En alguna parte
El misterioso hombre observaba con curiosidad a la joven frente a él, sus hermosos ojos ámbar reflejaban la locura infinita.
—Mi querida, Amanda. —relamió sus labios disfrutando de aquel nombre— Sigues siendo tan hermosa como antes
La mujer lo miro con asco, sabía que sus intenciones no eran buenas.
—¿Para qué me llamaste? —pregunto sin rodeos
—Cálmate Amanda, primero quiero que conozcas a mis mascotas. —al lado del hombre 3 grandes bestias descansaban, eran aquellas horribles bestias que asesinaban sin piedad— ¿Te acuerdas de ellos?
—Cómo voy a olvidarlos. —soltó con asco— ¿Para qué me llamaste?
Sorbió un poco del vino, gimió al sentir el dulce néctar bajar por su garganta.
—Es simple, —observó su copa vacía— sabes que ya son 11 asesinados ¿no? —ella asintió— Muy bien, es bueno saber que estás informada. Pero como te decía, me faltan 10 más y es ahí cuando tú entras
—¿Yo? —asintió con una sonrisa macabra en sus labios
—Tienes que acabar con ellos, mientras que yo me encargaré de acabar con los 3 reinos y ahí mi plan al fin dará frutos.
—¿Sigues teniendo esa tonta idea en tu espeluznante cerebro? —pregunto con burla Amanda
—No es una tonta idea, —respondió entre dientes— ser el único rey es mi destino, así tenga que matar a mi propia sangre por cumplir mi destino seré capaz de todo
—¿Qué quieres que haga ahora? —Amanda observó detenidamente al hombre, era difícil creer que él fuera capaz de aquello. Pero cualquiera por obtener el poder sería capaz de todo
Se arrepentía de haberlo ayudado a crear a esas horribles bestias.
—Primero necesito que vayas al reino de Witther y vigiles a Maximiliano, él sigue buscándome, pero no me encontrará. Tú debes detenerlo —Amanda asintió
—Como tú digas, su majestad —con sarcasmo respondió Amanda, ahora su próxima víctima era Maximiliano, debía volver a su pasado y aquel amor imposible que juro olvidar
Pero no pudo.
Reino Witther La tarde se hizo presente, el sol seguía brillando y una fresca brisa acariciaba el rostro de Maximiliano. Después de haber rebuscado en el despacho de su padre, decidió tomar un descanso. Su mente divagaba, estaba atormentado y ofuscado. No encontró nada, ¿Felipe lo estaba distrayendo? Así que decidió darse un baño y luego observar el bello paisaje desde su balcón, no había querido almorzar. Por ahora su apetito era nulo, pero su sed de venganza era inmensa, sentía que algo le faltaba. Como si una parte de su alma estuviera vagando por alguna parte. Pero no lo descifraba, ¿qué era? Recuerda que solía esconderse de todos y encerrarse en su alcoba, donde lloraba en silencio y dejaba que su dolor se apoderara de él. Ahora estaba a punto de comenzar una nueva etapa, el ser un rey. Tendría tanto que resolver, cuidar un reino entero y al mismo tiempo vengar a sus padres. Se sentía
Reino Witther Los días habían pasado y con ello los recuerdos de aquel encuentro, Esmeralda no había sido castigada pues nadie la había descubierto. Ella solo huyó de ahí, dejando al príncipe confundido y feliz. Maximiliano soñó con su compañera, pensó en su dulce mirada y el miedo que reflejaba. Fue imposible poder ocultarlo, así que tuvo que confesarlo a su nana quien se emocionó por aquello, pero él fue muy claro. —No puedes decirle esto a ella, es un secreto. Por eso te pido tu discreción y tu apoyo. Cuídala y no dejes que nadie se enteré de esto. Debo cumplir mi venganza y guardar este secreto. Para él era difícil, los días siguientes de su encuentro no dejaba de observar a su compañera y le era difícil no enloquecer por aquel dulce aroma. Todo el castillo estaba impregnado con su aroma. El sol brillaba y el pueblo se alistaba para la coronación. Maximiliano observaba
Reino Witther • Maximiliano • El silencio reino durante unos largos minutos, ninguno de los dos dijo nada. Él al igual que yo lucíamos impactados, la última vez que lo vi fue tras aquella discusión y mi tonta reacción. Lo trate mal sabiendo que él no tiene la culpa de nada. Habían pasado 3 meses desde mi coronación, al principio fue difícil adaptarme, pero ahora ya estoy controlando más el reino. Y ella, suelo verla contemplar las flores del jardín por unos largos minutos, posee una sonrisa inocente y dulce. Muchas veces su aroma interrumpe mis pensamientos, le pedí a mi nana un pequeño favor, cada vez que mi desayuno, almuerzo o cena sea llevado a mi despacho ella debe traérmelo. Me gusta su aroma. Es tan exquisito y me da calma. Y no hay sospechas, pues la encargada es mi nana así que el personal le hace caso. Sigo investigando, pero no encuentro alguna pista. H
