Capítulo 4

Ana se despertó, y se levantó del sillón. Fue a su cuarto y se arrodilló en la cama y empezó a orar: Padre amado, gracias por un día más de vida, toda la gloria sea para ti, Dios mío gracias por protegernos y darnos el aliento de vida, te entrego este día que todo sea para tu gloria eterna, dame fuerzas para luchar contra el mal, haz de mi familia parte de tu ejercito inmortal, llévame ante los pies de Cristo, permíteme llorar en su manto, lléname de gozo y gratitud, en el nombre de Jesús, amén. Terminó de orar y leyó su porción diaria de las escrituras, se quedó meditando en lo que decía Salmos 8: ¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; de la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites? Alzó los brazos y repitió el último versículo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?

Ernesto tomaba una ducha, al terminar, salió con la toalla puesta y vio a Ana arrodillada. No hizo ningún ruido para no interrumpirla y se alistó para salir a trabajar, las universidades no clausuraron las clases solo los colegios de secundaria y primaria. Alicia se levantó y vio a Jaime dormido profundamente; fue a su cuarto a alistarse, y a la media hora salió vestida para su trabajo, tomó su lonchera, se fue y se llevó consigo a Kerouac para leer en el descanso. Mientras iba en el bus se colocó los audífonos para a escuchar a Charles Mingus.

 Ana ayudaba a la asistente del hogar a preparar el desayuno para Ernesto y a Jaime. A la siete Ernesto desayunó y se fue a trabajar. Media hora después Jaime se despertó y saludó a su mamá con unos buenos días y Dios te bendiga. Se sentó en la mesa y desayunó huevos, tostadas y tocino. Luego de desayunar fue a darse un baño, y recordó que iba a tener todo el día libre para leer. Pero en vez de eso llamó por teléfono a Patricia y le dijo que si quería salir al centro comercial Metrocentro. Patricia le dijo que si quería, pero después del almuerzo. Jaime estaba contento, con frecuencia salían pero no pasaba demás, comían helados, veían películas en el cine y caminaban viendo las tiendas de ropa. Pasaron las horas, y Jaime se puso ansioso. Llamó a Patricia diciéndole que iba en camino y que se verían en la taquilla de cine. Ana lo vio salir sin preguntarle a donde iba. Confiaba en su hijo y daba por sentado que seguro saldría con algún amigo, pero no se imaginaba que saldría con la hija del pastor y que gustaba de ella. Para Ana su hijo consentido era inocente, más no sabía que se masturbaba con frecuencia y veía todo tipo de pornografía, de la más asquerosa pornografía que lo condenaría al fuego eterno.

Ernesto estaba en la universidad dando clases de literatura medieval, entregaba los exámenes a sus alumnos, muchos eran deficientes, se veía poco análisis, y solo algunos lograron la nota máxima. A Ernesto le fascinaba dar clases de literatura, también corregía las monografías de los estudiantes de último año.  Estaba fascinado con una monografía en particular que trataba sobre la poesía de Beltrán Morales. A él le parecía un tremendo poeta, lo admiraba tanto como a Carlos Martínez Rivas y a Ernesto Cardenal. Aún guardaba recelo por la literatura, y se mantenía a raya leyendo poesía nacional. Más que por su trabajo lo hacía por pasión. Se admiraba por el ritmo, el tono y la armonía de las palabras. Desde joven se percató que las palabras tenían un brillo particular y más cuando se juntaban con otras palabras para hacer sonidos rítmicos. Por eso le fascinaba tanto la literatura, por la musicalidad y la capacidad de crear imágenes sublimes en su mente.

 Sentado en su escritorio corregía los errores ortográficos de la monografía y señalaba con ortotipografía. Era un metódico corrector de estilo, no se le escapaba ningún error. La monografía de Alejandro tenía muchos errores de sintaxis, pero los argumentos estaban bien desarrollados. Se los dejó señalado y luego fue a almorzar a la casa.

