Capítulo 2

¡Eres tú!, ¿dónde estuviste?...

¿Eres tú realmente?

    Por lo que se podía percibir a simple vista, en estos momentos, el salón parecía estar mucho más vacío que otras veces. Intentaba mantener mi mente ocupada en algo más, pero todo me llevaba hacia el mismo lugar, intento distraerme y hacer que el tiempo se me pase rápidamente, pero aun así mi clase de Derecho Romano parecía interminable...

Y ¡adivinen!...

     Las casualidades en este mundo son tan grandes, que de tantos puestos libres que habían en mi salón, Max —Que resultó ser el extraño saqueador del casillero— y los otros chicos tuvieron precisamente que elegir los que se encontraba a mi alrededor

    En estos momento un sentimiento de pájaro enjaulado me identificaba, a donde quiera que mirase veía belleza, pero no cualquier belleza, no...

La, belleza... Sin más

Y bueno si decidía tomar en cuenta que también podía girarme hacia atrás y quedar en plan:

 "hola pared que hay de nuevo"

Tenía que aceptarlo

Sí... Estaba presa

     Oh dios, era un presidio... Sí, pero un presidio demasiado tentador. Era una cárcel que tenía por barrotes a tres seres inalcanzables, a dioses del olimpo con los que cualquiera sueña. 

¿Que hice para merecer esto?

Esto es castigo o acaso un reglo divino.

    Salgo de mis pensamientos forzando a mi cabeza a moverse a los lados intentando rodar mi vista sobre los alumnos del salón—como siempre solía hacer —y allí estaba de nuevo

Ese chico raro que nadie fue capaz de predecir

Max...

    No es que lo odie ni nada por el estilo, no tengo razón para hacerlo, ni siquiera lo conozco de antes, es solo que no creo que nuestra forma de conocernos haya sido la mejor, bueno, ni siquiera fue buena.

Y quien sabe...

Tal vez si no hubiese sido más que un ladronzuelo, solo tal vez...

Así hubiésemos sido quizá buenos amigos

    Solo han pasado tres días desde que Max está en el colegio y aún no he podido disculparme con él por la forma en que lo traté el primer día— aunque no debería, realmente tengo gran parte de la razón—, simplemente me evita todo el tiempo.

    Justo ayer en la tarde quise hablar con él después de terminar el quinto turno de clases, antes del receso para almorzar, y simplemente actuó como si no me hubiese escuchado cuando grité su nombre. Solamente quiero disculparme, es solo una disculpa, no entiendo por qué me evita. 

    Se me ha hecho bastante difícil establecer una amistad con él, a decir verdad es un chico bastante guapo pero en el extremo se podría decir que raro, siempre está completamente solo, eso a pesar de que los dos chicos que ingresaron junto a el— también muy guapos— parecían ser sus amigos y todo el tiempo se la pasa escuchando música en sus audífonos, no hace nada más en todo el día... (Debo confesar que eso no es nada raro, yo escucho música todo el día y precisamente repito la misma canción todo el tiempo, eso sí que es muy raro).

    Cuando logro salir de mis pensamientos la clase ya había terminado, lo que significaba que nos quedaba el próximo turno libre, debido a que la profesora de Teoría del Derecho no se había presentado hoy en la escuela por motivos personales o quien sabe qué. 

Sin mucho preámbulo salgo del salón y me dirijo a la cafetería del colegio a por un chocolate, luego de comprarlo voy de regreso al salón, ya que como Soe no está y Anastasia está en otro salón y carrera —en la que si tenían clase en este turno— no tengo más nada que hacer fuera de él. Voy de camino por el pasillo y mientras que daba pequeños mordiscos a la deliciosa barra de chocolate, saco mi teléfono para comprobar si tenía algún mensaje o llamada de Soe.

Pero mi triste y desolado fondo de bloqueo y la irrelevante hora en el medio de la pantalla.

Solo confirmaron lo que ya estaba pensando

Nope

No era así...

    Mientras observaba mi celular y aun me encontraba caminando, gracias a mi despiste e imprudente comportamiento, tropiezo de paso con alguien que se encontraba caminando en dirección contraria a mí. Todo fue confuso por un momento y en realidad me costaba entender lo que había sucedido pero 

Justo ahí...

Al levantar la mirada, pude percatarme de con quién había chocado

Era nada más y nada menos que él

Ese hermoso chico rubio con una atractiva y reluciente sonrisa.

    Quien ahora me miraba fijamente con sus azules ojos puestos en mí y un semblante que reflejaba pena y vergüenza.

    —L-lo lo siento, no estaba prestando atención — Se disculpa rápidamente con la voz entrecortada mientras se apresura a recoger sus cosas del suelo.

    Me agacho rápidamente junto a él emitiendo una risita nerviosa: —No te preocupes— Le aclaro— yo tampoco prestaba atención, estaba mirando mi celular también, no es tu culpa

    Le doy uno de sus libros y al ver que ya los tenía todos en las manos comienza a rebuscar con la mirada a su alrededor, creí comprender lo que estaba pasando y le ayude imitando su gesto.

Me moví de mi anterior posición poniéndome de pie y allí estaba.

    Extendí mi brazo flexionando el tronco para alcanzar el teléfono que solo mostraba el color lila de su funda ya que había caído de pantalla sobre el suelo.

    Recé porque no se hubiese quebrado, ya que después de todo, cualquier daño que pudiese sufrir el teléfono sería culpa mía.

Me preparé para lo peor...

    Pero al girarlo suavemente con el miedo pisándome los talones y ver su pantalla me quedé estupefacta

    Tenía una foto en ella, una foto abierta desde la galería. Pero eso no era lo raro... De hecho  esto no era para nada raro 

Sino el contenido de la foto...

Era una pulsera...

Una pulsera negra con una medallita de un delfín 

    Tardé en reaccionar, pero finalmente logré conectar mis recuerdos a lo inquietante que me resultaba eso...

El chico del hospital tenía una pulsera así

¿Cabía la posibilidad de que fuese Kael?

    — ¿De quién es?— Giro el teléfono hacia él señalando la foto con el dedo— ¿De quién es esta pulsera?

    En un gesto repentino su semblante que anteriormente lucía divertido y sonriente se torna serio y algo triste— Lo siento preciosa, no puedo decírtelo

    Intenta marcharse pasando a mi lado, pero en un gesto rápido y casi imperceptible lo retengo agarrándolo por el antebrazo

    — ¿Es tuya cierto?

    —De verdad que lo siento Violeta, no puedo— Insiste con una expresión algo triste

    —Cómo sabes mi nombre, jamás hemos hablado— Me exalto de repente y suelto mi agarre de su brazo

    —De verdad que no puedo decir nada más, por favor... No preguntes— Realmente me gustaría poder aclarar tus dudas, pero...— Bajó la mirada con los labios apretados en una fina línea— Lo mejor es que no sepas nada, no ahora

    Después de esto no dijo nada más y aprovechando la liberación de mi agarre en su brazo, continuó su camino. 

    Esto me está sacando de quicio, si no era de él, para que tenía una foto de esa pulsera en su mano y que carajos era eso de "no puedo decir nada más"

¿Qué es esto?...

    Una película de suspenso donde él es el asesino serial que se oculta de todos en un pueblo lejano.

    —Qué raro es este chico— Digo algo confundida por lo que acababa de pasar— ¿Que sería eso tan importante que no podía decirme?— Pienso mientras una avalancha de suposiciones revolotea como pájaros sin rumbo por mi cabeza

    — ¿Qué, la pulsera era de su última víctima?— me río un poco en voz alta

El murmullo que comenzó a llenar el pasillo lleno mis oídos y justo ahí fue que me percate de lo que estaba pasando...

    Miro a mi alrededor y por la expresión en el rostro de los demás y sus miradas clavándose en mí como dagas de doble filo, comprendí que quizá mi risa no había sido muy discreta que digamos. Más bien me miran como si estuviese loca.

Que no es nada demasiado lejos de la realidad...

Pero no hace falta que me lo recuerden. 

    Ignorando lo sucedido me recompongo y camino hacia mi salón. Llegando a este simplemente tomo asiento y me quedo estática mirando hacia un punto perdido dentro de él. Necesitaba a Soe, la necesitaba ya, no sé si es solo falta de costumbre, pero los recesos no suelen ser muy divertidos si ella no está.

Unos toques en mi hombro por detrás de mí me hacen dar un pequeño brinquito del susto.

    — Oh, lo siento, no quería asustarte— Un hermoso chico con cabellos negros y muy rizados me sonreía apenado 

Era el, ese chico...

Kevin

    Lucía tan guapo como agradable. Aunque no había tenido antes la oportunidad de interactuar con él, había visto su manera de tratar a los demás y en sí, su manera de ser, por lo que puedo decir que es una persona bastante tranquila y agradable y se podría decir que pudiésemos llegar a ser buenos amigos algún día.

    —No te preocupes, soy muy sorpresiva, pasa siempre— Le aseguro esbozando una sonrisa intentando transmitirle la sinceridad de mis palabras.

—Soy Kevin, bueno... Ya debes saberlo— Hace una mueca tal vez queriendo decir "Oh m****a" y se soba la nuca con una mano— Solo quiera saber si podemos ser amigos —Extiende su mano libre hacia mí mientras que su voz se escucha sumergida en un mar de nervios

    —Claro, no hay problema, yo soy Violeta— Sonrió ampliamente y extiendo mi mano en su dirección y la sujeto firmemente agitándola un par de veces 

Pero justo ahí una punzada acelera mi corazón de golpe...

    Mi mirada inmediatamente se centra en su muñeca. Esto tenía que tratarse de una mala broma.

La pulsera...

Ahí estaba

Tal y como la había visto en la foto

¿Qué es esto,  el día de las coincidencias?

    — ¿Eres tú?, tu eres el chico de la pulsera— Levantó mi mirada y la centro únicamente en sus ojos color miel

    — ¿De qué hablas? —La extrañeza toma lugar en su perplejo rostro

    —La pulsera, estoy segura de que es la misma. Pero... tú, ¿cómo?

    En su rostro se reflejaba una confusión que crecía a medida que las palabras sin sentido que lograba pronunciar salían de mi boca. ¿Realmente no sabía de qué le hablaba, o estaba fingiendo todo?

Si era así, era demasiado bueno...

Porque se podría decir que la expresión en ese rostro era totalmente genuina

    Resopla rodando ligeramente los ojos—  Disculpa Violeta, no puedo seguir con esto 

    Sin darme tiempo a decir algo con respecto a esa extraña respuesta se marchó rápidamente luciendo totalmente frustrado o tal vez... Enojado

¿Se había enojado?

¿Por qué?

¿Por mí...?

...

    —Yo la llevaré  a un hospital, apártense 

    —Tranquila Violeta, estarás bien, no dejaré que te pase nada, no me alejaré de ti una vez más

    —Pueden venir, acaba de despertar

    Muchas frases e imágenes sin sentido ni orden lógico atraviesan mi mente en segundos, provocando que de un brinco despierte. Miré a mi alrededor totalmente confundida, Anastasia y yo nos encontramos en casa viendo una película, pero al parecer debí estar muy cansada porque apenas comenzó  me quedé profundamente dormida.

    Realmente suelo quedarme dormida con facilidad cada vez que veo una película.

Pero esta vez no fue igual a las demás.

Fue raro…

    Tuve un sueño y como podía predecirse, soñé con ese día. Aunque no tengo como explicarlo, no puedo sacar de mi cabeza a ese chico, pero de alguna manera no había pensado en eso desde… bueno desde que esos tres entraron a mi salón, pero ahora digamos que eso no ayudaba mucho, no después de lo que ocurrió con Kael y Kevin ayer en la tarde.

    Una llamada de mi madre interrumpe mis pensamientos y me hace salir de ellos...

Llamada de Jane: 

Jane: ¿cariño como están, que han hecho en estos días que no estamos? 

Violeta: solo hemos ido a la escuela y venido de regreso a casa y justo ahora estamos viendo una película— digo mientras pongo el alta voz para que Ani también escuche 

Anastasia: bueno la estaba viendo yo realmente, porque Violeta se quedó dormida a segundos de comenzar la película 

Mi madre comenzó a reír y pude escuchar al fondo a mi padre hacerlo también 

Río un poco ante su comentario, pero lo recuerdo...

Tenía que preguntarle algo a mi madre y no podía pasar de esta llamada.

Violeta: mamá, ¿recuerdas al chico que me llevó al hospital el día que me desmayé? —Anastasia me mira con cara de ¿En serio? 

Sí, por muy extraño que parezca, le cuento todo a mi hermana por lo que ya tiene conocimiento de que desde ese día no dejo de pensar en eso, bueno… en él. 

¿Qué puedo decir?... Somos prácticamente la misma persona.

Somos una...

Por separado no funcionamos bien

    Y bueno digamos que aunque resulte ser una muestra de amor y de confianza increíblemente grande, algunas veces resultaba ser mala idea…

Algunas veces…

Como ahora

Jane: ¿si cariño porque lo dices? 

Anastasia: Porque.... 

    Lanzo uno de los cojines del sofá directamente hacia la cara de Anastasia impidiendo que alguna palabra que pudiese perjudicarme, saliese de su boca

Violeta: ¿por casualidad lo conoces?— intervengo rápidamente

Jane: por supuesto que sí cariño, está estudiando en vuestra universidad, entró junto a los alumnos de intercambio. ¿No lo conoces? Es hijo de una familia que va a ver las obras de la academia muy a menudo 

Violeta: ¿Qué, de que hablas? 

Jane: Que raro, me había dicho que era tu amigo, ¿cómo es que no lo has visto aún en la escuela? 

Violeta: No puede ver su rostro ese día, mi vista estaba completamente borrosa, pero… tal vez si me dices en que especialidad va, de seguro lo encontraré

Jane: No estoy segura si en Derecho, Cosmetología o Comunicaciones, esas fueron las especialidades que aceptaron a los alumnos de intercambio. Hijas las dejo debo trabajar, las amo 

Violeta y Anastasia: adiós— Gritamos sincronizadas como si estuviera planeado

Fin de la llamada...

    Me quedé anonadada después de deslizar mi dedo sobre la pantalla y ponerle fin a la llamada y luego miré hacia Anastasia con la boca abierta. 

    Anastasia me devuelve la mirada y se ríe desvergonzadamente: —Solo deja de pensar en eso— Dijo mientras volvía a poner la película subiendo sus pies sobre la mesita que teníamos frente al sofá

    —Solo es que hay un pequeño detalle— Agrego— No puedooooo— Grito alargando la "O" y salto sobre el sofá como si estuviese loca

    Anastasia regresa su mirada del televisor hacia mí y comienza a reír, esta vez más suave: —Mira el lado bueno, podría estar en cualquiera de nuestras carreras. Si lo veo te aviso— ríe divertida

    Solo había un problema, Anastasia aún no sabía lo de Kael ni lo de Kevin, ni siquiera le había hablado de ellos desde que llegaron a mi salón. Mi cabeza está tan aturdida en estos día que prácticamente no he tenido tiempo de hablar de casi nada con ella.

Y en cuanto al chico...

Quizás ya tenía una noción de quien podía ser pero realmente no tenía ni idea.

No ahora, necesitaba más tiempo.

Más tiempo para entender que es toda esta locura.

    Le lanzo una mirada de muerte a mi hermana como último gesto de defensa, me tranquilizo y subo por las brillantes escaleras de mármol recién reformadas hacia mi habitación, me doy una ducha y me acuesto en la cama hasta que logro dormirme.

Esto me va a volver loca

A menos si sigo así lo hará

Necesito desconectar, necesitó tratar de no pensar tanto en él, al menos por un tiempo...

    A penas abrí mis ojos involuntariamente ya que la luz del sol me había despertado —como siempre— me giré y ahí estaba Anastasia agachada al lado de mi cama mirándome de cerca. 

    — ¡Ahh! ¿Qué haces aquí?— Pegué un grito del susto sentándome de golpe

Anastasia se levanta del suelo riendo aún en pijama y se cruza de brazos: —Levántate de la cama y prepárate ya, el desayuno está listo

    — ¿Por qué siempre tienes que ser como una alarma, te parece gracioso?— Me froto los ojos abandonado la cama— Un día matarás a tu querida hermana favorita de un infarto— Hago un puchero intentando dar la imagen de alguien triste mientras me masajeo el pecho con una mano.

Anastasia ríe y abandona la habitación. Tras verme sola tomo camino hacia el cuarto de baño.

    Tras una ducha matutina conseguí quitarme el adormecimiento que aún tenía, salí del baño y acto seguido abrí mi armario para tomar la ropa que ya había separado desde la anterior noche.

    Me introduje en unos pantalones cortos de mezclilla que iban perfectamente con el pulóver amarillo que decidí usar y mis botas color marrón cenizo, las que de hecho... No usaba desde hace un tiempo. Después de vestirme y peinarme bajo hacia el comedor para desayunar.

    Estando ahí le doy los buenos días a la nana y a Anastasia quien vestía con una falda corte de lápiz de mezclilla que le llegaba hasta la mitad de los muslos, una blusa color mostaza y unas botas negras de tacón alto.

Nuevamente...

Me quedo parada en el marco de la puerta con asombro.

    — ¿Cómo es posible que siempre te vistas de el mismo color que yo, me espías acaso?—Digo caminando hacia ella para luego sentarme en la mesa 

    —No sé, simplemente es casualidad, tenemos la misma cara ¿qué hay de malo en que nuestros vestuarios sean parecidos? 

   —Nada— Me encojo de hombros— solo que si nuestro cabello no fuera totalmente diferente pensarían que somos la misma— Digo riendo un poco 

    —Si quizá más de uno nos confundiría— Se encogió de hombros y rio 

    Uno por uno, y sin ánimo alguno voy recogiendo mis libros para llevarlos a mi casillero ya que la clase había terminado y no los necesitaría para nada. 

    Justo en ese momento —como si se tratase de una jodida película romántica en las que pasan todo tipo de clichés estúpidos— a Max se le cae uno y ya que se encontraba a mi lado, cayó cerca de mí así que me agacho, por pura educación y, me dispongo a dárselo.

    Realmente esperé que ocurriese algo así como la típica escena de los chicos que se tocan las manos intentando agarrar el mismo objeto.

Pero no...

Lo que sucedido después voló mi imaginación.

    Al ponerme nuevamente de pie me encontré frente a frente a los tres chicos más guapos de todo el Black Golden University.

Max

Kael

Y...

Kevin

    Sin ninguna explicación lógica me puse exageradamente nerviosa lo que provocó que retrocediese abruptamente y colapsara tras tropezar con una de las mesas que se encontraban a mis espaldas.

Esto no era un estúpido cliché de una película de amor, era una pesadilla, era la peor de todas.

   Antes de que pudiese darme cuenta tenía nuevamente cara a cara a esos tres dioses del olimpo, pero esta vez extendiéndome su mano, brindándome ayuda...

Brindándome su apoyo

Tres rostros que esbozaban las más hermosas, y a la par, más distintas sonrisas del mundo.

    La de Kael le daba un aire muy sexy y atractivo, como del típico pícaro que va de flor en flor

    La de Kevin solo reflejaba la transparencia de su alma y lo inocente que podía llegar a ser, casi tan inocente como un niño pequeño.

Pero la de Max... 

    La de Max era realmente única. Una sonrisa algo fría, casi imperceptible y que en cierto momento se podría decir que... lucía falsa.

    Por una parte estaba ante los chicos más guapos que había visto en toda mi vida y por otra, me encontraba frente a esos tres seres —genéticamente perfectos sin ninguna explicación lógica— que me causaban una curiosidad incontrolable

    Cada uno era diferente con respecto a los otros, pero todos reunían características que me llevaban a conectarlos con un solo hecho.

Ese día...

Kael, tenía la foto

Kevin, la pulsera

Y Max...

Max no tenía nada, ¿qué tenía que ver él en todo esto?

Voy a enloquecer lo juro...

Lo haré!!!

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