Capítulo Dos

- Hola -le dije animadamente, como si lo conociera de toda la vida. Él levantó su mirada, sus ojos se veían mucho más hermosos e intensos de cerca y pude notar el asombro que mi presencia le causó.

- ¿Qué haces? -preguntó con el ceño fruncido mientras cerraba su libro y lo dejaba de lado-

-Nada, sólo que somos los únicos aquí, así que vine a hacerte compañía –apoyé mis brazos en la mesa, sin despegar mi vista de la suya-

-Gracias, pero no necesito tu compañía -añadió seco y volvió a su estúpido libro-

¿Me ofendió? Pues sí. Ningún chico me ha rechazado nunca y tú no serás la excepción. Así que firme a mi postura no me moví de mi lugar y continúe con mi penetrante mirada, sé que podía sentirla ya que se removía nervioso en su asiento.

Mientras tanto aproveché de mirarlo más detalladamente, llevaba puesto una sudadera de color gris, unos jeans negros y las clásicas converse negras.

Era de contextura media, pero a pesar de que la sudadera tapaba sus brazos parecía estar tonificado y su piel era realmente pálida, aunque sus mejillas estaban teñidas de un rosa clarito, lo cual no sabía porque, pero me pareció tierno.

No tenía idea de porque aún me encontraba como idiota sentada frente a él, ni siquiera es mi tipo. Se nota que es un chico nerd y aburrido, pero algo en mi sentía el impulso de querer llevarlo a la cama.

Estaba tan distraída en mis pensamientos que de un momento a otro sus ojos se volvieron a encontrar con los míos, me miró con tanta profundidad que no pude evitar sentirme nerviosa. ¿Pero que me pasa? Yo jamás me he puesto nerviosa con un chico, quizás eran los efectos del alcohol que seguían presentes en mi sistema.

- ¿Qué es lo que quieres? -preguntó mientras levantaba una ceja y se mostraba serio-

-Solo molestarte -solté divertida-

-Pues ya me voy -Terminó rápidamente de beber su café, dejó el dinero sobre la mesa y salió de ahí-

Bien, me rindo.

Me quedé tiesa en mi asiento unos segundos sin saber que hacer, así que repetí sus mismas acciones y salí del local con el celular en la mano mientras estaba en busca de algún taxi que me llevara a casa.

Mientras el radar buscaba algún conductor cerca comencé a caminar, pero tropecé con un escalón y caí en seco sobre mis rodillas en el frío y duro cemento.

M****a, lo que me faltaba. Menudo día.

Sentí alguien correr hacia mi- ¿Estás bien? -me preguntó el mismo chico de la cafetería, su tono de voz era preocupado y se agachó a mi altura-

Ahora te interesas por mí.

-Sí, eso creo -dije algo avergonzada y comencé a levantarme, o al menos a intentarlo-

-Con cuidado -me ayudó y me tomó del brazo para levantarme-

Una vez de pie vi que tenía su mirada fija en mis rodillas y me di cuenta de que mi pantalón se había roto producto de la caída y mis rodillas se encontraban con sangre.

Ouch. Mi jean. Era nuevo.

-M****a, estás sangrando –dijo aún con su tono preocupado sin despegar la vista de mis rodillas-

-No pasa nada, estoy bien -reí nerviosa

La verdad ya me estaba comenzando a arder. Intenté dar unos pasos y un dolor punzante comenzó en mis rodillas.

-Me duele -cerré los ojos con fuerza-

El chico se acercó más a mi - ¿Viniste sola? ¿No traes auto?

-Sí y no, estaba buscando un taxi y... -me percaté de que no tenía mi celular, busqué con la mirada y este se encontraba en el suelo-

El chico se dio cuenta y lo levantó -ten -lo estiró hacia mí y lo agarré-

-Gracias -le di una sonrisa a medias-

Lo desbloquee y la estúpida aplicación seguía sin encontrar un auto cerca. Bufé.

El chico se aclaró la garganta -Si quieres te puedo llevar.

-No gracias, puedo volver sola.

Y recordé, se supone que hoy dormiría donde Celeste, ya eran casi las dos de la mañana, así que solo debía llegar a su casa que se encontraba a unos 15 minutos de aquí. Puedo caminar.

Comencé a caminar con lentitud ya que el dolor de mis rodillas seguía y estas ardían cada vez más, aun así no pare.

Sentí detrás de mí los pasos de él -No seas necia, enserio no tengo problema en llevarte, estás herida y ya es tarde para que te vayas caminando sola a esta hora.

Me quedé divagándolo por unos segundos. Hacía mucho frío y él tiene razón, puede ser peligroso.

-Está bien, puedes llevarme – rodee los ojos -

Él sonrió y lo seguí hasta su auto, abrió la puerta del copiloto para dejarme entrar, luego dio la vuelta para subir y poner en marcha el auto.

¿Por qué de la nada era amable conmigo?

-Espera -le dije antes de que arrancara- Aún no sé dónde ir.

El me miró confundido -Pues a tu casa, ¿no?

