Capitulo IV

Estuve solo un día más en Rincón Alto antes de volver a la ciudad con las manos vacías. Pues hasta el momento, no hay ninguna noticia sobre el caso. El comisario, como advirtió en nuestra reunión, envió un comunicado oficial a la prensa dando los escasos datos que tenía, que no eran más de lo que me había dicho.

Aún no están los resultados definitivos de la autopsia de la NN [1]. Pero luego de comunicarme vía email con la oficina forense de Rosario, donde tengo un viejo conocido, recibo un informe preliminar.

Los conocimientos e instintos del viejo comisario Ordoñez, no fallaron. La fecha de la muerte data de hace dos semanas. Al estar el cuerpo sumergido tanto tiempo ha dificultado la autopsia y no han podido rescatar material genético de él. Pero no se encontró agua en sus pulmones, la causa de muerte es asfixia por compresión mecánica.

La cuerda que fue usada para ahorcar a la joven, dejó rastros inconclusos sobre la piel. De haber estado su cadáver bajo tierra firme, estas marcas se hubieran conservado. Pero una vez más, el implacable río arruinó todo.

Se me eriza la piel apresurando las arcadas que aparecen a medida que leo el informe. La pequeña fue abusada incontables veces, sus genitales están casi desechos por la violencia con la que fueron tratados.

Tiene todo el cuerpo cubierto de fracturas, algunas de larga data, ya curadas. Otras recientes. Pero el forense no puede aseverar que fueran anteriores a la muerte o producto de la corriente. Lo dicho, el río hizo de las suyas.

Los informes toxicológicos y de tejido estarán en unas semanas más. Así que no hay mucho con que trabajar.

De regreso a mi cubículo, dejo mis pertenencias y me dirijo a la oficina de Diego para ponerlo al tanto de la investigación. Respiro hondo antes de presentarme a su oficina, recordándome que aunque sea un imbécil, sigue siendo mi jefe. Con esa idea en mi cabeza, golpeo dos veces la puerta al escuchar su invitación ingreso a su despacho.

—Buen día. —saludo sin mucho entusiasmo, él responde con una sonrisa amistosa.

—Hola ¿cuándo volviste?

—Anoche. No tenía nada más que hacer en Rincón Alto. Es un callejón sin salida.

—¿Tan mal?

—No se trata de eso, no hay pistas, poco material forense y todavía no dan con la identificación de la niña. No hay mucho que investigar.

—Qué pena. Lamento haberte hecho perder el tiempo Val.

—No es tu culpa. O el asesino es un suertudo tremendo o estamos frente a un hombre que sabe exactamente lo que hace. Y eso me lleva a preguntar si es su primer homicidio.

—¿Qué tienes en mente? —pregunta enderezándose en su asiento y apoyando los codos sobre el escritorio.

—Estoy siguiendo una pista que quizás no tenga absolutamente nada que ver con este crimen…

—Pero tus instintos no opinan igual. —adelanta.

—Me conoces bien. Necesito tiempo y algo de espacio.

—Lo tienes. Avísame cuando tengas algo más sólido. Mientras tanto, quiero un reporte sobre esto para publicar.

—Gracias, te traeré el primer borrador en unas horas. Y luego me iré. Trabajaré desde casa por el momento.

—De acuerdo. Pero quiero que me mantengas al tanto.

—Así será. —me despido.

Tres horas después, vuelvo a la oficina de Voldemort con un borrador que me devuelve con sus correcciones en rojo vibrante. Luego de ajustar el texto a sus deseos, dejo el documento en la canasta de “Salida”, recojo mis cosas y me subo al auto.

La música siempre me ayuda a concentrar, ordenando mis dispersos pensamientos, y una vez más logra su cometido. Para cuando llego a casa ya tengo la cabeza más clara y puedo trabajar el resto de la tarde.

Aprovecho la soledad ya que Lourdes no regresa del trabajo, me pongo a lavar ropa, ordenar un poco, limpiar aquí y allí. La realidad es que tengo una compañera obsesiva de la limpieza, así que no hay mucho que hacer.

Por lo que poco más de dos horas después, me encuentro sentada frente a mi ordenador con una idea en la cabeza, buscar conexiones. Vuelvo a teclear en el ordenador las palabras claves, “mujer muerta” y “río Paraná” en el buscador.

No me sorprende encontrar las noticias de “la niña del río” y Evangelina Durán. Estoy mirando las fotografías cuando un inquietante escalofrío me recorre la columna. Sus cuerpos parecen estar en exactamente la misma posición en la vera del río, ambas llevaban muertas mucho antes de ser desechadas como b****a, luego de ser ultrajadas, vejadas, golpeadas…

Busco la causa de la muerte de Durán, pero el artículo no lo menciona. Vuelvo a las imágenes y una de ellas capta de inmediato mi atención.

Un cuerpo sobre la orilla del río, no puedo ver si esta desnuda, su cuerpo abandonado se encuentra semi cubierto por una lona que apenas deja entrever su cabello rubio, a pesar de la suciedad y humedad. Sé que se trata de una mujer distinta.

Cliqueo en el link que me lleva a la noticia.

<<El cuerpo sin vida de Soledad Quiroga de treinta y dos años, es hallado sin vida a orillas del río Paraná, en la localidad de Vadío Viejo cerca del parque nacional Iberá en la provincia de Corrientes, por unas personas que paseaban por la zona>>

Todas mis neuronas se alborotan y mi cerebro juraría que salta dentro de mi cráneo. ¡Una nueva víctima! decido continuar leyendo, las similitudes se acumulan. Llevaba muerta al menos un día antes de ser encontrada. No especifican la causa de la muerte, lo que me fastidia.

Si las tres murieron de forma similar, estaría casi segura de que se trata del mismo asesino. Y con tres cadáveres en su haber, ya podríamos etiquetarlo como “el asesino del Paraná”.

¿Cuáles son las posibilidades de estar enfrentándome a un asesino en serie?

¿Será que he leído demasiadas novelas policiales?

¿Será la misma persona?

Necesito saber más… mucho más y sé exactamente quién puede ayudarme.

[1] Forma en latín de referirse a alguien no identificado.

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