Capítulo 3

Escucho el celular de alguien sonar, escondo mi cabeza debajo de la almohada, pero el celular sigue sonando, miro el reloj y son las 2:30 a.m. ¡¿Quién carajos llama a esta hora?! ¡Por Dios, ten piedad de las ilegales como yo! ... Escucho una maldición de Helen.

-¿Podría alguien apagar ese puto celular? ¡¡Hyo!!

-No es el mío. ¡Camila, por Dios!

-¡¡¡Paso!!! No me dejan dormir, ¿Quién llama a esta hora? –Las tres gritamos al mismo tiempo a María, pero la morena se para entre mi puerta y la de Hyo llorando, rápidamente doy un brinco de la cama y Hyo también-.

-María, ¿qué pasa ? –Pregunta Hyo-.

-María por Dios habla –Esta vez pregunto yo-.

-Está muerta, está muerta. –Es lo único que dice María llorando. Helen llega y se queda mirándome a la cara, no entendemos de qué habla María, voy a abrir la boca para preguntar quién murió, pero Maria se desploma en el suelo y comienza a llorar con desesperación-.

-María, por Dios, ¡¿Quién murió?! ¡Nos estás preocupando!

-María, habla.

-María, escúchame, tienes que reaccionar. –Escuchamos un grito desesperado de la morena mientras grita "¡Mi mamá!"-. Mi mamá, mamá está muerta y nunca le pude decir si la perdonaba o la amaba...mamá murió,el cáncer la mató.

Las chicas y yo nos vemos las cara, no sabemos qué decir, María nunca habla de su familia, no sabemos nada de la familia de María, las tres nos sentamos en el suelo con ella.

–Después de unos minutos, continuó diciendo-.

-¿Saben? Antes de que mi mamá decidiera abandonar a mi padre por otro, teníamos una buena relación de madre e hija; siempre jugaba conmigo y con mi hermana, nos contábamos todo, pero luego llegó ese maldito hombre y todo se derrumbó.

Era la primera vez que María hablaba de su familia. Las cuatro estábamos sentadas en el frío pasillo sin decir nada. Después de un largo silencio María se levantó, fue a la alacena, sacó una botella de vodka y volvió a sentarse en el piso después de un largo trago, como si necesitase estar un poco anestesiada para sacar lo que tanto tiempo había guardado dentro de sí.

-Mi madre descubrió que mi padre tenía leucemia y estaba asustada. En ese tiempo yo tenía unos 17 años y mi hermana 15. Un día llegó a la puerta un hombre a la casa diciendo que debía hablar con mi madre, aún recuerdo la cara de Mercedes cuando me dijo que el hombre discutía con mamá y le dio una cachetada. Se escuchaban gritos de mamá, papá y el otro hombre, después de un rato Mercedes (mi hermana), y yo escuchamos cómo mamá le decía a papá que lo dejaba porque no podía lidiar con un moribundo.

–Una risa triste se escapó de los labios de María mientras se daba otro trago de Vodka y continuó hablando-.

-Papá le rogó que no lo abandonara, que él la amaba, que él haría todo lo necesario para recuperar su salud. ¿Saben lo que le dijo mi madre? Que su destino era morir y que ella no lo amaba, que nunca lo había amado y que agradecía que él estuviera enfermo. Después de eso subió las escaleras de mi casa y recogió las cosas de Mercedes, subí las escaleras y le rogué que no se marchara y que no nos llevara con ella que nos dejara con papá. Esa mujer sonrió y me dijo: "Oh querida, pues tú te quedas, pero tu hermana viene conmigo".

Dos meses después de que esa mujer se fue, papá murió dejándome totalmente sola. Hace un año mi hermana me buscó y me dijo que mamá estaba enferma de cáncer, irónicamente leucemia. –En ese momento María soltó una carcajada y me pasa la botella para que también dé un trago-. ¡La misma enfermedad que mi padre, la misma enfermedad que el hombre a quien abandonó! La puta, tenía leucemia, me negué a visitarla, a saber cualquier cosa de la mujer que me abandonó y nunca más mi hermana me volvió a buscar.

Después del relato de María todas nos quedamos sentadas en el frío suelo del pasillo tomando Vodka y sin nada que decidir, escuchando cómo las gotas de lluvia comenzaban a caer y así las cuatros nos quedamos calladas diciendo todo a través de ese silencio.

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