3.-El Amor de un Padre

Era un día soleado en la granja Brandon final de la decimana, Tao se había despertado a las 5 de la mañana como su padre le había habituado a hacer, y recordó que faltaba un día para el día de cosecha, el trabajo seria intenso pero a él le gustaba, su Padre le había enseñado desde pequeño una forma de cosechar, no fue hasta los nueve que descubrio al ir a otras granjas que su forma de cosechar no era la forma usual en la que la gente lo hacía, pero Tao la prefería.

—Tao la comida estará lista en 15 minutos, si no estas listo para entonces yo mismo iré a alistarte, ya estas advertido —dijo Pisto a Tao, este último se apresuró a levantarse, fue al baño, prendió la luz y aunque ya tenía 16 años, aun le parecía un cuarto increíble, preguntando a su padre sobre el baño este le dijo que el agua llegaba por teletransportación, y que lo que se iba por el desagüe también se teletransportaba, pero hacia un lugar donde pudiera tratarse, además el agua se calentaba y enfriaba con dos manijas, aún no lo entendía del todo, pero eso le parecía algo por completo impresionante. Se baño y se cambió tomándose su tiempo, y en 13 minutos ya estaba en la planta baja esperando su desayuno, su padre estaba terminando de preparar sopa, el desayuno de ese día, Pisto le hecho una mirada a Tao ladeando la cabeza a un costado para comprobar si estaba bien arreglado, al comprobar que estaba bien siguio a lo suyo. Tao aún no había podido descifrar el complejo sistema de comidas de su padre, aunque solo preparara 10 platos de desayuno, 10 de almuerzo y 10 de cena en la decimana, la variación del cuándo y la combinación de estos lo volvía complejo, más de mil combinaciones posibles cada día, el año solo tenía 488 días, y cada año cambiaba la combinación. Tao estaba muy intrigado por ello, ya que en el año jamás comía un desayuno almuerzo y cena igual, lo había comprobado cuando tenía 12, anoto las combinaciones y vio en todo el año si se repetía y nunca comió combinación igual, no podría ser coincidencia, si su padre no fuera cuidadoso al menos una comida debió repetirse, por ende Tao concluyo que tenía un sistema, solo que no sabía cuál, ¿anotaba cada combinación para variarla o había un factor de azar en sus variaciones?, alejo ese pensamiento de su mente, de momento claro. Luego de que su padre sirviera la comida y la terminara, se pospuso a limpiar sus platos y a limpiar la cocina, mientras hacía esto dijo—: Tao, nos faltan varios cereales en las provisiones, luego de que termines de comer ve a que nos lo apunten en la lista mensual y especias en la lista decimanal —dijo Pisto dejando un papel en la mesa que decía las cantidades que debía pedir al municipio.

—si Padre —Tao sonrió y se apresuró a terminar su comida al escuchar eso, tomo el papel y salió de prisa a tomar su bicicleta para ir al pueblo, o bueno, primero una pequeña parada y luego al pueblo. Mientras se alejaba Pisto le gritaba— ¡Y regresa rápido tenemos trabajo que hacer, mañana es día de cosecha además aún tenemos mucho que avanzar en tus estudios de este año!

Tao escucho lo que su padre gritaba pero no iba a volver rápido, no por desobedecerlo sino porque últimamente no salía mucho y deseaba disfrutar todo lo que pudiera esa salida. A Tao le encantaba ir al Pueblo, era el único momento de descanso para él, su padre siempre le exigía entrenar estudiar y trabajar, no había descanso salvo una vez a la decimana, Él le dejaba ir al pueblo por provisiones, lo que no sabía Tao es que Pisto lo hacía apropósito, era un buen momento para que Tao se despeje y descanse, además de otras cosas que él hacía mientras estaba fuera. Después de un rato de pedaleo vio la casa de la granja Derlon, se dispuso a entrar y vio a la señora María limpiando.

—Hola señora María, muy buenos días —Tao saludo inclinando un poco su cuerpo en un grácil movimiento—. Hola Tao ¿cómo estás? ¿Qué te traer por aquí?

—Iba a ir al pueblo a que me registren suministros para el envío decimanal y el mensual también. Me preguntaba si Sara podría acompañarme —La señora Maria sonrió con picardía, y le quedo mirando un rato—. Claro Tao, de paso ella también pide los nuestros y los registra para él envió conjunto, espera aquí, en un momento la llamo.

Un corto tiempo después, una jovencita apareció, ojos cafés, cabello negro, mejillas rojas, una sonrisa que dejaba embobado a cualquiera, y una postura con una confianza sin igual, llevaba una blusa y falta larga para estar en el sol, además de algunas manchas de tierra, seguramente le habían enviado a alimentar a los animales.

—Hola Sar… —Sara apenas verlo, fue rápido hacia él y le dio un golpe en el estómago—. No hay tiempo para saludos —decía Sara mientras lo tomaba por el brazo y lo jalaba hacia la salida.

—Adiós señora María, nos vemos luego —decía Tao tratando en lo posible de despedirse adecuadamente. La señora María solo agito su mano en señal de despedida mientras salían. Tao tomo su bicicleta y Sara se subió a la parrilla de esta, emprendiendo el viaje hacia el pueblo.

—Pensé que ya no ibas a venir esta decimana, ¿porque te tardaste tanto? —Se escuchaba claramente molesta, lo que a Tao le causo gracia—. Bueno para serte sincero yo tampoco lo sé —decía Tao mientras levantaba los hombros.

—Siendo mi padre como es me resulta extraño que me mande al pueblo el día que le parece bien.

—Tampoco es que importe mucho Tao, no todo puede ser tan rígido en su vida ¿o sí? —Sara dijo la última oración, tratando de imitar la voz de Pisto, Tao reacciono riendo con fuerza—. Basta, me vas a hacer caer y luego vas a estar quejándote todo el camino de regreso.

—Bueno bueno, si me prometes que esta vez si vas conmigo al rio —dijo Sara pinchando el costado de Tao con su dedo—. Está Bien, pero tendrá que ser Rápido.

A Tao el Pueblo Cudlea le parecía un lugar algo soso, con una pequeña plaza y casi todo lo demás alrededor de ella, había ido al pueblo desde los 6 hasta los 9 años para estudiar en la escuela, pero no le veía tanta utilidad, ya que su padre le enseñaba más y mejor. Pero, aunque el lugar le pareciera soso la gente era diferente, a pesar de que en el colegio su única amiga era Sara, todos los adultos del pueblo lo apreciaban.

—Hey Tao, ¿cómo estas amigo?, veo que tienes buena compañía, cuidado con escaparte con ella he, que te estoy vigilando —decía Roman, un trabajador de la granja Ventur, era unos años mayor que Tao, de marcada musculatura, moreno, de ojos achinados, solo llevaba un chaleco de tela que llevaba abierto y unos pantalones remangados hasta las rodillas, estaba montando una bicicleta que jalaba una carreta llena de frutas, estaba llevando las cosechas que habían producido al pueblo.

—¡Ja! que gracioso Roman, mejor ve a llevar esas frutas antes de que se malogren —decía Tao con el ceño fruncido, y mirando a Roman con molestia, eran amigos, pero el siempre molestaba a Tao con Sara, lo que incomodaba a Tao—. Está bien Tao, no te molestes solo bromeaba, adiós Sara, cuida a Tao por mi —decía Roman entre risas, mientras comenzaba a pedalear empujando su carreta, Sara solo atino a agitar la mano en gesto de despedida, sonriendo y moviendo la cabeza. Luego del encuentro, dieron la vuelta a la plaza para llegar al municipio, Allí adentro solo estaba la recepcionista.

