Capítulo 22 "Henker"

⚠️Quiero decir antes de empezar que esto no es con la intención de faltarle al respeto ninguna creencia religiosa, no incito ni vanagloreo estos actos, es solo FICCIÓN, mantengan su mente abierta. ⚠️

ღ Sin más por añadir, disfruten su lectura 

15 de noviembre de 1998.

—Siento que soy un error de la naturaleza, cuando yo era un niño, era como cualquier otra persona, era feliz, tenía a mi familia, amigos, pero ahora no tengo ningún deseo particular de vivir. Para mí, este mundo no es más que perversidad, y mi propio mal acaba de brotar. Mirando hacia atrás en mi vida, sé que he hecho sufrir a otros tanto como yo he sufrido, no me siento culpable por nada. Renuncié al amor y a la felicidad hace mucho tiempo, creé mi vida de fantasía más poderosa que la verdadera. No he bloqueado el pasado, no cambiaría por nada la persona que soy, lo que he hecho, o la gente que he conocido.

1 año atrás: 10 de julio de 1997.

✟ N.N (No name) ✟

Tránsito por las calles del pueblo, he visitado cada condado para hacer cumplir la palabra de mi señor.

Está careta frente a todos me ha sido de mucha ayuda, la sociedad es tan ingenua que quiere creer que puede identificar a las personas personas malas o dañinas, pero no es factible. Estoy más allá de su experiencia. Estoy más allá del bien y el mal.

Todos tenemos en nuestras manos el poder para matar; pero la mayoría de la gente tiene miedo de usarlo. Los que no tienen miedo, controlan la vida misma. Los asesinos en serie hacen, en pequeña escala, lo que los gobiernos hacen en grande, son productos de nuestro tiempo y estos son tiempos de sed de sangre. Innumerables millones de personas han recorrido esta tierra antes, pero ninguno ha sido ni será más poderoso que yo.

La fantasía que acompaña y genera la anticipación que precede al crimen es siempre más estimulante que el inmediato resultado del crimen en sí, de todos modos, ¿Qué es una persona menos en la faz de la tierra? Yo voy a dominar la vida y la muerte.

Mi lujuria dominante me incita a experimentar con sus cuerpos, los veo como objetos, como extraños. Para mí es difícil creer que un ser humano podría haber hecho lo mismo que yo. He conocido gente que irradia vulnerabilidad, sus expresiones faciales dicen 'tengo miedo de ti'. Estas personas invitan al abuso, esperando a ser heridos.

Me detengo frente a la pequeña tienda de abarrotes, sonrío y me adentro en el local.

—Buenas tardes -saludo a la dependienta, la señora Eleonor, ella acude fielmente cada domingo a misa, forma parte de la congregación de mujeres que ayuda a los más necesitados.

—Hola, buenas tardes —me regala su mejor sonrisa, mientras cierra el esmalte de uñas color carmesí —¿Buscaba algo en especial?

—Necesito unas baterías doble A y café —le digo correspondiendo a su sonrisa. Ella se levanta de la silla dándose la vuelta para posteriormente agacharse a buscar lo que le he pedido, dejándome ver mas de lo debido.

—No logro encontrarlas —espeta enderezándose y dándome la cara. —Quizá están en la repisa de arriba, ¿Puede ayudarme a bajarlas? —me dice sin dejar de sonreír.

—Por supuesto, no hay ningún problema —se hace un lado abriéndome paso por detrás del mostrador, reparo a las repisas que tengo frente a mi hasta que veo la caja de baterías, estiro mi brazo para tomarlas y siento una mano posarse en mi pecho, bajo la vista y ella solo me sonríe.

—Pero qué hombre tan fuerte —bate sus pestañas y ríe como si de una jovencita se tratase.

—Siempre es bueno mantenerse en forma, ¿No creé? —le digo en el mismo tono seductor que ella utiliza. Ah sí tan solo supiera... pienso.

—Claro, vaya que tenemos una idea en común —antes de responder ella me interrumpe —Oh muchas gracias por la ayuda, usted siempre tan amable, ¡Querido! que bueno que llegas —suelta con una hipócrita alegría, me giró encontrándome con su esposo Benjamín un hombre algo canoso y regordete.

—Buenas tardes, ¿Cómo le va? —él me da un apretón de manos, al que correspondo.

—Buenas tardes Don Benjamín, pasaba para comprar suministros y saludar, también quería pedirle su cortadora de césped si es tan amable.

—¡Pero claro! Iré por ella al garaje, mientras mi esposa le cobra. —asiento sonriendo y veo como se retira, regreso mi vista a Eleonor.

—Bueno ¿Cuánto sería?

—Para usted nada -vuelve a darme una sonrisa exagerada. —Qué tal si después me muestra cómo se mantiene en tan buena forma —espeta acomodándose el escote.

—Será un placer... ¿Te parece si nos vemos en un lugar más privado? —ella asiente mordiéndose el labio. Curvo una sonrisa y tomo el ticket de compra anoto al reverso una dirección y se la entrego. —Te veo hoy a las 9 en este lugar, no llegues tarde no me gusta la impuntualidad.

—Contaré las horas —dice mientras se guarda el papel entre los senos. Le doy una última sonrisa y me retiro.

8:50 pm

Observo el lugar minuciosamente todo está perfectamente ordenado justo como lo quería, veo el reloj de mi muñeca y no puedo retener la sonrisa que se forma en mi rostro. Detallo el enorme espejo frente a mí es justo lo que esperaba este me da una visión entera de la habitación donde me encuentro, la cama luce pulcramente tendida y la iluminación es tenue. Solo aguardo los minutos restantes... sé que vendrá, es demasiado predecible.

