Capítulo 4

Después de la fallida cena, Valentino se retira a su habitación en silencio, dejando que Mayra durmiera en la habitación de los niños. A la mañana siguiente se fue al hospital luego de desayunar con la familia y sin mostrar el más mínimo gesto de enojo, seguía siendo el mismo esposo de siempre, risueño y bromista, como si nada hubiese pasado.

—¿Cómo estuvo su velada? —pregunta Marcela.

—Todo de maravilla, suegra. Un poco aburrido, ya saben cómo son las reuniones con los socios, pero todo fue genial.

¿Genial? Mayra dudaba de lo que decía ¿Acaso estaba volviéndose loca o solo soñó lo que dijo? Valentino se veía feliz como cada mañana y antes de irse le da un beso en los labios confundiéndola aún más.

—Vengo temprano para cenar todos juntos, mi reina.

Mayra o supo que decir, cada segundo que transcurría sentada en esa mesa las dudas crecían.

—¿Y cómo a qué hora llegamos? —pregunta un poco incrédula.

—A diferencia de las otras cenas fuera de casa, ayer llegaron a media noche. —dice la madre.

—¿A media noche, segura?

—Sí, princesa, los chicos se durmieron a las diez y media después de ver una película. —Añade el padre.

Como era posible, juraría que no pasaban de las diez cuando fue a ver a sus niños y quedarse dormida en cama de Sasha ¿Qué es lo que pasaba?

—¿Y a qué se debe esa pregunta? — Dice la madre.

—Es que anoche, bueno… pasó algo que… no sé cómo explicar…

—Llegaste cansada y te quedaste dormida con Sasha, mamá— Dice Antón —¿No lo recuerdas?

—Claro que lo recuerdo, amor—Lo mira con cariño —Solo creí que eran las diez cuando pasé a su habitación a darles el beso de buenas noches.

—¿Si tomaste tu medicamento? —Se preocupa Marcela.

—Sí, mamá, Valentino me la dio antes… de regresar.

—¿Ocurre algo? —Pregunta su padre al ver su cara de preocupación.

—No, todo bien, solo que estoy empezando a preocuparme por algunas cosas. Pero nada importante…

Más la mirada de sus padres mostraban angustia, tuvo que buscar una rápida salida. Y hablarles del posible viaje a Perú, no dijo exactamente el destino, pues también deseaba que fuese una gran sorpresa para ellos, si es que podían acompañarlos esta vez.

—Me alegra tanto que Valentino siempre lleve a su familia a los viajes de negocio, no cualquier hombre hace eso, querida. —Dice su padre— Siempre he dicho que has tenido mucha suerte en conseguir un hombre que te ame tanto, te cuide y te respete.

Sin duda sus padres jamás mirarían más allá de la máscara que les muestra.

Después del desayuno intento conectarse a su pasado, buscando información de la universidad y de sus amigos. Pero sin éxito, todo lo que encontraba la llevaban a Valentino y su perfecta relación que no podía sentir.

Unas horas después de sus clases, la hora de la cena llega y con ella, valentino.

Al entrar a la habitación, se acerca hasta el escritorio donde ella trabaja en sus clases, la besa en los labios como si nada pasara, incluso se ve muy feliz. Se quita el saco y camina hacia el baño.

—¿Puedo preguntarte algo? —dice ella cerrando la laptop para seguirlo.

—Dime, mi cielo. —Responde muy cariñoso.

—Anoche, al salir del restaurante tú y yo hablamos del divorcio.

—Sí, ¿Y qué hay con eso?

—¿Por qué les hiciste creer a mis padres que tuvimos una fabulosa noche?

—Porque no necesitan enterarse de los traspiés matrimoniales. —Sale del baño aflojándose la corbata.

—¿Nuestra charla, fue eso para ti?

—Entiendo que la molestia del momento te hizo decir cosas que no quisiste, en tu estado mental, debo ser tolerante.

—¿Estado mental? Estás insinuando algo.

—Si quieres divorciarte y seguir con tu vida —Levanta dos dedos de la mano como haciendo comillas —No voy a oponerme, pero los niños, se quedarán conmigo.

—¿Por qué?

—Porque no estás en condiciones de educarlos, ni mantenerlos. No tienes trabajo, no tienes estudios, tu mente divaga y puedo certificar que no pueden estar a solas contigo.

—No puedes hacerme eso.

—Y si a eso le agregamos que quieres el divorcio por un amante, pues…

—No tengo un amante—Gruñe entre dientes acercándose.

—Eso no lo sabría el juez y en tu estado mental…

—Deja decirme que estoy loca.