—Buen día señorita, venimos a registrar pedidos de víveres para la granja Brandon y la Granja Derlon —dijo Tao con un gesto amable y un tono amical a la recepcionista que lo miraba con desinterés.

—Ya saben qué hacer, tomen los formularios de allí —dijo la recepcionista, indicando las hojas que estaban en la repisa que debían llenar para que se determine si sus pedidos son viables o no, ellos los llenaron y entregaron sus papeles a la recepcionista—. bueno ya váyanse, que no tienen nada más que hacer aquí, largo.

Sara se puso roja de la rabia, parecía que le iban a salir los ojos del enojo que le estaba dando.

—¡Oig...! —pero Tao se interpuso, tapándole la boca—. Sí, ya nos íbamos, gracias por la atención —dijo mientras iba sacando a Sara del municipio, no la soltó si no hasta haberla arrastrado hasta la tienda de ropa de la Tía de Sara, entrando en ese lugar ella se desahogó.

—¡Maldita desgraciada! —grito Sara zafándose de Tao con rudeza, y gruño con fuerza luego de eso—. ¡¿Tanto le cuesta ser más amable?!

—Cálmate Sara, no ganas nada enojándote, déjalo pasar —decía Tao mientras se alejaba un poco de ella, por si decidía golpearlo—. Es que no puedo.

—¿Qué paso chicos? —dijo la tía de Sara, la señora Liz, algo preocupada. Era una mujer de una hermosa figura, de cabello negro trenzado en una larga coleta, ojos color café, achinados, y de tez morena. Tao y Sara le explicaron lo sucedido, al terminar de escuchar todo ella se hecho a reír—. Estoy contigo Sara, esa tipa es una desgraciada.

—Señora Liz por favor, sabe que no es bueno hablar mal del Imperio —Tao bajo su tono de voz, tratando de indicar que no hablen muy alto por si acaso—. Claro que lo se Tao, pero eso no indica que dejen de ser unos desgraciados —Sara sonrió ante ese comentario.

—Vamos, no creo que todos sean tan malos, después de todo tenemos calles asfaltadas, servicios de agua, luz, salud, y la comida es distribuida por trabajo realizado, además de puntos de contribución entre otros beneficios, no es que los defienda, pero bien podríamos estar peor.

—No Tao, ellos nos dan migajas de lo que nosotros les damos, además ¿quién te dice que ese peor no podría venir mañana mismo si no les entra la gana? —dijo Lizbeth mirando fijo a los ojos de Tao, fueron unos segundos largos para Tao pero despues Liz reacciono con una risa estridente—. No estén pensando en esas cosas niños, mejor vayan al rio, aprovechen este día que el clima hoy es perfecto para ir allí.

—Tienes razón tía, esa tipa no me arruinara mi día, vamos Tao —dijo esto mientras jalaba a Tao hacia la salida—. Adiós señora Liz, que tenga un buen día.

Saliendo de la Tienda de ropa, mientras se dirigían al rio, escucharon una fuerte voz con un tono muy grave.

—Tao, muchacho, ven aquí un momento —dijo Bran el panadero del pueblo con alegría, era un hombre corpulento, y de cara dura, con una cicatriz en la mejilla, que a pesar de su aspecto era muy amable—. ¿Ya comiste hijo?

—Desde luego Don Bran, ya sabe cómo es mi padre con la comida.

—Eso es cierto muchacho, ¿igual no gustas de unos panes para llevar? —decía mientras volteaba un poco su cuerpo en pos de ir a traerlos—. Si él no los quiere los tomo yo —dijo Sara sonriendo y levantando la mano —el comentario hizo reír al panadero con fuerza, hasta su risa era algo intimidatoria.

—Desde luego señorita, solo un momento y traeré para los dos —mientras Bran se iba, Tao sacudía su cabeza de lado a lado—. No tienes remedio —Sara solo le saco la lengua y le hizo un gesto que el entendía por «eres un aburrido Tao». Bran volvió con dos bolsas, y les despidió con un gesto que hubiera parecido amable en casi cualquier persona, pero en el panadero se veía como un gesto para amedrentar. Ya en el Rio comenzaron a lanzar piedras para que reboten, aunque parecía que Sara era mejor en hacerlas rebotar, Tao se estaba conteniendo.

—¿No nos vamos a meter al agua? —decía Tao extrañado por la actitud de su amiga—. Tao, ¿escuchaste de la Tribu Killa?

—Si claro, mi padre me contó de ellas, aunque no se mucho de su cultura sé que eran extraordinarias guerreras ¿porque la pregunta? —pregunto Tao extrañado por la actitud de su amiga.

—Antes de que este Imperio nos conquistara, mi madre y mi tía eran de esa tribu, me enseñaron sus creencias y como era el mundo antes de esto, de cómo vivían en armonía con la naturaleza, de cómo la diosa Suki les había enseñado el camino al paraíso, ellas lo llamaban el camino de la luna, no digo que crea todo lo que dicen, pero por esas historias me eh dado cuenta, que el estado en el que estamos no es el correcto, debemos cambiar —dijo esto sentándose en una roca mirando el suelo.

—¿Y cómo pretendes cambiar el mundo? —dijo Tao que seguía lanzando las piedras al rio, ella volteo a verlo por un rato, para luego decir—: No lo sé, solo sé que esto no me gusta.

—Eso es lo que crees, yo creo que vivimos bien, no sé qué más necesita la gente para vivir, trabajo, me gano el alimento por ello, también tengo atención médica, servicios de agua, luz —decía Tao enumerando lo que a él le parecía positivo del Imperio Infinito—. ¡Pero no tenemos libertad! —decía ella con la cara roja y ojos llorosos. Tao paro en seco de lanzar rocas y la vio.

—Discúlpame, no quería hacerte enojar, entiendo lo que dices, pero yo tampoco sé que hacer. Si encuentras como podemos cambiar las cosas para mejor yo te ayudare ¿está bien? —Sara se quedó un rato en silencio mirando el rio, para luego responder—. Sí, y ahora llévame a mi casa, que ya se está haciendo tarde.

Y así lo hizo Tao, todo el camino Sara no dijo nada más, y al llegar a su casa, se levantó de la parrilla de la bicicleta y camino directo a la entrada de su casa, ni se despidió de Tao, solo se fue dándole la espalda. De camino a su propia casa, Tao reflexiono sobre la conversación que tuvo con Sara, mientras estudiaba con su padre ya se había hecho esas preguntas, y las converso con él. Su padre nunca dijo que estaba bien y que estaba mal, solo elogio la tecnología del Imperio y que tenían un sistema de gobierno interesante, por lo demás dijo «Debes decidir por ti mismo que está bien y que no, después actúa en consecuencia». Seguía dándole vueltas a esas ideas cuando de pronto un sonido proveniente del cielo lo saco de su ensimismamiento, era un autovolador pasando sobre el en dirección a su granja, extrañado, acelero su marcha para ver qué pasaba. Ya cerca de su casa, ve aparcado al autovolador en la entrada, un vehículo que Tao solo había visto en libros de la escuela imperial, se quedó unos segundos viendo el vehículo con fascinación, observándolo con detenimiento, estaba hecho casi por completo de un metal, Tao no recordaba que tipo de metal era solo que era especial, el vehiculo tenia formas angulosas, tambien tenía una puerta por lado, a su vez cada puerta tenía una ventana de color oscuro, que no dejaba ver el interior del vehículo, tenía cuatro ruedas, aunque por el breve instante que lo vio volando no las había visto, según los libros estos eran retractiles para la aerodinámica. Al percatarse de la presencia del oficial apostado fuera de su casa, Tao fue sacado de su fascinación, se veía diferente de los oficiales del pueblo, aunque llevaba el mismo uniforme y los mismos colores, encima tenía placas de metal no muy gruesas, en los hombros, en el antebrazo, en las rodillas, alrededor de la cintura, y en el pecho una placa un poco más gruesa, marcado con el símbolo del infinito, además de un casco con una luna oscura, viendo esto Tao se dispone a entrar con cautela, y al pasar al lado del oficial solo mueve la cabeza en un leve saludo, en ese mismo instante ve como las placas de metal brillaron, un segundo después el oficial se vio envuelto en una armadura y una arma en sus manos, Tao salto para atrás de la impresión y casi se cae, se quedó estático un rato, pero se relajó al escuchar una carcajada proveniente del casco del oficial, que se iba mientras hacía desaparecer lo que había sacado de alguna forma que Tao no entendía. Al pasar el susto, solo atino a apretar los dientes para contener la rabia por el mal chiste, respiro hondo y se dispuso a entrar.

