Capítulo 8

Al salir, ven a Oliver esperar a unos metros, los niños se adelantan mientras sus padres caminan despacio tomados del brazo como una pareja enamorada y feliz.

—¿Sabes? Estoy muy excitado —le susurra Octavio al oído— No sé si pueda soportar la idea de compartir tu belleza con otros hombres.

—Tus cumplidos, me incomodan. —Le responde muy seria. —Y este atuendo escandaloso me incomoda.

—Debes aprenderte a vestir para ocasiones como estas.

—Lo que pretendas hacer no me interesa, lo que detesto es me exhibas como tu trofeo.

—¿Por qué dices esas cosas?

—Me siento como una mujerzuela.

—Deja de exagerar. —Se detiene. —Te ves divina.

La mansión de Octavio lucia preciosa, muy iluminada y al juzgar por los muchos autos estacionados afuera, a dentro les esperaba una gran fiesta. Aunque entendía el interés
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