Capítulo 6

Ashlee

Hemos tenido una maravillosa velada. Anoche fue grandioso. Chris me sorprendió con una cena-celebración por nuestro primer mes de noviazgo, que preparó con la ayuda de Helga, y luego en nuestra habitación la celebración continuó de manera muy especial.

Chris me habla por la mañana de tener una comida familiar juntando a la suya y la mía, y aunque me relaja el hecho de que Chris ya conociera a mi madre y Mel, me pone nerviosa pensar que, tal vez, no llegue a ser del agrado de sus padres.

Chris me ha hablado maravillas de ambos y me asegura que me adorarán, aun así no estoy del todo convencida. Todavía recuerdo cuando sus padres le pidieron —más bien, exigieron— una cena para conocernos y no se pudo realizar, ya que sucedió lo de la operación de mi hermana.

Ahora nos vamos a la empresa y me preparo mentalmente para todo el trabajo pendiente que, de seguro, tengo. Lo bueno de ello, es que Chris entiende si me atraso un poco.

A media mañana puedo tomarme un respiro y le comento a Christopher que saldré a la calle por algunos minutos. No se hace problema, solo me pide que me cuide. Eso está demás decirlo, él sabe que lo haré; asimismo, tengo a los escoltas protegiendo cada paso que doy.

Al salir y caminar por la calle, voy atenta y con ganas, mirando las vitrinas para distraerme un poco. Comienzo a sentirme bien —aunque es extraño a mis costumbres—, y me relaja apreciar los hermosos vestidos que tienen los escaparates.

Uno en especial llama mi atención y lo observo durante un buen rato. Es realmente hermoso, de un color esmeralda con brillo de lentejuelas, tiene solo un hombro y llega hasta un poco más abajo del muslo; además, es ceñido al cuerpo. Decido pasar a la tienda y consultar por él.

La dependienta me atiende muy amable y me muestra el vestido. Al preguntarle por el precio, casi me caigo de espaldas. ¡Es carísimo! Ando con mi cartera, pero el dinero que traigo no alcanza para llevármelo.

Una luz del techo se refleja en una de las tarjetas, entonces la saco y me doy cuenta que es la tarjeta de crédito que Chris me regaló hace una semana, diciendo e insistiendo a que la usara. No me sentí a gusto en ese momento, se me hacía raro tener tanto dinero a mi disposición y tan rápido. Y la verdad, todavía no me acostumbro a ello. Por lo que decido llamarlo.

—Hola, amor, ¿sucedió algo? —consulta apenas contesta la llamada.

—Nada grave, cariño. Solo llamaba para comentarte que vi un hermoso vestido....

—Entonces cómpralo —me interrumpe—, tienes la tarjeta que te di.

—Lo sé, pero... —vuelve a interrumpirme.

—Pero nada, nena, esa tarjeta es tuya —lo expresa de modo conciliador—. Ocúpala como te plazca.

—Está bien. Gracias, amor.

—De nada. ¿Llegas pronto?

—Sí, compro el vestido y regreso.

—De acuerdo, te veo en un rato. Te amo.

—También te amo.

Luego de cortar la llamada, le digo a la dependienta que lo llevaré. Ella está feliz, obviamente. De seguro es una tienda de ventas por comisión, pero no me importa, solo quiero llevarme el vestido a casa, me he enamorado de él. Ya quiero usarlo en alguna ocasión especial.

Pago el vestido y salgo de la tienda. Luego de caminar una cuadra, tengo la sensación de que alguien me sigue. Cuando me doy vuelta, no veo a nadie, aunque sí puedo sentir una presencia. Es extraño, pero no le doy más vueltas a eso. Decido relajarme mientras camino de regreso al edificio; además, están los dos escoltas que siguen atentos a mi alrededor. Por suerte la empresa está cerca, así que no demoro mucho en llegar.

Subo rápidamente a mi piso y no me sorprende ver a Chris que me espera en mi escritorio.

—Hola, cariño —saludo.

—Hola, ¿cómo te fue?

Respondo sin decir nada, pero alzando la bolsa que contiene el vestido.

—Me alegro. Ya te esperaba para almorzar.

—¿Ya ves que no demoré nada?

—Y no sabes cuánto me alegra —comenta coqueto, besando mi mejilla izquierda, cuando me encuentro a su lado.

—Bueno, galán, si me lo permites, debo terminar de trabajar. Solo necesitaba un poco de aire fresco.

—De acuerdo. Paso por ti al rato para almorzar.

—Está bien.

Me abrazo a él y por supuesto, me lo permite. Me encantan estos pequeños momentos que tenemos en la oficina.

Nos separamos brevemente y me besa los labios para luego volver a su oficina.

Después de un rato, me llega un correo de un tal Jake Hamilton que solicita hacer negocios con Chris, pero prefiere concretar una cita para conversar mejor de su propuesta. Como siempre hago, le respondo el correo al señor Hamilton, agradeciendo el confiar en nosotros. Se lo reenvío a Christopher con copia oculta para que lo lea y analice si desea concretar una cita con este potencial cliente.

Estoy absorta en mi trabajo cuando siento que me tapan los ojos y no puedo, por ende, seguir escribiendo en mi computadora.

—Vamos a almorzar, amor, se hace tarde —menciona Chris, luego de soltar mi cabeza y dejarme ver de nuevo.

—¿Qué hora es? —consulto.

—Cerca de las dos de la tarde.

—¿En serio? No me di cuenta que se hizo tan tarde. Tenía mucho trabajo pendiente.

—Entonces toma un descanso y vamos.

—Vamos —repito.

Me levanto de mi asiento, nos tomamos de la mano y nos encaminamos a la salida.

—¿A dónde quieres ir?

—No lo sé. La verdad, se me antoja algo de comida rápida —sugiero, haciendo una cara de puchero.

—¿Quieres pizza o hamburguesa?

—Hace mucho no como algo así.

—Yo tampoco —confiesa mi jefe.

—Entonces vamos a un lugar que conozco muy bien.

Le doy las indicaciones sobre cómo llegar, una vez que estamos en el auto. El trayecto no es tan largo, así que llegamos pronto.

El almuerzo, como siempre, es muy ameno. Logramos llamar a sus padres y nos ponemos de acuerdo para ir a cenar —su familia y la mía—, a su casa el próximo fin de semana. Le digo a Chris que estoy nerviosa por eso y él me tranquiliza diciendo que me adorarán, sobre todo su hermana y su mamá.

Al terminar nuestro almuerzo, volvemos a la empresa para seguir con el trabajo de la tarde. Avancé bastante por la mañana, así que no es tanto lo que está pendiente.

Logro dejar todo al día, incluyendo los horarios de las reuniones que Chris tendrá en las próximas dos semanas.

Mi novio está algo impaciente por la reunión con el señor Jake Hamilton, me cuenta que se comunicó con él y quedaron en reunirse en unos días, pero le llama la atención lo que Hamilton pueda ofrecerle. Solo le aconsejo que esté con la cabeza fría cuando se reúna con él.

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