Lo que vio dentro lo dejo aún más estupefacto que el autovolador y lo que hizo el oficial. Sentado en la mesa junto a su padre, estaba un neuriano, o como los pobladores de allí llamaban a los de su especie, un hombre lobo. Este volteo a verlo cuando entro, con unos ojos amarillos y una sonrisa que le puso la piel de gallina, su pelaje era oscuro y no muy voluminoso, sus orejas que estaban en la parte superior de su cabeza igual, su hocico era bastante pequeño en comparación con la de un lobo, llevaba un chaleco de cuero con los colores del Imperio Infinito, lo llevaba abierto, pantalón de color, y unos zapatos negros. La sonrisa del hombre lobo se acentuó más al ver los ojos extremadamente abiertos de Tao al observarlo.

—No tengas miedo joven, ven, siéntate con nosotros, recién estaba comenzando a conversar con tu Padre, cuando percibí tu olor en la entrada —decía el hombre lobo con una delicadeza que no concordaba con su aspecto, además vio como tomo un sorbo de la tasa que tenía enfrente con una increíble elegancia. Tao tomo asiento junto a su padre, este estaba sentado recto, con una expresión pétrea, imperturbable, Tao no sabía cómo podía mantener la compostura aun en esa situación, él estaba hecho un manojo de nervios.

—Como le venía diciendo a tu padre, yo soy el agente especial Tilbury, eh venido a esta zona, porque hemos descubierto información muy interesante sobre los rebeldes, ¡oh!, discúlpenme, ¿ustedes saben de los rebeldes? —decía el hombre lobo con una sonrisa, mientras miraba fijamente a su padre.

—Supongo que son un grupo que se opone al Imperio Infinito, pero por estos lugares no llegan las noticias, salvo por mandato atreves del alcalde, que de eso ya ha pasado mucho —decía Pisto que miraba a Tilbury sin titubear—. Bueno, pues les contare un poco sobre ellos, son un grupo que desea con vehemencia, que el Imperio Infinito regrese de donde vino. Nos dimos cuenta de su presencia hace poco, bueno, para ser exactos, yo me di cuenta —dijo el hombre lobo inflando su pecho al decir esto.

—Estaban robando artefactos, es posible para entenderlos y usarlos en nuestra contra, el tipo que atrapamos robando no sabía muy bien que hacía, la verdad es que admiro la dedicación de este grupo, si no fuera porque soy un gran agente especial nadie se hubiera dado cuenta, oh, lo siento, estoy divagando, a lo que iba, me resulto muy fácil sacarle toda la información que sabía al tipo ese, el pobre no tuvo ninguna oportunidad —Tilbury se relamió la boca en un gesto desagradable y prosiguió—, lastimosamente no sabía mucho, pero lo que si sabía era algo que dejo a todos sorprendidos, decía que el heredero de Helios seguía vivo, «el legítimo Rey de este mundo» decía el, claro esto no tiene ninguna importancia para nosotros, ya que da igual que siga con vida, no importa que haga o trate de hacer, si es realmente el o lo están inventando para que la gente los siga, el no lograra hacer nada, y a todos los rebeldes los cazaremos y los mataremos —Tilbury decía todo esto como si fuera lo más normal del mundo, hasta se escuchaba contento con lo que decía.

—Les hablo sobre esto porque menciono este pueblo en concreto, no sabía nombres lastimosamente, pero ese dato es más que suficiente para mí. Vine aquí en busca del suso dicho heredero, o rebeldes en todo caso, no está demás decir que todo apoyo en esta búsqueda será bien recompensado, ahora, porque no vamos directo al grano, y me confiesan todo lo que saben —luego de decir esto, Tilbury se quedó viendo a Tao y a Pisto. Tao estaba sudando, y respiraba profundamente, pero Pisto no mostraba turbación alguna, tomo un sorbo de la taza que tenía enfrente y le respondió—: Solo sé que trabajamos para el Imperio y que mañana es día de cosecha.

El hombre lobo se empezó a reír con fuerza, su risa sonaba casi como si estuviera gruñendo, para luego carcajearse.

—Ustedes son muy divertidos. Como son los primeros que visito no hare una revisión ni nada, lo dejare aquí —diciendo esto Tilbury se levantó y se dirigió a la salida, pero en la puerta volteo a verlos y dijo—: Si no obtengo nada en las demás casas, talvez nos veamos de nuevo, recen porque no sea así.

El hombre lobo cerró la puerta y se fue. Segundos después Tao dejo salir un suspiro prolongado.

—Ya es Tarde, cena y ve a dormir —Pisto se levantó y fue a lavar las tazas que había sacado, luego de eso nadie dijo nada, tan solo se dijeron buenas noches cuando Tao subió a su cuarto. En su habitación, echado en su cama, Tao estaba algo confundido, nunca había dudado tanto de su entorno, para él la vida no era mala, ya que nunca había querido nada más de lo que ya tenía, pero al pensar en ello se dio cuenta de cuan limitados estaban, no podían viajar a donde quisiesen, aunque pidieran muchos suministros, estos estaban limitados por tipo, los más escasos y deliciosos iban a los del imperio, pero no solo la comida, las mejores telas, las piedras preciosas, toda cosa de valor iba a ellos, los vehículos también estaban limitados, a Tao jamás le importo porque amaba su entorno, pero gracias a Sara y a Tilbury, ahora veía que la situación en la que vivían no era correcta, con este pensamiento se quedó dormido. En la mañana, Tao se extrañó de que su padre no le llamara, bajo y vio su desayuno listo en la mesa, lo comió y luego salió, afuera vio a su padre trabajando en los campos. La segadora, que se suponía debía llevar una máquina que les había dado el Imperio, la llevaba su padre como si fuera un juguete, además de la carga que esta recolectaba, él iba mucho más rápido que la máquina, también si decidía cambiar de posición solo la levantaba y lo hacía. Aunque era impresionante de ver, su padre le tenía prohibido hablar de como sembraban o cosechaban. Para el resto, la familia Brandon cosechaba como todas las demás.

