, él no se inmutaba, estaba incluso más dispuesto que nunca y sabía que haría cualquier estupidez con tal de salvarme.

—No, nunca nos rendiremos— Dije en plural para que él entendiera mi punto. —No volveré a cometer el mismo error de antes, pero si quieres matar a alguien, entonces mátame a mí.

—¡No seas egoísta, Daniska! ¡Piensa en ella!— Exclamó al borde del derrumbe.

—Awww, ternuritas— Ironizaba el hombre al que más odiaba en mi vida mientras mis ojos no dejaban los de Damián, no quería llorar, pero me estaba haciendo pedazos. —Bien, maten a todos, menos a estos dos... llegaremos a un trato Güzel.

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