Capítulo 4

El destino no está escrito, minuto a minuto lo vives y puedes sobrevivir o morir en tus intentos.

—¿Qué coño es lo que está pasando aquí? ¿¡Por qué la princesa está así!? ¿Quién la ha herido?

—Se nota que estabas durmiendo, Joss —respondí con ironía

Él puso los ojos en blanco y nos dejó pasar.

—Marcos dime de una vez, ¿por qué pareciera que vienes de una guerra?, ¿y por qué razón hay demonios Licht por toda la maldita calle? —exigió en tono seco y alto Joss.

Marcos colocó a Julie en un sofá y le vio la herida que tenía a un costado, yo me quedé lejos de ella, estaba seguro que si me le acercaba estos dos me matarían a golpes.

—Julie no es la princesa… es la heredera… nuestros Reyes han sido asesinados y esto ya es la guerra proclamada, el edificio de las sombras ha sido casi destruido —aquí Marcos me miró con cara de “por tu culpa” y siguió diciendo—, por este desgraciado y por todos los humanos, unidos con los demonios que entraron para ajusticiar a los Reyes.

—Me estás tomando el pelo ¿verdad? Esto no puede estar pasando —contestó incrédulo Joss, rascándose la cabeza.

—Sí sí está pasando, los demonios han armado una cacería contra nosotros y los estúpidos humanos los ayudan.

—¿Y qué hace este prisionero aquí?

—No te dirijas a mí de esa forma Joss, más respeto, defendí a la próxima Reina con mi vida y ayudé a nuestro amigo en común Marcos a salvar su negro culo.

—Yo no soy tu amigo y deja de meterte con mi gran culo —replicó Marcos, viéndome con mala cara.

—¡Ah cállate! Creo que eso se te olvidó cuando te ayudé hace unos minutos a luchar… ¿Cierto? ¿no? —lo miré entrecerrando a los ojos, para ver si él se atrevía a negármelo.

—Sí lo has hecho, pero eso no implica nada, nadie te obligó a hacerlo —respondió Marcos con desdén.

—¡Jódete! deja ya de estar molesto conmigo porque dejé de luchar ¿acaso me equivoqué? ¡Mira este maldito desastre es gracias a los humanos! Y aún me quitas el habla por ellos, se ve ridícula la situación… jamás me equivoqué… por siglos nosotros tres, más Ricardo, fuimos el grupo que más demonios Licht asesinó y por mi decisión olvidaron todo lo que vivimos, a decir verdad soy yo quien no debería hablarle a ustedes, por ser tan grandes marionetas, con un bajo intelecto para ver la realidad.

—Yo estoy molesto contigo desde que me arrancaron un brazo en aquella pelea y tú en vez de ayudarme seguiste combatiendo con Marcos; y al final le diste mi extremidad a esos animales espantosos callejeros que pasaron por el lugar, por cierto menos mal que están extintos porque eran demasiado horribles —dijo Joss a punto de brincar hacia mí para golpearme.

—Me debías quinientos mil dólares más los intereses de casi un siglo y no me lo querías pagar, es más, dale gracias al Dios ausente que no te arranqué yo mismo las piernas para dejarte con solo medio cuerpo y se los regalé a los Licht… ese brazo al final te volvería a salir, no valía esa gran cantidad, estoy considerando seriamente arrancarte la mitad del cuerpo y así terminar de saldar nuestra deuda —el tono que usé fue irónico y sarcástico.

—Te juro que un día de estos, te mataré por ser tan desgraciado y pedante —respondió Joss

—No sé porque te molestas si me parezco bastante a ti —le respondí encarándolo.

No en lo físico claro, Joss era un hombre sumamente macizo era más ancho que cualquier puerta, grandes brazos, moreno, ojos grises y media más o menos dos metros diez.