—¡Padre, ya estoy aquí! —Pisto volteo a verlo y al hacerlo levanto su mano mostrando cuatro dedos, Tao lo entendió, debía ir al sector 4 a cosechar, sin decir más fue a hacer su trabajo, lo que le venía bien, porque quería despejar su mente de los pensamientos de ayer que aun rondaban su cabeza, tomo una segadora más pequeña que la de su padre y comenzó a cosechar. Luego de Terminar la cosecha, haber guardado todo, y haber almorzado, su padre le dice que tiene una hora para descansar, que luego tienen que seguir avanzando en sus clases y entrenamiento, Tao asiente cansando, va a su cuarto y cae rendido en su cama. De pronto escucha una voz y siente que lo sacuden, lo que hace que abra los ojos.

—Tao ya es la hora, despierta —dice Pisto con un tono bajo y moviendo con suavidad el hombro de Tao para que se despierte—. Lo siento papá, me quede dormido, estaba cansado —decía Tao mientras se restregaba la palma de la mano en la cara y bostezaba.

—Y lo sigues estando, pero ya tendrás tiempo de descansar, lávate la cara y baja, hay que seguir con las clases —Tao siguiendo lo que le había dicho su padre, se lavó su cara con agua fría, y se dispuso a bajar, pero antes se puso a pensar en lo extraño que era que estuviera tan cansado, hacía tiempo que el trabajo no lo desgastaba tanto, aparto ese pensamiento y se dispuso a ir a sus clases. Abajo su padre estaba esperándolo, al verlo saco varios manuscritos, eran una parte de sus tesoros, según su padre, esos manuscritos «contienen la sabiduría de este mundo»

—Hoy nos toca hablar del reinado de Alexander, el Rey de Helios que consolido las conquistas de su padre el rey Marco tercero la historia cuenta…

Pisto era un profesor dedicado, le había enseñado a Tao, retórica y oratoria —bueno al menos lo había intentado— historia, matemática, economía, leyes, estrategia militar, entre otros. También había usado los libros que el Imperio les había proporcionado, pero acabaron con ellos rápido, y como cerraron las escuelas, no pudieron obtener otros, así que prosiguió enseñándole con sus manuscritos.

A Tao le gustaba aprender de su padre, este alentaba su curiosidad, aunque también le había enseñado a ceñirse al método científico, si no, podría creer cualquier cosa, como las religiones. Tao siempre había escuchado eso de su padre, hasta que un día le pregunto a su padre sobre las religiones, ya que el Imperio las prohibía —o sea, cada quien podía creer lo que quisiera o adorar a quien quiera, pero no se podían hacer instituciones religiosas donde se juntara la gente a adorar algo—, a lo que este había respondido que el Imperio hacia bien en prohibirlos, ya que el reino de Helios también había adoptado esa postura con buenos resultados a largo plazo, ya que al inicio había causado muchas revueltas, ya que varias religiones ostentaban un poder político peligroso, además que según su padre «engañaban a la gente para de vivir de ellos», y en oposición de las religiones, le dijo que el reino de Helios había optado por posturas filosóficas, pero que como estas no eran absolutas y no tenían dogmas, la gente podía refutar lo que alguien enseñaba, a Tao eso le había fascinado. Al acabar de estudiar, Pisto palmeo la espalda de Tao, avisándole que seguía la última actividad del día, el entrenamiento marcial. Tao lo detestaba, era la única cosa que pensaba era completamente innecesaria de hacer. El creía que no había forma de oponerse a alguien del Imperio Infinito con los puños, ellos tenían armas de fuego, entre otras cosas que él ni imaginaba. Tao al inicio lo tomo como un juego, le gustaba los movimientos exactos que debía hacer, como poner el puño al golpear, los agarres, como defenderse.  Pero mientras más tiempo pasaba, más duro era el entrenamiento, no solo físico, también de las técnicas, además de entrenar la lanza, espada y escudo. Pero lo que Tao más odiaba era pelear con su padre, este nunca le hizo daño, salvo una vez que se le escapo un golpe cuando Tao era niño, a causa del golpe Tao se desmayó, y al despertar vio en la cara de su padre una expresión de terror, el nunca más formo un puño para practicar con Tao, aunque su padre si le dijera que lo usara contra él. Tao no gano un encuentro de practica ni una sola vez, a pesar de las medidas que tomo Pisto, esto frustraba a Tao, además sumando lo que pensaba de la actividad y la dificultad, terminaba molesto. Su padre le quiso explicar el porqué de los entrenamientos, pero Tao jamás escucho razones, y sabía que estaba siendo infantil en torno a como tomaba la situación, pero no le importaba, era algo que no le gustaba y punto.

—Se está haciendo tarde, ve a hacer la cena, yo iré a seguir embalando lo que recolectamos, cuando acabes vas al almacén —decía Pisto mientras se disponía a ir al almacén. Tao respiro hondo y espiro por la boca con fuerza, de verdad que se sentía cansado, pero siguió la orden de su padre como siempre hacía, porque sabía que comparado con lo que hacía su padre el no hacía mucho. Mientras estaba en la cocina preparando la cena, escucho tocar la puerta, era muy extraño, ya que muy pocas personas salían a esas horas. Tao fue a abrir, y se extrañó aún más, cuando tocaron con más fuerza y a mayor velocidad, se apresuró a abrir. En la entrada vio a Jin, un vecino granjero, hijo mayor de la familia Chen, aunque la granja Brandon era la más alejada del pueblo y lo de vecino era casi un eufemismo. Jin se veía muy nervioso, se mordía los labios, y no paraba de mover las manos.

—Tao, ha pasado algo horrendo, han tomado a la familia Derlon y los están acusando de ser rebeldes, han dejado ir a Sara que es la que está avisando a todos de lo que está pasando, a pedido ayuda a todos, y nos dijo si podíamos correr la voz, mis padres se estaban preparando para ir a ayudar, me mandaron a avisar a todas las casa que pudiera… —Tao dejo de prestar atención a lo que Jin decía, y mientras él seguía hablándole, tomo su bicicleta y de dispuso ir al pueblo, escucho unos gritos de Jin, pero ignoro por completo lo que dijo, Tao solo pensaba una cosa, y era ayudar a Sara.

En las afueras del pueblo, se estaban reuniendo las familias que fueron avisadas del suceso, corría un viento helado, y solo eran alumbrados por la luz de la luna llena, aunque solo unos pocos habían llegado cuando Tao apareció a lo lejos manejando su bicicleta a toda velocidad, cuando se acercó más la dejo botada en el camino y fue desesperado al grupo que estaba allí.

—Sara, ¡Sara!, ¡¿dónde estás?! —Tao ni siquiera pregunto a los presentes por ella, solo quería verla, y allí la vio.

—Aquí estoy Tao, ¿cómo llegaste tan pronto? ¿y el señor Pisto? —decía Sara que se escuchaba preocupada, llevaba una falda larga de color café y una camisa manga larga de color blanco, Tao ignoro lo que dijo y fue a abrazarla, todos se quedaron viendo sin decir nada, hasta que Sara lo aparto—. Como le venía diciendo a los demás que llegaron antes, quisiera esperar a que todos estuvieran aquí para tomar acción.

—No creo sea la mejor idea Sara, debemos actuar ya, no sabemos que le pueden estar haciendo a mi hermana y a tu padre —decía la señora Liz, que solo llevaba un camisón largo y oscuro. Ella tomo del hombro a Sara e hizo que la viera, Tao también vio su expresión, tenía una expresión de malestar, al igual que varios de los que se habían reunido, parecía que coincidían en que debían actuar ya—. En cuanto a ti Tao, debes irte, ¿dónde está tu padre?

Lo que dijo la señora Liz molesto a Tao, él pensaba que también podía ayudar, que lo trataran como un niño y lo excluyeran no le gustaba, aunque en el fondo, su molestia estaba más en la culpa que sentía, ya que se fue sin decirle nada a su padre, y dejo plantado a Jin. A causa de lo que sentía, Tao decide ir a la comisaria y se encamina a esta.

—Tao, muchacho, tranquilo —decía don Bran tratando de agarrar a Tao—. No te apresures, esto lo resolveremos todos juntos.

Pero las palabras de don Bran no tuvieron el efecto esperado. Tao aparto las manos de don Bran con la mayor gentileza que pudo ofrecer, y prosiguió con su camino apurándose para que no lo vuelvan a agarrar. En consecuencia a lo que Tao hizo, todos los presentes siguieron. En la comisaria habían varios oficiales, dos llevaban el mismo uniforme con placas que había visto en su casa, y dos soldados que también habían llegado, que no solo llevaban esas placas, si no que eran más gruesas y grandes, esos dos soldados no llevaban casco, eran neurianos, aunque no se parecían a Tilbury, sus pelajes eran claros y no se veían tan grandes, Tao dudo por unos instantes, pero se dispuso a ir a pesar de la incomodidad y el miedo.

—Oigan, ¿dónde están la señora María y el señor Héctor? —dijo Tao a los oficiales mirándolos a los ojos sin apartar la mirada—. Eso no es de tu incumbencia chico, lárgate y llévate a toda esta gente contigo —respondió uno de los oficiales haciendo un gesto con su mano para que se vaya, los demás oficiales no dijeron nada, al igual que los soldados.

—No me iré hasta que me den una razón válida de porque los han capturado, ellos son buenas personas, no me creo que hayan hecho nada malo, ¿Qué pruebas tienen en contra de ellos? —Tao se mantenía firme en su lugar, estaba decidido a ayudar a la familia Derlon.

—No necesitamos pruebas chico, di una palabra más y te meteré una bala en tu cráneo, ahora lárgate —mientras decía esto, el oficial tomo su arman y con ella trato de apuntar a Tao, pero fue detenido por Roman, que tomo el arma y se puso enfrente de Tao, vestía igual que en la mañana, y Tao noto como respiraba con fuerza. Este acto puso furioso al oficial que le lanzo un codazo a Roman, este lo detuvo con la otra mano, que estaba libre, los otros oficiales y soldados actuaron en consecuencia, apuntando sus armas a Tao y a Roman, pero acto seguido la señora Liz y don Bran se lanzaron a ellos, las balas empezaron a silbar, la gente que se había reunido corrió despavorida, Tao, que se había quedado conmocionado, pudo observar el brillo en las placas de los oficiales y de los soldados. Los dos oficiales tenían armaduras ligeras, los demás al parecer no tenían eso, pero los soldados se habían transformado en seres muy grandes de metal, vio que en sus antebrazos tenían una cámara con salientes, debían ser donde salían las balas, Tao sintió un escalofrió que le recorrió el cuerpo, un pensamiento se repetía en su cabeza «todos vamos a morir», pero ninguna bala hirió a nadie, Liz y Bran se habían cubierto con los oficiales y los demás no podían disparar libremente, Roman había hecho lo mismo con el oficial al que confrontaba. Cuando pararon los disparos, Roman golpeo al oficial que había apuntado a Tao, este empezó a sacudirse de un lado para otro a pesar de que ya había sacado su armadura, es más, la armadura se estaba doblando por los golpes de Roman, pero el oficial contraataco, la pelea era reñida, pero Roman estaba ganando, Tao no sabía qué hacer. Una explosión lo saco de su estado de shock, desvió la mirada hacia el sonido y vio a don Bran lanzando algo a los soldados metalizados, pudo observar que no les hacía mucho daño, pero no permitía que actuaran con libertad, los aturdía. Acto seguido puso otras cosas pegadas en las cabezas en los cascos de los soldados, se alejó todo lo que pudo y estallaron con más fuerza que las otras, mandando a los soldados al suelo, también vio a la señora Liz, que al igual que Roman estaba peleando con las manos desnudas, Tao no creía lo que veían sus ojos, Liz se movía con una gracias que jamás había visto, estaba venciendo a los oficiales uno a uno, se posicionaba en lugares estratégicos para no pelear con todos al mismo tiempo, además de estar atenta por si alguien disparaba, era como un baile. Tao se alejó de la pelea, entendió que no sabía qué hacer, no podría ayudar, y eso le hacía sentir mal, porque él había iniciado ese desastre.

—«Si tan solo no hubiera sido tan impulsivo, nada de esto hubiera pasado» —pensó mientras apretaba los dientes y se ponía a cubierto. Desde allí observo como esas tres personas, que antes pensaba conocer tan bien, ganaban el conflicto. Los oficiales estaban caídos en el suelo, y los soldados se mantenían también allí, aun le parecía algo difícil de creer, pero no tenia de otra ya que lo estaba viendo con sus propios ojos. El asombro desapareció de su rostro al pensar en que pasaría después.

—«¿Cómo se tomará el Imperio que unos pueblerinos hayan derrotado a su gente?» —el solo haber pensado eso le revolvió el estómago, pero cuando Tao creía que todo había acabado, vio a Tilbury salir de la comisaria dando aplausos dirigidas a las tres personas que habían salido victoriosas.

—Maravilloso, una demostración digna de elogio, ¡por fin!, hace tanto tiempo que no tenía personas interesantes con quienes jugar, que la luna sea testigo de esta batalla, divirtámonos amigos míos —Tilbury decía esto con los brazos abiertos y al concluir se lanzó hacia los tres con una gran sonrisa en su rostro. Tilbury fue primero a por don Bran, aunque era el que estaba más alejado de él, ni Liz ni Roman pudieron reaccionar a tiempo para ayudar a don Bran, debido a la gran velocidad del neuriano. Con las palmas de sus manos abiertas, Tilbury uso sus garras en Bran, este se defendió con una mano, pero de un zarpazo le abrió varios tajos en su carne que iba desde el abdomen hasta su rostro, a pesar del ataque, don Bran se las ingenió para sacar una de las cosas que había lanzado a los soldados y lanzarla hacia Tilbury, pero este se la regreso y le exploto en la cara, don Bran quedo tendido en el suelo, Tao pudo ver que sus oídos estaban sangrando. Luego Tilbury se posiciono mirando a los que llegaban, que eran Roman y liz.

—Oigan, oigan, no se apresuren, cada quien tendrá su turno, si se apresuran la diversión terminara muy pronto, y con ustedes no me puedo contener como lo hice con su amigo allí tirado, no les puedo asegurar que salgan con vida —Tilbury decía esto en un claro tono de burla, sonriendo de forma relajada y poniendo sus manos delante de él como señal de que se detengan. Esto enfureció a Roman que no aguanto más y fue directo a atacarlo sin esperar a Liz. Tilbury se puso en una posición de pelea, apretó los puños, y se dispuso a pelear con Roman con una forma compacta y simple, recibió los ataques de este, esquivando todos y cada uno de ellos, y respondió los golpes lanzados con unos muy rápidos y dirigidos en momentos concretos, todos los golpes que lanzaba el neuriano conectaban. Mientras esto pasaba Liz se había movido al punto ciego de Tilbury, ataco en el momento que este realizo uno de sus ataques, pero casi como si tuviera ojos en su espalda, el neuriano giro en el momento justo y lanzo un golpe que mando volando a Liz, que se estrelló en una casa. Tao aún estaba parado dentro de una casa, viendo horrorizado atreves de una ventana la escena, la milagrosa victoria que había presenciado hace solo unos instantes, fue completamente destruida por una sola persona del Imperio Infinito, y no uso ninguna arma, ninguna armadura, ninguna tecnología desconocida, fue él y sus habilidades de combate.

