Capítulo 3: Lo haré.

Una vez más mi hijo me ignora, sube a su habitación y pone música de David Guetta bien alta. 

Yo sólo me siento en la terraza de mi casa en una de las zonas urbanas más caras de Italia. Sólo miro el atardecer en el lago a lo lejos fumando un cigarro y tomando un poco de whisky. Escucho a Andrea Bocelli. Me encanta, lo amo, me relaja, me inspira.

Tocan la puerta.

Debe ser él. Me dijo que vendría hoy, que necesitaba hablar conmigo. Lo estaba esperando. La chica que contraté nueva para que se encargue de la casa atiende la puerta. La otra se fue. El desastre de mi hijo se acostó con ella antes de escapar de casa después. Ella se enamoró de él y... bueno, cuándo vió que su sentimiento no era correspondido me pidió la liquidación por sus servicios y se fue.

Siento su presencia. Su perfume. Él se sienta frente a mí. Me sonríe en silencio. Toma mi mano y la besa. Yo sonrío.

Él suspira.

—Estás melancólica.

—¿Por qué lo dices?

Él sonríe una vez más.

—Porque estás escuchando a Andrea mientras tomas en silencio y fumas mirando el atardecer. Eso es lo que haces cuándo estás triste.

Sonrío. Tomo su mano y la beso. Él no deja de sonreírme viendo mis ojos. Suspiro, doy una calada a mi cigarro, lo apago, expulso el humo.

Aclaro mi garganta. Miro sus ojos azules, su atractivo rostro de un hombre de treinta y tantos años de edad con mucha...mucha experiencia de la vida.

—Dime Duarte¿Qué pasa?¿Por qué querías verme con tanta urgencia?

Él no dice nada. Toma uno de mis cigarros, lo enciende, toma una calada y un trago de mi wishky. Suspira. Mira mis ojos.

—Ne... necesito tu ayuda Freida.

Abro mis ojos invitándolo a hablar. Tomo un trago de whisky sin apartar mis ojos de los de él.

—Dime Duarte¿Qué puedo hacer por tí?

Lo veo nervioso. Fuma en silencio sin mirar mis ojos. Sólo se escucha a Andrea.Aclara su garganta. Respira varias veces mirando el suelo. Mira mis ojos.

—Ne...ne... necesito que te cases conmigo Freida.

—No, sabes lo que creo del matrimonio.

—No,no,no Freida, no me has entendido.

Él toma mi mano. Yo ahora estoy nerviosa. Él mira mis ojos en silencio.

—Mi madre nos mandó a llamar a todos, ella jamás ha hecho eso Freida. Ella se trae algo entre manos, la conozco. Y sé que su llamado tiene algo que ver con...con la herencia.

Aclaro mi garganta. Tomo un trago de whisky.

—Y...¿Yo qué tengo que ver en todo esto Duarte? Sabes que yo y...tu familia tenemos nuestros... momentos incómodos. Sobre todo con tu madre.

Él sonríe. Mira mis ojos.

—Y mi hermano¿No Freida?

Siento un salto en mi estómago. Alzo mi cabeza, no miro sus ojos.

—Él... él es pasado Duarte, lo sabes. Te prohíbo que hables de él en mi presencia.

Él alza sus manos. Sonríe. Apaga su cigarro. Mira mis ojos.

—Lo siento Freida. De verdad, sé que él te hizo mucho daño al igual que...mi madre. Por eso vine a verte Freida, bueno, por eso y...porque eres la única que sabe mi secreto. Eres mi única amiga Freida. Lo sabes.

Sonrío. Acaricio su mano sobre la mesa.

—Lo sé Duarte. Igual, tú eres mi único amigo.

Sonreímos en silencio. Mirándonos a los ojos. Él suspira.

—Dime ¿Qué hizo Vincent esta vez?

Siento las lágrimas en mis ojos. Miro hacia el cielo. Tomo otro trago de mi wishky. Miro sus ojos. Sonrío con melancolía.

—Estaba vendiendo droga en su escuela Duarte. Eran unas pastillas por receta médica. No sé de dónde carajos las sacó. No sólo eso. Se escapó de la casa¿Sabes dónde lo encontré? En Ibiza viviendo en una casa de mala muerte de madera frente al mar. Todos le decían Dj. Andaba con un montón de muertos de hambre que conoció ahí. Estaba trabajando cómo Dj en una asquerosa cafetería. Les dijo a todos que era un huérfano¿Te imaginas Duarte?¿Dime? No sabes lo preocupada que estaba. No sabía qué hacer. Por suerte el muy imbécil subió una foto suya en Ibiza y así lo encontré. No sé Duarte, ya no sé qué hacer con él. Es la segunda vez que suspende el último año de la prepa. La segunda Duarte y si fuera porque es un bruto que no sabe de acuerdo, lo aceptara pero sabes que no es así. Él es inteligente Duarte, él es muy inteligente. Pero claro, todo por esa estupidez de ser Dj. Todo porque yo no acepto que él sea un maldito Dj de mala muerte.

Mis lágrimas escapan de mis ojos. Él toma mi mano. Sonrío un poco mirando sus ojos.

Suspira.

—Sabes que es su forma de llamar la atención. Él...es... complicado Freida. Lo sabes.

—Si Duarte, lo sé. Pero esto se me está yendo de las manos. Él se me está yendo de las manos Duarte ¿Sabes por qué lo expulsaron del anterior colegio privado que pagué para él? Porque hizo un trío con su novia y la hija del maldito director de la escuela y lo grabó todo Duarte¡Todo! Por suerte. El vídeo sólo estaba en su celular y...se borró. Pensé que una temporada con mis padres lo harían entrar en camino, pero nada. Estoy en problemas Duarte. Estoy siendo demandada por no cumplir un contrato. Debido a que él se escapó de la casa y lo estaba buscando cómo una maldita loca olvidé mi contrato con Los Marcos. Debía terminar un trabajo de ellos y...no lo hice. Pedía y pedía plazos para terminar mi trabajo y...al final, se cansaron de esperar por mí. Ahora estoy enfrentando una demanda millonaria por no finalizar un maldito trabajo. Sin contar todo ¡Todo! El dinero que gasté en un detective privado para que lo encontrara Duarte. O todo el dinero que he perdido en las escuelas para que lo acepten y así de una vez se pueda graduar del Insti.

Ahora mis ojos están llenos de lágrimas. No puedo evitar llorar, la verdad, no puedo. No importa. Él es mi amigo. Con él puedo ser Freida, la verdadera Freida. Él toma mi mano, mira mis ojos llenos de lágrimas.

—Por eso vine a verte Freida. Quiero ayudarte. Puedo ayudarte. Pero...no es tan simple.

Limpio mis lágrimas. Prendo un cigarro, lo miro en silencio más calmada. Estoy realmente confundida, lo miro confundida.

Él suspira mirando el suelo. Traga en seco. Mira mis ojos pardos que resaltan con el color de mi piel, el color latino al igual que con mi cabello castaño oscuro.

Sonríe.

—Sé lo que hará mi madre Freida. Ella utilizará el dinero de la herencia para tratar de...digamos encaminar los miembros de mi familia. Sé lo que nos pedirá a cada uno para poder tocar su dinero luego de su muerte. Por mi parte...ella me pedirá una esposa y una...descendencia. Pero Freida...sabes mi secreto, lo sabes, tú eres la única que sabe mi secreto Freida. Sabes que eso me es imposible.

Suspiro. Fumo en silencio mirando el horizonte. 

Él suspira.

—Necesito tu apoyo Freida. Ayúdame y...yo te puedo ayudar. Lo sabes. Soy cómo un padre para Vincent. Él me escucha. Puedo ayudarte con tu...problema económico. Además claro que... obtendrás otro beneficio.

Lo miro en silencio. Fumo mirando sus ojos azules.

—Obtendrás venganza Freida. Por todo tu sufrimiento, por lo hijo de puta que fue contigo. Piensa Freida, entrarás una vez más en su vida cómo toda una mujer hermosa, independiente, experimentada y...casada con su hermano. Necesito esto Freida, no lo acepto, no acepto que él se quede con todo el dinero de mis padres. Yo soy un heredero, igual merezco parte de esa herencia. Y no hablemos de los otros miembros. Ellos la merecen menos que yo. Bueno, excepto Luna, mi sobrina, ella es... perfecta.

Apago mi cigarro. Lo miro en silencio seria. Él me mira en silencio igual. 

Traga en seco.

—Freida, por favor. No te pediría algo así si no fuera importante y lo sabes.

—Sabes que no estamos hablando de una simple mentira Duarte. Estamos hablando de una herencia millonaria. Esto no es un juego, lo sabes mejor que yo.

Él está serio. Muy pocas veces en la vida he visto esa mirada suya.

—Freida, si no me quieres ayudar, lo entiendo. Igual, siempre, siempre estaré ahí para tí. Lo sabes Freida¿Verdad?

Es verdad, él siempre, siempre está cuando lo necesito. Me siento mal, no es un sacrificio lo que él me pide. Él me está ofreciendo en cierto modo ayuda también. Ayuda que necesito. 

Respiro varias veces mirando el horizonte. Trago en seco. Miro sus ojos que están tristes.

—Acepto.

—¿Qué?

—Lo acepto Duarte. Acepto ayudarte, ser tu esposa.

Él está feliz, muy feliz, toma mi mano y la besa en silencio mientras se escucha Bésame mucho por mi Andrea. Traga en seco mirando el suelo. Está nervioso, lo conozco. Mira mis ojos.

—¿Qué pasa Duarte?

Suspira.

—Hay...hay algo más que necesito.

Ahora sí no entiendo nada.

—Ne... necesito la...ayuda de Vincent también. Necesito que...que...que él sea mi hijo...no mi hijastro Freida. No sé si me...me entiendes.

Asiento con mi cabeza varias veces en silencio mirando sus ojos.

—Descendencia ¿No Duarte? Necesitas una descendencia también.

Él no dice nada. Toma un trago de whisky y mira mis ojos en silencio, aprieta su mandíbula. Niego mirando sus ojos.

—Él jamás se creería que eres su padre. Lo sabes. Además, esa es una de las razones por las que mi hijo me desprecia. Porque no sabe quién es su padre.

—No necesariamente debes mentirle Freida. Vamos, le decimos la verdad y...bueno, que él decida si nos ayuda o no.

Bufo. Suspiro y tomo un poco de whisky.

—Suerte con eso Duarte. Él es un egoísta. Él no te ayudará.

—Bueno Freida. Él no es imposible. Además, estamos hablando de dinero...

—A él no le importa el dinero Duarte. Tú lo sabes mejor que yo.

—Ya pero igual Freida, a él no le importa el dinero porque siempre ha tenido. Pero te aseguro que cuando le falte él sabrá valorar todo tu trabajo. Él sabrá valorarte.

Lo miro sonriendo. Suspiro.

—Sube a su habitación y habla con él Duarte¿Quién sabe? Tal vez él te escuche a tí.

—Ven conmigo Freida. Por favor. Esto es algo difícil para mí también.

Respiro varias veces mirando el lago a lo lejos. Tomo un último trago de mi wishky.

Apago la música.

Subimos ambos a su habitación. Escucho Billie Eilish. Me detengo en seco. Tomo el brazo de Duarte.

—Me...mejor en otro momento Duarte. Vamos, hablamos con él después. Si quieres en la cena hablas con él.

—¿Qué?¿Qué pasa Freida?

Suspiro.

—Conozco a mi hijo Duarte. Él no se expresa con las palabras, sino...con la música. Él está triste, lo sé, cuando está triste escucha a la Billie esa que ahora está de moda. No Duarte, créeme, ahora él no te escuchará.

Él asienta en silencio mirando mis ojos. Nos disponemos a volver a bajar. Abren la puerta de su habitación, veo que sale humo de ella, huelo a hierba. Veo a la muchacha nueva que empezó a trabajar aquí hace una simple semana salir de su habitación sofocada, se está acomodando su blusa y arreglando su maquillaje, se está limpiando la boca con un Kleenexs. Ellas nos ve, se siente apenada, baja la cabeza, no nos puede sostener la mirada. Sólo pasa en silencio por nuestro lado y desaparece de nuestra visión.

Él se acerca a la puerta para cerrarla, está sin camisa, sólo lleva unos shorts deportivos de algodón. Puedo ver su marcado abdomen trabajado en el gimnasio. Nos mira en silencio. Tiene los ojos rojos. Probablemente debido a la marihuana. Ya no sé qué hacer para que deje de consumirla. La última vez que discutí con él por eso, se largó de la casa.

Nos mira a ambos en silencio. Mira a Duarte, sonríe un poco y lo abraza.

—Hola Padrino, no sabía que estabas aquí en Italia.

—Si... llegué esta mañana Vincent.

Él sonríe de medio lado mirando sus ojos. Duarte está nervioso. Respira varias veces mirando en silencio a Vincent.

—Vincent...tu...tu madre y yo debemos hablar algo contigo. Es...es importante¿Crees que podamos entrar a tu habitación y hablar con más calma?

Él se aparta de la puerta y nos deja pasar. Nos sentamos en un sofá azul oscuro frente a su televisión con sus videojuegos. Él se sienta en la cama y prende un porro. Baja un poco la música. Nos mira en silencio invitándonos a hablar. Duarte me mira, yo lo miro. Él me entiende. Lo invito a que hable.

Duarte respira varias veces, mira a Vincent y le explica todo. Él no dice nada, sólo lo escucha en silencio fumando. Duarte en un momento determinado se levanta del sofá y se acerca a él. Le muestra fotos de su familia, le muestra una foto familiar dónde están todos los miembros de la familia de la Rosa. Él no conocía a los familiares de Duarte. No quería. Esa gente es...complicada. El único miembro de esa familia que vale la pena es Duarte. 

Él no ve mucha televisión, ni le gusta leer revistas y menos el periódico. Por eso no conocía a los miembros de una de las familias más ricas de Barcelona. Igual, esto es Italia, ellos aquí no son muy conocidos. Veo en un instante que le arrebata el teléfono a Duarte de las manos. No puedo ver lo que está viendo en el móvil pero sus pupilas están dilatadas, él comienza a respirar con dificultad sin dejar de mirar la pantalla del móvil, pasa su mano por la pantalla del móvil, traga en seco varias veces. Su mandíbula tiembla. Ahora sonríe de medio lado mirando la pantalla del móvil.

Mira a los ojos a Duarte.

—Lo haré.

Duarte suelta todo el aire que ha estado aguantando. Ríe mirando los ojos de mi hijo. Vincent sonríe en silencio mirando a Duarte, luego vuelve a mirar la pantalla del móvil. Muerde su labio inferior, sonríe de medio lado.

No,no,no,no. Esa mirada suya. Lo conozco. Esto...esto significa sólo una cosa. No sé si estoy haciendo bien.

No sé si tomé una buena decisión.

Cuando Vincent tiene esa mirada sólo puede significar una cosa...

Problemas.


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