Lee libros, no camisetas - Parte I

“La tierra proporciona lo suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no las ambiciones de unos cuantos”.

Mahatma Gandhi.

 (1869-1948)

Pensador y líder del nacionalismo indio.

Me concentré en hacer funcionar el invernadero de nuevo. Subí a la azotea a inspeccionar el daño que sabía que habría. Se quebró uno de los vidrios del techo, hizo que se perdiera la temperatura que necesitan las plantas, ya algunas orquídeas se habían marchitado. Las flores que mantenía en el vivero fuera de la protección fueron las más afectadas, pocas sobrevivieron.

Bajo a buscar la pala y a cambiarme de ropa por algo más cómodo para comenzar con la reparación, le envío un mensaje a Matt para que me traiga una lámina de vidrio, para el invernadero. No sé de dónde la sacará, pero tiene que traérmela. Me responde con una carita feliz, que sé a ciencia cierta que no es su cara en este momento.

Salgo de mi habitación con mi ropa de trabajo y escucho el timbre sonar. Deben ser los abonos y las macetas que le pedí a la señora Mitchell. Corro a la puerta, necesito apresurarme en arreglar el desastre, falta poco para la universidad y con ella escasea el tiempo para dedicarle a mis flores. Abro casi sin aliento.

—Hola guapa, dejaron unas cosas en la recepción para ti —Es Eddy, reclinado en el marco de la puerta, e intenta parecer casual. Reparo en su mano derecha que me extiende un tulipán azul—. Para ti. —dice con una voz que hace el intento de ser sensual.

—Gracias. —mascullo impresionada por la hermosura de la flor. Nunca vi uno de ese color de verdad, mas, estoy segura de que es uno real y no uno tintado, su color es un azul impresionante. Los tulipanes azules son híbridos que salen del cruce de los violetas.

—¡¿Eh…?! Sí, venía con esto y las cosas que están en la recepción. Ya las traigo. —Lo dice tan rápido que me es difícil seguirle el paso, al tiempo que me tiende un papel doblado y se apresura al ascensor.

¡Un tulipán azul y una nota!

¡Y no son de Eddy!

Al desdoblar la nota, solo dice: 

“Cuando se trata de tulipanes, las personas inmediatamente piensan en Holanda. Yo, pienso en ti”

Me quedo estática en la puerta mirando la nota no sé por cuánto tiempo, no tiene firma, ni un indicio de quién lo envió. Nada. No conozco a nadie que le gusten los tulipanes, y mucho menos que los cultive. Una vez busqué de estos para plantarlos en la azotea y no conseguí ninguno real en el centro. Tampoco hice gran esfuerzo en seguir la búsqueda, sé que son difíciles de encontrar y ahora tengo uno, increíble y hermoso en mis manos. No lo puedo creer. Tiene que ser una broma.

Los tulipanes tienen su origen en las estepas de Kazajistán, Irán, y Afganistán. De allí sacaron los tulipanes para llevarlos al viejo continente, y al continente asiático; eso lo sé porque son mis favoritos y además los he cultivado hace algún tiempo. No todos lo saben, puedo pensar que solo las personas que trabajan por ellos y se apasionan por la floricultura y los jardines pueden saberlo. Como dice en la nota, las personas piensan en Holanda cuando se trata de tulipanes; yo no y quien haya enviado la nota tampoco.

Eddy me saca de mi ensoñación yendo y viniendo del ascensor con la cara roja y los sacos de abono en las manos. Le ayudo con uno y subimos a dejarlos en la azotea para regresar a buscar las masetas. Me pregunta por mi mamá, como siempre. Y por Matt. Son amigos, o eso creo.

Salimos de mi departamento y nos encaminamos al ascensor, unas chicas subieron antes de alcanzarlo nosotros y cierran las puertas, no sin antes hacernos una mueca de burla por ser tan lentos. Esperamos que la caja del mal vuelva a bajar y regrese por nosotros.

—Eddy ¿viste quién trajo los abonos y las macetas? —Curiosa, pregunto

—No, fui al baño justo antes de que llegaran —Se encoje de hombros—. Cuando salí estaba todo en la entrada, con una nota que decía, «Para Bee», pegada a los abonos. Sé que preguntas por la flor, pero no fui yo. Vino con todo eso y la nota que te entregué. —Suena sincero.

—Gracias por ayudarme a cargar esto, Freddy.

—De nada, los amigos hacen eso, ¿no? —Me guiña un ojo.

Eddy es amable, guapo y cariñoso. Y cuando no intenta ser seductor es aún mejor. Terminamos de subir las macetas y le ofrezco a Freddy —sí, su nombre es Frederick, Freddy es la mitad de su nombre real, solo que le gusta que lo llamen Eddy, porque de niño le decían Freddy Krueger[1]—, un té helado.

Luego de unos quince minutos, Eddy se despide y me apresuro a ordenar las plantas que están marchitas, y comienzo a  replantar otras que pueden sobrevivir en las nuevas macetas, no sin antes poner mi tulipán en una maceta pequeña y añadirle un poco de agua, sé que no durará mucho así de hermoso, mientras ocurre, lo disfrutaré y cuidaré lo más que pueda.

En algún momento de la tarde, casi de noche, llega Matt con la lámina de vidrio que le pedí, gracias al cielo consiguió uno del mismo tamaño del que se había roto.

—De nada, abejita polinizadora. —divertido pasa su mano por mi cabello, y me despeina. Ruedo los ojos.

—¿A qué horas llegará mamá? —Le pregunto, muy tarde, desapareció sin darme una respuesta.

Termino de ordenar el desastre que hice con el abono y apunto lo que necesito en un papel para seguir reconstruyendo el pequeño paraíso que es mi jardín. Bajo a ducharme y al salir mi mamá ya se encuentra en casa.

—Abejita, ¿cómo estás? —saluda y me estrecha en sus brazos como siempre. ¿Qué haría yo sin estos abrazos?

—Bien, má. ¿Y tú? —Indago, espera de algún cuento jugoso.

A veces tiene historias de la sala de emergencias, buenísimas para contar, muy bizarras y extrañas.

—Bien, anoche fue una noche tranquila hasta que apareció un hombre con el pene fracturado, tendrías que haberlo visto, estaba… —comenta casual y la interrumpo antes de que me dé más detalles escabrosos.

—¡Mamá! —Sale de mí un chillido escandalizado y sin tiempo que perder mis mejillas se ponen rojas—, es traumático escucharte hablar esa manera. Por favor, mamá respeta mis oídos y consciencia. —La reprendo tapándome los oídos con las manos, a lo que ella solo se carcajea. Al fin y al cabo, termino contagiándome de su risa.

Ella sin inmutarse ante mi petición continúa con el cuento.

»—Y la situación se complicó, porque su mujer y su amante se presentaron ambas en el hospital. Al principio estábamos tratando con el pobre hombre, no pasó mucho tiempo cuando las mujeres comenzaron a discutir sobre quien fue la que causo el “incidente”, lo que con rapidez nos dio otro paciente a quien atender —finaliza con una sonrisa gigante.

Mamá es un caso de mujer y la amo por eso.

***

Al día siguiente me levanto temprano para seguir con mi tarea en el jardín.

Miro en mi mesita de noche el tulipán y sonrío como una tonta. Quiero saber quién es el remitente de tan hermoso detalle, tal vez se equivocó de destinatario y llegó hasta mí… ¿Puede ser eso? ¿Y si es así, una equivocación? No me importa, ya es mío, quiero pensar que es para mí y este será un buen día. Tengo que disfrutarlo, falta poquísimo para regresar a la universidad y ya no habrá tantos buenos días.

Me coloco un vaquero desgastado, mis siempre fieles Converse color vino y una camiseta gris que dice: «Lee libros, no camisetas». Me encantan estas camisetas con frases, tengo muchas y de todos colores, sobre todo azules y negras.

Con una coleta alta salgo a la azotea y compruebo que el invernadero se está atemperando a lo que las flores en su interior necesitan. Hay nubes grises de nuevo que parecen lejanas. El viento frío se pelea con los rayos del sol.

Bajo al departamento, de nuevo, luego de revisar y hacer otro poco de trabajo manual. Mamá está tendida en su cama, y Matt nos hace desayuno tarareando una canción con sus audífonos puestos. Esta rutina me gusta y me calma.

Saco la lista que hice de las cosas que necesito para el jardín, es difícil redecorar y reorganizar un jardín que se encuentra en el techo de un edificio como este, aunque el proyecto sea cuesta arriba no desistiré, los jardines me inflaman el alma y me dan paz,

—Hoy vamos a pasar el día en el Muelle de la Armada, ¿vienes? —inquiere Matt, al otro lado de la barra, entretanto me prepara un emparedado con queso fundido y jamón, sabe cómo me gustan.

—Sí, no tengo nada más que hacer. —respondo con entusiasmo.

El muelle de la Armada es asombroso, a pesar de que vamos muy poco. Hoy es el día perfecto, unas pocas nubes hacen de sombrilla para el sol y me encanta pasear por los jardines, y tal vez subir a la noria. Debería continuar con mi trabajo en la azotea, pero ir al muelle es una cosa de una vez cada pascua.

[1]) Freddy Krueger: es el personaje principal de la saga de películas de terror A Nightmare on Elm Street, título original en Estados Unidos.

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