Menor que yo
Menor que yo
Por: leidichacin
Decisiones

A veces nos suceden cosas que no creemos o pensamos que no nos sucederán a nosotros en ningún, instante o con el pasar de los años, pues creemos que nuestras vidas son "normales" dentro de todo lo cotidiano, pero muchas veces suceden cosas ilógicas, poco comunes, improbables, inciertas.... tan inciertas como que estoy interesado... muy interesado en la mejor amiga de mi hijo. ¿Ilógico no? Tengo 32 años, treinta y dos años encima y me siento un jodido pedófilo....Pero sencillamente no sé cómo hacer, de hecho pienso tantas veces en el jodido día de como he podido interesarme en una chiquilla de 16 años que es condenadamente hermosa, llamativa, atractiva, dulce, tierna, amigable, amigable, pura...tan....tan jodidamente atrayente que me jode en todos los aspectos posibles.

De hecho he intentado en sobre manera alejarme, pero cada vez que mi hijo la lleva a mi casa no puedo evitar acercarme a ella, hablarle, escucharla reír ¡joder! Como me encanta cuando la escucho reír cada vez que hablamos, se por su actitud que también le llamo la atención lo sé por cómo me mira, por como sus ojos brillan cada vez que me habla o me ve por primera vez.

Alma Villamizar, ese es el nombre de esa niña hermosa que me tiene perdidamente atraído por ella. Decidido de una vez por todas a confrontar esta situación pues la incertidumbre de no saber exactamente que es lo que siente por mi tome la iniciativa de enviarle un mensaje.

Necesito hablar contigo.

Fue lo que me atreví a escribir sin siquiera saludar o explicarle por donde iba todo el meollo, pero prefería que fuese en persona, pasado unos minutos llego la respuesta.

Está bien.

Había accedido, eso era un paso...un gran paso. Alma podía ser muy decidida en ocasiones y eso me gustaba de ella.

Paso por ti en 10 minutos

Al enviar el mensaje no pude evitar soltar una risa, sabía que quizás era muy poco tiempo para ella pero la urgencia de verla y hablar con ella carcomía mi ser en todos los aspectos posibles.

Antes de que fuese el tiempo que le había dicho ya estaba frente al apartamento en el que ella vive sola... aún me costaba entender como ella podía vivir sola a esa edad, aunque conocía su historia por su propia boca, me resultaba aterrador que algo pudiera sucederle a ella mientras su madre llegaba a la ciudad.

La vi caminar hacia mi auto, un optra negro último modelo. Llevaba puesto un jeans ajustado, una blusa holgada y unas zapatillas a juego.

¡Diablos!

Se ve tan hermosa así con esa ropa sencilla y cotidiana.

Abre la puerta del copiloto, me mira fijamente por unos segundos me detalla. Toma asiento y decido encender el auto.

-¿cómo estas, Alma?-le pregunto tratando de romper el silencio entre los dos, pues se notaba que estaba un poco nerviosa... más bien algo nerviosa. Le sonrío sutilmente mientras decido arrancar el auto en cualquier dirección.

-bien. ¿Y usted?-me responde tan cortésmente que me siento extrañado un poco, después de todo ella es formal conmigo lo que a veces me molesta. Rio quisquillosamente mientras niego con mi cabeza tratando de decir lo que pensaba.

-¿qué te he dicho de las formalidades? Puedes llamarme Mathias, Alma. No existe problema.- ella no me dijo nada pero de soslayo vi como asentía con su cabeza dándome la razón. Sabía perfectamente que ella estaba nerviosa, su silencio me lo confirmaba. Dentro de toda la razón lógica lo entendía puesto que soy un hombre de 32 años que está interesado en una adolescente de 16 años, lógicamente tengo DIECISEIS AÑOS por encima de ella. Dieciséis malditos años encima que me hacían sentir un jodido pedófilo enfermo que merece cadena perpetua, silla eléctrica o la pena de muerte.

Soy dueño de una de las empresas más emprendedora y prestigiosas de la ciudad, me encargo de la activación y repartición de alimentos a nivel nacional, mi vida es rutinaria y monótona de eso no tengo duda por eso, cuando ella llego jodio toda esa monotonía en mi vida. Detallo a Alma un momento cuando e aparcado en un parque, su cabello castaño largo y lacio, sus ojos color café, su contextura delgada pero en buena forma y su tez blanca... era tan hermosa.... sus labios enrojecidos de forma natural le daba un toque tan angelical y de buena salud que provocaba besarla.

Observo un poco a la dulce niña que está delante de mí, juguetea con sus dedos enlazados símbolo de que está nerviosa, no puedo evitar sentirme culpable por un segundo quizás de las cosas que pasan por su mente, así que me remuevo en mi asiento y decido romper el silencio. Ese silencio que nos estaba jodiendo en todos los aspectos.

-Alma- ella me mira- de seguro estas confusa por saber el motivo por el que te traje acá.-trato de hablarle de la manera más tranquila y despreocupada posible intentando que ella se sienta cómoda.-sé que quizás estas nerviosa, eres muy tímida-me burlo un poco y observo como ella no dice nada solo me mira fijamente dándome con su silencio la razón.-creo que sabes de que resulta todo esto ¿no?

-la...la verdad no- tartamudea y su voz es insegura. Se queda callada un rato, sus ojos tiemblan suavemente pero lo puedo notar, suelto un bufido agotador de mis labios.

-Alma, quiero saber la verdad-le dije sin tabúes.

-¿la verdad?-me cuestiona, yo asiento con mi cabeza levemente dándole su espacio-¿que... que verdad?-otra vez vuelve a tartamudear.

Sabía perfectamente que no me estaba entendiendo, la miro fijamente pero ella me desvía la mirada. Sabía de ante mano que no me estaba comprendiendo lo que deseaba decirle, así que decidí ser claro de una vez.

-¿qué vez en mí, Alma?-pregunto sin darle vueltas al asunto sintiéndome ansioso por una respuesta que tardaba en llegar. Volví a formular la pregunta desde otro punto-¿Cómo me vez tú?-pregunto de nuevo esta vez con una ansiedad un poco notable.- ¿soy un padre o un hombre para ti?- pregunte con mi corazón latiendo con un ritmo extraño, sus mejillas se enrojecen un poco y no puedo evitar pensar que se ve de lo más tierna.

El silencio es eterno e incómodo impacientándome cada segundo que pasaba, ella no me decía nada y yo tampoco la forzaba para que me respondiera. Ella estaba sonrojada, un poco sudada y sus ojos temblaban, sabía que estaba nerviosa y ansiosa... y yo, yo estaba en un estado de impaciencia total, deseaba con todo mi ser que me hablara que me diera una respuesta positiva a lo que le estaba preguntando deseaba tanto tenerla... jamás se me ocurrió, de hecho nunca paso por mi mente estar así por alguien, menos por una niña, por una adolescente.... pero cuando mi hijo David nos presentó nunca imagine sentir una conexión tan fuerte y extraña que me hizo sentir vivo, como no me sentía desde hace muchos años.

Los mensajes, las llamadas, el interés se fue notando poco a poco de ambas partes, yo sentía mucho interés hacia ella, demasiado... en un principio pensé que me veía como un padre, ese padre que estaba ausente en su vida pero luego, sus gestos, mirada, su interés hacía mí me hicieron ver que estaba errado que yo sentía algo por ella como ella por mí.

-yo...-hace una pausa- tú... me atraes.-sus palabras son alimento para mi cuerpo y mi mente, se ve tímida no deja de jugar con sus dedos- pero no sé qué más decir.- la miro. Con lo que me ha dicho es un avance.

-¿no?-cuestiono. Observo como mueve su cabeza de lado a lado negando y reafirmando su respuesta.-tú también me atraes, Alma.-le dije sin presión y con la verdad en toda la palabra dicha. Sus mejillas vuelven a encenderse de color carmesí y ¡diablos que se ve tierna!- me atrajiste desde que te vi y solo Dios sabe que me siento un pedófilo al sentir esto, pero quiero experimentarlo.-culmino por decirle mientras busco su mirada.

-¿experimentarlo?- pregunta mientras por fin logra verme a los ojos de forma tímida. Se le ve tan inocente y frágil.

-sí, alma.-con cautela y sin querer asustarla dirijo mi palma hacia su mejilla para acariciarla suavemente, el color enrojecido le queda lindo. Siento como ella tiembla levemente con mi contacto. Así que decido confesarle lo que deseo.- quiero experimentar que se siente quererte....-le susurro suavemente mientras la miro fijamente a sus ojos cafés.

-yo....-trata de articular alguna palabra pero no lo hace, solo me mira. Segundos después dice algo-¿su esposa?- la sola frase hizo que por un momento entendiera lo que estaba haciendo pero la verdad no me importaba, no me importaba estar casado o si le estaba fallando a Elliz. De hecho, me valía cinco fallarle, jamás lo había hecho a pesar de tener una relación monótona y toda de apariencia ante las personas. Pero Alma había sido la excepción de todo, quería todo con ella.

-Alma-la llamo suavemente tratando de centrar su atención en mi- no me importa nada en estos momentos, sabremos sobrellevar esto.... solo quiero estar cerca de ti si tú me lo permites.- ella asiente levemente pero no dice nada, la tensión del momento anteriormente formada ya no estaba y todo marchaba regularmente normal. Me cuestiono por unos segundos y creo que estoy loco al seducir a una niña, pero Dios... esta niña me enloquece a mí, es ella quien me ha seduciendo sin siquiera darse cuenta.

-quiero experimentarlo...-menciona quizás como último recurso y su palabra me anima, y una sonrisa quiere escapar de mi ha tartamudeado de nuevo.

