Capítulo 5: Tinta

Katherine

—Mi papá quiere un café, cappuccino con doble crema y mucha espuma, no te tardes demasiado —Escuché esa vocecita detrás de mí.

—Buenos días —Dije viendo hacia la Tableta

—Ah, saludas.

—Me voltee para verlo —Tengo educación —Dije con una sonrisa muy amplia pero fingida.

—Con doble crema —Dijo antes de irse.

Suspiré, estaba desvelada. No dormí como hubiese querido. No me dio tiempo de arreglarme así que solo me hice una coleta alta, enchiné mis pestañas y puse un poco de rímel, pinté mis labios con un poco de labial rojo para que desviara la mirada y no recayera la atención en mis muy notables ojeras

Si bien nos iba, hoy solo trabajaríamos 5 horas. Así que dentro de mí había una voz que me decía. “vamos, tú puedes”.

Hice el café tal como me lo pidieron, llevaba los sobres de azúcar en una mano junto con la taza y en la otra la tablet que prácticamente se convertiría en mi nuevo instrumento de trabajo.

Volteé alrededor, las escenas aun no iban a comenzar a ser grabadas hasta dentro de media hora. Desde que llegué no había visto a Albert.

—¿Lo tienes? —Steven estiró el brazo.

—¿Dónde está Albert?

—En las oficinas de atrás. Dame, yo se lo llevo —Dijo quitándome de la mano el café.

—¡Está aquí, está aquí! —Llegó el chico de la ropa rara zarandeando a Steven de los brazos.

—¿Quién?

—Liana

—No ahora por favor, Félix.

—¿Crees que se quede? — Un carraspeo de garganta por parte de Steven me alertó sobre que estaba prestando demasiada atención a algo que no me incumbía.

—¿Liana? ¿Dunn? —Le pregunté al chico que ahora sabía a ciencia cierta que se llamaba Félix. Ignoré completamente a Steven.

—¡Sí! —Dijo emocionado.

—¡Oh por dios! —Puse mi mano derecha sobre mi boca, intentando contener la emoción. Era una gran actriz, había escuchado que alguien vendría a presentar una audición y traían mucho alboroto por eso, pero no sabía de quien se trataba.

—¿Quieres ir a admirarla un poco? —Dijo entusiasmado.

—No puedo —Recuperé mi postura, tenía que ser profesional y eso implicaba no andar detrás de cada actor o actriz que se me apareciera. Me di la media vuelta y me alejé de ellos.

Como que no queriendo la cosa camine a través de todo el set de grabación, entre los actores y mis compañeros de trabajo para ver si tan solo podría verla un poco de lejos. Me emocionaba conocerla, si bien no era su fan número 1, había visto casi todas las películas que ella interpretaba.

A unos cuantos metros de distancia, la vi salir de una oficina con Albert. Ella sonreía con tanta naturalidad que se veía hermosa. Albert me vio y me hizo la seña para que me acercara.

—Hola, buenos días —Dije sonriendo amablemente. Cuando la vi de cerca pude ver los ojos tan bonitos que tenía, sin duda la televisión no le hacía justicia a esta mujer.

—Por favor comunícate con ella —Dijo Albert después de presentarnos —Ella leva mi agenda, Liana, tan pronto tengamos la fecha exacta ella se comunicará contigo.

Unos minutos más tarde ella estaba saliendo con su mánager de la locación. Busqué la agenda en la Tablet e hice unos apuntes. Levanté la vista hacia enfrente. Mis ojos pararon directo en Steven, quien ayudaba a Félix diciéndole como acomodar una lámpara, mientras su amigo estaba arriba, Steven estaba abajo diciendo “más a la derecha”. La situación no me importaba, lo que me dio en el hígado era que de su mano sostenía el vaso de café que había pedido para “su papá” y daba pequeños sorbos de el.

Achiné los ojos, sabía que me había jugado el dedo en la boca. ¿Este que se creía?

Caminé hacia él con decisión y me paré frente a él. Por primera vez me di cuenta de lo pequeña que era a lado de él a pesar de que mi estatura andaba casi entre el 1.68 y 1.70 según los zapatos que usara.

—¿Está bueno el café?

—He probado mejores —Volteó a verme. Dio un par de palmadas sobre mi hombro —Pero sé que puedes mejorar.

—¿Quién demonios te crees? —Dije apretando fuerte los puños mientras abrazaba la Tablet. Él se quedó en silencio viendo detrás de mí. Lo primero que pensé fue en que Albert estaba ahí. Sentí la sangre bajar hasta mis talones.

—¿La escuchaste? —Dijo a alguien detrás de mi mientras me apuntaba con el dedo índice.

Pensé en menos de un segundo las mil cien escusas que podía dar, pero era inútil, era mi simple palabra contra la de él. Además, yo odiaba las mentiras, escusas, hipocresía, etc. No iba a mentir para salvarme el pellejo, esta vez no. Enfrentaría las consecuencias que me podría atraer el haberle hablado de esa forma, pero la verdad era que la sangre me hervía, odiaba a los niñitos como él, sintiéndose el ultimo refresco del desierto, yo trabajaba para su padre, no para él.

Voltee para ver quien estaba detrás. No había nadie. ¡Me la había hecho de nuevo!  Volteé de nuevo hacia Steven. Este ya no estaba frente a mí, sino a varios metros caminando hacia otro lugar.

Sentía unas ganas inmensas de irme sobre su yugular, quería arrancarle la cabeza, mi cruz era no poder soportar actitudes así. Saber que se estaban burlando de mí no lo toleraba. Y sabía que lo hacía en venganza.

***

Cuatro días, cuatro días que habían sido maravillosos, se respiraba un ambiente de paz. Steven no había mostrado ni sus luces en estos días. Y todo marchaba genial. Desde la vez de café no he vuelto a verle la cara. Estos días han sido muy agotadores, pero satisfactorios, he conocido a un montón de personas. Las grabaciones habían terminado por completo. Las cosas aquí ya no estaban tan intensas, pero aun así iba de un lado a otro con Albert. Los de producción estaban en el punto más alto de estrés pues la película ya tenía fecha de premier y ellos tenían que cumplir con lo estipulado.

Este hombre no descansaba, pues justo hoy en 1 hora tendría una reunión para dar a conocer el guion oficial de una serie que tenía ya casi casi en puerta.

Estaba en la oficina viendo como salía hoja tras hoja de la impresora, era algo monstruoso. Mi celular comenzó a sonar.

—¿Qué sucede mamá?

—¿Has hablado con tu jefe?

—Sí, si todo sale como está planeado podré irme antes y llegar a tiempo —Un pillido me alertó, voltee hacia la impresora viendo la pantalla que me indicaba que la tinta se había terminado. “No, no” pensé, me había dejado a mí misma una nota mental hace dos días donde tenía m****r a pedir los cartuchos, misma nota nunca agendé en la tablet y por ende olvidé.

—Me alegra escuchar eso, aquí te estaremos esperando, no olvides el vestuario.

—No mamá, al rato nos vemos —Dije poniendo el celular sobre el escritorio.

Agarré el guion, faltaban más de 100 impresiones. Y las ultimas habían salido bastante borrosas.

Agarré las hojas y salí casi corriendo. Esto tenía que ser entregado de inmediato y todo por un error mío habría un retraso y yo quedaría como una persona completamente ineficiente en algo tan simple y básico.

—Félix ¿Dónde hay un centro de impresión por aquí?

—A tres cuadras de aquí, ¿Por qué?

—Gracias —dije caminando hacia la salida. Agarré la memoria, mi celular, la tablet y mi cartera. Salí corriendo de ahí. Preguntando a una señora fue que por fin llegué al lugar. En 15 minutos estaba todo como debería.

—$230 Pesos por favor —Con el dolor de mi corazón saqué dinero de mi cartera y se lo entregué a la muchacha. Después de todo el error había sido mío, y a como fuese esto tendría que estar listo.

Llegué a la oficina de nuevo, con un margen de 30 minutos. Ya había marcado al lugar donde se mandaban a pedir los cartuchos regularmente y según esto en dos horas llegarían a instalarlos. Aquí no había pasado nada.

Steven

Di un sorbo a mi café, Lorena acaba de irse, me dijo que mi padre estaba preparándose para una junta así que preferí no molestarlo. Miré alrededor buscando a Félix, le tenía una propuesta que hacer y hace dos días no sabía de él.

