Capítulo 3

Estaba esperando que todo el mundo se durmiera en mi casa para salir.

Vi que todas las luces se apagaron estaba preparando mi huida por la ventana cuando Alice entró de repente.

— ¿Qué haces? —preguntó mi hermana, frente a la puerta. 

La miré con tantos deseos de matarla, ella sabía perfectamente lo que quería hacer, pero sólo buscaba una manera para molestarme.

— ¿Tú qué crees? Estoy mirando los teletubis en la TV del vecino a través de la ventana.—dije mientras tomaba un respiro de paciencia. 

— ¿Vas a hacerlo otra vez, cierto? Te importa una m****a que todos estemos poniendo de nuestra parte, para ayudarte siempre haces lo mismo Verena.—grito.

Miré los ojos grises de mi hermana y sentí deseos de matarla

— Verena, soy hermana mayor me preocupa lo que estás haciendo—mi hermana se acercó a mí y recordé tres años atrás, cuando ella y yo éramos inseparables ¡Joder! Amo a esta chica con todo mi corazón. Ella era mi mejor amiga.

— Punto uno: somos de la misma edad, nacimos el mismo día. Punto dos: sólo voy a dar una vuelta y tú no puedes venir; y punto tres: ¿Qué haces en mi habitación?—La nariz de Alice se arrugó, Señal de enojo.

— Sólo quería tener una noche de chicas, como antes, las extraño mucho; cuando hablábamos de nuestros novios y...—mi mirada lo dijo todo.

— ¡Y una m****a! No me interesa nada de eso, ahora déjame en paz.—salí por la venta tomé mi bicicleta primero busqué cigarrillos en el hotel, después fui al lago.

Ahí estaba el chico. Su pelo se movía con el viento, me senté a su lado sin decir una palabra, encendí un cigarrillo y luego le di otro a él.

— Entonces, ¿este es tu lugar favorito y yo te lo estoy robando? —Pregunté. 

— Me gusta venir aquí a estas horas. Cuando todo está tranquilo y a ti, ¿qué te trae a este lugar? —preguntó llevándose el cigarrillo a la boca.

— Me gusta estar sola y lejos de las personas, más cuando voy a fumar. –Me encogí de hombros. 

El viento se hizo presente y unos cuantos mechones de mi cabello bailaron a su ritmo.

— Por cierto soy Ethan. —me regaló una sonrisa de lado mientras jugaba con el aro en su labio. 

—¿Crees que hacer eso es sexy? —le pregunté.

Él frunció el ceño en respuesta. No sabía a lo que yo me refería.

— ¿Trajiste ese refresco de fresas?.—pregunté de repente. 

— ¡Sí! —Me pasó una lata,  le di un sorbo.

—¿Te gusta mucho esa banda, The 1975? —Confundida, le miré la cara él hizo señas a mi camiseta.

— Sí, es algo que vale la pena escuchar. 

Saqué un joint de mi abrigo y esta vez lo encendí, cerré mis ojos dejándome llevar para relajarme. Entonces escuché un carraspeo y giré mi cara para ver al chico a mi lado.

—¿Quieres?—Le pregunté el chico. Le dio una calada,  cerrando sus ojos. 

— Entonces… —Dijo.

— ¿Entonces...? —Pregunté.

— ¿Me darás tu nombre? Digo, ya sabes que me llamo Ethan.

— Nunca pregunté tu nombre y haces muchas preguntas Ethan. 

Me levanté del muelle y limpié mi jeans. Ethan se quedó mirándome, giré sobre mis talones y busqué mi bicicleta. Ya estaba amaneciendo, entré por la ventana y me tumbé en mi cama. Otro día en el que yo estaba viva.

La soledad me estaba empezando a consumir aunque no quería admitirlo se sentía cada vez más cerca de mí, debía hacer todo lo posible para que nadie se diera cuenta, no quiero ir a otro psicólogo o psiquiatra que me diga lo mismo. 

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