Sus dulces labios

Me encuentro en mi oficina trabajando, el día no ha sido fácil pero algo me tiene alejado de toda la presión. Hoy ya son 3 meses desde que estoy junto a Alma, es increíble pero es cierto ya han pasado 3 meses desde que esa niña acepto estar a mi lado, esa dulce, terna, amable y hermosa niña con personalidad introvertida que me enloquece. Me provoca tantos sentimientos, me gusta cortejarla, respetarla y tenerla como una princesa... Esa hermosa princesa que es. Nunca he pensado en presionarla, de hecho me gusta que todo valla a su ritmo un ritmo lento, suave y perfecto para ella, yo entiendo todo lo que quizás pase por su mente por lo mismo prefiero tenerla de forma correcta y que esto tan nuevo para ambos marche bien.

Pero... no todo era tan perfecto. Cada vez que Alma iba a la casa todo se tornaba tenso, muy tenso. David se le insinuaba a cada segundo, sabía perfectamente que mi hijo sentía algo por ella se le notaba de sobre manera sus ojos brillaban demasiado cada vez que Alma está cerca de él, es tan inevitable que no puedo evitar sentirme celoso cada vez que él la mira de esa manera, con detalles, con ilusión, con deseo... jamás había visto a mi hijo actuar o ver así a ninguna chica.

Pero...

Precisamente ahora si siento atracción por una... y no era cualquier chica.

No

Era la misma chica que me trae loco, enamorado y con un sin fin de sentimientos que no logro descifrar, eso me hacía pensar demasiadas cosas. Puesto que, debía actuar con cautela y precaución cada vez que estábamos juntos en mi casa. Mi esposa, con la cual existe una relación monótona de ante mano a veces llega a ser muy observadora y ya había notado que David estaba flechado de Alma, por lo que yo debía tener mucha precaución no quería causarle problemas a Alma ni que quedara en mal ante nadie, Elliz era una mujer muy decidida que si se lo propone puede llegar a ser de alguien algo aterrador, por así decirlo del resto es una mamá dedicada, aplicada y hogareña.

Recuerdo entonces que debo ir por David al instituto así que salgo de la oficina dejando ya listo todo el papeleo.

El instituto no es muy lejos de donde se encuentra mi trabajo así que no tardo más que unos treinta minutos en llegar. Una vez que aparco frente a la escuela; mi primogénito se parece demasiado a mí, su tez es blanca, ojos verdes claro, su cabello es como el de su mamá rizado y corto, su físico va cuidado le gusta hacer ejercicios observo desde lejos la figura de esa niña que me gusta, ella y David hablan no sé qué tanto estarán diciéndose pero noto como ella está un poco tensa.

Observo entonces como ella baja su cabeza y David con cautela levanta su mejilla y deposita un beso, pero no he visto en donde se lo ha dado. Mi mandíbula se tensó, aprieto el volante y sin querer presiono la bocina, ambos miran hacía mi auto y se acercan.

David se monta delante y Alma detrás.

-papá, ¿cómo estás?-me saluda mi hijo mientras yo le respondo un cortante "bien" pensar que ha tocado los labios de Alma, de mi niña me hace sentir una cólera inmensa y quizás sin sentido pero maginar que David había besado a Alma me hacía enojar demasiado. El trayecto hacia mi casa fue silencioso, ninguno comentaba nada absolutamente nada creo que cada uno íba sumergidos en nuestros pensamientos, trataba de no mirar a Alma, ni siquiera por el retrovisor tampoco la había saludado y seguramente ella noto mi actitud.

Una vez que llegamos a mi casa bajamos los tres dispuestos a almorzar, Ama usualmente iba a mi casa a comer lo que n me molestaba en ningún momento.

-hola, amor-escucho como Elliz me saluda.

-hola.-le digo tratando de no sonar cortante ni tajante. Decidí ir directamente hasta el comedor. Escuche como ella le hablaba a los muchachos pero yo trataba de controlarme, capaz no era lo que yo estaba pensando. Alma no era así. El almuerzo transcurrió dentro de los parámetros normales puesto que solo hablábamos lo normal y lo esencial, yo solo estaba sumergido en mis pensamientos tratando de no imaginar ninguna escena en mi mente.