—Te alteras demasiado, cariño. —habla con calma—No he dicho que estés loca. Solo que después del accidente, dependes de mí y …

—¡cállate! —levanta la mano para cortar las estupideces que dice —No puedo creer que pretendas quitármelos. Son mis hijos.

—Y legalmente yo puedo ofrecerles una vida digna. Hasta que cumplan mayoría de edad y puedan irse contigo si es lo que desean. Solo faltan ocho años.

Mayra se lleva las manos a la cabeza, está atada de manos y el calvario que puede vivir para batallar para quitárselos será en vano, él es un profesional reconocido, dueño de una clínica prestigiosa en los Ángeles, California. Y ella solo una ama de casa con amnesia que aún no empieza una carrera universitaria. Solo le queda gritar entre dientes por la impotencia.

—Cálmate mi cielo, no olvides tomar tu medicamento. —coloca una mano en su espalda acariciándola. —Necesitamos que sigas mejorando.

—No he visto mejoras, solo correr el tiempo, dijiste que algún día podría recordar y solo… —vuelve a gruñir.

—Enojarte solo empeora tu situación, debes sonreír más. Y por el tiempo no te preocupes, yo seguiré a tu lado, porque te amo como nadie más puede hacerlo.

La abraza fuerte, mientras Mayra llora, no por lo que dijera, sino porque debe permanecer a su lado hasta que encuentre la manera de alejarse de él sin perder a sus hijos.

—Bajemos a cenar, ya deben estar esperándonos.

—Antes quiero que me respondas ¿Me darás el divorcio?

—¿Sabes? Si descubro que la insistencia se debe a otro hombre, me encargaré de que nunca puedas ver a tus hijos, ni siquiera en tu lecho de muerte. Lo juro—se acerca y besa su frente, dejando una ligera sonrisa antes de salir de la habitación.

Mayra deja correr sus lágrimas unos minutos más, hasta que escucha la voz de sus hijos. Habían subido a buscarla para que bajara a cenar. Limpia sus lágrimas y pone su mejor sonrisa para bajar con ellos. Durante la comida, Valentino siguió siendo el mismo esposo modelo ante sus padres. Le habla con cariño, acaricia sus manos y le recuerda que debe tomarse las pastillas en unos minutos.

No menciona el viaje y tampoco tiene ganas de preguntar por ello, quizás después de lo que dijera no lo consideraba prudente.

Dos Días después

Valentino llega temprano a casa.

— ¿Cómo estuvo tu día amor? —Pregunta él pasando de largo al baño.

—Genial, llevé a los niños a la fiesta de cumpleaños de los Roberts. Ya te lo había comentado la semana pasada.

—Por supuesto ¿Y cómo se comportaron?

—De maravilla, salir después de mucho a una fiesta con sus amigos y divertirse, les hizo bien. En verdad lo disfrutaron.

—Bueno, oír eso es maravilloso. —Sale del baño sin la camisa puesta. A pesar de sus años, sigue teniendo ese mismo cuerpo juvenil tan bien cuidado que a muchas mujeres les quita el aliento. —Pues, será como la despedida.

—¿Despedida?

—¡Claro!, te comenté que viajaríamos y el día ha llegado. Mañana temprano nos iremos a… —Hace una pausa crítica mirando la sonrisa desbordante en el rostro de Mayra, que espera con gran ilusión escuchar su destino —Colombia.

—¿Colombia? Pero, dijiste que iríamos a Perú.

—No lo dije, tú lo supusiste.

—Prometiste llevarme de devuelta, creí que el viaje era para Lima, cuando dijiste…

—¿Por qué la insistencia de volver? —Eleva el tono de voz, silenciándola. —Estoy cansado de que lo menciones tanto, como si allá encontrarás los recuerdos que buscas. Cuando empezarás a mirar al futuro y pensar en tus hijos. ¿Quieres volver? Pues mañana mismo te compro un pasaje para que te largues a Lima, pero eso sí, los niños se van conmigo a Colombia y tus padres se quedan aquí. ¿Quieres irte? ¡Responde! —Grita sujetando su brazo con fuerza.

Mayra no dice nada, solo deja correr unas lágrimas mirándolo fijamente.

—Eso es lo que creí —Dice soltando su brazo— Después de la cena, preparas el equipaje de los niños. Mañana temprano vendrán para llevarnos al aeropuerto, no quiero retrasos ni de un segundo siquiera. Hazte cargo de ellos por favor.

— ¿Por qué no me lo comunicaste temprano? Tengo tarea pendiente de la universidad que…

—Olvídate de la universidad virtual — Deja salir ese tono de voz de mando —Amor, te he dicho que es una pérdida de tiempo, nunca podrás completar la carrera de esa manera. Después del viaje, te prometo arreglar ese tema. Tú y mis hijos son todo lo que adoro, todo lo que hago es por su felicidad. ¡Ven acá!