 Se encontró con Ana, le dio un abrazo y fueron a la mesa a comer. Mientras tanto, Jaime estaba con Patricia caminando por el centro comercial. Patricia entró a una tienda de ropa y empezó a ver los vestidos. Jaime le dijo que se los probara, ella aceptó y tomó varios vestidos de su talla e hizo esperar a Jaime para que la viera modelar. Un vestido tras otro vio Jaime modelar mientras tuvo varias erecciones. Se impacientó y le preguntó si estaba satisfecha. Ella le contestó que estaba lista. “Tal vez compro el rojo, le voy a preguntar a mi mamá” dijo Patricia. Luego fueron a un restaurante a tomar batidos de fresa. Pasaron ahí toda la tarde hablando sobre clases. Patricia estaba contenta con lo de los temblores “de lo que me salvé” dijo ella. Jaime le dijo que deberían repasar antes del viernes porque seguramente el profesor aplicaría el examen.

Se hicieron las cinco de la tarde y era hora de irse. Patricia llamó a su padre y a la media hora se apareció y se fue. “¿Qué tal todo con Jaime?”, preguntó el pastor. “Todo bien, se porta como todo un caballero”, dijo Patricia. Jaime tomó un taxi y fue directo a la casa. Ya Ernesto había salido del trabajo e iba a la casa a prepararse para la reunión de oración que sería a eso de las siete de la noche. Alicia llegó del trabajo, saludó a sus padres, y fue a su habitación a cambiarse de ropa y prepararse para cenar. Dentro de dos horas sería la reunión de oración; Ernesto tomó su Biblia y su himnario, los metió en su bolso y fue a la mesa a cenar en familia. Jaime se veía contento, y Ana le preguntó cómo le había ido.

 Jaime dijo que le había genial. —salí con Patricia— agregó. Ana sorprendido quedó viendo a Ernesto y le tocó la mano.

—¿Y qué hicieron? — preguntó Ana.

 —Caminar, ver las tiendas, tomar batidos y hablar sobre clases— dijo Jaime.

Ana pensó que decía la verdad, pero le preocupaba que haya salido con la hija del pastor, al parecer el pastor no tenía ningún problema con dejarla salir, pero a Ana sí le hacía cosquillas la mente pensando que era inapropiado que ambos salieran porque de esa relación podrían surgir actos inmorales. Jaime jamás en su vida había besado a una chica, y Patricia tampoco había besado a un chico. Eran dos jóvenes inocentes hijos de padres conservadores y fundamentalistas cristianos que nunca instruyeron correctamente en cómo funcionaba la sexualidad. En el colegio no se daba educación sexual, y en la iglesia tampoco, solo se hablaba del pecado y de la ira de Dios, pero jamás había referencias a lo saludable que es masturbarse y que no hay ningún problema en hacerlo, este argumento traería la condenación eterna a toda la iglesia, porque era inconcebible que tal acto inmoral fuera saludable para la salud mental y sexual de los jóvenes. En esto Ernesto tenía muchos problemas porque durante su vida bohemia se acostó con muchas chicas, y luego arrepentido le pidió perdón al señor por todos sus pecados y cambió su vida a casi un celibato hasta que se casó con Ana. Y, Ana jamás se había acostado con otro hombre, el único había sido con Ernesto. Alicia no tenía ningún problema con esto, ya había tenido relaciones sexuales con un amigo, fue una vez que salió temprano del trabajo y con el plan de avanzar una tarea investigativa sobre Weber, terminó por experimentar su primera vez con su amigo. Nunca sintió culpa, todo lo contrario, se sintió liberada, y transformada. Había tomado una decisión madura y empoderada tanto que volvió a intentarlo otra vez con el mismo muchacho hasta que éste consiguió una novia y le dijo a Alicia que ya no podían acostarse. Esto le rompió el corazón a Alicia y desde esa vez no volvió a acostarse con nadie.

Alicia tenía muchos compañeros de clases que visitaban bares y discotecas. Muchos al salir de clases los sábados se iban al bar El panal, un bar bohemio que queda a algunas cuadras de la Universidad Centroamericana. Una vez aceptó y acompañó a sus amigos. Mientras charlaban y se servían cerveza, Alicia permanecía callada y recordando escenas en donde los personajes literarios toman cerveza, lo hacía para ella poder sentirse parte del ambiente. Como nunca había tomado cerveza no se imaginaba el sabor, así que cuando sus amigos le pasaron el vaso vio aquel liquido viscoso y amarillo, lo tomó y se engulló el vaso. Sintió el sabor amargo y dijo —apesta a orines—. Los muchacho se rieron y cada uno prendió un cigarro. En seguida Alicia sintió un poco de culpa, no por el cristianismo que le habían inculcado sus padres, sino porque sabía que perdía el tiempo en vez de estar leyendo. Sentía que traicionaba sus convicciones, al igual que su padre de joven había adoptado un monasterio literario, y la culpa corría por sus sienes, sabía que se estaba saboteando ella misma. No lo soportó más, se levantó de la mesa y se despidió de sus compañeros y se fue a la casa a encerrarse en su cuarto a leer. Alicia tenía una nariz afilada, ojos como de búho, delgada y con cabellera negra con iluminaciones de color verde.

No era la chica más atractiva, pero si misteriosa y los chicos morían por conocerla y salir con ella. Varios de sus amigos le propusieron tener una relación exclusiva, ella odiaba todo ese protocolo de tener amigos, porque al principio se le acercaban para hablar de literatura, y luego daban el golpe diciendo que gustaban de ella, y cuando pasaba eso su mundo se desmoronaba porque sabía las intenciones de los chicos, ella quería a alguien con quien hablar de literatura, y por eso de alguna manera le agradaban más las chicas y hasta sentía cierta atracción sexual. Sabían dominar sus instintos, se podía discutir de literatura sin pensar en que cada movida era para ser conquistada. Muchos chicos dejaron de intentar enamorarla porque vieron que era imposible, entonces se dedicaron a ser solamente sus amigos. En especial Rodolfo, su mejor amigo, quien también era un devorador de libros; fanático de Dostoievski. Gustaba de Alicia pero sabía que eso arruinaría la relación, y Alicia en confianza le hablaba sobre su frustración para hacer amigos, le contaba que todos querían tener algo sentimental y ella no estaba dispuesta a eso porque le parecía una pérdida de tiempo. Rodolfo asentía y le contestaba que a él igual le parecía pérdida de tiempo y prefería pasar leyendo antes que salir con una persona para involucrarse sentimentalmente. Rodolfo le mentía, pero si era a ella quien él quería, disfrutaba pasar a su lado, hablando de libros y como ambos tenían aspiraciones de ser escritores, elaboraban argumentos de relatos y novelas. Podían pasar horas y horas discutiendo las premisas y tramas para sus proyectos literarios. Ambos tenían un blog en internet donde escribían reseñas de libros nicaragüenses.

El blog se llamaba Conelredobledeuntambor.wordpress.com. Llevaba un año de funcionamiento, cada semana se organizaban para escribir la siguiente reseña. Había reseñas sobre los ensayos de Joaquín Pasos “Ensayos de un joven que nunca escribió ensayos”. Reseñas a los poemas de Leonel Rugama, reseña a las críticas a las de Beltrán Morales “Sin páginas amarillas – Malas notas”. Y reseñas a novelas como la de Erick Blandón “Vuelo de cuervos”. El blog se había hecho popular en la universidad, no era como una revista literaria, pero si había buen contenido crítico respecto a la literatura nicaragüense. Ese era el pasatiempo de Alicia y Rodolfo.

Terminaron de cenar, Ernesto se levantó, tomó su bolso y subió al auto. Les dijo a los chicos que se cuidaran y que volvía pronto. Ernesto conducía por la Avenida Bolívar con dirección a la Iglesia Bautista, mientras iba en camino sintió en el pecho un espasmo que le impedía respirar, luego de toser varias voces el espasmo desapareció; a los pocos minutos ya estaba en la iglesia. Se bajó del auto, tomó su bolso y caminó hacia la entrada. Movió el cerrojo del portón y entró, el guarda de seguridad lo saludó efusivamente, y se detuvo a hablar con él.

—Leí el folleto que me dio—

—¿Y qué tal te pareció?

—Muy bien, necesitaba leer acerca de eso—

—Bueno, me alegro que te haya servido—

            Luego de hablar con el guarda de seguridad se dirigió a la oficina a saludar a la secretaria y tocó la puerta de la oficina del pastor. —Pase— dijo el pastor.

            —¿Cómo está pastor? Ya estamos aquí— dijo Ernesto

            —Todo bien gracias a Dios, en un rato nos reunimos— dijo el pastor

            Ernesto fue a la cancha donde estaban las sillas en círculo. Se sentó a esperar a los demás. Al rato se apareció Federico con su esposa y luego llegó Orellana también con su esposa. Se sentaron y empezaron a hablar

            —Parece que hoy no va a venir Santiago—

            —Claro que si, en un rato dijo que venía—

            —Iniciamos con un himno—

            —Por supuesto—

            Orellana era parte del coro, y para dar inicio abrió su himnario y comenzó a cantar:

Asombrosa gracia

Cuan dulce sonido

Que salvó a un

Desdichado como yo

Estaba perdido

Pero fui encontrado…

             El canto fue hermoso, todos se conmovieron y sintieron la pasión por Cristo.

            Terminaron de cantar y a los minutos apareció Rogelio y Amador. Se sentaron a esperar y mientras tanto Ernesto los llevó en oración: Padre santísimo, venimos ante ti en el nombre del Señor Jesucristo, te damos gloria y honra con nuestras vidas, danos hoy la oportunidad de servirte y llenarnos de gozo, permítenos orar con fervor por todas las necesidades de la iglesia, por nuestros hijos, y por el mundo que necesita de tu palabras. Amén.

            Ernesto terminó de orar y a los minutos se apareció el pastor con una gran sonrisa.

            —Bueno, es hora de comenzar— dijo el pastor

            —Hermanos y hermanas, el día de hoy como todos los miércoles, nos reunimos para orar por las necesidades de la iglesia y de nuestros hermanos en Cristo, creo que tenemos una larga lista de puntos que debemos tratar como la construcción de la casa de la hermana a la que se le derrumbó, también por el Hogar senil, por la pastoral de jóvenes, por los enfermos que están en el hospital, y rogar para que la familia de Benavides tenga fuerza ya que están de luto por el fallecimiento de su padre- dijo Ernesto

            Todos asintieron y abrieron sus Biblias.

            —Para iniciar— dijo el pastor. Leamos Mateo 7: 7:

            Pidan, y se les dará; busquen y encontrarán; llamen, y se les abrirá.        Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama,           se le abre.

            —Hermanos la palabra es precisa, y nos invita a orar sin inseguridades, necesitamos que cada uno de nosotros siempre que ore lo haga como si su vida dependiera de ello, oremos con fervor y el señor nos dará todo lo que necesitamos según su voluntad— dijo el pastor

            El primero en orar fue Federico, luego Orellana, después la esposa de Federico y por último Ernesto. Concluyeron la reunión de oración y se despidieron. Ernesto subió a su auto y se fue a la casa a eso de las ocho y media de la noche. Llegó cansado. Ana lo esperaba, y sin pensarlo dos veces Ernesto se fue directo a la cama. Jaime estaba en su cuarto durmiendo, y Alicia leía Kerouac.

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