capitulo 6

De ese modo habría que dado satisfecho, mientras que la pobre Xemena habría tenido que renunciar a la incomparable felicidad que según los rumores estaba disfrutando con su marido. Pertong se animó al centrar su atención en Aita y olvidarse de Xemena.

_ Vamos a demostrarle que se ha equivocado. Dentro de un par de meses te estaré casando en St. George y todo el mundo suplicará una invitación. Tu podrás invitar a quien te plazca y mandar al diablo al resto.

 A Aita le hubiera resultado una perspectiva muy tentadora tiempo atrás, pero ya había perdido todo interés por la moda y los cotilleos. En aquellos momentos solo había una persona que pudiera interesarle en aquella boda imaginaria, pero casi no se atrevía a preguntar.

_ La verdad es que me interesa más el novio que la lista de invitados¿A quién has elegido?

_ A Llelewas. El título de conde lo ha convertido en el soltero más codiciado de la noche a la mañana. Imagínate la sensación que provocara vuestro enlace.

Aita se devanó los sesos, pero no recordaba haberlo visto en las pocas fiestas a las que había asistido en los últimos meses.

_ ¿Y por qué iba a elegirme a mí?

_ Ya he hablado con el sobre esto. Necesito un aliado para el proyecto de ley que voy a presentar en el parlamento y él es la elección más lógica, aunque hasta el momento se ha mostrado muy distante. Cuando manifestó una vaga intención de contraer matrimonio le dije que tenía una hija casadera. Espero que sea el comienzo de una larga y fructífera unión.

 Cuando Pertong hablaba de uniones fructíferas solo pensaba en leyes y proyectos, no en los otros frutos que podría derivar de casar a su hija con un desconocido... ni en lo que ella tendría que hacer para cosecharlos.

_ Muy considerado de tu parte padre _ dijo Aita mientras se levantaba de la mesa. Ahora si me disculpáis, creo que me retiraré a mi habitación. Estoy muy cansada.

_ Pero si es casi mediodía, Aita _ observo Druster _. Demasiado tarde para dormir y demasiado pronto para retirarte.

Aita busco algunas excusas creíble que le permitiría estar a solas con sus pensamientos.

_ Quiero rezar un poco!. 

Druster tomo un sorbo de su café.

_ De acuerdo, entonces. Pero recuerda que una devoción excesiva es impropio de una joven. Puedes rezar siempre y cuando está de noche vuelvas a estar de humor y te pongas tu vestido nuevo. Vamos a asistir un baile en casa de Violía y allí conocerás a tu futuro marido.

Aquellas noche... solo tenía una pocas horas para librarse de los planes de su padre. Al parecer tendría que rezar por un milagro. la seguridad de su casa se había reforzado y las maneras que tenía anteriores para comunicarse con su amiga, se había acabado. ya no tiene donde ir o esconderse de la garra de su padre, su amiga Dolores está en el monasterio castigada por su tío sir Latís por no querer casarte con este viejo, y flaco tomas veckler. ¡qué jovencita aceptaría tal destino desgarrador es la secta mujer que ha tenido y acaba de enterrar su exmujer! No tal destino mi amiga hizo bien en no aceptarlo.

 Su mente divagaba, ahora su padre planea casarte con un conde recién nombrado.  Ha intentado muchas maneras de enviar una carta, a Dolores en el monasterio, pero no hay noticias de sí la recibió o no. Creo que ella no ha recibido ninguna carta. Su tío debió de prohibir muchas cosas. Hay Diosito mio, por favor salve a mi amiga, de esta terrible causa.

Unas horas después, lady Aita Strong observo el salón de baile y se preguntó si Druster había acertado al señalar los riesgos de la oración y el recogimiento. Se sentía como si fuera la primera vez que salía al mundo. Su vestido iba muy bien, pero el escote le parecía de repente demasiado indecoroso y la convertiría en el centro de toda la atención.

Tiempo atrás habría recibido con agrado la atención suscitada por un vestido más provocativo de la cuenta, pero en aquellos momentos solo quería estar sola.

Por desgracia, sus deseos no contaban para nada. Su padre estaba empeñado en presentarle a su futuro marido y no se dejó conmover por falsas migrañas ni retrasos deliberados. Tampoco su nueva mujer. Druster había intentado que Aita la llamase "Madre", pero sus edades eran tan parecidas que la sola idea la hacía reír. Incluso la palabra "madrastra" le sonaba a risas. Aita no quería que ninguna mujer volviera a ocupar la figura materna en su vida, pero su padre insistía en que necesitaba alguien que la guiara y acompañara y que por eso se había vuelto a casar. 

Talvez rubiera razón. Aita tenía apena diecinueve años, y creía tener la personalidad formada, para bien o para mal, pero si quisiera aprovechar su juventud y belleza para cazar a algún noble viejo y estúpido no podría contar con mejor maestra que la nueva mujer de su padre.

 Pero como ella no quería casarse, Druster estaba resultando ser incordio más que una ayuda. Su única esperanza era que el duque de Llelewas, fuera quien fuera, no estuviera tan impaciente por casarse a ciegas y que le diera gato por liebre, como esperaba su padre.

 _ Ponte derecha y sonríe, Aita. _ Le ordeno, Druster, golpeándole la espalda con el abanico.

Aita intento ocultar sus emociones mientras se acercaban grupos de gente que había en un rincón. ¿por qué debería mostrarse simpática y cordial con unos desconocidos? ¿Solo para complacer al pretendiente elegido por su padre? 

Teniendo en cuenta los hombres con los que su padre la había amenazado a lo largo de los años, no había muchos motivos para fomentar la atracción.

Pero de todos modos se irguió ligeramente. El continuo esfuerzo que hacía por conversarse y parecer menos de lo que era resultaba agotador y doloroso.

_ Supongo que tendrá que valer _ dijo Druster con el ceño fruncido _. Vamos. Nos van a presentar el invitado de honor. Es una ocasión extraordinaria que un noble soltero venga a Londres en mitad de temporada.

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