-bueno creo que ya debo irme-anuncia Alma y pienso que es el momento más perfecto para poder hablar con ella. Se le ve afligida seguramente por mi actitud.

-yo te llevo-anuncie sin esperar que alguno de los presentes hablaran- debo ir al banco para hacer unas transacciones.-comunico como excusa.

-ok, amor-Elliz me da un beso en la mejilla y yo salgo hacia mi auto.

Alma se monta en el asiento e copiloto, el transcurso es incómodo, silencioso y tenso. Muy tenso. Lleva sus manos enlazadas, hace eso cuando algo la hace sentir pequeña. Lo sé porque he aprendido a conocerla. Mientras yo tengo mi mandíbula aun tensa, mis manos aprietan el volante con furia y sé que debo controlarme de lo contrario terminara asustada.

Una vez que llegamos a su departamento ella toma su mochila y decide bajar pero antes de que lo haga la tomo de su brazo apretándolo un poco, ella me mira y sus ojos están brillosos.

-necesito una explicación.-mi voz fue de total enfado, solté su brazo mientras ella se acomodaba sobre el asiento.

-ex...explicación ¿de qué?-pregunta y observo como entrelaza sus dedos. Note como sus ojos brillaban más y lágrimas amenazaban por salir de sus orbes cafés.

-lo sabes muy bien, alma. Perfectamente bien-le pregunto, frunciendo el ceño, siento como el enfado esta apoderándose de mi tan rápido que ni yo mismo no puedo entenderlo.

-no...No sé de qué hablas. No sé ni siquiera porque tienes esa actitud tan fría y distante conmigo Mathias yo...-calla porque me veo impulsado a interrumpir su argumento que no sé si es válido o no.

-¿no sabes? Te encontré técnicamente besándote con mi hijo, Alma. Y aun dices que no sabes-reclamo lleno de furia intento controlarme pero no puedo. Jamás en mi vida me había sentido así de enojado por algo tan absurdo quizás, pero no podía sinceramente no podía. La sola idea de que David besara a Alma me revolvía mis emociones a mil y no...Sencillamente no, ella es mía...

-te equivocas-escucho su voz suave pero en un tono elevado- yo no me bese con David, el simplemente me dio un beso en la mejilla solo porque lo rechace y me había tratado mal eso...eso es todo. El solo trato de ser amigable conmigo por su trato fuerte cuando le dije que no quería nada con él...-susurra, la noto cabiz baja. Su voz es frágil, tan frágil como ella en estos momentos-y todo porque estoy contigo, yo te respeto Mathias...- en esa última frase me mira directamente a los ojos entonces noto que sus orbes están llenos de lágrimas, lagrimas que empezaron a bajar como cascada haciéndome sentir el peor hombre del mundo.

Soy una m****a. Me digo a mi mismo notando como Alma se quiebra delante de mí.

-Alma...-ella me quita la mirada, me siento tan culpable. ¡Joder! Quiero explicarle que me siento celoso por mi hijo, cosa que es estúpida e ilógica sabiendo de antemano que ellos son mejores amigos y que yo la conocí por él.

-¿qué exiges Mathias? Si tú y yo solo somos amantes- dice algo que pongo entre dicho, nunca la he visto como mi amante, frunzo el ceño. No la considero así. Quiero decir algo pero ella continua llorando y siento que voy a joder todo hasta el fondo si digo algo más, ella limpia sus lágrimas con fuerza, tanta que deja rastro en su cara de enrojecimiento por su chaqueta de lana color rosa.- si de todas maneras decidiera tener una relación no veo porque te afectaría.-me dice y siento que no mide sus palabras.

Ella no sabe lo que en verdad me afectaría si hace eso.

-te equivocas, Alma.- alzo mi tono de voz, lo hago de forma involuntaria así que respiro hondo y trato de apaciguar el momento.- yo te considero mía.- susurro y observo como ella se estremece un poco, eso me hace sentir algo que trato de entender.

-no soy un objeto que le pertenece a la gente. Soy un ser humano con derechos iguales a todos, no soy de tu propiedad- touche. Me digo mentalmente, esta niña sabe lo que decir en el momento justo y apropiado para hacer entender todo. Una sonrisa intenta salir de mi interior pero la contengo, me gusta y atrae aún más esa actitud de niña inteligente que sabe defenderse de las personas, y ella en estos momentos se está defendiendo de mí.

Pero había un fallo, ella si me pertenecía, yo la consideraba mía, tan mía como jamás lo había hecho con nada. De hecho, jamás había sido u niño caprichoso que tenía todo lo que pedía, prefería luchar por obtener algo y esa era mi mayor gratificación.

-no he dicho que seas un objeto, tampoco te catalogo como alguno pero si eres mía, Alma. Tu misma dijiste que teníamos derechos el uno sobre el otro y de no estar con nadie más aunque en mi caso sea distinto y....

-exacto-me interrumpe por lo que me quedo observándola- por tu caso se hizo una excepción pero en mi caso igual soy una adolescente Mathias tengo derechos y como tal puedo cumplirlos si así quiero o no, además...-calla y me quedo analizando sus palabras dándome cuenta que esta niña puede ser muy hábil e inteligente y eso...eso me gusta demasiado. Pero esa última palara rechina en mi mente.

-¿además?-pregunto. Ella niega con su cabeza y me causa una curiosidad enorme.

-nada. Adiós- baja rápidamente del auto sin darme chance a detenerla o decirle algo, observo como literalmente corre hasta la entrada del departamento.

Suelto un bufido.

Esta situación se salió de control... ¿Qué demonios ha sido todo eso? He actuado como un jodido niño de 15 años celoso. Paso las manos por mi cabello tratando de despejar mi mente para no saturarme de cosas que me hagan enojar más. Alma me ha dado una explicación creíble y la verdad... le creo; se perfectamente lo que David siente por Alma él mismo me lo ha dicho unas millonadas de veces y aun así no dude en actuar y ser yo quien este a su lado, eso es una gratificación para mí y en vez de verlo así me he dejado llevar por la rabia y los estúpidos ceos.

Dejo escapar una risa.

Yo celoso a mi edad de mi propio hijo. Eso sí que es jodidamente loco.

Pero no puedo ocultarlo que he sentido ni lo he podido evitar.

Miro hacia donde había estado esa pequeña niña sentada y veo su mochila, la ha dejado... observo un momento y luego la entrada del edificio. ¿lo dejaría a propósito?

No.

No lo creo, está muy enojada, triste así que descarto esa idea. El pensar que ella está mal por mis estúpidos arranques de celos hace que me sienta un patán, un tonto, un inmaduro... ¿quién lo diría? Mathias Santeliz actuando inmaduramente por una niña de 16 años.

Joder...

Tomo su mochila y bajo de mi coche, entro al edificio tomo el ascensor y llego hasta su piso. Camino con cautela hacia su puerta y toco. Toco un par de veces pero ella no abre, seguramente ha de imaginar que soy yo y no quiere verme la cara; vuelvo a insistir tocando de nuevo sin decir palabra alguna, de pronto la puerta se abre yo solo actúo por impulso cuando veo sus orbes cafés enrojecidos.

Dejo caer su mochila coloco mis manos sobre su tez suave y la beso, la beso como he sentido ganas en todos estos jodidos tres meses juntos. La beso con intensidad, vehemencia, anhelo y deseo, si...porque siento todas estas cosas con ella y solo con ella. A pesar del poco tiempo esta niña me hace sentir de una jodida manera que nunca nadie había conseguido. Observo como está sorprendida por mi acción sus ojos están abiertos y los míos igual en un par de segundos los cierra y yo hago lo mismo, siento como mi cuerpo actúa con ella y como mi boca se moldea con la suya.

Maldición.

Amo su sabor, es tan dulce, tan cálida, tan refrescante, tan juvenil...

Siento desespero, ansias y demanda de besarla así por un buen tiempo para que entienda que ella es mía, que me gusta, que me encanta y por eso actué de esa manera tan estúpida. Necesito tanto tenerla así tan pegada a mí, tan unida a mí. Sus labios se mueven en compas con los míos y siento que estoy en el jodido cielo y que a la vez podría quemarme en el puto infierno por ella y solo por ella.

