CAPITULO 04: LATIDOS DE LA PIEL.

La última persona que quería ver. Estaba frente a mí. Me quede en shock no sabía que decir, mi mente estaba en blanco.

Creo que tuvo que hablarme como 100 beses, para salir de mi shock.

-Hola- le dije sin saber que decir.

-Hola- me contesto sonriente.

Fue algo dramático.

Me causo gracia y me reí de eso.

Había olvidado por que toque su puerta.

 -Que se te ofrece- dijo el niño bonito que estaba frente a mí.

Ahí recién caí en cuenta que un no le decía el motivo por el que vine.

 -seré tu vecina a partir de ahora. Vine por la puerta que está en medio de nuestros cuartos-

Me sonrió con malicia.

 -La mantendré abierta. Será el paraíso verte caminar sin ropa en tu habitación-

Me puse roja y él se rio a carcajadas quería gritarle por tonto se calmó cuando le hablé.

-Diego Anghelo- le grite.

Paró de reír como si un botón de control remoto hubiera presionado.

Me toco reír a mí, fue muy gratificante ver la cara que puso.

Estaba serio, a él nunca le gusto su primer nombre. Por eso no había muchas personas que sabían que tenía otro nombre. Bueno creo que solo sus padres, hermanos y yo sabíamos de su nombre.

Yo lo descubrí de casualidad cuando éramos niños y desde ahí siempre lo he amenazado para que haga cosas por mí.

Ya no, nos reuníamos desde que empecé mi relación con Luan. Era muy celoso y siempre le hice caso a lo que decía. Pensándolo bien siempre fui una tonta.

-Bueno Dieguito Anghelo estoy aquí para hacer negocios-

-Primero, nadie de nuestros conocidos sabrá de esa puerta- le señale.

-Segundo, tú no sabes donde vivo y no me has visto desde la última vez que fui a la universidad ok-

Me miro con mala cara. Me reí y me fui de ahí. Pero antes de llegar a mi puerta él se acercó por detrás y me abraso.

 -dime mi niña ¿por qué debería hacerte caso? Yo que ganaría-

Me dio un beso en mi cuello y me paralicé. No por sus palabras si no por el sentimiento que siempre está mi pecho cada vez que lo tengo cerca.

Él lo sabe y lo usa, para ponerme nerviosa.

 Me voltee lentamente y lo tenía a centímetros de mí. Me hice la fuerte como si su cercanía no me afectara.

 -Dieguito, sería hacer una obra de caridad a esta buena niña- hice un puchero.

Él se rio y se acercó a mi oído -no me convences mi niña-

Beso mi cuello otra vez, no le dije nada. Solo cerré los ojos, olvidando el mundo a mí alrededor. Mientras él con sus besos se hacía camino desde mi cuello hasta mis labios.

Se detuvo cerca de mis labios y me miro -Mi niña aun no me convences-

Me reí y el me apretó más a su cuerpo. Nuestros labios quedaron juntos le di un pico.

-Ya te convencí Dieguito-

-No-

Él muy sabido me beso otra vez.

Yo no me negué en ningún momento. Mañana me preocuparía por lo demás. Por ahora me sentía bien, creo que, ni con Luan me sentí así.

-Del 100% solo el 10% estoy convenció-

Me reí, él igual se río y empezó a besar mi cuello. Asiendo que se escaparan pequeños jadeos que el disfrutaba. Lo escuchaba reírse cada vez que se me salía un jadeo.

Me apretó más a él como si fuera posible y volvió a besarme. Sentí que me levanto y fuimos en dirección a su habitación.

-Mi cama seria mas cómoda- entre beses hablo y no me dejó contestar.

Entramos a su departamento cerró la puerta. Me alzo como princesa y me llevo a su cuarto.

Me sentí nerviosa yo nunca había estado con nadie más que con Luan. No estaba segura de hacer el amor con alguien más, él se dio cuenta de mis nervios. Lo sé por la forma en me miro.

Me dejo sobre la cama y se acomodó entre mis piernas.

Estando sobre mí siguió besándome mientras su mano izquierda se dirigió a mis caderas. Su otra mano se sostenida, para que no me aplastara con su peso.

Se detuvo -Mi niña eres hermosa- decía mientras besaba mi frente.

Me sentí como una adolescente en su primer beso. Me reí de mí misma.

El me hace sentir mucho con un solo rose.

-No me detendré- me susurro

Lo mire, me miro y sonrió. Sentí como una mano suya entra dentro de mi pantalón llegando a mi zona íntima y se me salió un jadeo.

Se acercó a mi oído y susurro.

-olvídate de todo. Mañana veremos que asemos mi niña-

Saco su mano y empezó a desabonar mi pantalón mientras me besaba. Sin darme cuenta estaba disfrutando de sus caricias como nunca lo hice en mi vida.

Me deje llevar como una niña, como él me decía. Ya mañana me preocupare por las cosas.

Hoy iría al cielo en los brazos de Dieguito.

De un momento a otro estaba completamente desnuda al igual que a él. Empecé a ponerme nerviosa. No quería seguir. Me sentía abrumada.

El sentimiento que despertaba en mí, me daba un poco de miedo. Se supone que debería estar llorando y quizá como todo adolescente, queriéndome cortar las venas.

Pero no, yo estaba desnuda recibiendo caricias no aptas, para cardiacos. Mi corazón estaba acelerado. Me sentía de una manera… 

No podría describirlo. Era tan fascinante como aterrador un sentimiento difícil de describir con palabras.  

Quería salir corriendo de ahí sentía que estaba bien y mal, eso me confundía. Él se di cuenta de la pelea que tenía conmigo misma. 

-Es demasiado tarde, para detenerse-

Sabía que detenernos en la situación en la que estábamos era algo imposible. Pero estaba confundida y eso me ponía de malas.

Seguía perdida en mis pensamientos cuando sentí que entro algo en mí y grite un poco fuerte. Me tomo por sorpresa, no me lo esperaba.

Empezó a acariciarme, para que me calmará. Despacio empezó a moverse y me perdí entre sus caricias sintiendo como su calor se unía a mí.

No sé cuántos beses hicimos el amor.

Solo sé, que hoy sábado a las 3pm de la tarde aún no quiero levantarme de la cama de Dieguito. Me duele hasta los pelos y es que no era virgen de lo contrario no me levantada en una semana.

Desde la cama sin querer moverme lo vi parado frente a mí riéndose.

-De verdad eres una niña ni una noche aguantaste esperare a que te críes-

Pienso para mí, cuanto más creceré.

Él me rogaba que coma algo. Yo solo quiero dormir y que nadie me tocara ni que hablara ya que hasta la bulla hace que duela el cuerpo.

-Cállate que duele todo-

Él se rio

-Tú pedias más-

El muy descarado lo dijo como si hablara del clima, el cual estaba muy frio

 -yo no recuerdo nada de eso. Tampoco recuerdo quien soy y eso me dio risa siempre ase que me olvide de las cosas hasta de mí.

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