Capítulo 4

Pandora:

Llegue a casa sumamente perturbada, todavía no sé si para bien o para mal. Fue un día por demás largo, quien iba a decir que un simple bautismo se convertiría en lo que se convirtió. Me divertí por demás, pero me hubiera gustado poder haber hablado más con Ramiro.

Cuando sentí su dedo por mi espalda, una parte de mi sabía quién era, pues tenía esa costumbre desde que éramos adolescentes. Pero hacía tantos años que no le veía que ni me acordaba de él, ¿Por qué lo sabía entonces?, pues no tengo idea. Solo sé que el contacto con su piel me estremeció de pies a cabeza. Y verlo tan lindo, su rubio pelo cayéndole graciosamente en su frente y sus siempre intensos ojos caramelo, me volvieron loca. No sé a qué pretende jugar recordando nuestro beso en el viejo muelle, fue por demás inmundo, yo no sabía besar y mucho menos que hacer con mi lengua, pero la suya la recuerdo muy bien y me encanta. Tal vez sea el mito del “primer beso”, pero cuando estoy triste lo recuerdo y me reconforta.

Se ha separado de Valeria, no sé qué pensar respecto a eso.

Pero no logro apartar mi pensamiento de lo que hizo en la fiesta, fue muy intenso. De haber sido otro y no Ramiro, me hubiera ido con él a su casa, le hubiera arrancado la ropa y le hubiera hecho el amor ferozmente, pues ese hombre está por demás sexi. ¡Pero no!, tenía que ser él, justo él. Toda la vida esquivando tener un encuentro amoroso entre nosotros. No soy de entrar en una relación, mis amores son de 2 o 3 noches como mucho, pero con Ramiro no sería así, por lo tanto mejor que deje de hacerme los ratones con él y lo vea como lo que es, mi amigo que volvió.

− ¿de verdad no recuerdas donde te dieron tu primer beso?

¿Qué carajos fue eso?, ¿qué chica en su sano juicio no recuerda su primer beso?, más si fue por el chico que la traía coladita.

Ramiro

Joder, no imaginé encontrarla tan bella. Valió la pena aceptar el pedido de Apolo.

Verla con ese vestido tan sensual, y esa espalda desnuda invitándome a acariciarla. Por suerte no se dio vuelta y me dio una bofetada. Sé que le gustó, pude sentir como se estremecía, por un

momento me trasladé a nuestra adolescencia. ¡Cómo la quería!, pero Valeria y su sorpresa… y luego la noticia de que se iba a comprometer con Marcos, el hermano, no tenía oportunidad. ¡Lamenté tanto esa noticia!, todavía recuerdo cuando quise romper todo a mi paso. Bueno ahora ya estoy libre y sé que ella también, a lo mejor aún estamos a tiempo. Mañana la llevaré a comer a casa de mis padres, eso le gustará, ¡estoy seguro! Pero esa espalda desnuda, ese escote que lleva a la gloria… bueno lo mejor será un baño de agua fría.

Narrador:

La mañana llegó más rápido de lo que hubiera deseado. Pandora esa noche no había podido dormir debido al insomnio sufrido hasta altas horas de la madrugada. Hacía muchos años que un hombre no le quitaba el sueño, bueno en realidad el único que lo había hecho era justamente él, Ramiro. Se juró nunca más pasar esas penurias y ahora regresaba. Sacudió la cabeza intentando desvanecer esos pensamientos en su cabeza, hoy era el gran día de la firma del contrato, así que tenía que correr a la oficina para que estuviera todo listo para la tarde que irían los ejecutivos de la firma de gaseosas. Debía estar concentrada al ciento por ciento, pero la imagen de Ramiro

la perturbaba, su perfume “sigue oliendo delicioso” pensó. Él era el culpable de que ella nunca sentara cabeza, pues si no era con él no era con nadie. Pero otra vez se concentraría en su reunión. Así que se puso en pie, una ducha y a desayunar. Se vistió con una falda sumamente ajustada a su cuerpo color verde olivo unos 20 centímetros por debajo de la rodilla pero con un tajo en la parte de atrás que llegaba casi a donde comenzaban sus nalgas y una blusa sencilla blanca, como siempre medias negras y zapatos de tacón aguja negros. Se subió a su coche y manejó hasta la oficina.

− Hola gente, buenos días –

− Buenos días – le respondió Sofía alcanzándole una taza de café

− Gracias tesoro, ¿alguna novedad en mi ausencia?

− Nada de importancia, Pandora – entraron a su oficina y ella se sentó en su sillón - ¿Cómo fue el bautismo de los mellizos?