Siento de pronto como ella coloca sus brazos alrededor de mi cuello y atrayéndome más hacia ella, eso me hace sonreír internamente pues me ha dado a entender que desea lo mismo que yo, que siente la misma necesidad que yo de tenerme cerca. En ese jodido segundo capto de que la puerta está abierta así que la cierro sin siquiera despegarme de ella, caminamos hacia el interior del departamento y en un momento dado estamos en el sofá de su sala de estar, ella debajo de mi mientras continuo besándola hasta que se me cansen los labios si ha de ser posible eso, muero por tocarla, por acariciarla e instintivamente eso hago, su uniforme consiste en una falda que le queda por encima de su rodilla, toco despacio y lentamente esa suave piel que me permite ese pedazo de tela y siento como su cuerpo tiembla.

Como ella tiembla debajo de mí, lo que me hace encender todo mi cuerpo de una jodida manera que no le encuentro explicación. Escucho un suave gemido salir de su boca y eso me enciende aún más, pero entonces recuerdo que todo va muy rápido y que quizás ella necesita tiempo por lo que decido retirarme de ella.

Ella me mira con sus ojos brillantes, radiantes y enrojecidos por las lágrimas que ha derramado. Observo sus labios, hinchados y rojos por la fuerza de los besos que nos hemos dado.

mmmm.... se ve tan apetitosos. Coloco mi mano derecha sobre su mejilla y la acaricio suavemente.

-discúlpame, preciosa-le susurro suavemente, ella me mira con confusión en sus ojos. No sabe a lo que me refiero.-por lo de hace rato- ella niega con su cabeza mientras deposita un suave beso sobre mis labios, beso que correspondo con el mayor gusto posible. Al despegarme de sus labios me dirijo hacia su frente dando un suave beso allí.- eres hermosa ¿sabías?- ella vuelve a negar con su cabeza, al parecer se ha quedado muda. Tan infantil esta niña y tan hermosa a la vez- tan tonta- le digo con una sonrisa en mi rostro mientras le doy otro beso y decido levantarme rogado a Dios que no se note lo activado que estoy por esta niña que tengo frente a mí.

La detallo entonces, recostada en su sofá, con sus piernas un poco entre abiertas la falda un poco elevada y su camisa un poco abierta por encima de su ombligo esa vista me es endemoniadamente atractiva, provocadora, sexy y atrayente a que haga con ella lo que deseo. Su piel es tan blanca y suave que quisiera saborearla, morderla, chuparla y...

¡Maldición! Cálmate, Mathias, cálmate. Me digo tantas veces mientras me sea posible.

Vuelvo a mirarla y no puedo evitar saborear mi boca, tragar grueso y negar con mi cabeza para alejar todos esos jodidos pensamientos que tengo encima.

-dejaste tu mochila en el auto- le digo mientras señalo su mochila en la entrada con mi dedo sin dejar de observarla. Ella sigue con su mirada hacia donde le estoy señalando.

-fui descuidada- dijo sonriéndome y yo no puedo evitar sonreírle de la misma manera, le tiendo mi mano para ayudar a levantarla del sofá antes de que me abalance contra ella, acepta mi mano y cuando la levanto ella se impulsa besándome de pronto y tomándome por sorpresa. Le correspondo sin pensarlo dos veces, ella se retira de mi mientras yo decido arreglar mi ropa algo desordenada.- ¿te vas?- me pregunta repentinamente.

-sí, debo ir al banco-le menciono tranquilamente y tratando de calmar todas las partes de mi cuerpo en todos los aspectos posibles.

-¿te acompaño?- me pregunta se leve emocionada y animada. La observo detenidamente sin saber qué respuesta darle.- no quiero apartarme de ti, aún- me dice y continuo mirándola fijamente- además cerca del banco hay un cyber y necesito algo-no puedo evitar reír a carcajadas, esta chiquilla... se perfectamente que cerca del banco no hay ni existe ningún cyber. Me está mintiendo y ella sabe que yo lo sé, se está riendo y la noto tan entusiasta que sencillamente no se decirle que no.

-está bien, vamos y te dejo al regreso- noto como da un brinquito como si le hubiesen dicho la cosa más cool del mundo y no puedo evitar reír nuevamente. Alma me contagia con toda su personalidad y me hace sentir de una jodida manera que simplemente me encanta. Salimos juntos del departamento ella emocionada y yo contagiándome de esa emoción pues también deseo pasar más tiempo con ella, con mi pequeña Alma…

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo