Capítulo 1

¿Y tú quién eres? ...

¿A caso te conozco?

    Maldije mi existencia en el preciso momento en que el reloj marcó las 7:00 de la mañana y los molestos rayos de luz solar irrumpieron en mi habitación, cortando de raíz el plácido sueño en que me veía inmersa. Al menos hasta hace unos segundos…

    Me debatía entre morir, despertar o seguir durmiendo, pero de repente —en tan solo un segundo— se creó una cadena de infortunios sin fin.

    El sonido del reloj despertador que yacía sobre la mesita de noche, retumbaba dentro de la habitación casi al punto de colmar mi paciencia, pero por alguna casualidad impredecible de la vida, el botón para desactivarlo, se había descompuesto; como por arte de magia mi segunda alarma— esta vez la del celular— se une a la serenata mañanera que la vida me estaba obsequiando y en el intento de apagarla, el celular se escurre de mis manos, cual jabón, por fuera de la cama, terminando en algún punto bajo ella. 

    En menos de lo que pude darme cuenta tenía el caos más grande de mi vida dentro de mi propia habitación:

1. Dos alarmas sonando a la vez de forma muy molesta

2. Un rayo de sol, el triple de molesto, quemándome uno de los brazos

Y por último...

3. Las peores ganas de vivir que existían.  

    Mi cerebro se bloqueó por unos segundos ignorando todo lo que sucedía a su alrededor mientras que mi cuerpo se encontraba postrado sobre la cama con los brazos extendidos a los lados formando una cruz y el rostro totalmente inexpresivo. 

    Tardé unos segundos en reaccionar, pero lo hice:

    —Genial, no hay nada mejor que despertarse y tener un rayo de sol pegándote en la cara y dos alarmas reventándote la cabeza—. Digo de forma sarcástica obstruyendo con la mano el paso de los rayos de sol hacia mis ojos.

     Suavemente me senté sobre la cama, mostrando una calma envidiable y tomé el despertador entre mis manos, lo miré por todos lados confirmando que efectivamente no se apagaba, me levanté lentamente, lo observé una vez más y sin pensarlo de nuevo, los estampé contra el piso, destrozándolo en cuantos pedazos me fue posible. Algo efectivo, ya que no sonó después de eso.

Bueno...

No creo que vaya a sonar nunca más después de eso

    Sin emitir reacción alguna por mi reciente acción, rodeo la cama y me hinco de rodillas en el suelo para rebuscar con el brazo bajo ella.

    —Aquí estás — Deslicé el dedo por la pantalla de mi celular aún en mi posición anterior, con suma tranquilidad.

Tras esto... Me pongo en pie colmando la paciencia que había sostenido:

    —Ahhhhg!!!!— Lanzó un repentino grito que logra quitarme un gran peso de encima

    —Y tu anda que también, ¿vida, qué te hice para que me castigues de este modo, por qué no puede amanecer un solo día con el cielo nublado, tanto le cuesta al sol un día estar cansado y decirles a las nubes que lo cubran un rato para dormir?—. Mi voz se escucha en el extremo sobre-actuada intentando dar la imagen de alguien que sufre.

Aunque en realidad lo hacía…

Sufría mucho.

    Como si tuviese sentido alguno le grito a la ventana con la vaga intención de que me fuese a responder, ¿estúpido verdad?, pero común... al menos en mí caso. Fue justo ahí cuando me doy vuelta sobre mis pies y observo a Anastasia parada estática cual piedra mirándome como si tuviese monos en la cara o estuviese loca, que no es algo nuevo, prácticamente lo piensa desde que nacimos, digamos que yo no soy la más "normal" de las dos. Y claramente con lo que acabo de hacer, lo dejé lo suficientemente claro

    —Mamá me envió a por ti, ya el desayuno está listo, baja cuando estés lista, rápido—. Agrega de repente con el semblante agravado— O se nos hará tarde— señaló con una mano a la puerta detrás de ella 

    —Ahhhhg— Un gruñido escapa de mi boca como protesta— Fuimos ayer, igual lo hicimos la semana pasada y la anterior a esa, ¿por qué debemos ir hoy otra vez? — dejo caer mi cuerpo hacia atrás sobre la cama y lo cubro hasta la cabeza con el edredón dejando un agujero en una de las esquinas por el que podía observar a mi hermana.

     — Emmm… no lo sé— Se encoge de hombros —Yo simplemente tiro la toalla contigo, no entiendo tu repentino odio por la escuela, más bien deberías darte prisa o se nos hará tarde realmente— Se cruzó de brazos y luego abandonó la habitación cerrando la puerta tras de ella, dando un ligero portazo. 

    La verdad es que sí había una razón para ese "repentino odio", como Ani decidió llamarle. Ya ha pasado una semana desde mi desmayo y aún sigo pensando en aquel chico, preguntándome quién será o por qué me ayudó, esa es la verdadera causa de mi desinterés en la escuela, aunque no suene lo suficientemente creíble. Por más que intento sacarlo de mi cabeza, no puedo, concentrarme en mis clases es imposible, y sin desearlo, me surge esa curiosidad que no puedo controlar.

Y por encima de todo...

    Para empeorar la situación ya más de lo que estaba, aun habiendo pasado ya una semana de lo que sucedió, continuaban las noticias y chismes por las redes sociales, las culpables de que mi vida en cualquier sitio sea un total asco. Desde lo ocurrido, los profesores de la universidad solo se la han pasado obligándome a tragar hasta la última pisca de mis meriendas y prohibiéndome hacer cualquier esfuerzo físico, lo que de hecho, no me molesta en lo absoluto ya que no me veo obligada a hacer deporte. 

Sí, ya saben...

La pereza y sus cosas 

Pero, da igual...

Me desmayé solamente, no estoy embarazada estúpidos!!!

    Salgo de mis pensamientos, dándome cuenta de que me había sentado inconscientemente, me levanto de la cama y tomo camino hacia el baño. Tras salir de este envuelta en una toalla, la dejo caer al suelo y luego me coloqué la ropa interior. Parada en frente del armario, rebusco con mis manos entre las perchas y cajones de su interior pretendiendo encontrar algo que ponerme, hasta que finalmente me decido. Me introduzco en los jeans blancos con las rodilleras raspadas que había elegido junto a un pulóver rosa pastel sin ningún letrero o marca en su parte delantera, camino en dirección a la cama para tomar unos vans negros que yacían junto a ella y a penas termino de cepillarme el cabello, bajo a toda velocidad por las escaleras que daban al primer piso, dirigiéndome hacia el comedor. 

Allí...

    Mi hermana y mi madre hablaban mientras compartían sonrisas de una a la otra, como siempre, y para no perder las costumbres... 

    El factor número dos: mi padre no estaba en casa ya que hace tres días se fue en un viaje de negocios hacia Canadá. Lo que no era nada nuevo, el prácticamente nunca estaba en casa, bueno… ninguno de los dos. Mañana en la mañana mi madre tendría que viajar para encontrase con él allí, ya que los dos son abogados y trabajan para el mismo bufete en conjunto. 

Ya saben…

    Wade y Jane, la pareja perfecta, buenos abogados y los padres de dos hijas que criaron a la perfección, “Las mejores hijas del mundo”. Viajes, lujos, una casa hermosa, un trabajo fructífero y una familia que se ama.

Al menos ellos quieren dar a entender eso.

Así queee.... 

Por estúpido que parezca

    A partir de mañana nos quedaremos una semana con la nana que cuidó de nosotras desde que éramos unas niñas. Aunque tenemos suficiente edad para quedarnos solas, nuestra madre no le agrada la idea de que no haya nadie a nuestro cuidado así que decide ponernos bajo vigilancia o "protección", como ella suele llamarle.

    Al adentrarme en el comedor tomo asiento en la mesa junto a mi hermana y la observo con una tenue expresión de asombro en el rostro. Anastasia llevaba puesto un vestido rosa pastel que le llegaba a las rodillas combinado con unas zapatillas blancas de tacón bajo. La verdad tenemos gustos de ropa totalmente adversos, pero de alguna manera siempre escogemos la ropa del mismo color, algo que después de tantos años de vida a su lado, no logro comprender. 

    —Me miras como si nunca hubieses usado esta ropa— Me dice sin mirarme, mientras introduce sin apuro un pedazo de fresa cortada en su boca 

    —No es precisamente porque nunca la hubiese usado, pero apartando de lado la ropa, sigo sin entender cómo puedes permanecer sobre esos tacones todo el día. ¿A veces no te apetece usar algo, no sé... más cómodo?— Hago un intervalo entre ambas frases usando un tono sugerente. Vierto la leche saborizada en mi vaso

     La risita de mi madre —quien bebía a pequeños sorbos su taza de café— interrumpe el ambiente, pero ninguna de nosotras la mira, haciendo caso omiso a su imprudencia.

    —Es solo cuestión de gusto— Se encoge de hombros nuevamente. Al parecer esa es su expresión favorita

    —Bueno, como quieras, date prisa o me iré sin ti— Termino mi vaso de leche y me pongo en pie alejándome de la mesa. Anastasia se levanta e imitando mi gesto, va tras de mí

    — Ah... por cierto mamá, necesito otro despertador—. Me giro para regalarle una rápida sonrisa sin mostrar los dientes y continúo mi camino.

    Al pasar la verja principal nos adentramos en el auto y el chofer procedió a conducir hasta la universidad. En el trayecto no hubo nada raro, nada especial, nada nuevo, solo observaba por la ventana las mismas cosas que veía cada día, así que el paseo no podría considerarse como el mejor de mi vida... claramente.  

    Justo al llegar a nuestro destino final — y no el de la peli, aunque si bien podría parecerse— bajamos del auto. Anastasia se fue por su camino, tras despedirnos con un fuerte abrazo —quién sabe a dónde— y yo me dirigí hacia el lugar donde Soe esperaba por mí. 

    —Hola Soe— Digo al llegar abrazándola con fuerza mientras nos zarandeábamos la una a la otra

    —Holi Violeta!!!— Me saluda usando sus característicos diminutivos— ¿Ya estás al tanto de la última noticia que está circulando? —Inquirió como si se tratase de algo que realmente fuese a importarme.

Aunque que eso pase...

Digamos que no es algo muy común

    Toma mis manos entre las suyas mientras da pequeños saltitos—: Hoy se incorporan nuevos alumnos de intercambio— Un tono algo pícaro deambula sobre sus palabras mientras se contonea suavemente con los hombros.

    —Oh...— Dije poco asombrada— ¿Se supone que me tengo que emocionar?

La verdad es que no me agrada mucho el hecho de conocer gente nueva, no me siento cómoda socializando, ni siquiera sé cómo se hacerlo de hecho…

    —Vamos Violeta, no seas aburrida— Rueda los ojos resoplando como protesta — Vendrán muchos chicos guapos y...— Sube y baja la cejas repetidas veces, esbozando una pícara sonrisa con los labios pegados

    —Yyyyy...?— Inquirí alargando la palabra, mientras ladeaba un poco la cabeza levantando mis cejas suavemente para que luego volviesen a su sitio

    —Por fin podrás tener un novio real!!!— Se exalta de repente reforzando su agarre en mis manos mientras me da una mirada de "madre orgullosa", con las cejas arrugadas y los labios apretados en una delgada línea siseando suavemente con la cabeza. Finge un exagerado tono de orgullo para, por último, secar una lágrima falsa bajo su ojo y decir—: ¡Finalmente podrás dejar de ser virgen!— Agrega finalmente con un tono divertido

    — ¿Podrías ser seria alguna vez en tu vida?— Abofeteo su mano frunciendo el ceño para luego cruzar mis brazos

    —Pudiese... pero no quiero— Se sincera ante mí intentando contener la risa mientras niega rápidamente con la cabeza

Un segundo de silencio.

Literal...

Eso fue lo que duró, un segundo

    Mi mente reaccionó mucho más tiempo después de lo que esperaba.  ¿Había dicho " novio real"?

Sí Violetita, sí lo dijo

    —Y mis novios han sido reales, que conste— Agrego de la nada defendiéndome de su anterior comentario.

    —Sí, solo que de manita sudada— Soe comienza a reír a carcajadas desvergonzadamente.

    Para ser sinceros, soy pacifista pero si en lugar de Soe fuese otra persona hace ya exactamente 2 minutos que tuviese la nariz rota por estarse burlando de mí, pero que puedo decir...

¿Quién se enojaría con ella?

¿Es una perra desconsiderada?, sí… pero es mi perra desconsiderada, así la amo 

    Esa de ahí es Soe, mi mejor y creo que única amiga. Soe ha estado a mi lado prácticamente toda mi vida, nos conocimos en un parque infantil cuando teníamos cerca de 4 años y resultó ser hija de una antigua clienta de la “Exitosa Abogada Jane Becker”, con la que parecía tener muy buena relación en ese entonces, aunque en la actualidad ya no sea así. Soe y yo conectamos increíblemente aquél día, era como si nos conociésemos de otra vida y estuviéramos destinadas a encontrarnos en ese momento y, desde entonces, ha sido como otra hermana para mí, como otra parte de mí y no sabría que fuese de mi vida si no estaba en ella.

     Antes de que pudiese decir algo más con lo que defenderme, se escuchó una voz femenina llamar a Soe desde el interior de su auto acompañado con el sonido de la bocina. 

Se escuchaba seria y demandante, ante lo que Soe respondió:

    —Ya voy madre!!!— Gritó Soe

    — ¿Qué pasa, tienes que irte?— Pregunto con cara de asombro alternando la mirada entre ella y el auto estacionado del otro lado de la verja

    —Sí —Una mueca de aflicción se dibuja en su rostro— Solo vine al colegio por un segundo, necesitaba avisar de que tendré que viajar por unos días a Tennessee, así que me ausentaré por un tiempo. Ya sabes... mis abuelos—  Agrega rodando los ojos

   —Bueno, nos veremos cuando regreses, supongo— Me encojo de hombros en un movimiento único, con los labios apretados en una fina línea— No olvides llamarme todos los días— Sonrío con los labios cerrados. La abrazo fuertemente sacudiéndola de un lugar a otro. 

    Se separa de mí aun con sus brazos rodeando mi cintura—: No olvides contarme cada detalle de lo que pase 

    — ¿A qué te refieres?— Ladeo la cabeza, frunciendo el ceño con una expresión de extrañeza en el rostro. Confundida 

¿Qué se supone que quiso decir?

—Ya sabes, si conoces a alguien—. Y ahí estaba esa pervertida sonrisa de siempre

¿Qué esperaba, que me ligase a un chico no más entrase por la puerta?

Realmente está mal

Muy mal…

    Una sonrisa de labios pegados se dibuja en mi rostro mientras niego suavemente con la cabeza—: Realmente estas muy mal, busca ayuda

    —Lo sé—. Me da una dulce sonrisa de vuelta 

Posteriormente desenvuelve sus manos de mi cintura y se retira en dirección a la salida, contoneándose mientras camina sin dificultad sobre esos enormes tacones blancos. 

    —Y ahí se fue la única esperanza de vida que me quedaba en este letárgico lugar— Dejo escapar de mis labios en voz alta, esbozando una sonrisa con tristeza. 

    Al verme completamente sola abandono el patio del colegio y agarro mi camino hacia el pasillo de los casilleros ya que necesitaba deshacerme de algunos libros que llevaba de más, libros que de hecho no tenía idea de por qué los traía conmigo. Justo al llegar mis ojos se ensanchan de golpe, no podía creer lo que estaba contemplando ante ellos.

Un chico...

Un chico forcejeando mi locker

Un chico, que de hecho, lucía muy guapo

    Se veía agitado y aunque estaba de espaldas a mí esto era fácil de percibir debido al movimiento ascendente y descendente de su espalda. Maniobraba movimientos desesperados, al parecer en un intento de abrir la puerta del locker. Su cabello de un tono castaño empolvado le caía hacia delante mientras que la parte trasera y las laterales de su cabeza estaban rapadas. Era de buena estatura, mayor a 1.85 quizá. Realmente se podría decir que llegaba a parecer incluso intimidante. 

    Podría jurar que nuca lo había visto en el colegio, no al menos que yo recordase, pero... ¿A quién quiero engañar?, este lugar es realmente inmenso, no hay manera de que conozca a todos y cada uno de los que estudian en él.

    —Eh tú!!!— Lanzo un grito e inmediatamente el chico se aparta del locker que me pertenecía, exaltándose ligeramente

¿Qué pasa, te asusté ladrón?

    — ¿Y tú quién eres? Ese es mi casillero por si no lo has notado— Digo apuntando en dirección del casillero

    —Oh... lo siento, no sabía que era tuyo— Levanta las manos en señal de rendimiento. 

Jumjum

Y aquí iba mi perspicaz observación de siempre...

    Su pecho subía y bajaba continuamente en un movimiento acelerado, al parecer había estado intentando abrirlo durante mucho tiempo, y por otra parte...

Sus labios entreabiertos

    Ese cabello en un término entre rizo y lacio —que de forma muy alocada caía sobre su frente— impregnado con un poco de sudor en las puntas…

Y su expresión exhausta, solo daban a entender algo:

¡¡¡WARNING!!!

Este chico es demasiado guapo

    Demasiado en comparación con lo que mis ojos pueden soportar y he de admitir, que su belleza está totalmente a la par de su físico.

Porque lo de que está como un turrón no se deja de lado tampoco.

Ignoro mis pensamientos y arremeto contra él:

    —Sí… claro, ahora resulta que no conoces la escuela, anda ya!!!— Grito insultada y me acerco al locker, lanzando una mirada de muerte hacia el chico parado a mi lado

    —Escucha, en realidad no sabía que era tuyo— Se defiende sonando realmente arrepentido

    Respiro fuertemente intentando tranquilizarme mientras comienzo a trasladar los libros de la mochila hacia el locker. Me quedo un tiempo en silencio— Mira...— Me giro sobre mis pies en su dirección colocando la mochila sobre mi hombro— No tengo nada en tu contra, ni siquiera te conozco— Agrego— Solo... aléjate de mis cosas, ¿sí?— ladeo la cabeza esbozando una mueca de reproche.

Ruedo los ojos y comienzo a caminar lejos de él:

    —Solo…

Intenta decir algo en su defensa pero mis palabras se lo impiden:

    —Ah...— Me giro nuevamente en su dirección, deteniéndome a medio camino— Para la próxima, fíjate mejor— Señalo con el dedo en dirección a la etiqueta pegada en la esquina del casillero, la misma que tenían todos con los nombres de sus respectivos dueños y finalmente continúo mi camino.

    No acabaré de entender por qué, pero el destino se empeñaba en poner situaciones sin pies ni cabeza en mi vida, era como si alguien ahí arriba se mofara de mi existencia, interponiendo en mi camino cualquier estupidez que se le ocurriese para impedir que viva con normalidad.

    Al salir voluntariamente de mis pensamientos me percato de que ya me encontraba en el interior del salón. Un poco desajustada por lo ocurrido recientemente, tomo asiento en mi lugar observando todo a mi alrededor. El salón estaba vacío, lo que significaba que la campana no había sonado aun, así que solo podía esperar. En un intento de evadir el aburrimiento y emplear el tiempo en algo que me distrajera, agarro mi teléfono y reproduzco una de las primeras canciones de mi playlist. Con tan solo unos segundos fue suficiente para reconocerla.

Talking to the Moon de Bruno Mars— Leo en la pantalla de mi celular 

    Amo esa canción, siempre que estoy triste o estresada suelo escucharla. Realmente me relaja y, aunque no entiendo aun el porqué, es mi canción favorita, con eso es suficiente...

    Al pasar unos minutos tras sonar la campana que indicaba el comienzo del primer turno, el salón comienza a llenarse de estudiantes y después de encontrarse este completamente lleno, la maestra se hizo presente en él 

    —Tomen asiento por favor— Anuncia aquella alta mujer de cabellos rubios, mientras acomoda sus cosas sobre la mesa— Necesitó dar una información importante.

Después de unos segundos el murmullo consiguió dispersarse por completo y entonces finalmente comenzó a hablar:

    —Como ya muchos deben estar enterados, hoy se incorporarán nuevos alumnos de intercambio a los diferentes salones de esta universidad— Habla mientras camina de un lado a otro con las manos entrelazadas por detrás de ella, haciendo resonar sus tacones sobre el suelo de mármol—  Por tanto, este salón fue elegido como uno de ellos, así que agradecería que le diesen la bienvenida a sus nuevos compañeros.

    —Adelante— Hace una señal en dirección a la puerta con una de sus manos.

Y zas!!!

    Como por arte de magia un joven muy guapo de cenizos cabellos rubios y de una intimidante estatura se hizo presente dentro del salón, seguido de dos más que no se quedaban detrás en cuanto a valoración estética.

    —Hola, encantado de conocerlos, mi nombre es Kael O'conell. Me gusta tener muchos amigos, por tanto, no rechazo a quien se acerque a mí para serlo— Lanza una sonrisa que deja a la vista sus resplandecientes, perfectos y blancos dientes, provocando el cuchicheo entre las chicas

    —Yo soy Kevin Mackenzie— Interviene el chico a su lado— No soy de tener muchos amigos, pero con gusto me encantaría conocerlos— Dice el segundo dando una cálida sonrisa con la labios pegados.

    — Mi nombre es Max Stewart y con eso tienen suficiente información— Tanto los estudiantes como la profesora se quedaron estupefactos ante la presentación del ultimo, pero parecieron pasarlo por alto demasiado rápido ya que los comentarios llenaron el salón cubriendo el espeso silencio bajo el que había quedado.

    Era cierto lo que decía Soe, supuso que vendrían chicos muy guapos y realmente lo han hecho. Estábamos frente a tres dioses del olimpo, seres con los que solamente podías soñar y el clásico chico popular que toda chica quiere tener.

Toda chica...

Menos yo.

Los tres tenían una estatura bastante idéntica y a la par intimidante. 

    El primero tenía el cabello rubio, un poco voluptuoso y algo largo y desordenado, el rostro con algunas pecas y los ojos en un color azul verdoso. 

    El segundo, dejaba a la vista un cabello todo enrulado de un color negro azabache, algunos tatuajes en los brazos y unos ojos de un color miel algo peculiar. 

Por otra parte, el tercero...

Espera...

Es...

Oh no!!!

Esto tenía que tratarse de una m*****a broma

    ¿Por qué de tantas personas que existen en este universo, justamente tenía que ser él, por qué él?

¿Qué tipo de castigo es este...

Y qué demonios hice para merecerlo?

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