Capítulo 5

Después de la noche que conocí a mi vecino y que a Godzilla se le empezara a caer el cabello por mi culpa, el recinto estaba siendo movido a otro lugar y los pobres que estábamos atrapados ahí fuimos a otros lugares; yo decidí ir a Egipto era eso  o quedarme en el hotel y la semana de vacaciones que me queda no la iba a pasar encerrada. 

Cuando llegamos a Egipto mi seguridad era la doble de la que acostumbraba recién pise suelo Egipcio sentí ese calorcito y sensación de que estoy en casa, fui directo a la casa de mi abuela mi adorada Napi. 

—Mira que grande está esta niña—fueron las palabras que dijo mi abuela. 

—Napi y tu todos los años te pones más pequeña— me lance a sus brazos.

—¿Qué haces aquí? Pensé que estarías con tu papá.—le di un beso. 

—La misma historia de siempre, ya verás que el año que viene me voy a desaparecer y no te voy a venir a ver.—bese su cabeza.

—te moririas de la  tristeza no puedes durar tanto sin verme ¿Qué te pasó en la pierna?.—de esa señora había aprendido todo. 

—El día de mi boda me caí.—le saque la lengua. 

—¿Desde cuándo está permitido que te cases  con escaleras? Tu tía me llamo, solo pregunté por cortesía.—bufo. 

Me quité el abrigo dejando descubierto parte de mi cuerpo llevaba  unos jeans, con un top crop y unas vans. 

—¿Como puedes andar enseñando tu cuerpo? sabes que eso no es bien visto.—me señaló con el dedo. 

—Napi, no vivo aquí y el calor es infernal—dije mientras me sentaba en uno de los sofás

—Cleopatra Amonett  Sarrafoğlu Yilmaz ¿Donde está tu velo?.—rodé los ojos. 

—Sabes que odio esa cosa, no me gusta me pica,  me da mucho calor y es incomodo.—me encogí de hombros. 

—No me importa y te cambias de ropa, cuando termines ve al restaurante.—salió dejándome sola. 

Y hay el problema del porqué no me gustaba ir donde mi abuela, ella era una señora criada con todas las costumbres antiguas, el velo, la ropa que te cubriera todo. 

A pesar de todo el dinero que tenía mi padre Napi seguía viviendo en la pequeña casa donde crió a sus dos hijos y murió mi abuelo, seguía teniendo el pequeño restaurante frente a la casa y aún tomaba el bus, Napi siempre fue mi conexión con la realidad de cómo viven la persona que no gastan dinero por capricho; amaba a mi abuela. 

Subí a la pequeña habitación que una vez perteneció a mi padre me cambié de ropa, estaba frente al espejo poniéndome el velo, un pequeño recuerdo llegó a mi mente Napi me enseñaba a ponerme mi primer velo justo frente a este espejo que con el tiempo y los años se había manchado y ocultaba tras el tantas caras de hipocresía tanto mías como de mi padre, después de terminar tomé mis muletas y caminé hasta el pequeño restaurante. 

—Este año duraste más para llegar pensé que tu papá o mamá si habían ido por ti. —las palabras salieron de mi gran amigo de toda la vida.

 Mena el chico de pelo rizado, ojos negros y sonrisa hermosa que hacía babear a más de una chica, lo conocía desde que éramos niños. 

—Tu siempre será un idiota.—sonreí. 

—Solo vienes aquí y Napi te hace cambiar mírate pareces egipcia y no una americana.—sonrió. 

—Te voy a matar, niño estupido.—empecé a caminar 

—Primero me tienes que alcanzar y no creo que con ese yeso lo hagas.—me saco la lengua 

—Ven acá Mena.—grite. 

—No voy a ir directo a la muerte estás loca, ¿qué te pasó en el pie?.—estaba parado lejos de mi. 

—Me caí gracias a la estupida de Tiffany.—hice un puchero.

—¿Algún día iré a Ucrania y conoceré a esa chica?.—asentí. 

—Debes venir sería más fácil.—los dos nos sentamos en la calle. 

—¿Te están molestando de nuevo?.—Mena era como mi hermano mayor. 

Mena conocía cada uno de mis secretos, me trataba como una hermana, siempre me protegió y se lo agradecía.   Con él siempre me sentí a salvo. 

—¿Crees  que yo permitiría algo así? Es solo que a veces me siento sola en esa casa tan grande.—apoye mi cabeza en su hombro. 

—¿Cuál fue la excusa de tus padres para enviarte? —Mena tenía sus brazos cruzados mientras seguimos sentados al lado del pequeño restaurante de Napi 

—Esta vez fui yo, hubieron dos atentados con Mafia polaca en el recinto, fue una locura disparos, bombas y un búnker.—me vio con esos ojos de sorprendió.

—¿Mafia?.—frunció el ceño. 

—Si, con la mafia polaca no se juega eso me dijo Max. 

Pasé la tarde hablando con Mena, tenía el recuerdo de mi vecino en la cabeza y lo sexy  que era. 

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