Capítulo 10

Contrataron a una nueva secretaria; era joven, de bello semblante, largas piernas, y una hermosa cadera. Se llamaba Silvia. Comenzó sus días atendiendo las llamadas de los feligreses que querían reunirse con el pastor para que les diera consejería. Anotaba sus nombres en la agenda y programaba las citas. Jaime desde el primer día que la vio se sorprendió por lo bella que era. No podía despegarle el ojo, por primera vez en años sintió una fuerte atracción sexual. Amaba a Ruth, pero se le presentó la oportunidad de una aventura. A pesar de sus fuertes convicciones, Jaime se cegó y no podía dejar de pensar en Silvia. Durante varias semanas había dejado de orar, se sentía demasiado culpable como para orar, tenía la certeza de que algo pasaría con Silvia, y le atemorizaba acercase a Dios y contarle lo que sentía, todo lo que había trabajado durante añ

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