Karenina

Tuve que ayudarla a bajar de la camioneta, viajamos en completo silencio desde su casa hasta aquí, un lugar remoto lejos en Betel, donde según papá el abuelo solía traer ciertas aventurillas. La verdad no tenía nada más que hablar con ella, en mi cabeza solo existían pedazos de películas donde a Yvonne pudiera sucederle algo, donde la golpeara, donde muriera, donde se preguntara porque yo no la encontraba, conociéndola podía pensar lo peor de mí, sobre todo después de tantas discusiones.

Fue mamá a quien se le ocurrió que podrían estar ahí porque nadie vio pasar ningún carro rumbo a la casa. Dejé atrás a los muchachos, a los hombres y mujeres de la búsqueda y fui solo con Ayarit. Ella no tenía mucho que decir, y si tenía no podía, sé que me miraba de a ratos pero no era mi intención intercambiar miradas

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