-¿de verdad?- pregunto tratando de que me reafirme lo que ha dicho quiero que me lo diga una vez más pero ella solo baja su mirada y yo la tomo suavemente de su barbilla para que me mire nuevamente.

Ella asiente.

-dímelo-le pido.

-quiero experimentar-hace una pausa- que se siente quererte Mathias.-culmina por decir con su voz firme y sin tartamudeo en ninguna parte. ¡Estaba segura de lo que me decía! En esos momentos sentí algo que no puedo explicar.

-será difícil. ¿Lo sabes?- pregunte tratando de encontrar duda en voz, tratando de que quizás se retractara de toda la situación y aunque me afectara no me importaría. Acaricio suavemente su mejilla mientras la miro detenidamente.

-eres hermosa Alma-le digo para romper el silencio, ese silencio cómodo que estaba entre nosotros ya todo estaba dicho. Me acerco a ella y deposito un beso sobre su frente, el contacto me hace sentir a gusto y quería hacerle sentir protegida. Conmigo no le faltará nada.- te llevaré al colegio.

Sabía perfectamente que hoy no tenían clases pues ella andaba de ropa particular, pero si sabía que debía inscribirse en el nuevo curso por lo que me ofrezco a llevarla. David ya se había inscrito hace unas horas antes y estaba en mi casa.

-sí. Pero ¿David?-me pregunta.

-David esta en casa, no asistirá hoy

-ha...-me responde simplemente de forma que no sabe que más decir o al menos es lo que me ha hecho pensar. Enciendo mi auto decido a irnos del parque, ya en la vía opto por colocar un poco de música. Me sentía tranquilo, calmado y relajado; la verdad toda había salido bien entre los dos. Sentí pues de pronto como Alma acariciaba mi mano derecha que yacía puesta en la palanca de cambio de velocidades mientras mi mano izquierda estaba en el volante.

-¿qué somos ahora?-escucho la pregunta de su suave voz. Le sonrío abiertamente, ni yo mismo sabía que decirle. La observo unos segundos apartando la vista del camino.

-estamos comenzando, podemos ser lo que tú quieres que seamos. Podríamos ser "amigos con derecho" su famosa frase actual- le digo con tono burlón, no podía evitar ser así. Alma me ocasionaba algo tan distinto, me hacía cambiar tanto. Observo como ella bufa e infla sus mejillas.

¡Adoro a esta niña!

-pero sin derecho a estar con otra persona...-repica. No puedo evitar sentir sorpresa y ansiedad en mi cuerpo. ¿Acaso me ha dicho lo que he escuchado? Siento una gran emoción invadir mi cuerpo como bomba atómica.

-¿me estas queriendo decir que serás solo para mí?-mi voz animada y el entusiasmo me delatan no dice nada, solo asiente una y otra vez lo que me confirma mi pregunta. Tomo su mano y deposito un suave beso sobre sus nudillos. Mi pequeña niña....

El resto del trayecto fue silencioso, no dijimos nada más el silencio no era incómodo. Por el contrario, era reconfortante no podía creer y asimilar la jodida buena suerte que tengo encima en esos instantes... ¡esta hermosura me ha dicho que sí y que será solo para mí!

Oh Dios, he sonado como una adolescente y soy un viejo ya de 32 años... aunque creo que exagero con lo de viejo ya que me gusta mantener mi físico lo mejor que puedo.

Cuando hemos llegado a la escuela ninguno había dicho nada, note como ella toco la perilla de la puerta de copiloto así que por impulso o quizás no...Decido tomarla por su brazo delicadamente, ella me mira sorprendida pero sencillamente esos hermosos labios naturales rojizos me han estado tentando todo el tiempo así que necesito calmar esta ansiedad que me carcome.

Necesito besarla....

Y necesito que ella se deje besar....

Me acerco lentamente a ella, veo como está sorprendida, asustada, emocionada y nerviosa...muy nerviosa quisiera reírme pero no quiero arruinar el momento. Deposito mis labios sobre los suyos, suaves, tiernos, calientes y sedosos... un roce, tan solo un suave y tenue roce para no alarmarla ni asustarla. Para mí eso era más que suficiente.

Me retiro y la miro, esta sonrojada y sus mejillas la delatan a millón.

-que pases un feliz día, Alma.-le digo en un susurro mientras me divierte su expresión.

-tú...tú igual- baja del auto y no puedo evitar detallarla de espalda tan hermosa, tan común y distinta al mismo tiempo. Su cabello se mueve con el viento, recuerdo sus mejillas sonrojadas y me hace reír solo en mi auto, he de parecer un jodido loco maniático, pero sencillamente no me importa.

Quizás no tenía claro de que venía todo esto, pero estaba seguro que deseaba intentar algo con ella. Sentía muy dentro de mí que esto valdría la pena. Sé que será duro, difícil y complicado... muy complicado. Pero sencillamente todo lo complicado que sea mientras tenga que ver con ella no me importa en lo absoluto.

Solo tengo claro una cosa: quiero vivir esto que siento a su lado...

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