La verdad, la raza de las sombras se caracterizaba, porque los hombres eran muy altos, mediamos máximo tres metros. Creo que los Dioses querían tenernos más cerca, los humanos lo explicaron determinando que era un gen en el ADN que alteraba el crecimiento, prácticamente nos decían que padecíamos de una enfermedad, los desgraciados ignorantes esos, como los odio. Tampoco entiendo cómo llegaron a esa conclusión, si nuestra sangre de por si en apariencia es distinta a la de ellos, lo más seguro es que la información la habrá implantado algún Dios menor en sus débiles mentes.

De ser así, mi enfermedad se quedó a medias, parecía más humano que cualquier otra sombra… solo llegué a crecer hasta uno noventa, tenía el cuerpo con los músculos bien desarrollados, muy blanco, cabello negro y ojos verdes aceituna como esos sucios Licht. Ninguna otra sombra tenía los ojos como los míos pero jamás me importó el caso.

—¡Déjalo! ya se metió de nuevo en sus estúpidos pensamientos, mejor busquemos la forma de curar a la princesa, hay que cambiarla de ropa y limpiar toda esa sangre —sugirió Marcos, de inmediato caminé exaltado hacia ellos.

—No te atreverás a cambiarla de ropa, así como está inconsciente —le grité muerto de celos.

—Estamos en guerra no me hagas perder el tiempo, nadie va a tocarla para manosearla es solo para limpiar sus heridas y mantenerla aseada —respondió Marcos.

Joss empezó a reírse, él sabía bien que Julie y yo, habíamos tenido algo muy intenso hace siglos y seguro como que su madre es una zorra, de que él estaba muy contento con mi situación ya que Marcos no estaba al tanto de nuestro antiguo noviazgo.

—Deja que lo haga yo —le exigí hiperventilando, mi sangre estaba caliente y en cualquier momento explotaría, si veía que Marcos le colocaba una mano encima.

—¿Cómo crees? ¿Por qué tendrías que hacerlo? soy su guardaespaldas y no hay mujer presente que lo haga por mí, así que lo haré —exigió Marcos convencido.

Joss soltó una carcajada diciendo:

—Opino que Marcos debería de cambiarla.

Maldito infeliz —pensé. Pero sostuve el aire audiblemente a los segundos contesté:

—Marcos… Julie fue mi mujer, de hecho, su corazón es mío porque me juró amor… nos separamos por cosas que no te diré… pero fui su único hombre y por ende tengo derechos sobre ella.

Marcos puso los ojos como platos, dando dos pasos hacia atrás buscando sentarse en un sillón, luego de eso se pasó una mano varias veces por su cabeza.

—Si esto lo hubiesen sabido los Reyes te habría entregado a los demonios Licht para que acabaran contigo —murmuró mirando hacia el suelo con cara de que no creía la información que le acababa de dar, o tal vez sí, porque estaba visiblemente impactado.

—Ah, mi amigo deja la preocupación, los Reyes ya no están y punto, ellos jamás se enteraron, además, esa mujer que ves allí, me corresponde porque me ama.

—Siempre me he preguntado por qué eres tan insensible y cínico —replicó Joss.

—Échale la culpa a mi madre, ella fue así y por eso soy tan bueno en todo lo que hago —le respondí con ironía.

—Debería matarte por traición —intervino Marcos.

—¿Qué traición ni que nada? Deja la estupidez. Yo no la obligué… nos enamoramos… pasó… y listo —dije ya exaltado por tanto alboroto y dramatismo.

—Es contra las reglas cortejar a una Sangre Gris como la princesa, ella debía ser tomada por una sombra digna y debía casarse con un primo cercano para no dañar su sangre, así está establecido y así debe ser —me respondió Marcos caminando hacia mí amenazante.

M****a me va a golpear —pensé.

—No te atrevas a tocarme… ¿Quién impuso esa regla? Sabes que fueron los reyes y aquí desde que el Dios todopoderoso se fue, los dioses menores son los que imponen las reglas, te exijo invoques a uno en este momento, para que veas que tengo la maldita razón —di dos pasos hacia atrás, la verdad no quería golpearlo, no quería que Julie se levantará y viera una pelea o peor aún a Marcos muerto.