De una de las oficinas vi que Katherine salió a toda prisa, tenía un montón de cosas en las manos, a veces no entendía ¿Cómo es que las mujeres pueden cargar tantas cosas entre los dedos? pasó por donde estaban los cables de la luz y ni siquiera se preocupaba por mirar hacia abajo. De repente y en cuestión de unos microsegundos se escuchó un golpe bien dado. Pero más que un golpe había sido un tipo de crujido. La vi tirada de rodillas el suelo con las manos apoyadas en el piso. La tablet salió volando junto con su celular. En un principio quise reírme. Pero al ver que no se levantaba la sonrisa se me borró del rostro y rápido fui hacia ella. Puse mi café en el piso e intenté ayudarla a levantarse.

—¿Estás bien?

—Genial, ahora vienes a burlarte.

—En efecto, eso pensaba hacer, pero creo que te lastimaste y eso no me causa tanta gracia ¿Estás bien? —Pregunté de nuevo al ver que ella no se movía, tenía la cabeza agachada y su cabello caía alrededor de su rostro, no podía ver su expresión.

—No, la rodilla —Escuché un quejido en su tono de voz.

—Intenta sentarte, si no puedes acuéstate. Llamaré a la ambulancia.

—Estaré bien —Primero se apoyó en la rodilla derecha y con dificultad después siguió con la izquierda. Al levantarla, lo primero que hizo fue mirar hacia la tablet y su celular que estaban del otro lado tirados.

Al darme la vuelta para ir por ellos sin querer patee mi termo, haciendo que este rodara y se derramara, por ende, terminó manchando un block de papeles que estaban en el piso, sin importar que estuviera engargolado, el café era demasiado y logró penetrar el plástico que lo cubría.

—¡Hay no! —Se agachó rápido sin importar que le doliera, su rostro y la mueca de dolor que hizo hablaron por sí solas —¡Lo hiciste adrede! —Ahora me miró, pude notar sus ojos empañados, parecía que iba a llorar, pero no sabía a ciencia cierta la razón del porqué.

—Fue un accidente —Dije yendo por su celular y la tablet.

—No es cierto, desde el primer día me has estado molestando, ahora tú papá va a matarme. —Decía mientras intentaba hacer que las hojas quedaran limpias. Pero era ovio que eso nunca iba a suceder.

—Claro que no, yo ni siquiera sé que es eso ¿Cómo iba a saber que iba a sabotearte?

—Ya lo has hecho antes con la chica anterior a mí, ya debe ser fácil para ti —Su tono eran tan incriminatorio cómo si de verdad fuera así. Ni siquiera me conocía.

Negué con la cabeza —Ya deja de lloriquear, dame eso, yo hablaré con mi papá.

***

—¿Te das cuenta de lo que es eso? —Dijo mi papá conteniendo un grito. Estaba furioso. El tipo no era una persona gruñona, pero en cuanto a su trabajo era una persona completamente diferente. El jamás quedaba mal con alguien o entregaba algo a destiempo.

—Te lo entregaré en media hora —Dije despreocupado, la cara de Katherine no decía lo mismo. Ella había entrado conmigo a la oficina, yo insistí en que no, pero ella decía que eso era responsabilidad de ella y tenía que hacerlo.

—En 20 minutos quiero eso aquí…no en 20 no, en 15.

Katherine

Debo admitir que la reacción de Albert no me sorprendió para nada, sabía que era una persona pulcra con su trabajo y este tipo de cosas no las toleraría. No se si era bendición o maldición que Steven diera la cara por lo que pasó, en fin, ambos salimos de su oficina.

—Vez, solo hay que imprimirlo de nuevo y ya está —Steven iba rumbo a las oficinas donde estaba la impresora.

—¡Espera!  La impresora no tiene tinta, tengo que ir de nuevo al centro de impresiones.

—Mmm —El vio hacia abajo, centrando su mirada en mis piernas —Yo iré y tú deberías checarte esa rodilla —Apuntó conforme yo cojeaba al caminar.

—El tiempo no nos va a alcanzar, y en todo caso yo voy contigo, es mi responsabilidad.

—Como quieras —puso los ojos en blanco mientras salíamos del estudio.

—Es por acá —Dije viendo que caminaba en otra dirección.

—Vamos en la camioneta de papá, a tu paso jamás llegaremos.

Apreté los labios, él tenía razón.

El camino fue cien veces más rápido. Estábamos contra reloj, cada uno se puso en computadoras diferentes y mandamos a imprimir desde diferentes secciones. Así reduciríamos en un cuarto el tiempo.

Faltaban 6 minutos para el tiempo planteado, y la chica que nos atendía seguía frente a la impresora esperando que las ultimas impresiones salieran.

—Son $530 ——dijo cuando por fin las hojas estaban completas, agarró todo y lo metió dentro de una bolsa de plástico transparente.

Si antes no me dio el infarto, ahora si estaba por colapsar. Se me estaba yendo el poco dinero que tenía en esto y reitero todo fue por mi culpa, por descuidada y no haber mandado a pedir los cartuchos con tiempo. Lo peor de todo fue al ver dentro de mi cartera, ni siquiera lo completaba. Mi dignidad estaba por los suelos y ahora más pues tendría que pedirle dinero prestado a Steven.

Sin decirme nada Steven sacó su cartera y dio varios billetes a la chica.

—Te lo pagaré —le dije mientras salimos por la puerta rumbo a la camioneta.

—¿De qué hablas? Yo lo arruiné, era obvio que pagarlo va por mi cuenta.

Me encogí de hombros —Toma — Le tendí $300 pesos, lo único que me quedaba en mi cartera.

—Ya te dije que no.

—Tómalo —Dije mientras caminábamos por el estacionamiento.

—No seas necia.

—Acepta, aunque sea esta parte.

—Mucho ya debiste haber gastado la primera vez que viniste

—¿Cómo lo sabes?

—Te vi salir y luego entrar mágicamente con muchas copias en la mano, no es coincidencia que la tinta se haya terminado.

Bajamos del coche y a como pude corrí hacia la oficina para hacer los juegos y engargolarlos. Era la hora estimada. Solo esperaba que Albert no se molestara tanto a como yo imaginaba que podría ser.

Toqué la puerta de la oficina, estaban ya todos ahí. Los saludé y me presenté. En seguida comencé a repartir todos los guiones. Albert hablaba y parecía relajado lo que hizo por inercia que yo también pudiera respirar por primera vez tranquilamente.

Steven

Vi salir a Katherine de la oficina junto a mi padre, saludaba a todos con un apretón de manos, mi papá tenía una sonrisa en el rostro así que deduje que todo había salido bien. Me alegraba que el empleo de Katherine no estuviera en peligro.

Luego de unos minutos de estarla observando vi que se despidió de mi padre, caminó apresurada hacia su casillero. Era extraño pues sus asistentes siempre se iban hasta que él lo hacía.

Fui detrás de ella, ella parecía no notarme.

—¿Ya te vas?

—Sí  —dijo agarrando una bolsa color marrón.

—¿Cómo fue todo? —Ella me miró, luego de pensarlo un momento una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Muy bien —Dijo haciendo contacto visual conmigo y vi cómo esos ojos dorados brillaron, pero esta vez no era a causa de querer llorar. Volvió la vista y sacó su bolsa. Dio el cerrón al casillero y puso el candado —Gracias.

—¡Oye! —Dije al verla unos metros lejos de mí dispuesta a marcharse. Pude notar que le costaba caminar aún —¿No irás a revisarte?

—Tal vez, pero no ahorita —Ella siguió caminando mientras yo iba a la par por su lado derecho.

—¿Segura? Puedo llevarte.

—No, gracias…

—Bueno ¿vamos a comer? yo te invito.

Ella volteo a verme, hizo una sonrisa sarcástica —¿Me llamaste fea y ahora me invitas a comer? Me ayudaste y estoy agradecida, pero no te confundas. Ten por seguro que te voy a pagar hasta el último peso por las impresiones.

Fruncí el ceño ante su respuesta —Te invité a comer  por amabilidad, no porque te quiera ligar, sigo sosteniendo que eres fea —Me encogí de hombros.

Ella puso los ojos en blanco —Sigo sosteniendo que no.

—Bien como quieras —Dije deteniéndome de golpe mientras ella seguía caminando.

—Bien.

—Perfecto —dije a su espalda en un tono más alto para que me escuchara mientras caminaba.

—Excelente —Fue lo último que dijo antes de salir por la puerta.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo