Capítulo 8. "¿Quién es Atilio?

Diana

Entré a mi casa justo a tiempo antes de que llegase mi madre. 

- ¿Dani? ¿Daniela? - No obtenía respuesta - ¿Dónde estás?

 Revisé cocina, lavadero, baños y por último las habitaciones. Mi hermana no estaba por ningún lado. 

  La busqué por el patio y el quincho de casa, pero tampoco pude dar con ella. ¿Había salido? En ese caso, se estaba tardando en volver.

  Escuché el ruido de las rejas abrirse, y pensé que si era mamá, Daniela estaría en problemas, pero... ¡Era ella! Y venía corriendo.

- ¡Nena! ¿Dónde has estado? - Le grité.

- No me lo vas a creer. Conseguí más información acerca de la casa - Dijo mostrando su bolso. 

- ¿Estás saliendo a hacer cosas mientras no estamos? A mamá no le gustará nada esto, Daniela.

- Diana, no tiene por qué saberlo - Me miró como si estuviese esperando que aceptara su complicidad.

- A ver, muéstrame qué conseguiste primero - Quise sacar lo que tenía en su bolso, pero ella lo apartó de mí. 

- ¡No! ¡Acá no! Vamos a mi habitación. 

  Subimos hasta su cuarto y cerró la puerta. Puso el bolso sobre la cama y comenzó a sacar más periódicos viejos.

- Mira. Acá hay más información de los ex habitantes de esta casa - Puso uno de los periódicos en mis manos.

- "¿Dónde está Atilio López? Sigue sin aparecer y su ausencia genera incertidumbre. Uno de los sospechosos del incidente que le ocurrió a aquella desdichada familia, continúa desaparecido y las hipótesis de su muerte cada vez van en aumento. Un secuestro seguido de asesinato, ajuste de cuentas, una venganza o hasta esquizofrenia y suicidio son las principales teorías que surgen del destino de esta familia". - Al terminar de leer, me fijé en la pequeña fotografía al final - Espera, este hombre lo he visto en otro lado.

- ¿Sí?

- Se parece mucho a un hombre que va a la oficina. Pero no estoy segura. El que yo conozco está más envejecido y descuidado. Además, acá presumen que murió. ¿Cómo sería posible?

- ¿Y cómo se dice llamar ese hombre? Si lo ves en la oficina, deberías preguntarle. Quizás son hermanos - Sugirió Daniela.

- No, es que no sé si lo vuelva a ver. ¡Creen que estoy loca! Nadie más que yo lo he visto. Los guardias buscaron por todo el piso y no obtuvieron rastros del hombre. También deben pensar que les miento. Además, me reubicaran de oficina y es en el único lugar donde lo vi.

- ¡Qué miedo me da lo que me cuentas! Suena como una experiencia paranormal. Pero igual, en caso de que sí fuese la misma persona ¿Qué tendría que ver esta casa con ese piso donde justo se aparece?

- No sé. Sólo me dijo que era guardia de seguridad. ¿No dice nada ahí acerca de a qué se dedicaba ese hombre?

- No, al parecer, no.

- ¡Niñas! - Las dos nos sobresaltamos al escuchar el grito de mamá - Ya llegué 

- Rápido, dame así escondo eso - Dani quitó la noticia de mi mano y la ocultó bajo la cama.

- ¡Ah! ¡Están aquí! - Dijo mamá al aparecerse por la puerta - ¿Hay reunión de hermanas? Me alegra verlas unidas de nuevo.

  Nos miramos con Daniela y sólo le sonreímos. 

- Vamos a comer. Sólo hay que recalentar la comida.

- Ok ma, ahí vamos - Respondió Dani.

  Nos sentamos a comer empanadas de carne recalentado, que estaban en el refrigerador,  y mi madre recordó el fatídico episodio en el trabajo.

- Hija ¿Cómo sigues? ¿Aún te duele mucho?

- ¿Qué le pasó? - Preguntó Daniela.

- Sí, mucho mejor. Nada... Sólo me golpeé muy fuerte al caer sentada en las escaleras.

- Jajajaja - Daniela lanzó una carcajada, pero al ver el rostro molesto de mamá se retractó - Perdón.

- No es gracioso. Nos llevamos un susto enorme... Tu hermana estuvo sola con un hombre que se hizo pasar por un empleado.

- Pero ya pasó. Y estoy bien, mamá. 

- ¿Y encontraron a ese hombre? - Preguntó Daniela.

- No, eso es lo más extraño. Revisaron todo el piso y el resto del edificio, pero no encontraron señales de él. Nadie lo vio subir, ni siquiera bajar. En las cámaras de seguridad sólo se ve a Diana subiendo y bajando las escaleras - Mi madre tomó mi mano - Pero yo te creo, hija.

- ¿Entonces los demás no me creyeron? - Dije decepcionada.

- No. Pero ya saben que pasan cosas raras ahí. Prefieren creer que te lo inventaste antes de creer que se trate de un fantasma.  Sólo porque nadie más lo vio.

- Yo sé quien me podrá creer. Hablaré con Leopoldo. El de mantenimiento. 

  Esa noche no podía dejar de pensar en Fabio. Su poder innato de seducción. Hasta me ponía celosa de todas las mujeres que habían tenido la oportunidad de estar con él. ¿Cuántas serán? Diez, veinte o treinta... ¡No! ¡Seguramente serían más! Pero apuesto a que sólo a mí me rechazó después de coquetearme, porque esa suerte tengo. 

  También me puse a pensar en su propuesta de ser modelo en su agencia. Nunca me imaginé que algún día me ofrecerían algo así y estoy gratamente sorprendida. A los que no creo que les guste la idea es a mis padres. Pero estoy próxima a ser mayor de edad, y podré decidir por cuenta.

  No paro de pensar en la forma en que me habla... En los juegos que hicimos... y en los besos que tanto dudó en darme. ¿Cómo mantendré oculto lo que siento? No lo sé, pero espero hacer todo lo posible por complacerlo, aunque eso implique reprimir mis deseos hacia él para poder conquistarlo.

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