Lección

—Date prisa, quiero bañarme.

—Pero si ya te bañaste.

—Eso fue en la mañana. ¿No me digas que solo te bañas una vez al día? Bueno, eso explicaría el olor a perro muerto que cargas encima.

—Cuidado con lo que dices. Y claro que debo bañarme una vez. ¿Eres tú quien paga el agua?

—Eres tacaño como tú solo. ¿Cómo puedes vivir de esta manera?

—Si no estás satisfecha, puedes irte a tu casa y explicarle a tu madre que ahora tendrá un hijo, en vez de una hija.

—Como si pudiera.

Termino en el baño y enciendo varios fósforos seguidos.

—Nos bañaremos juntos — le aviso.

—Yo no voy a bañarme contigo.

—Bueno, si prefieres que me bañe solo, no me responsabilizo de lo que suceda. Yo menos que nadie quisiera bañarme contigo, pero ¿ya qué más da? Ya has visto mi cuerpo desnudo y he visto el tuyo. Quiero asegurarme de que te laves bien y no lo lastimes.

—Espero solo sea eso.

Buscamos todo y entramos al baño, ninguno de los dos encontrábamos cómo mirarnos. Sigo encontrando esto extremadamente incómodo. Quisiera que esto solo fuera una pesadilla y despertara ya. Cuando voy a pasarme del jabón en los genitales, ella lo hace por mí y la sensación de sus resbaladizos dedos fue sumamente extraña. Toda la piel se me ha erizado y de mi garganta se escapa un suave quejido.

—¿Qué estás pensando? ¿Cómo puedes hacer ese tipo de sonido porque te esté lavando? ¡Es un pervertido!

—¿Qué estás hablando de mí? Mírate a tí, que andas con mi antena digital activada. Lo estás volviendo loco.

—Estoy reaccionando así por tu culpa. ¿No hay otra forma de bajar esto? El agua más fría no puede estar y esto se siente raro. Está calentándose y siento como si palpitara.

—Por el amor de Dios, no des esos detalles— mis pezones se endurecen e intento disimular.

Ahora lo entiendo, esto que está sucediendo es completamente normal, ya que ambos nos estamos mirando desnudos y nuestros cuerpos están reaccionando a ello.

—Creo que lo mejor será bañarnos por separado y así esto no ocurre.

—¿Es normal esto? — lo agarra en su mano y en su expresión noto frustración, ni siquiera puedo reclamarle por haber hecho eso.

—Solo, báñate y lávate como puedas. Trata de hacer lo que te enseñé esta mañana.

La veo hacerlo con calma, mientras que veo sus manos y piernas temblar.

—¿Así? — presiona los labios y mi cuerpo, por alguna extraña razón, se percibe caliente. ¿Acaso me estoy resfriando?

—Sí, solamente no me enseñes.

Luego de bañarnos, salimos de la bañera por separados, ella fue a la habitación primero y luego la alcancé. Busqué en el armario ropa y no tenía nada que pudiera servirme.

—¿Qué demonios se supone que me ponga? ¿La cortina del baño?

—Ahora que lo dices, no sería mala idea, ya que es colorida.

—Eres una… — hago una pausa y suspiro—. Lo que sea.

Me puse una pijama que me quedó bastante ajustada, estaba a punto de explotar como siquitraque. Es un fastidio sentirme así. Me tire en la cama al lado de ella, arropándome de pie a cabeza. Estoy cansado. Solo deseo que mañana cuando despierte, esto solo sea una maldita pesadilla.

Al día siguiente, desperté a su lado y ella de lo más cómoda, como si no le estuviera afectando nada de esto. Durante la noche, no dormí mucho, ya que cada vez sentía el roce de su pierna por debajo de la sábana y escuchaba sus ronquidos. Esa condenada ronca como lancha.

Luego de asearnos y comernos unas tostadas que hizo ella, salimos a su casa, pero la mamá no estaba. Ella aprovechó a recoger su ropa, traer dos o tres cosas de comida, dinero y su mochila. Regresamos a mi casa de inmediato, pero ella insistió en que me preparara para la universidad. Según ella, tiene miedo de perder el año, mientras que yo lo veo como una oportunidad de conseguir a ese imbécil de nuevo. Necesito regresar a mi cuerpo ya.

—No te atrevas a hacer una tontería y a hacerme quedar en ridículo. Necesito que entres directamente al salón. En la mochila encontrarás la ubicación.

—De acuerdo.

—Tienes cara de que no harás lo que te digo.

—¿Yo? ¿Cómo crees? Qué la pases bien esperando —entro a la universidad y, por obvias razones, ella no puede entrar a los pasillos conmigo.

Aunque me advirtió que entrara a las clases, decidí caminar por la escuela en busca de ese idiota. A mí nadie me da órdenes. Un empujón de una chica en medio del pasillo me saca de mis casillas. Trato de reponerme y enderezarme.

—¿No ves por dónde caminas o qué, pedazo de idiota? — la enfrento.

—Si la gordita se levantó altanera hoy— sonríe.

—¿Te han dicho que tienes los dientes bien jodidos y amarillos? —estaba tan distraído con la estúpida esa que, no me percaté de la persona que se fue detrás de mí y me derramó un líquido de lo que parecía pintura por el color y su fuerte olor. Mi pelo, mi rostro e incluso toda mi ropa estaba sucia.

Todas las personas que estaban a mi alrededor estaban riendo y solo me traía recuerdos de mi antiguo yo. Esta tipa se ha dejado hacer todo esto antes, por eso ya no la respetan y la tratan así. Tan bravucona que se hace conmigo, pero es una cobarde. Deja que la vea.

—Si reírse de los demás es malo, meterse con la persona equivocada, es mucho peor.

En este momento soy una chica, no tengo porqué contenerme de volarles los dientes y hacerla orinar parada, ¿cierto?

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