—«Mi padre tenía razón» —Tao sentía que debía correr, todo su cuerpo le gritaba que huyera, pero al ver a Roman con el rostro desfigurado aun luchando, hizo que fuera a pelear, salió de donde estaba y fue directo a Tilbury, este reacciono pateando a Roman lejos.

—No sabía que también peleabas jovencito, definitivamente este pueblo estaba lleno de sorpresas —decía mientras recibía los ataques de Tao— quien hubiera pensando que una guerrera y un guerrero de la luna estarían aquí, que maravilloso, por suerte aún viven, me divertiré mucho con ellos.

Tao no se dejó llevar por lo que decía, se enfocó en la pelea, como su padre le había enseñado, vio un momento de descuido en medio del monologo, ataco con todo lo que tenía, y logro conectar un golpe, Tilbury le agarro los brazos en el acto, sus ojos se abrieron muchísimo, su expresión cambio, pero antes de que pudiera atacar, Roman apareció, lanzándose hacia Tilbury, este boto a Tao y apunto su mano a Roman cuando aún estaba corriendo, el neuriano hizo algo que mando al suelo a Roman, Tao vio como este intentaba levantarse pero no podía, el suelo a su alrededor se agrieto, y el grito de dolor que Roman dio fue tan desgarrador, que Tao pensó que se rompió las cuerdas vocales del esfuerzo, vio como poco a poco se iba aplastando, como si una inmensa mano invisible lo estuviera apretando al suelo, un segundo después, su cuerpo deformado y roto yacía en el suelo como insecto pisado por un gigante.

—Lo lamento, me deje llevar, hace tiempo que no recibía un golpe, eso me descontrolo, dejando eso de lado, para ser un joven tienes mucha habilidad peleando, es una lástima que tenga que matarte, casi desearía no hacerlo, pero las acciones tienen consecuencias —decía Tilbury con algo de lastima, pero al final volvió su sonrisa, Tao vio casi en cámara lenta como su mano subía con el propósito de apuntarlo a él,  pero antes que suceda alguien más llego a escena, dándole un tremendo golpe a Tilbury que lo empujo varios metros hacia un lado, aun así él se defendió de ese golpe, Tao casi se pone a llorar al ver quien llego, era su padre, Pisto había llegado.

*

Liz se levantó de donde estaba, un poco aturdida ya que se había desmayado, pero aun bien a pesar del tremendo golpe que había recibido por sorpresa, se despejo y vio a Pisto, con su camisa blanca y sus pantalones negros, parado en medio de la calle, enfrente del neuriano que estaba unos metros alejado de él y de alguien más, vio con detenimiento y se percató que era Tao el que estaba en el suelo, y de inmediato fue a socorrerlo.

—«¿Qué hace el aquí? ¿No se había ido?, debo sacarlo de aquí a toda costa».

—Lizbeth, que bueno que aun sigues con vida, llévate a Tao lo más lejos que puedas —dijo Pisto mirando a Tilbury, mientras se arrancaba un medallón que llevaba colgado, pero oculto entre su ropa, se lo lanzo a Tao que lo agarro y respondió—: No, no pienso irme y dejarte aquí, juntos pode… —dijo Tao mientras se levantaba, pero Liz le golpeo en el cuello con la palma abierta haciendo que se desmaye.

—¡Oh!, que hermoso, el amor de un padre, pero es una lástima, antes de salir a divertirme con ustedes llame por refuerzos, vayan a donde vayan no escaparan de la tropa que ya debe estar llegando, anda Lizbeth, corre —dijo Tilbury mientras Liz había levantado a Tao y se lo llevaba, no hizo falta que le dijeran que corriera, ella ya lo estaba haciendo. No volteo a ver a Pisto, sabía que el haría lo que fuera para ganarles tiempo y no solo por quien era Tao en realidad, sino porque Liz sabía lo que Pisto sentía. Fue a su tienda lo más rápido que pudo, ya en ella, fue desesperada a la parte de atrás, donde estaba su almacén de ropas y telas, allí acciono un mecanismo que abrió una compuerta, esta llevaba a unas escaleras simples que bajaban a un túnel angosto, agarro una linterna que había en la entrada, la encendió y corrió con todas sus fuerzas por el túnel cargando a Tao. Luego de un rato en el túnel, Tao se despertó.

—¡Espera, espera, espera! —dijo Tao alzando la voz mientras se sacudía—, ¡Espere un momento señora Liz!

Pero Lizbeth no soltó a Tao ni se detuvo, él siguió moviéndose y con sus manos trato de librarse, Lizbeth harta lo lanzo hacia adelante, Tao cayo y rodo en el suelo.

—¡Déjate de estupideces!, ¡Pisto arriesgo su vida para que pudiéramos escapar!, si sigues actuando así vas a desperdiciar lo que hizo —dijo Liz a Tao respirando profusamente por el cansancio y la rabia, este la vio con una expresión de tristeza, se quedó callado unos instantes y luego se levantó, no dijeron nada más, solo corrieron en la dirección en la que iban. Luego de un buen tiempo, por fin vieron la luz del exterior, pero antes de salir Liz acciono un botón, que haría explotar en cadena los explosivos que habían dejado los rebeldes a lo largo del túnel, en caso de este ser comprometido. Al salir se paró unos instantes para respirar, aún faltaba mucho, ahora debían llegar a la base antes del amanecer o si no el riesgo aumentaría, Liz respiro hondo y prosiguieron su camino. El Tramo a la base rebelde era complejo, ya que estaba alejado de los caminos, encima era de noche, la hierba era alta, y no se distinguía bien a donde iban. Liz habría deseado llevar una de esas útiles brújulas del Imperio, pero ni ropa había sacado de su casa por el apuro, aun así, las estrellas la guiaban y eso era suficiente para ella. Los árboles, aunque al inicio cubrían mucho y les permitía ocultarse mejor, mientras más avanzaban menos había, aun así, no se encontraron con nadie ni con ningún animal peligroso en todo el trayecto, hasta que Liz y Tao divisaron una montaña.

—¿Es allí a dónde vamos? —dijo Tao señalando la montaña, visiblemente cansado por la huida que aún estaban llevando a cabo—. Así es Tao, allí esta una de las bases que Pisto mando acondicionar, tampoco esperes mucho, son cuevas, los espacios son pequeños y los suministros escasos, después de todo es un espacio que de ser necesario debe ser desechado.

—¿Mando acondicionar?... —Tao lo dijo pensando en voz alta, le tomo unos segundos pensar en ello, entonces lo entendió, su padre era un rebelde, y no uno cualquiera, para m****r debía ser un jefe o algo parecido—. Ya hablaremos de eso cuando estemos seguros, ahora sigue andando que aún hay una pequeña posibilidad que nos encuentren, ese neuriano no era normal.

La montaña a la que iban era el inicio de una cordillera, Liz no recordaba su nombre, pero sabía que mientras más avanzaran más frio haría, por suerte las cuevas estaban en esta primera montaña, y no haría tanto frio como en las que la seguían. Subieron la montaña a pie con cuidado, y escalaron solo dos veces por pequeñas pendientes antes de llegar cerca de las cuevas, estas estaban cubiertas por algunos árboles y algo de vegetación, por ende, no se veían a menos que uno supiera donde estaban.

—¡La libertad llegara a los que se comprometan a ella! —grito Liz antes de acercarse mucho a las cuevas, y un segundo después vio salir a dos personas con armas de fuego de unos arbustos, su ropa estaba sucia, pero no maltratada como se podría esperar, estaban bien arreglados, y se veían en forma.

—¡Lizbeth!, ¡¿qué haces aquí?!

—¡Señora Liz!, ¡¿qué hace usted aquí?!

—Hay malas noticias, pero primero entremos, no quiero dejar nada al azar, por pequeña que sea la posibilidad.

Liz señalo a Tao que lo siguiera, este lo hizo, los dos rebeldes miraron con extrañeza a Tao, un poco desconfiados, pero no hicieron más que mirarlo. Adentro de la cueva por la que entraron, había más personas, pero eran pocas, 2 docenas a lo mucho, lo que era bueno porque como había dicho, el espacio era escaso y los recursos limitados, algo que había molestado a Liz, ya que a lo largo de los años habían hecho una vasta red de información y suministros, bueno, lo había ideado Pisto, pero ella también había participado, y al inicio creía tonto no aprovechar todo de lo que disponían, pero luego entendió que Pisto tenía razón, y era por ello que le molestaba. Liz saludo con la mano alzada a los presentes, avanzando rápido para no tener que hablar con nadie, después de esa huida, no quería responder preguntas más de lo que fuera estrictamente necesario, y sabía que debería responder bastantes, o mejor dicho, alguien se merecía esas respuestas. Dejo atrás a la gente, entro a una tienda acondicionada con unas camas y un mostrador pequeño bastante reducido, pero algo era algo, ella se hecho en una de esas camas.

—Señora Liz, ¿ya estamos seguros aquí? —dijo Tao que se fue a sentar en la otra cama—. Si Tao, por lo que sabemos, a menos de que te hayan puesto algo o marcado, no tienen un aparato que te rastree sin más, y si te preocupa el olfato de ese neuriano, no creo posible que nos siga el rastro luego de destruir el túnel por el que íbamos, y si nos mantenemos aquí un tiempo las rondas de búsqueda que hayan enviado no nos encontraran.

—No me preocupa el neuriano, mi padre lo vencerá y de alguna forma vendrá —dijo Tao con absoluta seriedad—, dije eso porque dijiste que cuando estemos seguros hablaríamos, por favor explícame qué está sucediendo, ¿mi padre es un rebelde?, ¿quiénes del pueblo lo eran además de Roman y don Bran?, ¿desde cuándo están haciendo esto?, ¿qué va a pasar de ahora en adelante?

Liz se quedó callada unos segundos después de que Tao terminara de hablar, lo miro estando echada, había pesar en su mirar.

—Tao, mi chico, Pisto y yo hemos tenido peleas de entrenamiento, y antes de eso nos enfrentamos en el campo de batalla hace ya muchos años, siempre hemos estado igualados, y aunque supongamos que el me derrote no está muy lejos de mi habilidad, pero ese neuriano… barrio el piso conmigo y con dos de mis camaradas, además tu no lo sabes, pero cuando te desmayaste él dijo que había llamado refuerzos, no hay forma de que Pis…

—¡No!, ¡el saldrá de esto!, estoy seguro —Tao estaba visiblemente irritado, Liz solo respiro hondo y prosiguió.

—Sobre lo demás, Pisto no era solo un rebelde, él era el líder, el organizo todo esto, el ordeno esa aldea, todos allí éramos rebeldes, y estamos haciendo esto desde…—Liz tomo otro respiro aún más hondo, sabía que esto sería largo—, te contare lo que se desde el principio. Después de la caída de los helianos, el imperio ataco el bosque Gan, como ya sabrás mi pueblo vivía ahí, destruyeron una parte del bosque y nos cazaron como animales, yo fui una de las que sobrevivió y fue capturada, si tan solo Melisandre no se hubiera ido las cosas hubieran sido distintas.

—¿Melisandre?

—Talvez la conozcas como la guerrera de luz de luna —Tao solo asintió con una expresión pensativa y dejo que Liz prosiguiera—, pero bueno, luego de apartarnos del bosque, trataron de adoctrinarnos, quitarnos nuestras creencias, pero no funciono, y después dejaron de hacerlo, ni idea del porqué, antes de que nos asignaran a otros lugares para trabajar, una persona vino a hablarnos, era alguien de limpieza, nadie sospecho de él, se nos acercó y nos preguntó si estaríamos dispuestos a hacer algo para cambiar la situación del mundo, yo y varias personas que estaban ahí estuvimos de acuerdo, una de esas personas era Roman, era unos años menor que tú en ese entonces, el de limpieza nos dijo que podíamos pedir cierto lugar para vivir, y nos dio una ubicación, así llegamos a vivir al pueblo Cudlea. Luego de que llegamos, Bran se nos presentó y poco a poco nos fue probando, dándonos a unos información confidencial cruzada, o mandándonos a recolectar cierta información del Imperio Infinito, entre otras cosas. Al pasar esas pruebas, nos reunimos con el líder de los rebeldes a las afueras del pueblo, una persona salió a hablar, era Pisto, él nos habló de su plan, tenía 3 fases, la primera era de recolección, ya sea de recursos, información, personas, todo lo que pudiera servir contra el Imperio, la segunda fase seria la movilización coordinada, una vez conocido al enemigo al completo nos ordenaríamos para la fase final, que sería el ataque, te lo digo resumido porque Pisto saco planos, mapas, y muchas notas, no me daría la vida explicar todo eso, y al final de su charla nos dio un motivo de unificación mas además de la venganza o el cambio, nos dijo que el príncipe de Helios seguía vivo, para nosotros los Killa no significaba gran cosa ese título, pero nos llegó por lo que aludía, era el hijo de nuestra sabia, la lideresa de todo el bosque Gan, y una médium además de todo, era alguien invaluable para nosotros, cuando nos lo mostro tuvo sentido el que nos llevara al pueblo, ¿cómo probaría que ese bebe de solo 2 años era de verdad el que hubiera unificado nuestro mundo en la paz?, con nosotros los Killa, yo conocí a la sabia, la vi y la recuerdo como si fuera ayer, ella era diferente, no solo sus cabellos rojos o hermosura la diferenciaban, había algo más, ese bebe lo tenía, y ese bebe eras tu Tao.

—Eso no tiene ningún sentido, ¿entonces mi padre es el rey de Helios?, ¿el Imperio mintió sobre su muerte?, vamos señora Liz, sería más fácil decir que me usaron para motivar a que las personas se unieran a ustedes —mientras decía esto, Tao se levantó de la cama en la que estaba sentado y se fue hacia la salida, pero se quedó en la entrada.

—Tao, Pisto no es tu padre, era el supremo general del reino de Helios, la mano derecha del rey, él te saco de Raten salvando tu vida, el … —Liz vio a Tao salir de la tienda con brusquedad, ella lo dejo ir, tendría mucho en lo que pensar, y ella deseaba descansar. A la mañana siguiente Liz salió de la tienda aun un poco somnolienta.

—«¿Dónde estará Tao?» —pensó ella, ya que no había dormido en la tienda, pero el pensamiento se fue al ver a uno de sus compañeros acercándose.

—Lizbeth, nos llegaron malas noticias del pueblo de donde vinieron —dijo uno de los rebeldes con una cara de preocupación—, parece que intentaron llevarse a todo aquel que tuviera alguna relación con el lugar, pero muchos se resistieron luchando, y otros trataron de escapar… fue una masacre, los del Imperio dispararon sin miramientos, solo 2 lograron escapar, están en la base que esta al sur, no los siguieron porque sus padres se quedaron distrayendo a las tropas que atacaron.

