Orgullo herido

Se inclina hacia mí, dejando una distancia prudente y retadora entre los dos. Apresa su labio inferior sensual y fugazmente. Chasquea los dedos y como magia el salón queda a oscuras a excepción de una luz roja que enfoca su cuerpo.

—Antes que todo quiero dejar en claro que esto no es más que un baile — vuelve a la silla y se sienta en ella de piernas abiertas y con un bastón entre el medio de ellas —. En este bar no se ofrece sexo, así que no intenten nada según terminé mi pieza de baile, ¿estamos?.

—Sí... — estos tres y sus sistemáticas respuestas.

—Perfecto.

Una canción muy suave y sensual empezó a sonar de fondo, y otra luz de color azul se mezcló con la roja, dándole un toque mucho más erótico a su cuerpo allí sentado. Agachó la cabeza y empezó a mover su cadera de izquierda a derecha, al mismo ritmo lento de la música. Su abdomen hizo círculos pausados y provocadores, sin despegar su redondo trasero de la silla. Abrió y cerró las piernas con el bastón siendo un guía a cada movimiento que hacía con la cadera.

Según el ritmo empezó a ser más acelerado, abrió las piernas de golpe y lentamente subió hasta quedar de pie, con el bastón de manera horizontal a la altura de su vientre bajo. Levantó la cabeza y clavó su mirada en la mía; sacudió la cadera de un lado y hacia el otro y empezó a caminar a paso largo y elegante alrededor de la silla.

—Estoy en el paraíso... —expresó Isaac emocionado.

Relamí mi labio inferior sin apartar la mirada de ella. Tiene algo hipnótico, hechizante. Sus movimientos son delicados y sensuales, libres y atrevidos con cada segundo que corre junto con la música. Dejó el bastón en el suelo y golpeó el mismo caminando hacia mí. Su cadera se mueve sin llegar a exagerar con cada paso que da hasta llegar a mí y entrelazar sus dedos en mi cabello, tirando mi cabeza hacia atrás y sonriendo ladeado sin despegar su mirada de la mía. No puedo evitarlo, me ha causado una erección de los mil demonios con su erótico baile y aún más con esa mirada tan penetrante que me dedica.

—Feliz cumpleaños, bomboncito — susurra en mi oído, su aliento caliente y su respirar agitado en mi oído me estremeció todo el cuerpo.

Enderezó su postura acariciando mi cabello con su mano y moviendo la cadera de un lado y hacia el otro sin apartar sus ojos de los míos. Ambas palmas se situaron en mi pecho. ¿En dónde ha dejado el bastón? Bajó las manos acariciando mi torso, lentamente meneándose con mucha sensualidad en el medio de mis piernas, rozándome sutilmente con su cuerpo y enviando más elevación a mi amigo con el roce de su trasero en mis piernas. Es no posible no tenerla parada frente a una mujer sexy. Verla en esta posición solo me hace pensar en la una y mil maneras en la que usaría esa boquita rosadita y húmeda.

—¿Cuánto por una noche? — suelto y queda totalmente paralizada con solo la música andando.

—¿Disculpa? — inquiere, dando un paso atrás, quitando sus dedos de mi cabello —. ¿No he sido clara?.

Me levanto del sillón y me acerco a ella, quien no se mueve de su lugar.

—Ya me escuchaste. ¿Cuánto por pasar una noche conmigo? — vuelvo a preguntar, y sonríe, es una sonrisa arrogante.

—Mira, ternurita; esto no es un burdel — aclara, cruzándose de brazos —. Si necesitas sexo, vete, porque estas en el lugar equivocado.

—Al parecer no has entendido — acorto la distancia y ella no se mueve, ni pestañea —. Prácticamente estas desnuda frente a cuatro desconocidos que son débiles ante la buena carne y más cuando te mueves así de sexy. Dime la cantidad de dinero y pago por ti. Vales la pena.

Sonríe ladeado.

—¡A cabrón! — expresa, en un acento muy diferente y chistoso; el español —. ¿Qué m****a te pasa, bizcochito? ¿Es que acaso no has entendido que no soy una puta o qué? — escupe, con esos preciosos ojos grises destellando de rabia.

—¿Y tú no has entendido que tengo una erección y no me gusta quedarme con las ganas, bailarina?.

—Axel — advierten a mi espalda.

—Oh, ¿Quieres que te baje la calentura, ternurita? — dice en un tono sensual, apresando su labio inferior, acortando la distancia entre nosotros. Su perfume me enreda en ese aroma tan dulce y exquisito que brota su cuerpo —. ¿Quieres con la boca, con la mano o con esta?.

Sonrío triunfante, pero quedo helado ante su acción:

Lo siguiente que siento es su rodilla impactar en mis testículos, los cuales se me han salido por la boca debido a lo fuerte de su impacto a tan sensible parte de mi cuerpo. Mis manos bajaron instantáneamente, abarcando con las palmas completas mis huevos; mis preciados huevos, Por qué tuvo que darme en lo más sagrado, ¿eh?.

Cerré los ojos con fuerza, aguantando las lagrimas que se precipitaron en llegar a mis ojos, pero me las trago debido a la furia que me ha gobernado. Quiero ir tras ella y darle una buena castigada por lo que acaba de hacerme. No solo me dejó con las enormes ganas de enterrar mi polla en ella, sino que también con un dolor que aun quema en esa zona. No doy ni dos pasos cuando siento un par de manos detenerme de los brazos y resoplo furioso encarando a mis amigos y sus estúpidas y sincronizadas sonrisas de burla.

—Ni se les ocurra decir una sola palabra, ¿entendieron? — asienten, expandiendo una enorme sonrisa en sus rostros —. Vámonos.

—Pero no terminamos de verla...

—¿Y acaso es que la ves para que termine de parártela? — espeto —. Han perdido dinero y yo he perdido mi valioso tiempo en un lugar como estos.

—¿No puedes bajarle dos rayas a tu mal humor, Axel? — suspiro, tratando de contener las enormes ganas de golpear a Oliver —. Lo que ha has hecho ha sido lo más estúpido y poco coherente de tu vida. ¿Cómo m****a se te ocurre pedirle una noche a cambio de dinero, aun sabiendo lo que dijo antes sobre el sexo? ¿eh? — contrajo duramente las facciones de su rostro, muy pocas veces se enoja —. Lo creo de Isaac, que solo tiene b****a en la cabeza. Pero que se puede hacer, si tu piensas que el dinero lo compra todo, ¿o no?.

—Sabes que eso no es cierto — tenso la mandíbula y sonríe con ironía —. Sabes perfectamente que el dinero me vale m****a.

—¿Entones por qué has hecho eso? — aprieto más fuerte la mandíbula y niega aun sonriendo —. La chica es muy bonita y no se puede ocultar lo que se siente cuando la vemos bailar. Nosotros sentimos, no somos de hierro, pero la has cagado hasta el fondo. Este no es un burdel, por eso nos gusta venir, solo es para entretención, Axel — recalca.

—Ve y ofreces una disculpa, Axel — giro mi rostro hacia Isaac —. Ahora.

—No — enarca una ceja —. Nos vamos y nunca más me van a volver a traer a un lugar como estos.

—Nunca habías sido tan grosero, Axel. ¿Qué demonios te sucede? — Oliver volvió a decir, pero no aparté mis ojos de Isaac. Él sabe perfectamente que odio este día, y sabe cuan irritado me pongo cuando nada me sale como me gusta —. Ve y te disculpas con la chica.

Nos quedamos en silencio, uno incomodo aun con la música de fondo y las pocas luces iluminando nuestros rostros. Mikel me hizo mirarlo y con una sonrisa maliciosa, habló:

—Te lo mereces y como soy el único que mejor te conoce, sé que estas dolido no por el golpe, sino por el rechazo de la chica — enarco una ceja, tiene razón —. Espero que aun las tengas en la garganta por idiota.

Sonríe y cruza por mi lado para bajar las escaleras, después le siguió Oliver con un suspiro cansado. Soy demasiado orgulloso para ir y pedir perdón, aunque sea mi culpa. Isaac palmeó mi hombro y sonrió tranquilo, como siempre.

—No pasa nada, yo me disculpo por ti...

—Lamento interrumpir — giramos nuestros rostros a la chica, aun con su mascara puesta —. Aquí está el desembolso del dinero, no hace falta que se disculpen, solo no vuelvan a aparecer en este lugar — su mirada era tan gélida lo que me provocó más rabia.

—Quédate con la paga, al fin de cuentas hiciste muy bien tu trabajo — espeto, saliendo de ese lugar para volver a mi casa. Pero ni crea que me va a dejar la cabeza caliente esta bailarina levanta pollas.

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