− Estuvo genial, ni pareció un bautismo fíjate. Todo muy bien, necesito que busques a Carmen y la traigas a mi oficina de inmediato – Sofía le sonrió y se retiró

Otra vez el tema del bautismo, seguramente sería tema de conversación todo el día, a ella le torturaba, pues junto con el bautismo venia Ramiro. Su celular sonó, era Andrea, decidió ignorarla, seguramente quisiera saber qué pasó con él y porque se fue sin siquiera despedirse. No, no era un buen momento, no podía distraerse de lo importante de su día, para lo demás ya habría tiempo luego. Sofía volvió con los papeles del contrato ya revisados por el departamento jurídico. Los dejó sobre el escritorio de Pandora. A quién volvía a sonarle el teléfono.

− Pero que pesada esta mujer – dijo cogiendo el mismo, pero grande fue su sorpresa cuando vio el nombre de Ramiro en la pantalla. Dudó un momento, pero lo atendió

− Hola Pandora, ¿cómo estás?

− Ramiro, bien, ¿Qué tal tú?

− Genial, tendrás que explicarme porque te marchaste al mejor estilo Cenicienta del bautismo de nuestros ahijados.

− Sí, es que…

− Nada, me lo cuentas luego. ¿Recuerdas la cena?, bueno les dije a mis padres que te volví a ver y enloquecieron, quieren que vayamos a cenar esta noche. ¿Te parece si dejamos la cena íntima de amigos para otro día y vamos a lo de mis padres?

− Sí, me encantaría ver a tus padres, hace mucho que no los veo. Será un placer ir. En cuanto a la otra cena, la podemos hacer otro día, no hay problema –

− Ok, a las 18 paso por ti, recuerda que el viaje es largo –

− Bien, aunque no sé si a esa hora estaré ya libre para llegar a casa a cambiarme –

− No será necesario, conociéndote, seguro que estás preciosa –

− Eres el mismo tonto de siempre – Pandora se había puesto más roja que un tomate

− Siempre – rio – nos vemos a las 18, si no estás en tu casa dame la dirección de tu oficina y paso por ti.

− Ya te la paso, porque realmente no creo que llegue a casa, ahora tengo que colgar, nos vemos más tarde –

− Tenemos una cita – y cortó la llamada

Al cortar la llamada soltó un largo suspiro, es que oír nuevamente su dulce voz la ponía de cabeza. La vuelta de Ramiro le había trastocado su vida. Obviamente el enamoramiento que tenía en la adolescencia se hacía presente, y eso le movía el piso. Pensaba en él y no podía evitar sonreír.

− Disculpa, traje a Carmen – interrumpió Sofía, Pandora se sobresaltó

− Sí, haz que pase – Carmen ingresó

− Hola Pandora, ¿Qué tal estás?

− Bien, ¿y tú? - dijo mientras se levantaba a darle un beso en la mejilla - pero siéntate y conversemos

− Gracias, primero te digo que Fernando me ha puesto una sanción por haberme ido el otro día –

− Sí, perdona, es que ayer el bautismo de mis ahijados fue más extenso de lo esperado, pero ya le llamo y lo arreglo – apretó el intercomunicador – Sofía, llama a Fernando y dile que venga de

inmediato a mi oficina – mirando nuevamente a Carmen le dijo – ahora cuéntame lo de la escuela para el pequeño Juan –

− Bueno, tú sabes que padece del síndrome asperger, por ello tiene que ir a una escuela especial –

− Y dime, ¿ya sabes a cual le enviaras?

− A la más económica, es que soy sola, ya sabes que no puedo contar con Ricardo para nada - en eso interrumpe Sofía

− Fernando está aquí –

− Que pase

− Buenos días Señora Ferrari –

− Buenos días Fernando. Antes de ayer Carmen se retiró antes con mi permiso, así que quiero que le quites la sanción –

− Como mande señora - giró sobre sus pies y se dirigió a la puerta

− ¡Ah, Fernando! –

− Diga usted

− Vamos a aumentarle un 20 por ciento el sueldo retroactivo al primero de éste mes –

− Delo por hecho, ¿la señora desea algo más?

− No gracias - Carmen la miró con lágrimas en los ojos

− Pandora no sé cómo voy a agradecerte, esto es una ayuda enorme.

− No Carmen, ayuda ninguna, tú te lo ganas con creces, lamento no haberlo hecho antes. En cuanto al pequeño Juan, no lo matricules aún, deja que hablaré con un especialista que conozco para que lo evalúe y luego veremos a que colegio lo mandas. Por los gastos no te preocupes, yo los asumo, tanto el médico como el colegio, lo importante es que es un niño muy inteligente y debe tener la mejor educación posible. ¡Claro!, si tú lo autorizas – y se puso de pie, Carmen se abalanzó sobre ella para abrazarla

− ¡Por supuesto que lo autorizo!, solo dime cuando y lo llevaré –

− Ok, te aviso. Ahora déjame seguir que tengo una reunión importante – le sonrió y Carmen se marchó

Pandora tenía mucho dinero y no era una mujer que derrochara, pero cuando podía hacer algo por una buena causa, lo hacía sin vacilar.

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