Capítulo III

Estacióno la camioneta a un lado del auto de Jayden, bajo y camino por el camino de piedra que lo conducía al amplio porche de color blanco con una distinguida puerta en color rojo, subió los cinco escalones y tocó el tiempre, una sonrisa se deslizó por sus labios al escuchar el grito significativo de la hermana pequeña de Jayden.

Tenía tres hermanas y el las quería a todas ellas como si también fueran sus hermanas, sonrió aún más cuando escucho el sonido de la puerta siendo abierta.

  - ¡Thomas! - recibió en sus brazos a la pequeña niña de ocho años, era delgada y totalmente imparable, su largo cabello de color negro y rizado - igual al de su hermano mayor - se movió con los giros que Thomas dio cuenda la tenía bien sujeta, la tierna risa de Liona se escucho fuerte y clara en sus oídos

  - También te extrañe Lio - río en su oído, la puso con cuidado en sus pies, acaricio sus rizos observando cuanto había crecido desde la última vez que la vio - cada vez te veo más grande, muy pronto me alcanzarás

Ella río, divertida por el comentario - nunca te podría alcanzar, tu mides como un edificio - su voz dulce y cantarina Le calentó el pecho

  - sólo mido un metro noventa, no es demasiado - ambos caminaron hacia la puerta, las manos de él en los hombros de ella

  - si tu lo dices - se burló, entraron a la sala de estar, de inmediato las otras dos señoritas que estaban hay se pusieron de pie, deseosas de saludarlo

  - Thomas, Thomas... te tardaste en venir a verme, ¿dónde ha quedado nuestro amor para ti? - la voz de Ginger llena de dramatismo y burla llegó a sus oídos al mismo tiempo que la abrazaba.

  - Mi querida Gin sigo amándote al igual que el primer día - Le siguió el juego, eso se había vuelto una costumbre entre ellos, una broma que los mantenía unidos, se acerco a ella y la estrecho entre sus brazos

Ginger tenía veintidós años, era la segunda en orden de nacimiento, era alta, media un metro setenta y cinco, cabello color caramelo por parte de su madre y rizado por parte de su padre, Le llegaba a los hombros y siempre domaba sus rizos con diademas y broches, estaba estudiando historia y era una de las mejores de su clase, sus ojos de color café eran grandes y llamativos, había eredado ese unico y sin igual toque de gracia de su hermano.

  - será mejor que Le digas la verdad Thomas, cuando se entere que solo Le sigues el juego para que no se deprima será mucho peor - y esa era Bea, tenía dieciséis años, y era con la que mejor se llevaba de las tres, se debía a que veía demasiado de él mismo en ella.

Era dura y no dejaba que nadie la pisoteara, cabello único, su color era lo que Le gustaba a ella, ella había heredado el cabello pelirrojo de su abuelo paterno, pelirroja y china, su rostro lleno de pecas que la hacían aún más bella y que resaltaba con su pálida piel, ella era pequeña en estatura, media un metro sesenta y uno, pero sin duda lo más bello de sí eran sus ojos, dos grandes orbes con abundantes pestañas, ella había nacido con cierto desorden genético que afectaba el color de sus ojos, uno de ellos era totalmente negro, el otro era lo increíble, era azul en su mayoría pero tenía una parte del iris que peleaba con el color café y con el color verde, como resultado, sus ojos eran tan únicos y maravillosos como ella.

  - lo hago solo para evitar lo que me has dicho, pero lo tendré en cuenta - Le guiño un ojo en su dirección, su resultado fue una sonrisa de oreja a oreja de parte de Bea y, un sonido lleno de indignación de parte de su hermana mayor.

De las dos sin duda la más responsable era Bea y eso nadie lo podía negar.

  - ¿Escucho la voz de un increíble chico? - la voz De Natalia, la madre de esas tres niñas y de su mejor amigo, se escucho al otro lado del amplio pasillo que dividía el comedor de la sala, y un segundo después la vio aparecer por el pasillo, observo que llevaba un delantal y de inmediato supo que hacía lo que a ella más Le gustaba, cocinar.

  - eso es seguro, porque la voz de Jayden no es - Le respondió dándole una sonrisa, el quería a esa mujer como una segunda madre, y ella lo quería a él como otro hijo

  - ¡TE ESTOY ESCUCHANDO FLORECITA! - la voz de su amigo se escucho desde las escaleras, miro hacia ellas y pudo ver como bajaba por estas mismas

Rodó los ojos al ver que bajaba aún vestido con su pijama, no Le sorprendió en absoluto ver la pijama que su amigo llevaba, a sus veinticinco años usaba aún un pijama con dibujos de distintos dinosaurios en los pantalones y, un gran dinosaurio de color rojo y naranja estampado en la camiseta de manga larga.

Jayden era igual de alto que él, ojos verdes y cabello negro y rizado, mandíbula definida y una sonrisa matadora, lo caracterizaba esa pulcra y limpia barba que llevaba desde hace cerca de cinco meses.

  - ¿sigues en pijama a estas horas? - Le preguntó cuando lo tuvo a su lado, Jayden apoyo su mano en el hombro de su amigo y Le regalo una sonrisa burlona

  - No solo en pijama amigo mío, seguía dormido hasta hace diez minutos - Le sonrio de forma inocente y llena de sorna, Le sonrio igual

  - ¿porque no me sorprende? - Jayden encogió sus hombros y Le hizo una seña para que lo siguiera

Caminaron por el pasillo hacia las puertas de cristal corredizas que los llevarían hacia el exterior, una vez afuera ambos se sentaron el los sillones que habían en la terraza que estaba a un lado de la alberca.

  - ¿y bien, de que tipo es ese trabajo del que me dijiste? - recargo su espalda en el como respaldo y cruzo una de sus piernas sobre la otra, su amigo Le sonrio y Le soltó la bomba un segundo después

  - hay una mujer que necesita un Guardaespaldas para su nieta de veinte años - el enojo se plazmo de inmediato en su rostro

-No pienso trabajar como niñera de una niña - su voz se escucho áspera y dura

-Guardaespaldas, no niñera, existe una diferencia - el hombre frente a él le corrigió

-para mí es igual - casi gruño hacia aquel hombre al que llamaba amigo

- la paga es muy buena además de que sólo tienes que ver que nadie la moleste - Le explico - además la pobre mujer que te quiere contratar esta desesperada por encontrar a alguien que cuide a su nieta

-sabes que llevo un par de años que no trabajo y menos aun como el Guardaespaldas de una... Niña- agregó, en sus últimos intentos por zafarse del trabajo

-lo se, pero la chica no te dará problemas por la... Situación que vive - lo último lo dijo en voz baja, esperando que no lo hubiera escuchado

-¿que tipo de situación? - lu duda y la curiosidad plasmadas en esa simple pregunta

-bueno, no se mucho, pero lo que su abuela me contó fue que hace años tuvo un accidente, quedó muda y casi sorda, te recomendé a ti porque sabrás comunicarte con ella - Le aseguro - además de que necesitas el trabajo

Bufando y pasando sus manos por su cabello lo miro - Bien lo haré, pero no prometo nada - su amigo Le sonrió en señal de aprobación

-se que no te arrepentirás - Le sonrió

-¿cómo se llama? - Le pregunto cuando vio que caminaba hacia la puerta

Él se detuvo y giro a verlo - se llama Katherine, Katherine Bennett

Asintió con la cabeza y dejo que se fuera, solo esperaba no haberse equivocado.

                        ~~~~~~

Katherine siguió estudiando en su habitación hasta que dieron las diez de la noche, había terminado de limpiar la cocina y la sala, ya había servido la cena, cenado y limpiado todo lo que se había ensuciado en ese tiempo, guardo sus libros en la mochila y se cambió, se aseguró de que la puerta de su habitación estuviera cerrada con llave y se acostó.

Se quedo pensando por un par de minutos, en su mente solo se encontraba la idea del Guardaespaldas y pensó que tal vez no era algo tan malo.

Después de todo tendría a alguien más en su pequeño círculo de personas en las que ella confiaba.

O al menos, esperaba que así fuera.

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