La alarma en mi reloj suena a la vez que escucho el toquido en la puerta, doy una última mirada al lugar y procedo a abrir.

—Buenas noches bella dama, justo a tiempo.

—Hola guapo, contaba las horas para verte —me dice Eleonor, repaso su vestimenta, bajo su abrigo tiene puesto un vestido color rojo unas tallas más chicas de lo que debería, con un profundo escote y unos zapatos altos rojos, su cabello está perfectamente acomodado y su labial hace juego con su ropa.

—Esta será una larga velada -le digo con una sonrisa. —¿Te sirvo una copa? —ella asiente en tanto se retira el abrigo para dejarlo sobre el sillón. Mientras yo me dedico a servir las bebidas.

—¿Este lugar es tuyo? —inquiere viendo con curiosidad la habitación.

—Así es, quería...más privacidad —espeto entregándole la copa, ella no deja de reír como una colegiala y toma asiento en la cama llevándose la copa a sus labios para darle un largo trago. —Dime ¿llevas mucho tiempo casada?

—Si, hace 20 años -ella se toca la sien parpadeando en varias ocasiones —Y... ¿y tú? —veo como sacude la cabeza y sonrío satisfecho.

—¿Te encuentras bien? —cuestiono con una fingida preocupación. —Recuéstate un momento, quizá te sentó mal el alcohol.

—Creo que lo mejor será que me vaya —dice, pero antes de siquiera dar un paso esta cae inconsciente.

Sonrío complacido, ah mundanos esto es cada vez más sencillo, ellos solos se exponen es como un insulto a mi inteligencia, sin embargo, tengo que terminar con mi encomienda. Varias horas después veo como ella comienza a recobrar la conciencia.

—¿Pero qué es esto? ¿y mi ropa? ¿Po-porque estoy amarrada? —cuestiona asustada, hace el amago de soltarse, pero solo se escucha el sonido del metal de las esposas sobre la cabecera.

—Shhh tranquila, pensé que esto era lo que te gustaba ¿acaso no querías ver cómo me pongo en forma? -le digo con sorna.

Ella empieza a retorcerse incomoda —N-no yo quiero irme —puedo ver el temor en sus ojos.

—¿Tan temprano? Pero si tenemos toda la noche por delante —Eleonor comienza a temblar y sus ojos se llenan de lágrimas.

—Calma, no llores -me acerco y limpio sus lágrimas tomando su cara con ambas manos. —Te he visto antes...acudiendo a misa, ayudando en la congregación y persignándote frente a Dios... caminando del brazo de tu marido de día y siendo una zorra de noche —chasqueo la lengua.

—N-no yo... no -titubea al responder. Y yo no hago más que soltar una carcajada alejándome de ella.

—¡¿De verdad me crees tan estúpido como tu esposo?! ¡¿Crees que puedes engañar a Dios?! ¡Estás ungida con el pecado! Es hora de expiarlos —ella solo comienza a sollozar más fuerte y continúa jalando las esposas.

—¡AYUDA! —grita al borde de la desesperación. Y yo solo me le burlo en la cara.

—¡Grita! Aquí nadie puede escuchar tus berreos

—Por favor déjame ir, yo no te he hecho nada malo... no le diré a nadie —abofeteó su cara obligándola a callarse, su voz comienza a desesperarme.

—¡¿Nada malo?!, ¿Estás segura? ¿Qué diría tu amado Benjamín si te viera? Si se diera cuenta que te les insinúas a cualquiera, pero no te preocupes voy a quitarle un peso de encima y a ti purificarte del pecado —me doy la vuelta y ella sigue gritando y llorando.

 Tomo lo que necesito y me acerco hasta la mujer de nuevo, pongo un paño sobre su boca, porque sus berreos me tienen harto.

—Dios dice en sus mandamientos "No cometerás adulterio" ¿y sabes cómo castigaban a las zorras como tú? ¡Asiente o niega con la cabeza perra! —sin dejar de llorar comienza a negar. 

—La Santa Inquisición se creó en el siglo XIII y su finalidad era castigar a los herejes y pecadores como tú, he estudiado cada uno de sus métodos —comento rodeando la cama para subirme a gatas por sus piernas, las cuales yacen abiertas lado a lado sujetas por unas cuerdas. Me arrodillo entre ellas y le muestro el objeto que tengo en mis manos.

—¿Conoces las peras de tortura? —le muestro el objeto metálico creado y mejorado por mí, ella niega desesperada provocándome una sonrisa —Estos objetos se hicieron para castigar a las zorras, es una belleza ¿no? —le digo admirando el elemento. Sin más lo introduzco lentamente en sus órganos sexuales y ella suelta un alarido callado por la venda que le cubre la boca.

—Tranquila, si la diversión aún no comienza —espeto burlándome. Giro la perilla ocasionando que el objeto se abra poco a poco, mientras ella sigue removiéndose y gimiendo de dolor, lágrimas bajan a mares por sus mejillas y yo disfruto la bella escena.

 El líquido carmesí comienza a brotar conforme abro más el aparato, ocasionando un desgarre, borbotones de sangre salen de su intimidad manchando las sábanas blancas, ella pierde el conocimiento y eso me incita a abrir al Máximo el aparato, haciéndola despertar.

Miro sus ojos desorbitados y le digo en un susurro —La muerte espera ansiosa, Dios se regocijará y lucifer se divertirá castigando tu alma impura por toda la eternidad...las trompetas han sonado anunciado el inicio del fin de los tiempos.

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