—¿Y sabes si lograron capturar a alguien? —dijo Liz esperanzada en que, aunque sea Pisto pudiera seguir vivo—. Si, capturaron a 6 personas, el señor Bran entre ellas.

—¿Y Pisto? —dijo Liz a su compañero con una voz triste, porque sabía la respuesta, pero aunque ella quiso ser racional como Pisto, no podía. Su compañero solo movió la cabeza de un lado para otro en señal de negativa, y eso basto.

*

Tao se pasó lo que restaba de la noche afuera de la cueva, cerca de la entrada, pensando en todo lo que había sucedido y en lo que había escuchado. A pesar de la negativa inicial que había tenido a lo que le había dicho Liz, Pisto le había enseñado a siempre usar la lógica y la razón sobre los sentimientos, algo que recordó no haber hecho hasta ese momento.

—«Si tan solo no me hubiera dejado llevar y hubiera sido razonable, nada de esto hubiera pasado» —pensó Tao con amargura, así que se dispuso a dejar de lado sus sentimientos y tomar todo con lógica. Después de analizar con detenimiento lo que Liz había dicho, pensó en él y en su padre, primero el físico, no se parecían en nada más que en la altura, Pisto era robusto como un toro, muy blanco, de cabellos castaños y ojos café, él no tenía nada de eso, por más que hubiera ganado musculatura por los entrenamientos, el seguía siendo delgado, y en lo demás tampoco se parecían, pero podría ser que saco más de su madre y otros parientes, así que dejo la idea de lado, pero apunto una nota mental por si esa información influía en algo futuro. Prosiguió con motivos por los que Liz le mentiría, a los hechos, Tilbury había mencionado que saco información de un rebelde y este había hablado de un heredero, así que mínimo los rebeldes sabían de eso, y si su padre era realmente el líder, cosa que deducía era correcta por dar órdenes a Liz, entonces el sabia sobre ello, entonces ya no sería solo una mentira de Liz, si no de su padre también.

—«¿Mi padre mentiría para motivar una rebelión?» —Tao pensó que no lo haría, Pisto era alguien recto, estricto, y justo, lo demostraba estando en la rebelión, en ese punto llego a una conclusión, no era hijo de Pisto, lo cual lo lleno de tristeza—, «no, no importa que yo no sea su hijo de sangre, el siempre será mi padre»

—«¿yY ahora qué?, soy rey de un reino que ya no existe, no puedo volver a mi casa, ni al pueblo, ¿qué voy a hacer de ahora en adelante?, ¿quedarme aquí a hacer que?, ¿inspirar una rebelión con mi presencia?, de nada sirve todo esto si gente como Tilbury existe, su sola presencia eclipso a tres personas que habían vencido a oficiales y soldados del Imperio, pero pude golpearlo… si tan solo fuera más fuerte» —fue en ese momento, pensando en lo que haría, que se decidió, se haría el más fuerte, pero no sabía cómo.

—«¿Hay alguna forma llegar a ser tan o más fuerte que Tilbury?, el conocimiento del Imperio Infinito esta fuera de discusión, solo encontrar el método que uso para ser así de fuerte sería una travesía de años, la señora Liz hablo sobre la guerrera de luz de luna, que con ella las cosas habrían sido diferentes, pensé que lo que había leído eran puros cuentos, ¿serán ciertos?, dijo que se había ido, ¿seguiría con vida? No gano nada pensando, debo hablar con la señora Liz»

Tao entro a la cueva, las personas dentro a pesar de ser tan temprano estaban activas, Liz la estaba esperando, su rostro reflejaba aflicción, se acercó a Tao y le conto la información que había recibido, todo el cuerpo de Tao se estremeció, sentía como la sangre le subía a la cara, pero apretó los puños, cambiando la tristeza por rabia.

—Señora Liz, ¿cuán fuerte era la guerrera de luz de luna?, ¿le podría ganar a Tilbury?, ¿hay alguien más fuerte en el Imperio Infinito? o ¿han encontrado tecnología o métodos por los que ellos ganan tanto poder? —decía Tao mirando al suelo con los puños aun apretados, Liz suspiro—. Jamás hemos visto alguien como ese neuriano, así que de momento es único, pero podría haber más como el, y por lo que pude ver no usaba todo lo que tenía, así que no puedo decir si Melisandre le ganaría, pero no me imagino a ella perdiendo contra nadie, sobre lo que los hace fuertes, en la escuela de ellos, hablaron sobre magia ¿verdad?, ese poder que está en todos lados, descubrimos que sus armas y demás cosas funcionan en base a cristales que almacenan esa magia, y que hay personas que pueden manejarla como ese lobo, pero no sabemos cómo las hacen, solo pudimos robar ciertos objetos y armas, nada más.

—¿Cómo llego a ser tan poderosa esa guerrera?

—Bueno, ella fue la que más se internó en el camino de la luna como guerrera, aunque su hermana, tu madre, fue la que tenía la conexión más fuerte con Suki, Melisandre fue la que más trabajo en comprender y cultivar el camino como guerrera.

—No entiendo, ¿Qué es el camino de la luna y como puedo aprenderlo?

—Es algo difícil de explicar Tao, y yo no puedo enseñarte, solo llegue a ser una aceptada, y todas las maestras murieron excepto Melisandre.

—¡¿Sigue con vida?!¡ ¿Dónde está?!

—Ella…está en el bosque Gan, en lo profundo del bosque.

—Pero ¿Por qué no está aquí?, ¿porque no estuvo en el ataque del Imperio hacia el bosque?

—Ella se fue antes del ataque, no quería hacer el tratado con Helios, llamaba a los helianos “los cegados por el sol”, y no le gustaba su forma de hacer las cosas, era entendible, yo también los veía como destructores de la naturaleza, aunque con el tiempo entendí lo que hacían. Tu madre fue la que insistió en que la diosa Suki deseaba la paz, y la única manera de tenerla sin dejar ir nuestras costumbres era hacer un tratado, ella no lo acepto y se fue a entrar en comunión con Suki, cuando el ataque sucedió, las maestras guerreras mandaron a unas aceptadas a buscarla, la encontraron pero no quiso volver, yo también fui a buscarla luego de unirme a esta rebelión, sabia más o menos donde estaba, la encontré, pero no importo lo que le dijera, ella no vino.

—¿Me dirías el lugar exacto en el que ella esta?

—¿Por qué quieres ir por ella?, ella no vendrá, no importa que hagas.

—Deseo aprender el camino de la luna.

Liz se empezó a reír, pero al cabo de un rato se dio cuenta que Tao hablaba muy enserio, ella se calmó al ver esto, y decidió darle la ubicación de la guerrera de luz de luna, y Tao le pregunto por provisiones, unos cuadernos y algo en que llevarlos.

—¿Por qué tan apurado? ¿Ya quieres irte?

—Lo mejor es irme lo más rápido posible, me alistare hoy y partiré mañana.

—Está bien, pero dos personas irán contigo, el camino no es seguro.

Tao dejo de escucharla y busco las cosas que necesitaba para su viaje, Liz lo dejo hacer. Luego de prepararse se fue a dormir, se despertó en la noche, sin que hubiera alguien despierto, tomo sus cosas y con cuidado se escabullo hasta la entrada de la cueva, tomo una piedra y la lanzo hacia un punto ciego de uno de los guardias, este se sobresaltó y fue a ver que era, Tao aprovecho el descuido y se fue de allí, estando algo lejos vio hacia atrás, dudando de su partida, pero luego por alguna razón sintió que lo que hacía era lo correcto, este era su viaje, volteo y siguió su camino.

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