La máquin de Robert Griffin

1

De los peores lugares para dormir existe uno en particular ubicado en las celdas de Auxilio Judicial, centro policial de investigación y detención en Managua, lugar donde se encontraba Peralta desde hacía doce horas.  El bochorno tropical, y la pestilencia del excusado en una esquina lo tenían mareado, y a punto de vomitar. Lo último que recordaba fue el golpe que le dio un policía por hacer un alboroto en la discoteca El caramanchel. Peralta era de los borrachos bochincheros, es decir, tomaba en exceso para luego buscar pleitos con cualquiera. Era un hombre que tenía apariencia de galgo corredor, y sí que corría cuando tocaba hacerlo. Pero esta vez no pudo escapar, y tuvieron que encerrarlo para que se le calmara el guaro. A las tres de la tarde, uno de los guardias oficiales se acercó a la celda donde se encontraba Peralta.

            -¡José Andrés Peralta Castillo!

            -¡Aquí!- Y Peralta se incorporó de la cama de madera, y caminó hacia la puerta con la esperanza de salir. El guardia oficial abrió la puerta, y le dijo a Peralta que tomara su ropa, la cual yacía en el suelo: el pantalón, la camisa, y las zapatillas Nike.

            -Uss… hombre, que apestas a níspero. Dale caminá, y te me vas, espero que esta sea la última vez que te vemos por aquí.

            Peralta tomó su ropa, se vistió. Al salir de la mazmorra oscura, le dio el sol en el rostro, empezó a saborear la libertad, y deseaba darse una ducha.

            -Jefe ¿y mis pertenencias?

            -Aquí están: cartera, reloj plateado, y celular. Firme aquí.

            Peralta tomó sus cosas, y firmó el documento. Caminó hacia la salida, y al llegar a la pista de la Avenida Bolívar, detuvo un taxi.        

            -Calle principal de Altamira

            El taxista no pudo contenerse al hedor de Peralta, y de la guantera extrajo un lata de spray aromatizante con olor a bosque, y roció en la cabina trasera para disipar la pestilencia a alcohol, orines, y vómito.

            Cuando por fin el taxi llegó a la Calle principal de Altamira, Peralta se bajó, y caminó hasta la puerta de su casa. Buscó las llaves que había dejado en el arbusto, y abrió el candado. Al llegar a su cuarto, lo primero que hizo fue conectar el cargador al celular, después abrió la mesita de noche en busca de cigarros, encendió uno, se acercó a la ventana, abrió las cortinas, y no vio nada sospechoso. Terminó de fumar el cigarro, y se quitó la ropa para darse una ducha.

            El celular empezó a sonar a eso de las cuatro y media, y Peralta salió del baño en toalla para atender la llamada.            

            -Dígame

            -¿Detective Peralta?

            -Él habla ¿en qué le puedo ayudar?

            -Le hablo de parte Robert Griffin, y necesito de sus servicios, venga al café ubicado en la primera entrada de la residencial Las colinas, a eso de las seis de la tarde

            -¿Hoy mismo?

            -Hoy mismo, es urgente

            -Está bien, nos vemos ahí

            Peralta colgó, y encendió un cigarro. Tenía ganas de un trago de ron, así que fue a la nevera, tomó un poco de hielo en un vaso de vidrio, y se sirvió ron añejado de siete años.

                        Abrió el portón principal, y entró al auto. Cerró el portón y puso el candado. Volvió al Corolla, y empezó a conducir hasta el punto de reunión, el cual estaba a diez minutos de su casa.

            Estacionó el Corolla, y marcó el número del que había recibido la llamada.

            -Aló

            -Aló, si, dígame

            -Habla el detective Peralta, estoy aquí en el café

            -Hola, hola, sí, yo también estoy en el café, venga a las mesas de afuera

            Peralta salió del auto, caminó hacia las mesas, y vio a un viejito sentado, pensó que se trataba del cliente, y mientras daba unos pasos, sintió una palma en su hombro izquierdo.

            -Disculpe

            Era una mesera que al parecer tenía prisa. Peralta continuó su camino, y se acercó al viejito.

            -¿Me puedo sentar?          

            -¿Quién es usted?

            -Soy el detective Peralta

            -¿Quién?

            -El detective Peralta

            Una señora con cabello en forma de espuma de caramelo se acercó y ayudó a levantarse al viejito.