En alguna parte • Felipe • Su sonrisa se ensanchó más, a veces parecía un demente y en ocasiones un hombre inteligente, pero ahora mismo ante mis ojos era un desconocido. Ya no lo conocía. ¿En qué se había convertido? Ya no lucia cansado, ahora su apariencia era mágica y perfecta. Su rostro sin ninguna marca de guerra que antes poseía, su piel relucía firme. Caminaba de un lado al otro con aquella sonrisa, sabía lo que pensaba. Y era mi error, mi traición. —¿Entonces qué más deseas que haga? —este asintió suavemente ante mi pregunta —Muy buen trabajo Felipe —susurró, dejó de caminar y me observó, ambos permanecimos frente a frente. Él a un lado de su trono y yo abajo, como su sirviente Asentí. —Maximiliano es aún muy débil, ya tengo algo a mi favor debo averiguar si tiene algo más —observé sus ojos detenidamente, permanecían oscuros
Reino Witther • Maximiliano • "Sobre nuestras razas hay mucho que contar, cada uno emergía en las sombras. Evitan ser vistos, pero tarde o temprano serían vistos. Los primeros en ser vistos fueron los felinos, cuentan que fue la hija del jefe quien corrió aquel riesgo. Era apenas una cría cuando salió del bosque, una de las reglas principales era mantenerse en su nido hasta que sus padres vuelvan de cazar, pero ella era muy traviesa. La curiosidad fue más grande y rompió la regla, camino escuchando todo a su alrededor y jugueteando, pero no había visto a un humano observarla. Aquel humano prepara en silencio su lanza para poder acabar con aquella presa, pero fue un Alfa quien la salvo, asesinando al humano. Días después los humanos se alteraron, ya sabían de bestias que asesinaban en el bosque. Nuestras razas corrían riesgo. Así que tuvimos que actuar, form
Reino Witther • Maximiliano • —Vigila a Esmeralda. —susurró, regresábamos de las cabañas donde dejamos a mi compañera para que ella descansará— Que mañana se tomé el día libre, debe descansar y no hacer esfuerzo ya que podría lastimarse o abrirse la herida nuevamente. Así que por favor cuida... —me detengo al escuchar la puerta cerrase con fuerza, giró encontrándome con Daniel quien me observa impresionado. Dirige su mirada a mi nana y ella agacha la mirada avergonzada —¿Estas preocupado por una humana? —pregunto Daniel alzando una ceja —Daniel buenas noches —susurró con sarcasmo, sabe que odio que entre a mi alcoba sin mi permiso —Responde —pide con voz firme, algo está sospechando —Sabes que Maximiliano es una persona bondadosa y desea apoyar a los empleados —este asiente, mantiene la mirada fija en mí. Siempre había sido lo mismo, es como si leyera mi mente —¡A
Reino Witther —Levanta tu cabeza, orgulloso beta. Ahora estarás al lado de nuestro rey, resguardando, guiando y apoyando sus decisiones. —susurró el primer consejero, quien observaba al hombre frente suyo que permanecía arrodillado. Daniel levantó la mostrándose cabeza orgulloso— Te damos la bienvenida beta —Daniel se colocó de pie y los 16 consejeros hicieron reverencia. —Te damos la bienvenida beta —susurraron todos los consejeros El quinto consejero sonreía orgulloso, su primo tomaba un puesto muy importante en el reino Witther. Maximiliano observaba como su gran amigo se acercaba a él para luego hacer reverencia y susurrar. —Te serviré por siempre, mi rey —Lo sé, Daniel —susurró el rey Un gran banquete fue servido en honor a Daniel, deliciosos postres de moras (especiales en el reino), vino blanco, galletas de naranja, fruta cortada y muchos más manjares que adornaban la mesa. En el ex
Reino Witther Ella estaba pasmada. Y él disfrutaba sentir la calidez de aquellos dulces labios, los labios de su compañera. Acunó con sus manos las mejillas de Esmeralda y profundizó el beso. Mientras que ella seguía inmóvil, con los ojos cerrados totalmente asustada. Era el rey quien la besaba profundamente. La besaba suavemente, como si tuviera miedo a romperla. Despegó lentamente sus labios de los de su compañera para luego observarla, ella seguía con los ojos cerrados y las mejillas rojas. Pero luego se alejó de ella con rapidez, la había besado y alguien pudo haberlos visto. No podía exponerla, no podía perderla. —Vete y no menciones esto a nadie o morirás —susurró el rey mientras se giraba para poder servirse una copa de vino. Esmeralda con lágrimas en los ojos asintió, aunque el rey no pudo verla pudo sentir el aroma de su tristeza. Salió del despacho con el corazón latiend