Capítulo 6 Joss

Las oportunidades se presentan varias veces, es solo que el ego y la arrogancia no te dejan verlas.

Toqué la puerta varias veces; al sexto o séptimo toque escuché la voz de Gaby y sentí adrenalina correr por mi cuerpo, tenía la misma sensación como si estuviera a punto de estar presente en una batalla.

—¿Quién es? —preguntó al otro lado de la puerta.

—El guerrero Joss —me anuncié con cierto tono de timidez. Esto no era coherente en mí. ¿Qué me ocurre?

—¿Qué pasa? ¿Viniste a seguir insultándome? ¿Vienes por más? ¿No se te llenó el ego con tu comportamiento de hace poco?

—Gaby, he venido a disculparme —solté las palabras como un cobarde detrás de la puerta, pero estaba claro que hacerlo así era mucho más cómodo, no podía mentirme a mí mismo.

—¿Quééé-quééé? —murmuró y luego apareció delante de mí con un rostro lleno de asombro e incredulidad. Sí, la distancia entre la puerta y mi cuerpo era poca.

—¿Qué-qué ha-haces? —pregunté confundido, no entendía su comportamiento. Invadía mi espacio con descaro.

¿Por qué simplemente no abrió la puerta y me contestó?

—No pensé que estarías tan cerca —había malicia en su sonrisa y ojos.

—Me confundes. Por un momento, eres desagradable y luego haces lo contrario.

—Ahh mira quién habla el que primero insulta y luego quiere disculparse… déjame decirte que eres tú quien me confunde… ¿qué pretendes? ¿Por qué vienes aquí a disculparte? Uno solo se justifica cuando alguien te importa o cuando tiene la convicción de que se equivocó y-y-y-y hasta donde sé, contigo, es decir, entre nosotros, no creo que exista ni una cosa, ni la otra.

—Se me quitan las ganas de todo con tu razonamiento.

—Entonces tus disculpas no son sinceras —ante su sonrisa amplia, debí alejarme y dar dos pasos hacia atrás, estaba seguro de que desde donde estaba ella podía escuchar mi corazón desbocado.

—Si estoy siendo sincero, discúlpame, no quiero seguir con esto.

—Con esto, ¿qué? —su mirada cambió a una de completa curiosidad.

Tenerla cerca y recordar mi anterior comportamiento me tenía mal, siempre había sido más fácil no evocar los recuerdos y seguir mi plan de egocentrista de solo pensar en mí, era más agradable; pero aquí estaba de nuevo maltratado a una joven, sencillamente porque no quería sentir nada, ni siquiera amistad por otra fémina, solo por el simple hecho de no correr el riesgo de enamorarme o amar. Así justificaba mi comportamiento; cuando me iba a relacionar para solo tener sexo, actuaba amable y luego cuando veía que la situación iba a cambiar a algo estable, me alejaba dejando ver mi lado patán para que no me buscaran jamás.

—Con mi mala actitud —contesté bajando la guardia.

Gaby cambió su postura moviendo el peso hacia su otra pierna sin quitar esa mirada curiosa.

—Ahora que lo pienso, he sido yo la que desde un principio he sido pedante, arrogante y odiosa… no tienes mucho de qué disculparte —hizo silencio y luego con una voz más segura prosiguió— Aunque me parece muy extraño que vengas a disculparte y seas tan raramente agradable, no sé ni qué pensar, considero la situación muy extraña.

—Para serte sincero, pienso lo mismo —me sinceré pasando mi mano por mi cabeza —. Lo importante es que lo hice, ya me he disculpado y espero una respuesta de tu parte.

—Mmm… ehhh…. Supongo que sí, te disculpo, guerrero Joss —miró hacia los lados— ¿Esto no es una broma de mal gusto, no?

Negué con la cabeza.

—Entonces, después de esto, ¿qué pretendes? ¿Seguirás con tu arrogancia y egocentrismo, actuando como si fueras el dueño de la razón?

—Eres de esas mujeres que dice todo lo que piensa sin filtro, ¿no? Porqué lo haces con cierta naturalidad que cae en la arrogancia extrema.

—Lo soy, pero aún más, cuando algo o alguien no me agrada.

—Entonces, ¿no te agrado? Me parece que siempre me lo quieres dejar en claro.

—Mmm… no sé… es confuso, lo que sí te confirmo, es que te muestras como un odioso, un patán, ante los demás así que no entiendo el por qué te asombra que te lo diga.

Ahora que lo pienso bien a fondo y sin engañarme a mí mismo, siempre me lo han dicho, tenía razón, pero por alguna extraña circunstancia no me agradaba que ella pensara de esa manera de mí.

—Tienes razón, no tengo más nada que decir al respecto —¿Para qué alargar más esta conversación? —Respondiendo a tu pregunta, intentaré no lastimarte con mis comentarios hirientes y evitaré ser desagradable.

—Joss —mi nombre al salir de su boca me hizo mirarla a los ojos.

—¿Sí? —no pude resistirme, me acerqué de nuevo quedando muy cerca. Sus ojos color miel tenían unas líneas marrones tan finas que hacían una senda hermosa entre el marrón y su color predominante.

—Dime la verdad, ¿qué pasó ayer al bebernos esos tragos?

Ahhh, m****a otra vez con eso. ¿Por qué insiste con el temita?

—¿No me vas a decir, cierto? Se me hace incómodo ir contigo por allí sabiendo que pudo pasar algo.

—Soy un caballero, no ocurrió nada.

—¿Pero sí nos sobrepasamos, ya sabes, nos besamos? —Me invadió un fuerte dolor de cabeza, uno punzante y fugaz, sumado al recuerdo de su beso y la picardía de su sonrisa. ¿Me había besado? ¿Por qué no me acordaba de nada? ¡Ese maldito brujo! —¿Por qué acabas de poner esa cara? —Gaby alzó su mano y me tocó la mejilla. Su acercamiento casi hace que cayera desplomado sobre el suelo. Las rodillas no soportaron mi cuerpo. ¡Ay no! Esta fastidiosa Diosa Oscuridad me ha jodido la existencia— ¡Joss, te pusiste pálido! ¿Qué te paso? ¿Qué dije? ¿Por Dios, qué te hice?

Me concentré para poder responderle y que así no se preocupara.

—No ocurrió nada entre nosotros, debo irme, por alguna extraña razón no me siento bien, me tengo que ir.

—Espera, te acompaño, debe ser grave, hasta donde sé las sombras no se enferman —Gaby volvió a tocarme esta vez a la altura de mi brazo derecho y la sensación fue increíble. Me detuve en seco y cerré mis ojos como embriagado por el efecto.

—No, lo siento Gabriela, te tengo que dejar, nos vemos luego durante los entrenamientos —Nunca había llamado por el nombre completo a Gaby, me había enterado del mismo gracias a los registros de la computadora. Creo que el que pronunciara su nombre de pila la desconcertó porque vi la reacción de confusión en su rostro—. No me mires así, la computadora, el sistema me lo dijo, no fue difícil dar con tus datos de hace unos años.

—¿Mis datos? ¿Qué tanto sabes de mí? —Ahí estaba ella de nuevo, levantando esa pared impenetrable delante de ambos, su rostro era el mismo de siempre, lleno de arrogancia.

—Solo tu nombre completo, Gaby, no soy nadie para averiguar tu pasado, y mucho menos si no me lo quieres decir.

—Tienes razón, no te lo quiero decir —hizo una pausa para lo que supuse intentaba mantener su compostura, luego concluyó—. Espero que te mejores, nos vemos más tarde en el entrenamiento.

Asentí y me desmaterialicé a mi habitación. No soportaría el hecho de que ella se diera cuenta de que mi corazón estaba que se salía por mi boca, eso habría sido vergonzoso y difícil de explicar más cuando ni yo mismo entendía mi reacción.

Luego de unos cuantos minutos, ya un poco más tranquilo, recordé que no le dije a Gaby sobre su cita con Neoma. ¡Claro! ¿Cómo decirle? Si por lo que veo la joven tiene el súper poder de poner cualquier situación de cabeza.

—Durante el entrenamiento se lo diré —murmuré mirando por la ventana a lo lejos. Desde aquí, podía observar a Neoma y Nelesky moviendo sus manos mientras que salían de ellas rayos blancos y amarillos; estos se unían a las paredes y las dejaban idénticas, aunque asumía que más fuertes y blindadas contra algún tipo de balas o ataques.

Nelesky se veía concentrada en lo suyo, aunque no tenía esa chispa de felicidad que siempre me cautivó, estaba muy seria y me atrevía a decir que hasta un poco triste.

—Todo lo que toco lo destruyo —concluí antes de salir de la habitación y dirigirme hacia la sala de entrenamientos—… por eso es por lo que luchar y pelear se me da bien.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo