Capítulo XVIII (Primera parte)

Gea

Desperté sobresaltada, eran las cinco y media de la madrugada, hacía frío. Estaba un poco entumecida. Me paré de la cama con mucha pereza. ¡Nada que no me pueda quitar con un buen baño!  

Como era temprano, podía darme el lujo de preparármelo como Dios manda, me hacía falta eso para relajarme. Vertí sales aromáticas en la bañera. Puse algo de música, me desvestí y entre. Enseguida el agua caliente hizo su trabajo. Me sentí como nunca.

Mis manos se posaron en mi vientre. Un hijo. Un hijo de Adam. ¡No! Era mío, solo mío.

¿Una posición egoísta? ¡Si!

Pero como iba a esconder una verdad del tamaño de un niño. Adam no es estúpido y sabe sacar cuentas. Apenas empecé a pensar en él, mis ojos se llenaron de lágrima

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