Le abraza fuerte encajándose de pegarla a su pecho firme y envolverla con ese exquisito aroma masculino que enloquece a todas.

Después de la cena, lleva a los niños a su habitación para darles la gran noticia. Ellos seguían emocionados por la gran fiesta y ella, tendría que hablarles de la despedida. Ver la cara de los niños tras la noticia, le rompe el corazón, pero no puede hacer nada.

—Estoy cansado de salir siempre del país ¡no es justo! —Dice Antón.

—No es tan malo, tienes que verle el lado bueno, conocemos muchos lugares del mundo al que nuestros amigos solo han visto por internet. —Habla Sasha.

Siempre ha sido más pacífico y trata de verle el lado bueno a todo, es el equilibrio para Antón. Los quiere tanto, sin ellos no podría vivir, llenan su mundo de alegría y le dan esas fuerzas inmensas para soportar un día más junto a Valentino.

—Como siempre, ya se te salió lo Nerd. —Fastidia Antón.

—Es mejor ser realista que vivir en un mundo de fantasía como el tuyo, bobo. —Se ríe Sasha tirándole la almohada.

—No entiendo cómo es que te gusta perder la escuela y adaptarte tan pronto a otra o ser tan feliz solo con clases virtuales, porque esta vez es lo que tendremos, el año está por terminar. —se molesta aún más Antón.

—Tú lo has dicho hermanito, hay que adaptarse.

— Bueno, hay que dejar las diferencias y empecemos a empacar. —Expreso sonriendo. — Lleven lo necesario, ya saben lo que tienen que poner en ellas. Iré a preparar mi equipaje y para cuando regrese espero que estén listas junto a la puerta ¡Entendido!

—Sí, mamá. —Dicen a una voz.

—¿Esta vez tampoco vendrán los abuelos? —pregunta Antón.

—Sabes que para papá estos viajes son como vacaciones familiares exclusivas que no incluye a nadie más. —dice en tono triste Sasha. —A veces quisiera que dejara de ser tan estricto y les permita a los abuelos acompañarnos, durante estos años no han dejado el país, me siento mal por ellos.

—Cambia esa cara mi vida—se acerca Mayra, que ya estaba por marcharse de la habitación. —Los abuelos también toman vacaciones aquí, cuando no estamos reviven sus años de matrimonio y dicen que vuelven a tomarse una larga luna de miel.

—¡Ay, mamá! —grita Antón —Como puedes contar esas cosas. No puedo imaginar a mis abuelos así. —se estremece.

—Mejor que no los imagines—ríe Sasha.

Mayra sale de la habitación viendo como ambos corren a buscar sus maletas. Respira profundo y camina a su recámara. Valentino está despierto viendo algo en su laptop sentado en la cama.

—¿Creí que prepararías el equipaje de los chicos? —expresa sin apartar la vista de la pantalla, por la cara que tenía, seguramente estaba mirando los videos prohibidos.

—Ya saben lo que tiene que empacar, desde hace tres años ellos se ocupan de sus maletas y hasta el momento no he tenido quejas.

—Había olvidado que mis niños son muy listos —levanta la vista—Por eso no me preocupa su desempeño en las escuelas, son muy aplicados y todo se lo debo a tu dedicación, por eso te amo tanto. —Deja ver una sonrisa tonta.

—Están un poco triste porque dejarán la escuela. —Dice Mayra caminando hasta el ropero para sacar las maletas.

—Ya se les pasará cuando vean el nuevo lugar, estoy seguro de que hasta Sasha amará la escuela virtual. —sale de la cama para ayudar a empacar.

—De hecho, ese sería Antón. —Aclara su esposa colocando las maletas sobre la cama.

—Lo que quiero decir, es que nos espera un paraíso, te olvidarás todos los problemas, te relajarás y conocerás un nuevo país. —La cara de su esposa no mostraba mucha conformidad por lo que quiso adelantar una parte de la sorpresa. —Tendrás libertad para movilizarte por la ciudad, verás que será divertido.

—Espero que ese privilegio no tenga restricciones en letra pequeña.

—Qué cosas dices mi vida, solo quiero que seas muy feliz. ¿Acaso olvidas el acontecimiento grande que se aproxima?

Mayra piensa mucho antes de contestar con timidez —¿Mi cumpleaños?

—¡Exacto! Será tu cumpleaños y este viaje precisamente es parte de esa gran sorpresa que te tengo preparada.

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