8.Extrañas presentaciones

—Bien, déjame ayudarte con esto— Theo se inclina y como si fuera peso pluma lo que lleva en sus manos, empieza a rodar las dos grandes y pesadas maletas hasta donde se encuentran situadas las grandes escaleras.

Antes de que yo intente tan si quiera abrir la boca, la señora la cual supuestamente su nombre es Irina, habla.

—¡Theo, ten paciencia! —reprende al rubio como si de un niño pequeño se tratara, y este rápidamente se detiene y se da media vuelta con un gesto de confusión enmarcando su lindo rostro. —No ves que la señorita ni siquiera se ha despedido y tú ya quieres llevarla a rastras.

Muerdo mi labio para evitar que una carcajada salga de mi boca al presenciar el enrojecimiento de las mejillas de Theo ante el reproche de Irina. El chico musculoso y fornido rápidamente suelta la

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