—Si eso quieres, eso haré, pero sabes que serás condenado si fastidias a un Dios menor por una estupidez.

—Hazlo. Quiero acabar con esa m****a de situación, quiero que Julie se permita amarme, ella jamás llamó a un Dios menor por miedo a ser castigada, pero correré el riesgo, total, no queda nada de todo en lo que creía, no hay reino, mis amigos deben estar muertos y ya la guerra en definitiva empezó… quiero al menos ser feliz un día… pero con esa mujer que ves allí —señalé hacia donde estaba Julie.

—Sí que tienes cojones… y te voy a complacer —susurró Marcos, con la sonrisa más maliciosa que alguna vez me mostró.

—Si tuviera mis poderes los llamaría y mientras pude, jamás lo hice porque Julie me lo pidió por sus padres, para que ellos no se enteraran y no cayeran en deshonra, pero ahora ellos están muertos, así que no existe nada que me lo impida.

—Si caemos en maldición por tu culpa te mataré lentamente —afirmó Joss.

—¡Hola gente! —gritó Ricardo, todo ensangrentado, nuestra sangre era roja escarlata, pero tenía una peculiaridad se volvía gris a los minutos. La sangre de la realeza era gris desde el momento en que salía del cuerpo de la víctima y jamás cambiaba.

Nadie le respondió… nadie lo esperaba.

—¿Acaso no me darán un abrazo? Y me agradecerán partidas de desgraciados, malos amigos, de que eliminé seis demonios Licht que estaban a punto de entrar a este lugar —Ricardo soltó esto último con mala cara, pero en tono burlón.

—¿A qué te refieres? —preguntó Joss.

—Pues sí, mis hermanos… unos cuantos humanos y demonios Licht están dos calles más arriba, señalando este lugar porque supuestamente la Reina y el Rey están aquí —concluyó Ricardo, sacudiéndose la ropa y mirándose con asco.

Este sí que era el más delicado de los cuatros guerreros sombras. Ricardo media 2,30 cabello castaño largo sobre los hombros, su piel era muy blanca, ojos marrones y era el que más amaba a los humanos… bueno a las humanas… me extrañó que no llevará consigo a la novia del día.

—¿Qué hace mi compadre Rut aquí? ¿Tú estabas encerrado, cierto? ¡Te he extrañado! —Ricardo se lanzó hacia mí dándome un caluroso abrazo. Se lo correspondí.

De los tres, él siempre me había apoyado hasta en las más graves locuras y sí me había intentado convencer de proteger a los humanos, él decía que ellos sufrían con las guerras y que de verdad sí podían amar, pero no me consta, de hecho los veo muy entretenidos, matando a los de nuestra especie o entre ellos mismos.

—Hola Ricardo, sí que ha pasado tiempo desde la última vez que te vi —expresé de forma sincera porque eso era lo que sentía.

—Sí, cómo olvidarlo, si le echaste a esos animales hambrientos el brazo de Joss —Ricardo soltó una gran carcajada que se escuchó en todo el lugar. Siempre que podía soltaba eso a relucir, solo por verle la mala cara a su otro amigo.

Joss chitó los dientes y Marcos caminó hacia la princesa que empezaba a moverse.

Ricardo caminó un poco hacia mí y en tono bajo me comentó:

—Siento lo de tus familiares, pero no todos los humanos son así, entiende compadre, aún quedan mortales sin corromper que tiene fe en el Dios ausente.

Miré hacia el piso y negué con la cabeza, sin decir palabra alguna. Es que en realidad no tenía nada bueno que decir.

—Bueno, basta de pláticas, me explican ¿Por qué coño esos demonios Licht están diciendo que aquí están los Reyes? Yo solo veo a cuatro guerreros sombras y a la princesa… ah por cierto hay demasiados muertos en la calle… ¡No me digan! ¿Entramos en guerra declarada? —preguntó Ricardo, a veces se pasaba de despistado.

—Tú como siempre con tus payasadas… ¡Sí, Ricardo, estamos en guerra! y si esos desgraciados, dicen que aquí están los Reyes es porque están bien al tanto de lo tuyo, Rut, con la princesa —señaló Joss mirándome con media sonrisa.

Marcos dijo en tono bajo que bajáramos la voz y se enfocó de nuevo en atender a Julie.

—No me digas que por el filo de tu espada de honor pasó la princesa —inquirió Ricardo sonriendo y con cara de incredulidad y apoyo.

—No de esa manera tan bruta y poco elegante, pero sí… la princesa es mía —contesté solemnemente, ¿para qué negarlo? Si de cualquier forma esa es la verdad.

Ricardo al escuchar mi afirmación puso los ojos como platos diciéndome:

—Entonces los Reyes han muerto y por ese motivo quieren ahora venir y matarlos.

Asentí. Ricardo sería lo que fuera, el tonto que aún cree en los humanos, el mujeriego, el desordenado, pero era muy inteligente y astuto cuando se concentraba en algo, este era un buen ejemplo, el condenado dedujo la muerte de los reyes sin siquiera mencionárselo.

—Bueno recojan lo que puedan y larguémonos de aquí, necesitamos un plan para sobrevivir, vienen por ti y la princesa y no quiero morir, soy muy joven, aún me falta mucho por hacer en esta vida… tengo que defender a muchos humanos de las malas influencias —sugirió Ricardo en tono determinante.

Joss desapareció de mi vista. Ricardo por el otro lado también se esfumó. Caminé hacia Marcos que seguía con la princesa, noté que estaba muy pálida, ella no moriría de esto, porque era una inmortal, pero sí sufría y debíamos evitarle ese dolor.

—Debemos irnos Marcos, cárgala con cuidado, tenemos que salir de aquí y escondernos, debemos evitar que asesinen a Julie, a todos nosotros.

—Tú no me importas ni la mitad de lo que me importa esta mujer —respondió Marcos, con tono ácido.

—Y créeme, amigo, nadie te lo está preguntando… solo quiero que la cargues y muevas tu culo hacia donde te digamos —repliqué colocándole una mano en el hombro.

Marcos alzó la cara para mirarme a los ojos respondiéndome:

—Llamaré a la Diosa que nos creó… llamaré a Oscuridad y espero que te castigue por ser tan arrogante, espero también que Julie no te acepte, así jamás podrás ser Rey y espero…

Le interrumpí diciéndole:

—Lo que pase de ahora en adelante con Julie o cualquier Diosa no es tu problema, ya tendré tiempo de mostrarte que las cosas ocurren por algo, recuerda ella me juró amor… además debes entender que los dioses a veces toman malas decisiones, la realidad te indica que los humanos no valen la pena.

Marcos guardó silencio como pensando algo y luego me contestó agachando la cabeza.

—Sí, como tú digas, príncipe.

El que me dijera así, me impactó, era tradición llamar al novio de la princesa de esa forma, no importaba si en la realidad era una simple sombra sin título en el mundo, quien se ganaba el corazón de una princesa y esta le juraba amor se convertía en príncipe de las sombras.

—¿Por qué esa cara, mi señor? le molesta que le llame con respeto.

Fruncí el ceño, Marcos no lo estaba haciendo con ironía sino con respeto. Entonces le respondí:

—Mis amigos me llaman Rut… y tú eres mi amigo, así que llámame así.

Marcos embozó media sonrisa.

—Gracias a los dioses —soltó una carcajada—, no soportaría decirte así siempre, es demasiado para tu ego.

—No hagas que cambie de opinión —respondí riéndome de la cambiante situación, hace unos minutos quería golpearme y ahora estábamos ya de nuevo como siempre. Eso no evitaba que le entraran en cualquier momento ganas de hacerme papilla de nuevo, ese círculo vicioso era de nunca acabar.

Él me miró sonriendo.

—¿Cuándo me empezaste a despreciar? No entiendo por qué tanto alboroto por no querer defender a esta parasitaria raza —musité, quería saber qué era lo que pensaba exactamente Marcos.

—Digamos que no estoy de acuerdo contigo, tampoco es que estoy muy convencido como lo está Ricardo… pero Joss y yo sabemos cuál es nuestro deber y nosotros no juzgamos el juicio de los dioses, simplemente para esto nos crearon y para eso estamos, así pensamos ambos. Por otro lado eres fácil de odiar, tan pretencioso y autosuficiente no es difícil despreciarte y querer sacarte el cuerpo.

—Oh, Oh, compañero siempre luchamos juntos y los cuatro somos los mejores, hablaba en plural, es solo que ustedes se agarran todo de manera personal —respondí sonriendo evadiendo la cruel verdad, sabía que era así, pero ¡ajá! Así fui siempre y lo más probable es que así seguiría siéndolo. No renegaría de mí.

—Mejor no aclares, que oscureces, desgraciado —me contestó poniendo sus ojos en blanco, segundos después apareció Joss con Ricardo a un lado.

Ricardo y él se habían cambiado, estaban armados, se les notaba entre las ropas las diferentes armas. Era obvio que estos dos se pondrían el uniforme de guerra, Ricardo era detallista con su vestimenta. Pero Joss era egocentrista, él debía verse bien así fuese durmiendo.

—Toma, grandísimo Rey —me tiró una bolsa y la sostuve levantándome del lugar de donde estaba con Marcos. La bolsa pesaba bastante y tenía cosas punzantes dentro, sabía que eran armas. Miré a Ricardo y este caminaba con una misma bolsa para entregársela a Marcos, la tomó y la abrió observándola por dentro.

—Supongo que debemos cambiarnos —contestó Marcos con su gruesa voz.

—Sí, mi amigo, cámbiate ya nos queda poco tiempo… Ricardo y yo cuidaremos de la princesa mientras se visten —explicó Joss, Ricardo me miró y asintió apoyando la sugerencia.

No vi problema ante la ayuda. La verdad la ropa frágil y simple de la cárcel no era digna de un guerrero como yo y Marcos estaba casi desnudo, la suya estaba toda rasgada y ensangrentada.

—Bueno, las habitaciones están por allá —señaló Ricardo hacia un pasillo.

—Si quieren ponerse intensos, por favor háganlo en el piso, mi cama se respeta —se burló Joss y Marcos lo miró con cara de quererlo matar. Eso provocó que Ricardo soltara una carcajada y terminé también riéndome.

—Como que no entiendes que mido casi tres metros y que puedo triturarte con una sola mano —contestó Marcos a Joss mostrándole un puño enfrente de su cara.

Joss subió y bajo los hombros.

—¡Es juego sombra! No te pongas intenso.

—Ajá —replicó Marcos

—Les doy diez minutos, tenemos que lárganos de aquí —exigió Ricardo y desapareció.

—¿A dónde fue? —pregunté, se suponía que cuidaría de Julie en mi ausencia.

—¡Los coches! necesitamos mínimos dos y él fue por ellos —me recordó Joss. A pesar de que era de noche podíamos movilizarnos con nuestros poderes, pero de día debíamos movernos en uno vehículo y conseguirlos con nuestros requerimientos no era nada fácil.

—Buena idea —opinó Marcos.

Asentí y empecé a sentir una ridícula sensación de mal presentimiento, igual caminé hacia una de las habitaciones y comencé a vestirme.

No me agradaba estar ni un centímetro lejos de Julie, todo esto era un caos y yo era lo único que le quedaba debía protegerla a como diera lugar.

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