Suspiré -Se supone que me quedaría donde una amiga, pero nos distanciamos en el club.

Él se quedó unos segundos dudando.

Podría irme donde Nick, probablemente siga despierto.

Iba a decirle su dirección, pero él habló antes.

-Estoy solo en casa, si quieres puedes quedarte en la habitación de huéspedes.

No lo conozco, es un total desconocido y a pesar de que yo en un principio de acerqué a él para molestarlo no me esperaba esto, pero había algo en él y su dulce mirada, que me irradiaba confianza.

-Está bien -dije dudosa, no creo que me haga daño-

En silencio comenzó a manejar, se le notaba algo incómodo.

-¿Puedo encender la radio? -pregunté para romper el hielo-

-Sí – dijo secamente-

Acerqué mi mano hasta la radio y la encendí, me di cuenta de que mis palmas también sangraban un poco ya que me había apoyado en ellas cuando caí.

En la radio sonaba Heather de Conan Gray, me encantaba esta canción así que comencé a cantar sigilosamente mientras miraba por la ventana.

Why would you ever kiss me?

I'm not even half as pretty

You gave her your sweater, it's just polyester

But you like her better

Wish I were Heather.

A los segundos el chico se puso a tararear y lo miré divertida. Su rostro se iluminaba con la luz de la noche, su mirada estaba fija en el camino.

- ¿Y cómo te llamas? -preguntó al terminar la canción-

-Soy Amanda, ¿y tú eres...?

-Yo soy Evan -Me miró por un segundo y volteó rápidamente-

-Un gusto Evans -hice resonar la "s"-

-Evan, no Evans -frunció el ceño-

-Evans -le sonreí burlona y él sólo me fulminó con la mirada-

-Te ves muy joven, ¿Qué edad tienes? -preguntó después de unos segundos-

-Ahora te interesas por saber de mí, en la cafetería te notabas bastante desinteresado -dije en un tono divertido-

El rodó los ojos y me reí.

-Tengo 19 - respondí finalmente-

-Oh -dijo seco-

-¿No me dirás tu edad?

-Tengo 20 -su mirada seguía puesta en el camino-

-Interesante.

El auto dobló en una esquina y se detuvo en una casa de dos pisos bastante grande. Reconocí el lugar y me di cuenta de que mi casa se encuentra a unos 10 minutos de aquí. Evan se bajó y rodeó el auto hasta mi puerta nuevamente.

-Te ayudo -Dijo tomándome del brazo-

-No te preocupes, puedo caminar.

Me miró unos segundos y avanzó para abrir la puerta de su casa, cuando llegue a su lado entramos y estaba todo oscuro, él se acercó al interruptor y prendió las luces. Su casa era enorme y la decoración era muy moderna.

Se puso frente a mi - ¿Quieres algo de beber?

Lo miré, su cabello rubio brillaba y se veía tan suave que me daban ganas de tocarlo.

-No gracias, estoy bien.

Me llevó a la habitación de invitados, esta era de un tamaño normal, contaba con una cama, un velador y un baño. La ventana sobre la cama iluminaba la habitación y me senté en la orilla de esta.

-Iré a buscarte algo para curar tus rodillas -dijo finalmente y salió de la habitación-

Comencé a sacarme el jean y al llegar a las rodillas lo bajé lentamente ya que seguía doliendo un montón, me quedé con mi top y mis bragas que eran de color burdeo y de encaje.

Evan llegó nuevamente con un botiquín y una playera en su mano, al percatarse de que estaba en ropa interior tragó nervioso y se quedó quieto.

Sonreí al darme cuenta de su reacción -¿Es para mí? -le señale la playera.

Comenzó a rascarse la nuca- Eh... sí, te la traje para que duermas más cómoda.

Me la entregó y sin pudor me la coloqué frente a él, pero bajó la mirada.

Me volví a sentar en la punta de la cama y él se arrodillo para ver mi herida, sacó alcohol del botiquín y con un algodón comenzó a pasarme delicadamente para limpiar la sangre que ya se encontraba seca, tapé mi rostro ante el ardor y grité internamente. Cuando terminó colocó una gasa para cubrir la herida. Se iba a levantar, pero le mostré mis manos que también dolían.

-No sabía que también te golpeaste ahí.

Tomó mi mano y comenzó a acariciarla con suavidad. Sus ojos se encontraron con los míos y ante tal acto sentí un hormigueo dentro de mí. No despegaba su mirada y bajé mi vista hasta sus labios, estos se veían húmedos y suaves.

Quiero besarlos.

Comencé a acercarme al mismo tiempo que él, sentía su respiración a centímetros de mí y cuando estaba a punto de rozar sus labios con los míos se aclaró la garganta y se alejó de mí.

Me quedé quieta en mi lugar sin saber que acababa de pasar y porque no me había besado.

Que humillación.

Curó rápidamente mis manos y se levantó, una vez en la puerta de la habitación me dio las buenas noches y salió. Algo confundida aún me recosté en la cama y caí en un profundo sueño.

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