            -Venga, síganos

            Peralta siguió a la pareja de ancianos hasta un Mercedes Benz color negro. Le indicaron que entrara, y Peralta abordó el auto.

            -¿Cómo ha estado detective?

            -Pues, más o menos, varios casos a la vez

            -Le voy a contar una historia, hace unos años, mi patrón se acostó con una de sus mucamas, al parecer, esa muchacha tuvo un embarazo, y pues, naturalmente, la criatura creció. Como sabrá, o no sé si sabe, supongo que lo debe saber, hace unos días asesinaron a mi patrón en su mansión. En primer lugar, dejó una herencia para la única hija que tuvo, y esta niña se llama Elisa Bonilla, así que tiene dos tareas. Tarea número uno: encontrar a esta niña. Tarea número dos: investigar quien asesinó a mi patrón. Sé que usted es un hombre apasionado, o eso fue lo que me dijeron cuando lo recomendaron, pero también la plata es necesaria para cumplir esta tarea, por ahora le doy dos mil dólares para viáticos. La mitad se le dará cuando haya encontrado a la niña, y la última parte cuando resuelva el caso del asesinato de mi patrón. Bueno, eso es todo por ahora ¿Alguna pregunta?

            -Dos mil dólares es muy poco para iniciar este trabajo, y todavía no me ha dicho cuánto es la mitad por la primera tarea y la segunda

            -Esperaba que dijera eso, y me aseguré de una buena suma, en total son cien mil dólares, cincuenta y cincuenta, si solo logra cumplir una tarea o se niega a cumplir la segunda, aunque dudo que sea así, pero por si acaso, recibirá la mitad del primer pago. En cuanto a los viáticos, tome cinco mil dólares

            El viejo le dio un sobre que contenía el dinero de los viáticos.

            -Me parece justo su propuesta, pero…

            -¿Va a rechazar este trabajo?

            -No, para nada, voy a aceptarlo, solo que necesito un acompañante, y me parecía necesario comunicárselo

            -Usted haga lo que sea necesario para cumplir con el trabajo. Ahora salga del auto, en una semana lo llamo para ver en qué ha avanzado

            Peralta salió del auto, pensó que la suma de dinero que le había ofrecido el viejo era bastante considerable, en especial porque se trataba de un caso difícil, y además porque debía pagarle a Rigoberto, por acompañarlo en las investigaciones.

2

«Asesinato de ciudadano americano» “ve que jodido, no había leído esto” pensó Peralta. «Estrangulan en casa de habitación a Robert Griffin» “Vamos a leer esta vaina”.

            El ciudadano americano, Robert Griffin, quien toda su vida se dedicó a la elaboración de textiles en Managua, fue acribillado en su casa de habitación. El Departamento de Homicidios todavía no esclarece el caso, al parecer, las pistas son insuficientes debido a que las cámaras fueron desconectadas, pero están en proceso de revisión. Es lo que por el momento se tiene como punto de partida.. Antonio Vargas, la segunda mano de Griffin, dio una entrevista a este diario para ayudar con el caso

            “¿Cómo se dio cuenta del asesinato del señor Griffin?”

            “Pues, a mí me llamó la policía luego que liberaran a una de las señoras encargadas de la casa, que estaba amarrada. Me movilicé hacia el lugar, y tuve que ver aquel horrible escenario, donde al parecer se metieron unos bandidos a la casa, primero amenazaron al guardia de seguridad, y luego lograron desconectar todas las cámaras”

            El señor Antonio Vargas no solo perdió a su jefe, también a un entrañable amigo, las investigaciones continúan y…

            “Esto fue de hace dos semanas” pensó Peralta.

            -¿Qué pensás de las declaraciones de don Antonio?

            -Jefe, yo digo que ese señor tiene algo que ver con el asesinato

            -No tendría sentido contratarme para que descubra que él asesinó a su jefe      -¿Será posible que se trate de delincuentes comunes?

            -A como le digo jefe, fueron contratados por un autor intelectual

            Jorge se levantó del sofá, y fue a la cocina en busca del ron, y volvió con un vaso repleto de hielo. Eran las diez de la noche, Peralta llevaba muchos casos a la vez, algunos más sencillos que otros. Peralta vio todos los ángulos de las cámaras, lo primero que observó fue el arma que llevaban los bandidos, se trataba de un AK, hasta ahí terminaba la grabación de los primeros últimos segundos de las cámaras en estado activo. Peralta contó cinco sujetos encapuchados con pasamontañas, a Peralta el pareció que el asesinato se trataba de personas que conocían la casa muy bien. Pensó en todas las razones por la que alguien cercano asesinaría al Robert Griffin. Supuso que se trataba de alguien urgido por recibir algo de la herencia. Si es que había dejado algo. Por lo tanto, a esa le llamó al viejo para preguntarle quienes estaban en la lista de herederos y legados. El viejo empezó a levantar sospechas de que también se trataba de alguien dentro de las personas con derecho a herencia y legado.

            -¿Estás seguro?

            -Sí, efectivamente se trata de alguien dentro del testamento. No hay otra forma para explicar el conocimiento de la desconexión de las cámaras y la ubicación del cuarto de Robert. Es muy probable que las mucamas estén relacionadas, y los guardias de seguridad también, seguro van a recibir su parte

            -Bueno esta es la lista de herederos. Como ya sabes, Robert no sabía el nombre de su hija, y está en la lista como heredera universal en caso de que se encontrara, de lo contrario, sería yo el heredero universal, pero aquí te nombro a los legatarios. “Augusto Montenegro “Esperanza Gutiérrez” … Son demasiados

            -¿Qué tipo de legados son para cada uno?

            -Para Augusto Montenegro le deja doscientos mil dólares, a Esperanza cincuenta mil dólares, y a Carlos Centeno le deja cien mil dólares

            -¿Dónde están todos ellos en este momento? Es importante contactarlos e interrogarlos, si se niegan es porque tienen que ver con el asesinato

            -Todos están en el país, si es así, supongo que puede entrevistarlos

            El viejo le dio todo los números y direcciones de cada uno de los legatarios.

            -¿Qué hay de la niña? ¿Ha averiguado algo?

            -Todavía no, pero hay tiempo

            Al día siguiente, Peralta fue a la casa de Augusto Montenegro, de casualidad, la empleada doméstica le dijo que había salido temprano a Selva Negra. Después fue en busca de Esperanza, directora ejecutiva de recursos humanos.        

            -Doña Esperanza

            -¿Ajá, qué pasó?

            -La busca un tal Andrés Peralta, dice que viene de parte de don Antonio

            -Hágalo pasar

            Peralta tenía un presentimiento, pensó que había encontrado a los culpables, no había otra forma. Tocó a la puerta de la oficina de Esperanza.

            -Pase

            Peralta entró, y provocó pavor en la mirada de Esperanza, sabía que se trataba de un golpe bajo.

            -Buenos días

            -¿En qué le puedo ayudar?

            -Soy el detective Andrés Peralta 

            -¿Usted es un detective?

            -Detective privado

            -Dígame

            -¿Qué sabe usted del asesinato atroz de su jefe Robert Griffin?

            -Es un tema complicado –empezó a sollozar- porque era alguien muy cercano, y lo quer..

            -Mire, este no es un confesionario, simplemente vengo a averiguar las razones porque alguien asesinaría a Robert Griffin, y le advierto, desde ahora usted es una sospechosa, al igual que los otros tres que están en el testamento

            -Salga ahora mismo de oficina

            Peralta salió del edificio, y se dirigió a su auto.          

            -¡Jefe, ella está involucrada verdad?, debería llamar a la policía para que la arresten de inmediato

            -No Jorge, tenemos que atraparlos a todos

            -Van a huir del país           

            -No lo van a hacer, Antonio es el albacea y todavía no ha otorgado el dinero a ninguno de los legatarios

            -Muy inteligente de su parte

            -Claro, y los otros son unos imbéciles al pensar que tomaría el dinero así de fácil, no tienen idea con quien se metieron, van a pagar por lo que hicieron

3

La última vez que Antonio vio a Elisa Bonilla fue en el Hospital Berta Calderón dando a luz. Elisa mantuvo en secreto el embarazo, primero renunció a su trabajo para que la esposa de Robert Griffin no se diera cuenta de lo sucedido. La esposa de Griffin murió de cáncer de útero, nunca pudieron tener un hijo. Así que Peralta fue al hospital. Allí consiguió el expediente de María Elisa Bonilla Cuadra, de 25 años de edad, el 20 de septiembre de 1994 dio a luz María Fernanda Bonilla. Peralta también encontró en los expedientes que consiguió con sobornos, el expediente del caso de cáncer de mamas de Elisa Bonilla. Hacía dos meses fue su última cita. Dirección: de la estatua de Montoya cuatro cuadras al lago. Casa 1209.

            Peralta dio la casa de habitación, afuera, en el porche, vio a niña como de diez años de edad, tocó el timbre, y vio salir a una señora de pelo canoso.

            -¿A quién busca?  

            -A María Elisa Bonilla Cuadra

            -Ella está enferme, ¿en qué le puedo ayudar?

            -Tengo que hablar con ella, es de vida o muerte

            -¿Su nombre?

            -Detective Peralta

            La señora hizo pasar a Peralta, y le dio asiento. Pasaron varios minutos hasta que Elisa Bonilla apareció en silla de ruedas.

            Peralta se puso de pie. Empezó a saborear los billetes que le pagaría Antonio.

            -¿Doña Elisa Bonilla?

            -Sí señor, esto es lo que queda de mí

            -¿Dónde está su hija? ¿Es la niña que está jugando en el porche?

            Peralta se emocionó.

            -Sí, ella es ¿por qué lo pregunta?

            Peralta vio a la señora que cuidaba de Elisa

            -¿Podemos hablar en privado?

            Elisa le hizo una seña a la señora, y ella se retiró

            -¿Recuerda a Robert Griffin?      

            -Sí, sé quién es

            -Bueno, hace poco Griffin fue asesinado y dejó una herencia. Escucheme esto es importante, su hija es heredera universal de toda la riqueza de Griffin

            -Entiendo. Mire, yo ya casi estoy muriendo, los doctores me dijeron que solo me quedan dos meses, si está diciendo la verdad, por favor cuide a mi hija

            Peralta salió de la casa, subió al auto y llamó a César, un detective de la policía.

            -César

            -Aja broder, ¿en qué te puedo ayudar?

            -Resolví el caso, pero de tu ayuda

            -¿Qué caso?

            -El de Robert Griffin.

            Peralta le contó todo acerca del testamento, y de los involucrados en el asesinato de Robert Griffin. Le mostró con pruebas al viejo la existencia de la niña.

            -¿Y el asesinato?

            -Le di la información a la policía, están bajo interrogatorio en este momento, excepto Montenegro que se dio a la fuga a Costa Rica.

            -No te preocupés, aquí te tengo tu pago

            Peralta recibió su pago, y se fue a festejar a al Barceló Montelimar. Mientras que en los Juzgados de Managua a eso de las 10:00 a.m. del día 18 de mayo del 2011 se dictó sentencia en contra de los acusados Esperanza Gutiérrez, Carlos Centeno y Augusto Montenegro por el delito de asesinato cometido como autores intelectuales. También se acusaron a cuatro hombres por ser autores directos luego que Esperanza Gutiérrez declarara en interrogatorio el nombre de cada uno de ellos.

Los diablos azules

El «pata de chicle» Randy Membreño, un moreno parecido a Miles Davis entrenaba en el Gimnasio Alexis Arguello para su primera pelea amateur. La luz de un bombillo colgado en el techo apenas iluminaba su rostro. Entrenaba como nunca antes, el sudor corría por su frente, lanzaba golpes al saco y movía sus piernas como canguro. Desde hace tiempo que tenía ganas de pelear profesionalmente, era la única forma de salir adelante, estaba cansado de ser un don nadie, sentía que no hacía nada con su vida. Su familia vino de Bluefields a buscar otra vida, y él creció en la capital. Pensaba que en la vida había que llegar a ser alguien, es lo que le decía su papá, porque ser nada es ser un estorbo. Y ser un estorbo era lo que menos quería ser.

            Un día El Pofi, su entrenador, le dijo que tenía una buena noticia y una mala. Le dijo que la mala noticia era que ya no pelearía con Armando González, pero sí tendría una pelea con Matías Salazar, y sería en Panamá con buena paga. Randy no podía creer lo que acababa de escuchar y empezó a recordar su niñez. Lo primero que se le vino a la mente fue cuando iba en un camión cargado de tanques de gas. Randy intentó robar un tanque de gas pero se le imposibilitó y se cayó del camión. Al caer se fracturó la pierna izquierda, y desde entonces lo apodaron «pata de chicle». Randy cojeaba un poco, pero eso no le impedía entrenar, y pelear. Muchas veces tuvo peleas callejeras y siempre salía victorioso, El Pofi lo observó una vez y lo sacó de las peleas callejeras. Vio en él una gran promesa del boxeo nicaragüense. Con dieciocho años era posible que ganara si entrenaba lo suficiente. El Pofi tenía esperanza en Randy, creía que era capaz de derrotar al panameño. El problema era el siguiente, la pelea sería en un mes, no había tiempo de preparación pero era la gran oportunidad de brillar en el extranjero. Entonces consiguió sus papeles para viajar a Panamá. Era su primer vuelo, se sentía nervioso por el ruido del avión, temía que los demás descubrieran que era su primer vuelo en avión, pero logró tranquilizarse, se colocó los audífonos y empezó a escuchar rolas de Biggie Small. Cuando arribó se fue directo al hotel donde harían el pesaje. Ahí Randy le dijo de todo a Matías «vas a morir hijueputa». Matías solo sonrió antes las cámaras mostrando sus bíceps en pose de gladiador. Luego de eso, llegó el día de la pelea, Randy oró de rodillas en una banca «Padre que estás en los cielos, dame la victoria de esta pelea».

            A las afueras se escuchaba el rugir de la gente, y El pofi parecía inquieto, pensaba que Randy no daría la talla, él ya sabía lo que pasaba cuando uno entrena en tan solo un mes. La resistencia, la agilidad y la destreza se mejoran en meses, y Randy no estaba preparado para la pelea como debía ser. Cuando Randy terminó de orar salió del vestíbulo a esperar que anunciaran su nombre. Cuando anunciaron su nombre el público empezó a abuchearlo, Randy llevaba en su espalda la bandera de Nicaragua, a pesar de los abucheos él caminó como una estrella de cine y subió al cuadrilátero.

            Luego que subió al cuadrilátero, le tocó el turno a Matías, todo el público se estremeció y gritaban su nombre. Después de cantar el himno nacional de ambos países, la pelea dio inicio. Era el primer round, Randy sabía qué hacer: golpes cortos y rápidos al rostro. Era lo que había entrenado. Mientras daban unos pasos para acercarse, El Pofi observaba con desdén, casi cerrando los ojos. Se dieron los primero golpes, todos dieron en los guantes, ninguno al cuerpo o a la cara. Randy se acercó más para probar su jab pero Matías era más listo, y al esquivar el jab le dio un volado con el brazo izquierdo provocando el desmayo inmediato de Randy, quien se derrumbó y quedó tendido en la lona. El réferi declaró nocaut por parte de Matías. Llegaron los paramédicos a la lona porque Randy no despertaba, Matías le había dado en la sien izquierda lo suficientemente duro como para mandarlo a dormir. Anunciaron al ganador, y al perdedor. A pesar de eso, Randy recibió tres mil dólares por perder. Estando en Panamá lo único que se le ocurrió fue contratar varias prostitutas y meterlas en un apartamento.

            Al volver a Nicaragua con lo poco que le quedó de la plata empezó a tomar en exceso. Tomar en exceso le provocó alucinaciones, empezó a ver diablos azules, y una vez salió corriendo desnudo de su casa a la calle, su primo Kairo tuvo que buscarlo por todas partes hasta que lo encontró amarrado a un árbol, los vecinos lo amarraron para tranquilizarlo.

            La familia de Randy no tuvo más opción que llevarlo al Centro Psiquiátrico “El cinco”. Ahí recibió cocteles de pastillas para las alucinaciones, también recibió terapia para el alcoholismo. El pobre sufría encerrado en un cuarto, de vez en cuando lo sacaban al aire libre para jugar básquet, pero la vida se le estaba yendo, ver a los demás enfermos le afectaba tanto que pensaba que nunca saldría de ahí. En sus sueños se imaginaba que volvería a entrenar y a pedirle la revancha a Matías pero esta vez con mejor preparación.

             Cuando le dieron de alta, volvió al gimnasio a entrenar, pero al mismo tiempo asistía a los Alcohólicos Anónimos. Ahí un hombre llamado Roger, lo apadrinó, era el encargado de velar por él para que no siguiera tomando. Pero Randy volvió a caer en el vicio y volvieron las alucinaciones. Un día se enfrentó con un diablo azul, lo tomó del cuello, lo incrustó en la pared y le dio golpes hasta que se fracturó la mano. Fue al hospital, y los doctores le dijeron lo que menos esperaba escuchar: no podía volver a boxear jamás. Con la mano fracturada, Randy se dio de baja, y como no podía practicar boxeo se dedicó a cuidar autos en un estacionamiento cerca de la calle de la perdición, es decir, en el centro de los bares y discotecas de Managua.

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